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Soy una puta, y me gusta

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Ay, mi amor, ahora ya sabes que la noche en que se celebraba mi cumpleaños fui desvirgada por mi hermano y ya también sabes que por ser la primera vez que alguien me iba a coger, estaba deseosa de sentir el contacto directo de la verga dentro de mí y por eso, antes que mi hermano me penetrara, le quité el condón contra su voluntad, provocando que al final inundara con su semen mi estrecha cavidad, porque aunque él tampoco quería eyacular dentro de mí, me las ingenié para atraparlo entre mis piernas y ordeñar su verga dándole unos apretoncitos ricos contrayendo las paredes de mi vagina contra su venoso miembro, hasta hacerlo explotar dentro del coño recién desflorado de su hermanita. Fue algo delicioso que mi primera cogida me la diera mi hermano en mi propia cama mientras yo traía puesto el sexy vestidito rojo que había elegido para mi fiesta. Lo que hicimos me dejó con ganas de más, y aunque en nuestro primer encuentro no logramos tener sexo anal como quería mi hermano, quiero que sepas que algún tiempo después, cuando ya los dos teníamos más experiencia, pude cumplir su deseo al permitirle saciar su verga en mi ano.

Como te platiqué, cuando mi tío Pablo era soltero, vivía en la casa de al lado de mis papás; y la noche de mi fiesta, Pablo le propuso a los pocos invitados que quedaban el patio, seguir la peda en su casa, a eso de la una de la mañana.

Luego de haber cogido con mi hermano y limpiar mi sangre y su semen de mi panocha y mis muslos, me puse una de mis tangas equipándola con una toalla femenina, por si acaso aún quedaba algo que mi vagina pudiera expulsar; acomodé mi vestido mini y fui al patio en donde me esperaban mis amigos y primos para irnos a la casa de mi tío. Mi hermano, abrumado y cansado por lo que hicimos, decidió quedarse a dormir en mi cuarto, pues con la cantidad de familiares que acudieron a mi fiesta, una de mis tías y su hija, habían invadido su habitación para pasar ahí lo que quedaba de la noche.

A mi fiesta había asistido Ricardo, quien desde el día anterior era mi novio declarado. Así que el hecho de pasar el resto de la fiesta en la casa de mi permisivo tío, se presentaba ante mi como una buena oportunidad de estar a solas con mi novio y seguir haciendo cositas ricas ahora con él. A pesar del cansancio que sentía luego de fornicar hacía cosa de minutos, sentía deseos de seguirme divirtiendo, y, además, luego de haber cogido tan rico en mi primera vez y de haberme venido con la verga de mi hermano dentro de mí, mi cuerpo no cesaba de pedirme más. Mientras me acercaba a platicar con mi novio y dos amigos, mi mente no paraba de desear más orgasmos y mi vagina ya estaba lista para recibir más verga esa noche.

