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Malena 10

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COMISIÓN

ENTRENAMIENTO con LOBELÍN

JENNY reaparece: Lobe et Bárbara

A Gonzalo, no le contó la causa de su enfermedad, y a él, le pareció que no era prudente preguntarle nada al respecto, al notar su actitud hosca y más introvertida que lo normal.

Al notarla tan reservada, débil y pálida, dedujo que sufría de algún mal propio de mujeres que requería reposo y tranquilidad. Aceptó la solicitud -que le hizo secamente y sin mayores explicaciones- para tomarse unos días de vacaciones, a pesar de que aún no le correspondían, le pagó algunos bonos atrasados que tenía y la despidió desde la puerta de su oficina sin mayores indagaciones –como era su costumbre.

Como concesión especial suya -mientras duró el descanso- siguió participando de los ingresos del grupo -como si estuviera ejerciendo activamente la actividad. Él lo había ordenado así.

A Leonardo, lo notó impactado por la noticia del aborto -la que ella le había dado de sopetón un día. Ella nunca supo si la impresión emocional intensa  que notó en su rostro, fue causada por haberse librado de un problema de esa magnitud, o, por el peligro que ella había corrido. Después de un momento de reflexión, la conminó a que reposara y a que mientras no se aseguraran de un buen método anticonceptivo indicado por un especialista era mejor no hacerlo más.

Pero la verdad era que -cuando lo pensó fríamente, después del susto inicial- no había creído lo que ella le había contado y le pareció una de sus exageraciones para obtener su atención.

Shay y Mel, se alegraron porque lo peor había pasado casi sin consecuencias y la exhortaron a resolver el problema de su continua exposición al peligro de los embarazos por no tomar medidas apropiadas.

Deysi, no la quiso secundar en su propósito de esterilizarse quirúrgicamente, cuando podía tomar cualquier otro camino menos radical para evitar embarazos no deseados.

Lo primero, era hacerle exámenes y ponerla en manos de un especialista confiable. Esos exámenes determinaron que padecía de anemia crónica y esa era la razón de sus desvanecimientos, de los moretones que le salían en su cuerpo y sus períodos tan fuera de lo normal.

Se puso en tratamiento.

A todo lo que le habían propuesto para recuperarse le dijo que sí -especialmente  para complacer a sus amigas que siempre estaban pendientes de ella y de que cumpliera el tratamiento que le había sido impuesto- pero no cumplió a cabalidad el régimen alimenticio y vitamínico que le impusieron, sólo obedeció lo de las píldoras anticonceptivas y el condón para evitar enfermedades, lo de que le diera unos días de descanso a su cuerpo y lo de la disminución de la ingesta alcohólica. Nada de vitaminas y suplementos alimenticios:

-¡Primero muerta que gorda!

REINTEGRÁNDOSE A LA ACTIVIDAD EMPRESARIAL DE HETAIRA.

Debido a su aborto, sus relaciones “Hetairales”  cesaron durante los días de reposo, incluso su novio pasó ese tiempo en el congelador. Ya estaba aburrida y pensaba que se había extralimitado en lo referente a su cuidado pues se sentía alentada y descansada.

Un día Gonzalo la invitó a almorzar.

Quería informarle que se veía obligado a sacarla de su apacible retiro pues requería de su auxilio en un delicado asunto que sólo a ella le confiaría:

Debía sacrificarse por él, trasladándose -por unos días- a una horrible sucursal en el remoto y salvaje llano del centro del país con el fin de colaborar en una auditoría que allí se llevaría a cabo.

La susodicha filial estaba situada en una aburrida ciudad, polvorienta, caliente, llamada El Calvario.

Antes de partir, debería someterse a un entrenamiento especial que Lobe, la administradora, le impartiría para que pudiera desempeñarse eficientemente en el área de auditorías, herramienta que le sería de primera necesidad en su comisión.

Ella, tenía conocimiento teórico en el área por sus estudios universitarios pero cero experiencia práctica.

Debería superarse a sí misma pues acompañaría a un experto que la oficina central enviaría para realizar la labor. Gonzalo había logrado colearla en la comisión que se abocaría a auditar la sucursal. Su misión -de bajo perfil, casi clandestina- consistía en defender los intereses del gerente de la sucursal auditada, que eran, al mismo tiempo los de Gonzalo, pues se trataba de uno de sus pupilos.