Ya en casa de mi tío, mi mejor amiga, que había empezado a besuquearse con mi primo en los mismos momentos en que mi hermano me cogía en casa de mis papás, ahora se había quedado dormida, recostada en un sofá abrazando a mi primo, quien sostenía un entretenido mensajeo con nosequién vía celular. Mi tío Pablo se acercó entonces a donde mi novio y yo ya platicábamos solos, sentados lado a lado en otro sofá de la sala y me dijo apuntando con la cara hacia mi primo y mi amiga e imitando la entonación preocupada de una de sus concuñas -Oye ¿esos dos de ahí son novios o qué? - Me dio risa su pregunta. -Pues no creo, "tía"- le contesté siguiendo el juego; -porque apenas hoy se la presenté a Aarón-. Mi tío imitando todavía a una hermana de mi mamá, agregó -Pues que esa chamaca se suba a dormir con Blanca -(una de mis primas que tiene más o menos mi edad)- porque si no se sube, se me hace que de aquí sale con su domingo siete, y ¿no queremos eso, verdad que no, sobrina?- Su imitación desató las risas de los que estábamos todavía despiertos, incluyendo a mi primo Aarón, quien luego de escuchar eso, se sacudió de encima a mi amiga para despertarla y dijo -Ya oíste a la "tía Goyita", que te subas a dormir-. Pero mi amiga, aparentemente borracha y muy adormilada, sólo se quejó y apenas se movió; entonces Pablo se volvió hacia ella, se inclinó, la tomó de los brazos y se la echó al hombro como quien carga un bulto, para luego subir con ella a cuestas las escaleras mientras decía -En esta casa todavía hay pudor, mocosos, me la llevo a lugar seguro-. Entonces, mi primo Aarón nos dijo al resto, poniéndose de pie, -pues yo me voy a apañar la cama que queda libre aquí abajo... ¡puto el último! - y salió disparado rumbo al cuartito de servicio que mi tío tenía en la planta baja de su casa, haciendo que unos 4 amigos y mis dos primas que aún quedaban en la sala, emprendieran la carrera por ganar un lugar decente para dormir, de manera que nos quedamos solos en la sala mi novio y yo. Ricardo había comenzado a acariciarme entonces, primero las piernas, luego las nalgas enfundadas estrechamente en la minifalda de mi vestido, todo mientras nos besábamos intensamente. Entonces escuchamos que mi tío Pablo bajaba de vuelta a la sala y Ricardo y yo nos separamos -¿Qué ya tan temprano se van a dormir? Uuuhhh, están chavos, ya se fueron todos- dijo asomando su cabeza a la sala y ver que se había quedado casi vacía y agregó -Pues entonces es hora de que dejes a mi sobrinita en su casa-, dirigiéndose a Ricardo- y luego te regresas, tú te puedes quedar en el sillón, lo más que te va a pasar es que uno de los briagos del cuartito de al lado salga y te coja, pero nada más jajaja, ten las llaves 'pa que cierres cuando regreses, yo me subo a dormir-. Y desde el pie de las escaleras lanzó las llaves que Ricardo atrapó, y mi tío comenzó la subida de las escaleras.

Ricardo y yo nos levantamos de nuestro asiento y salimos al patio frontal de la casa de mi tío; luego de cerrar la puerta de la casa, Ricardo me abrazó por atrás rodeando mi cintura con sus brazos y seguimos caminando despacio rumbo a la reja que da a la calle. A cada paso que dábamos, sentía que mis nalgas jugueteaban en la entrepierna de Ricardo, quien estaba muy pegadito a mi disfrutando el rozamiento que mis nalgas le proveían a su verga.  -Qué guapa te ves hoy, Candy- me dijo abrazándome más fuerte por la cintura y deteniendo nuestra caminata antes de salir del patio de la casa. -¿Ah, sí? ¿Te gusta cómo me queda el vestido? pues déjame decirte que lo escogí para ti, para que te gustara más tu novia-. Le respondí y paré aún más el culo frente a él.

-Es que, con esa faldita, de verdad se antojan tus piernas.

-¿Como para qué se te antojan? le respondí, mientras rompía nuestro abrazo y guiaba una de sus manos al frente de mi muslo en el borde de mi diminuta falda y la llevé despacio hacia atrás de mi pierna, en una caricia que terminó con los dedos de Ricardo sintiendo cómo mi tanga se encajaba entre mis nalgas y mi mano sobando despacito la punta de su miembro sobre el pantalón.