Asesoraría -al gerente de la susodicha sucursal- a fin de que pudiera superar los escollos de una inspección de este tipo, para la que no tenía experiencia y que lo podría afectar directamente si algo salía mal.

Ella aceptó sin chistar. El entrenamiento con Lobe duraría casi un mes y la comisión unas dos semanas. Durante ese tiempo dejaría de trabajar en su departamento, cosa que la alegraba.

Su jefa, Ingrid, la odiaba cordialmente por el ímpetu de la envidia que le profesaba debida al trato especial de confianza que Gonzalo le dispensaba a su subalterna, cuando a ella se lo negaba, y por ello buscaba cualquier excusa para hacerle la vida difícil.

Ingrid sabía que el trato distante de la que era objeto por parte de Gonzalo tenía su razón en que era la amante de Francisco, peligroso competidor suyo por el ascenso a la silla de Juan.

Si Gonzalo aún mantenía a Ingrid en el cargo, era para tener la posibilidad de enviarle mensajes falsos, contradictorios o con verdades prefabricadas a su competidor, para provocar decisiones equivocadas que lo hacían perder puntos.

A Malena aún le faltaba algo de experiencia para poder sustituirla, pero estaba aprendiendo rápido. Pronto estaría lista.

LA CONFIANZA DE GONZALO- COMISIÓN SECRETA- Lobelín

Lobelín, mano derecha de Gonzalo, mientras esperaba a Malena en su oficina para comenzar su entrenamiento, se reía al constatar la rara habilidad de Gonzalo para manejar las situaciones y a las personas.

Desde hacía días estaba tratando de forzar la barra para comisionar a Malena, y no a otra, a pesar de su inexperiencia, junto con el funcionario que venía de la oficina principal para realizar la auditoría en la sucursal gerenciada por Rafael -uno de los elementos que le eran adictos en el encuadre de las fuerzas leales- de manera de asegurarse de que el resultado de la auditoría no presentara ningún detalle que pudiera exigir la revocatoria del contrato de trabajo del susodicho gerente.

Rafael era un novato que se podría enredar, y cualquier error podría provocar su destitución o por lo menos su puesta en observación: lo que inmediatamente seria aprovechado por Francisco para colocar en su sustitución a uno de los suyos, quien se constituiría en una piedra en el zapato para Gonzalo.

A Ingrid la hubiera debido enviar, pero no era de su confianza como para instruirla en que le echara  una mano al gerente, lo guiara, lo aconsejara y lo salvara o lo rescatara si era necesario; pues esa instrucción sería inmediatamente del conocimiento de Francisco. No era conveniente que le soplaran a Juan que subalternos de Gonzalo eran ayudados por este para superar sus ineficientes comportamientos. En cambio, si Malena era la que estaba allí, apoyaría al muchacho eficazmente y sin dudar.

Lobe, que era prácticamente la segunda al mando en la sucursal, era administradora general y respetada por todos, había comunicado a la jefa de Malena, las disposiciones respecto a su subalterna: Malena durante los próximos dos meses estaba bajo su mando directo. Ingrid había aullado de rabia e inmediatamente había llamado a Francisco. Pero no había nada que hacer, la habían dejado sin ayudante.

LAS VAINAS DE LOBELÍN

Se mantenía neutral en las disputas territoriales del personal de la sucursal que ella administraba de acuerdo con Gonzalo.

Estas disputas la entretenían y nunca se entrometía, sólo mediaba -si era necesario- para evitar que se salieran de madre.

Ella sabía que su posición preeminente nunca estaría amenazada, la temían y la respetaban, era la mano derecha de Gonzalo, su amiga, su compañera desde los tiempos de la universidad, en los cuales llegaron a compartir el mismo apartamento por mucho tiempo.

Lobelín era lesbiana y había compartido con Gonzalo no solo el apartamento sino también las noches de cacería de mujeres, las cuales, si era posible, compartían.

_ Tu jefa no pareció alegrarse cuando le informe de la decisión de enviarte a El Calvario, le disparó a quemarropa a Malena en cuanto entró en su oficina con su lánguida indolencia y sonrisa indefinible.

_ Envidia y rabia pues tendrá que buscarse, por el momento, a otra idiota… ¿y tú cómo estás? -Le saludó Malena mientras se sentaba en la silla frente a ella sonriendo ahora con sarcasmo- ¡claro! al pensarlo mejor, se habrá alegrado mucho por los días de calor, soledad y aburrimiento que me esperan… pero en el fondo el placer es compartido, pues voy a pasar un tiempo sin tener que oler su perfume de infame gusto.

Lobelín sonrió al oírla hablar. Malena y ella, eran las más leales colaboradoras de Gonzalo e Ingrid, era del otro bando.

La muchacha le simpatizaba por su desparpajo; porque era incondicional de Gonzalo; porque era la única que no la temía y recurría a ella en busca de consejo sin adulancias; porque la respetaba como profesional y porque era como una flor que cada mañana amanecía mirando al sol sin perder su dignidad a pesar de todos los problemas que tenía. Era callada y confiable.

Le parecía hecha de un material más noble que del que estaban hechas las que la criticaban por envidia: Era la mujer más bellas de la oficina regional… cuidado y si no lo era también de la empresa… era preparada, culta, inteligente, mentirosa e inescrupulosa, pero se defendía muy bien de que alguien lo supiera con el escudo de su cara de mosquita muerta.

_Acabo de terminar de informarle que durante dos meses vas a estar a mi mando y que se las arregle sin ti… si prestas atención te voy a mostrar muchos secretos, le dijo Lobe con un cierto aire misterioso.

_ ¿cómo cuál?

_ vamos a almorzar y te lo explico.

Malena le transmitía en ese momento el aire de precariedad y fragilidad que hacía proclives a las personas que la rodeaban, a aprovecharse o a protegerla. A ella no le inspiraba ninguna de las dos cosas, sino otra muy especial: la hermanaba con ella, pues también se sabía débil, frágil y proclive a someterse a cualquiera más fuerte.

Debido a su pertenencia a una minoría sexual vituperada y prácticamente clandestina -para evitarse inconvenientes sociales- se había hecho más perspicaz e intuitiva hacia esos seres solitarios, como en el fondo lo eran ambas, debido a la imposibilidad de engranar con un entorno que las rechazaba, las castigaba, se aprovechaba o las apartaba, pues no era capaz de entender el valor que portaban.

A muchas de sus hermanas, les hubiera llamado la atención esa hermosa hembra, sexualmente hablando, porque poseía un toque lésbico de sumisa que atragantaba las expresiones en cuanto aparecía… ya algunas se lo habían expresado, cuando la vieron al hacerle visitas cortas en su oficina.

A ella no le atraía, pues no la complementaba, eran de la misma polaridad. Se conformaba con constituirse en su defensora gratuita cuando en su presencia murmuraban de ella o trataban de destruirla con agrias críticas sus compañeras y amigas. Había interpuesto su autoridad para que nada de lo que sucedía en la sucursal de Gonzalo trascendiera a la Regional donde laboraba el novio de Malé, que era como ella la llamaba.

Malena, por su parte, se sentía cómoda en su presencia, no la temía, la respetaba por sus conocimientos y por no ser esquiva a compartirlos <aunque al principio le había parecido presumida y prepotente>  y por su personalidad que se manifestaba naturalmente en todo lo que hacía.

Era casi diez años mayor que Malena, sabía navegar entre las maledicencias propias de una oficina llena de mujeres envidiosas unas de otras, sin mancillarse -a pesar de su inclinación sexual, por todas conocida y de la que, alguna que otra, trataba de aprovecharse.

_ ahora sí que podemos hablar -le dijo a Malena apenas estuvieron sentadas en el pequeño restaurante que escogió para almorzar.

Iba vestida con sencilla elegancia que resaltaba las formas de su cuerpo espigado. Su cabello largo y negro iba recogido en una cola de caballo. Sus ademanes -naturalmente elegantes y encantadores- la hacían descollar por sobre  la belleza rubia, saludablemente atractiva y despampanante de Malena, quién -a pesar de sus ajustados jeans que parecían a punto de estallar en una eclosión de carne retumbante, y su camisa traslúcida- se veía opacada ante la trepidante clase que emanaba de su compañera.