-Se me antojan como para lamerlas o para abrirlas y meterte aquí eso que estás acariciando tan rico-. Dicho eso, su otra mano, que había permanecido en mi cintura, se introdujo fácilmente bajo mi falda y se colocó sobre la tela de mi tanga que cubría mi vagina. Luego sentí cómo Ricardo empezaba a besarme en el hombro que mi escotado vestido dejaba desnudo y empezó a subir con su boca hasta mi oreja, y me preguntó -¿Ya lo has hecho antes, Candy?- Y yo haciéndome la que no entendía, continuando la caricia sobre su pene cada vez más erecto, pensaba a toda velocidad en las posibles consecuencias de responder afirmativamente a su pregunta y decidiendo que mi respuesta dependería de la que él me diera a la misma pregunta -Primero dime si ya has cogido con alguien, y te digo-. La mano que él tenía sobre mi panocha subió hasta ponerse en mi cintura y empujó mi cuerpo aún más hacia el de Ricardo. -No, no lo he hecho, y quiero hacerlo contigo, de verdad, ya no aguanto-. Sopesé la sinceridad de su respuesta y me convencí que lo mejor sería mentirle y decirle que yo tampoco había tenido sexo. -Bueno, ven- Dijo Ricardo, separándose de mí y llevándome de la mano al hueco de unas escaleras que había en la fachada lateral de la casa de mi tío, luego, dándome media vuelta, me hizo recargar la espalda en la pared para después abrazarme frente a frente y empezar a besarme en el cuello mientras mis manos se hundían en su melena para sujetar con fuerza unos mechones y disfrutar de lo que la boca de Ricardo había comenzado a hacerme.

Subió su boca por mi cuello hasta mi cara y encontrar mis labios, que ansiosos por sentir la humedad de sus besos, se abrían dejando entrar libremente la lengua de mi novio a juguetear con la mía. A medio beso, Ricardo había empezado a acariciar mis senos, primero sin apartar las copas de tela que cubrían la base de mis tetas, luego, notando que el diseño del vestido era favorable a su tarea, bajó la tela de mi escote dejando mi busto todo descubierto. En respuesta a la excitación de tener sus manos sobre mis senos desnudos, mis manos se movieron de su cabeza hacia el frente de su cuerpo y desabroché su pantalón, que calló hasta sus tobillos. Luego, le bajé el bóxer dejando libre una suculenta verga ligeramente más corta, pero notablemente más ancha que la de mi hermano.

Continuamos besándonos con las bocas muy abiertas y quise compartirle la experiencia de sentir mis gemidos en su boca, así que dejé de guardar silencio y permití que mis sonidos le hicieran saber lo húmeda que ya estaba mi vagina. Ricardo acercó su pelvis a la mía y luego metió sus manos bajo mi diminuta falda y bajó mi tanga hasta quedar tensa a la altura de mis rodillas. -Es que me está empezando a bajar- Le mentí para justificar la toalla femenina que vio en mi tanga y que presentaba algunas pocas gotitas de sangre, fruto de mi himen recientemente roto. -No me importa, si a ti no te importa- Me respondió Ricardo mientras acariciaba la superficie depilada de mi vulva con sus dedos y le contesté. -Entonces hazlo, mi amor, penétrame- y me agaché para quitarme por completo mi tanga y apreciando de cerca la dura polla de mi novio levantada con firmeza frente a mí. La sujeté y terminé de incorporarme de frente a Ricardo, le pedí que se pusiera el condón, y mintiendo, le dije estaba lista para ser penetrada por primera vez.

Él, obediente, tomó un condón del bolsillo de su pantalón caído y abrió la envoltura y se lo puso; terminé de ayudarle con la tarea y sujeté su verga tiesa y enfundada en el condón comenzando a frotar el glande contra mi clítoris mientras Ricardo había puesto de nuevo sus manos en mis tetas y sus dedos jugaban con mis endurecidos pezones. Le pedí que se lo pusiera porque en parte sentía culpa por Ricardo, porque estaba por penetrarme creyéndome virgen, cuando en realidad acababa de recibir un delicioso baño de lechita tibia en mi cavidad, cortesía de mi hermano. 

Ricardo me tomó la cara con ambas manos, levantándola y acercando su rostro al mío para luego meter su lengua en mi boca, yo gustosa chupé y succioné su lengua rodeándola con mis labios al tiempo que inclinaba mi pelvis hacia mi amante y con mi mano izquierda abría los labios interiores de mi coño y con la derecha me introducía muy despacito el falo de Ricardo. Pensé en la sensación que había encantado tanto a mi hermano hacía un rato, de tener mi himen tenso antes de romperlo rodeando la punta de su glande y pensé en compensar a Ricardo la ausencia de esa sensación apretando lo más que pudiera las paredes de mi cavidad, dejando mi vagina muy apretadita para recibir la primera embestida que me daría con su miembro. Mi novio me tomó de las nalgas y acercó mi cadera a la suya, que al mismo tiempo empujó fuerte para penetrarme, yo solté su verga y me tomé del cuello de Ricardo para mantener el equilibrio y comencé a lamer su cara y su boca en frenéticos movimientos, gimiendo como la puta caliente que fui esa noche. -Me duele, mi amor, cógeme despacito-. Le supliqué entre lamida y lamida con una voz de quejidito, mientras sentía cómo el glande de mi novio se abría paso como un ariete aún en contra de la tensión de los músculos de mi vientre estrechando las paredes de mi vagina. -Así, me gusta, mételo todo, pero despacito, mi amor- Le indiqué al muchacho que un día antes me había pedido que fuera su novia y hoy me tenía semi empalada en su verga contra la pared. Subí un poco mi cadera estirando lo más que pude las piernas, me paré en la punta de mis pies y Ricardo ajustó también su posición flexionando un poco sus rodillas; entonces empujó fuerte hacia arriba y me la metió completa, haciéndome soltar un gritito de gozo. Comenzó a acelerar los embistes que me daba, a lo que mi vagina respondía poniéndose más jugosa.

Dejé de pararme en la punta de los pies cuando la verga de Ricardo estaba bien metida en mi panocha y pude relajarme para disfrutar el grueso palo de mi novio abriéndose camino a mi interior, disfrutar de los besos que me daba en el cuello y de sus manos en mis nalgas; fue entonces cuando Ricardo metió una de sus manos como un tajo en la raya que divide mis nalgas; al instante siguiente, introdujo la punta de su dedo medio en mi ano -Ay qué rico me coges ¿sientes cómo me mojo?- Le pregunté y subí mi pierna derecha, que flexionada por la rodilla rodeando el cuerpo de Ricardo quien metió su brazo por debajo de mi corva para sostener mi pierna en alto y facilitar el movimiento con que me estaba follando ahí de pie contra el muro, después de un ratito, Ricardo me dijo -Quiero sentir tus nalgas contra mí, Candy, date vuelta-. Y con lo cachonda que yo estaba luego de sentir el dedo de mi novio hurgando en mi ano mientras me estaba dando toda su verga, no lo pensé dos veces, y me di media vuelta y me incliné, ofreciendo mis jóvenes nalgas a mi novio para que las reclamara como su dueño. Pero Ricardo haría más que eso y yo estaba por verlo.