Malena observó cautivada cómo, sin moverse un milímetro más de lo absolutamente necesario, con sólo un leve chasquido de sus dedos obtuvo casi de inmediato la consideración de un camarero -que se desbocó para ser el que llegara antes que su compañero- y acudió solícito a atenderlas sin hacer caso de las súplicas por atención de otros comensales que esperaban desde hacía más tiempo.

Sin levantar la voz más allá de los decibeles necesarios para hacerse entender con claridad por sobre el barullo reinante a esa hora, pidió los aperitivos y detalló qué tipo deseaba, sin dudar ni preguntar, como si fuera normal que pidiera lo que pidiera, estuviera o no en el menú, sería complacida. Lo despidió con un gesto y una sonrisa y volvió a concentrarse en Malena.

_en la oficina, es mejor no hablar, aprende eso… -le dijo con malicia- Malena notó que tenía los labios carnosos y su boca era pequeña y graciosa-… las paredes tienen oídos -continuó seria, pero con cierta sorna- los teléfonos, grabadoras y creo que en los baños nos filman con cámaras ocultas.

_ Gonzalo es capaz…

Ambas se rieron.

Mientras bebían sus tragos, Malena se dio cuenta de pronto, que con Lobe podría aprender mucho acerca del proceder de una dama de mundo; tenía unos movimientos fluidos y a su vera Malena se sentía como una ballena nadando al lado de un delfín.

No pudo contenerse y se lo dijo, así mismo, con sinceridad impropia en ella.

_ fíjate pero no imites -le aconsejó Lobelín- los problemas de las personas comienzan cuando quieren ser lo que no son, porque creen que así serán mejor aceptadas y no saben que nadie puede ser aceptado cuando la naturaleza propia y el lenguaje corporal no corresponden… una ballena tratando de ser delfín… ¿te imaginas?

Se carcajearon.

_ tú tienes un encanto natural- continuó- es tu marca.

_ me has estudiado… ¿no?

_ ¡te fijas! ¡Allí! en esa pregunta, se manifiesta la ballena que dices ser, tienes que ahorrar preguntas para ahórrate respuestas estúpidas…tienes que ser menos conspicua con tus deficiencias, tienes que cerrar la boca la mayoría de las veces y… sí, te he observado para anticiparme a través de tu estudio a algunas respuestas que requiero.

_ ¿Cómo por ejemplo?

_ ¿Cuál sería tu reacción ante un pedido sorpresivo?

_ te puedo decir, de una vez, que primero el pánico me paraliza, después, no sé… depende de lo sorprendente.

_ sabes más que muchos sobre sí mismos -que es la primera obligación de todo ser humano-el meollo del asunto es aprender a asimilar el golpe que la sorpresiva información te produciría… después, debes aprender a escamotear tu reacción a los ojos de los demás… no mostrar tu debilidad… ese es el provecho que se le puede sacar del autoconocimiento…

_ ¡qué va! Hay que tener mucho autocontrol y yo soy muy nerviosa… me paralizo.

_ es cuestión de práctica… no es nada del otro mundo…

El camarero trajo los platos fuertes. Entonces, Lobe desvió la conversación hacia las razones del trabajo que debían efectuar y se concentró en ellas mientras comían.

El almuerzo fue fraternal, liviano y sin licor. Malena se sintió bien. Estaba bebiendo en exceso desde hacía ya mucho tiempo, había que reposar, ya lo estaba haciendo desde que estaba en tratamiento hacía ya tres semanas.

_ Estas vacaciones en El Calvario, le van a hacer bien a mi hígado y a mis neuronas… me voy a poner a dieta, he comido demasiado por orden de ese médico… ¡no jombre!... Me acostaré  temprano; nada de sexo; ni licor… ni cigarrillos… voy a descansar quince días más.

_tu cuerpo es único y diferente a los demás, no hay reglas únicas y universales… te pide lo que necesita (descanso o exceso), debes complacerlo en todos los sentidos… además: hagas lo que hagas, lo que ha de ser será… no te cuides en exceso… disfruta.

_ ¿en todos los sentidos?

Se carcajearon.

_en todos… tu cuerpo no necesita muchas calorías para funcionar bien y almacena lo que  sobra… tu ansiolítico es el licor, el cigarrillo… el sexo: dejarlos es peor, si lo haces tienes que tomar pastillas de esas que recetan los siquiatras… el problema durante tu comisión va a ser el sol,  mañana saldremos a comprar algunas lociones protectoras que conozco para tu tipo de piel…

_ ¿y ejercicios?