Así empinadita como me había puesto contra la pared, Ricardo acomodó la falda de mi vestido cubriendo la parte alta de mi culo y mis muslos, haciéndome sentir muy sensual y poniéndome aún más caliente. Puse un poco de saliva en mis dedos y comencé a frotar mi clítoris, esperando a que Ricardo penetrara mi vagina desde atrás, cosa tardó un poco en hacer; pero cuando lo hizo, metió por completo su ancha verga de un empujón con la facilidad que le ofrecía la deliciosa lubricación que soltaba mi excitada vagina y lego comenzó a repetir el movimiento cada vez más rápido, cogiéndome más fuerte, yo sentí el roce de su pene en mi interior más rico que estando de pie, tanto, que a la segunda o tercera metida ya estaba por tener un orgasmo -Vas a hacer que me venga- gemí. Las manos de Ricardo acariciaban mis senos y me apretó los pezones como respuesta, mientras su verga bombeaba con fuerza y mis nalgas chocaban contra su pelvis, haciendo un sonido excitante al mezclarse con el ruido chasqueante de su miembro chapoteando en mi mojada cavidad. -Ay Ricardo, dame duro, soy tu puta... dame más duro- Le suplicaba con mi voz casi sollozante. Él al sentirse provocado, se irguió y se aferró con ambas manos a mi delgada cintura, aumentando la fuerza y la frecuencia con que mis nalgas se estrellaban contra su cuerpo; al cabo de una serie de fortísimas metidas, el grueso pene de Ricardo me causaba un riquísimo dolor al estarme abriendo más allá de lo que la verga de mi hermano me había abierto un par de horas antes. Mi panochita empezó a apretarse intermitentemente contra mi voluntad, incrementando en cada contracción el placer que me brindaba la verga de mi novio; y llegó una contracción que no terminó hasta que un intenso orgasmo me hacía temblar las piernas. Unas pocas metidas más y Ricardo me empujó su miembro hasta el fondo con todas sus fuerzas -Vente mi amor, así, vente en tu puta- Le pedí mientras movía el culo con fuerza hacia arriba y hacia abajo. No supe en qué momento se había quitado el condón sin avisarme, yo lo noté hasta unos momentos después de que Ricardo descargara su tibia lechita dentro de mí, cuando en los dedos con que estimulaba mi botoncito noté que el semen empezaba a escurrir desde mi cavidad.

-¿Esto es semen? Le pregunté sorprendida y casi segura de que así era. -¿Se rompió el condón? Con razón cuando me tenías empinada te sentí diferente aquí adentro. A ver sácamelo, vamos a ver- El pene de Ricardo se hinchó por una última vez antes de que lo retirara, descargando lo último de una abundante eyaculación que había empezado a escurrir ya no solo por mis dedos, sino también por mis piernas.

-Mira, Candy, te voy a decir la verdad, pero no te enojes. Cuando me dijiste que tenías tu periodo, pensé en decirte que cogiéramos sin condón, porque estos días no eres fértil. Pero pensé que no ibas a querer, así que cuando te diste vuelta para que te diera desde atrás, me lo quité. Perdóname, por favor.

-Mi amor, no me enojo, debiste decirme, de haber sabido lo que querías, hubiera dejado que me cogieras todo el tiempo sin condón. Solo no lo vuelvas a hacer ¿de acuerdo? Avísame-. En realidad, no me molestó en lo más mínimo, yo me sentía culpable por haberle mentido acerca de mi virginidad y lo pensé justo, después de todo. Además, el solo pensar que mi hermano y mi novio habían eyaculado dentro de mí la misma noche, me hacía sentir tan excitada y muy puta; me encantaba sentir cómo las gruesas gotas el semen de Ricardo se iban enfriando al recorrer su camino hacia abajo por el interior de mis piernas.

Usé mi toalla sanitaria para asearme un poco mientras Ricardo se ponía el pantalón; me puse mi tanga, acomodé la falda del vestido y cubrí mis senos de nuevo con la copa de mi vestido; mi novio y yo salimos tomados de la mano de nuestro escondite. La mañana se abría paso en las tinieblas, los primeros ruidos matinales de siempre comenzaban cuando despedí con un beso a Ricardo en la puerta de la casa de mis papás; luego lo vi retirarse a pasar lo que quedaba de madrugada en la casa de al lado.

Luego de ducharme, me fui a la cama, me acosté desnuda junto a mi hermano, que estaba cubierto con mis sábanas, durmiendo profundamente.

Me acerqué a él y apenas despertando lo suficiente para notar mi presencia, levantó la sábana para que me acurrucara a su lado, dejándome ver que también estaba desnudo. Le di la espalda y él me abrazó desde atrás, acomodando su también dormido miembro entre mis nalgas y le susurré -Tienes una hermana muy puta-.

Dulce F.

Tu putita siempre.

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