_el sexo es ejercicio.

_me caes bien-dijo Malena.

Pidieron el café. De repente Lobe la sorprendió:

_ debo averiguar algo respecto a tu filiación… que una amiga me instó a investigar –dijo llevándose la taza a la boca sin dejar de mirarla a través del humo que esta despedía.

Los grandes ojos de Malena delataron su súbita ansiedad ante el misterioso decir, pero no preguntó. Sólo fue notoria su ansiedad por su perturbada expresión.

Lobelín continuó:

_...ella, está buscando a alguien que le interesa encontrar por razones que desconozco, me hizo la descripción detallada de la que busca… coincide con la tuya punto por punto y si no eres tú…

_ ¿te interesa ella?

_ No. Me interesa su tranquilidad… digamos.

Un leve sudor de nervios alterados acudió a su boca y barbilla,  lo secó nerviosamente.

_ ¿cómo se llama?

_ la respuesta es… que en el caso de que seas tú a quien ella busca, el factor sorpresa se extinguiría si lo sabes y si no eres tú... nada te significaría ese nombre… falta un dato: ¿has tenido una amante?

Malena se puso pálida y luego se sonrojó. Calló. Lobelín le tomó la mano con la suya:

 _tranquila, no contestes sino quieres…

_ Sí. Una mujer mayor… hace algunos años… yo era más joven, ni siquiera tenía hijo, es más creo que era virgen… –sorprendentemente, para ella misma, había sido sincera, quizá la sorpresa venció las restricciones a sincerarse-… y también una amiga suya… me dejé llevar.

_ creo que eres tú…

_ ¿quién me busca?

_ Esta tarde lo sabrás…

_ ¿y si no soy yo?

_ ¿quién sabe? ¡Vámonos, es tarde!

Salieron de la oficina a las cinco en punto en el automóvil de Lobelín, parloteaban alegres, la tarde había sido fructífera.

Llegaron a un sitio que Malena ya conocía. Era un club al cual no había vuelto desde hacía mucho tiempo.

JENNY

La elegante señora que las saludó desde una mesa que ocupaba a la orilla de la piscina, a Malena le pareció conocida.

A medida que se le acercaban Malena la iba detallando, mientras su cerebro rebuscaba en sus archivos… poco a poco la fue relacionando… primero con una época de penas y sufrimientos…luego le llegaron recuerdos placenteros… una palabra rebulló entre sus neuronas…Macarena… luego otro nombre… ¡sí!... lo recordó… era ella…

Ambas sonrieron cuando se enfrentaron: una recordó, la otra confirmó su presentimiento.

Lobelín intentó hacer la presentación pero ellas no estaban más que concentradas en ellas y sus recuerdos  convertidos nuevamente en realidad.

_Jenny… -se atragantó Malena- ¿Eres Jenny, Verdad?

Lobelín había terminado por tomar asiento y sonriente presenciaba la escena mientras bebía del trago que Jenny dejó sobre la mesa al ponerse de pies. Ellas permanecían enfrentadas. Sonrientes.

_ has crecido –dijo Jenny tomándole una mano que Malena dejó allí.

_ Mucho… –contestó sin dejar de mirarla.

_ siéntense ¿quieren que me retire? …es broma… es broma… ni a balazos me perdería el desenlace…–terció Lobelín un poco nerviosa por el valor de lo que había descubierto.

-Todo está llegando a su sitio… se dijo.

_ vamos a mi casa, no me gusta ventilar mis emociones en público… y además quiero darle algo a Malena, dijo Jenny tomando su cartera.

Lobelín las siguió en su automóvil.

Durante el trayecto las tres iban contentas por tres diferentes razones.

Apenas entraron en el apartamento que tantos recuerdos les traía a ambas, Jenny se metió en su habitación, de la cual regresó con un paquetico. Se lo entregó a Malena: _ Ábrelo.

Malena lo abrió asustada por un presagio.

Contenía un fino cofre de madera aromática en cuyo acolchado interior de color azul marino, dormía sobre la bella tela aterciopelada, una exquisita perla engastada en una primorosa armadura de metal precioso, sostenida por una cadenita de oro blanco.

Malena la reconoció y de la emoción comenzó a temblar y a lagrimear.

_ ¡el regalo de macarena! –exclamó levantando la mirada hasta los ojos de Jenny. Los suyos se le habían llenado de lágrimas… volvió a mirar la prenda… ¿pe…pero cómo lo conseguiste? Yo tuve que venderlo cuando…

Jenny le hizo un gesto ordenándole silencio:

_ Lo recuperé para ti… y basta…

Lobe le había quitado de las manos el cofre a Malena y observaba extasiada la belleza de lo que contenía, pero más le extasiaba la escena que estaba presenciando, que era más sorprendente para ella que para las protagonistas principales del suceso.

La debilidad de Jenny era Malena.

Le fascinaba no haber conocido previamente los detalles de lo que sucedería, hubiera sido como que le hubieran contado el final de la película antes de verla.

Estaba tan emocionada como ellas, ella era el destino y sin su intervención, ese encuentro no hubiera sucedido. Y después dicen que si la casualidad, que si el hado: la suerte estaba escrita de su lado… al fin.

Malena y Jenny se habían abrazado. Cuando el momento del abrazo terminó parecieron recordar a Lobelín y se voltearon hacia ella:

_ Se la regaló su primera amante –explicó Jenny a Lobe en medio de risas nerviosas y  lágrimas que bajaban por sus mejillas.

-Nos casamos… aquí mismo –completó Malena a su vez.

-…y aquí mismo –interrumpió la confesión Jenny con una risa de feliz recuerdo- ¡aquí mismito! esa misma noche… esta hermosa bebé fue mía… por las malas.

Malena y Jenny celebraron la manera tan cómica como había descrito la situación que una noche - hacía ya casi cinco años de eso- había sucedido.

_ No lo hubiera hecho si tú no me hubieras obligado con tus mañas- declaró Malena de lo más seria-…la culpa fue tuya, yo era inocente…

Hablaban sin que Jenny soltara su aferramiento a las nalgas de Malena, quien a su vez había apoyado su cabeza en su hombro.

Lobe sonreía extasiada por su buena suerte.

Las dejó solas.

Malena no había querido beber y Jenny le sirvió un vino rosado suave para que brindara.

Se instalaron sobre el sofá a ponerse al día de cinco años de separación.

Malena quiso volver a ver el cuarto de lavandería dónde había tenido lugar la escena de su violación por parte de Jenny. Jenny la besó con ganas de recuperar el tiempo perdido.

Malena se entregó, en ese beso, a la dulce sensación del amor con una mujer mayor… amor maternal.

Malena quería hacerlo allí mismo, Jenny no veía la necesidad de hacer piruetas: pasaron a la gran habitación de Jenny.

-te voy a terminar de curar en tres días… le prometió Jenny, mientras la desvestía… Malé estaba de pies y Jenny sentada en el amplio lecho la despojaba de cada prenda con cuidado maternal y le besaba y acariciaba suavemente cada centímetro de piel que descubría.

Malena se descubrió esperando el momento en el que le brincaría encima, en el que la sometería… la violaría… la tomaría para ella con fuerza de pasión desbocada.

Pero no pasó.

Todo fue suave y tierno. Ella sobre Jenny… no era lo que quería…

Quería estar abajo… poseída, derrotada de tanto placer… ¡pertenecerle! ¡ser violada!

No. Nada de eso.

Jenny le hizo un amor suave que tenía sus matices que la hacían retemblar y sus orgasmos brotaban en mucha cantidad pero con poca intensidad… le pedía que la violara y Jenny se reía… no insistió más en el asunto y dejó que Jenny la disfrutara. Jenny tuvo unos orgasmos apoteósicos… Malena le daba todo lo que necesitaba: Jenny no calmaba a Malena.

Al amanecer, Jenny despertó primero y al hacerlo Malena, un delicioso desayuno la esperaba. Se bañaron juntas, conversando como buenas amantes.

Jenny la llevó a la oficina. Lobelín no hizo comentarios. En la cara de Malena se veía que había sido una noche larga pero que no había llenado sus expectativas.

Esa tarde, Jenny la recogió a la salida. Malena tenía mucho espacio libre pues Leonardo estaba aún en el congelador y el grupo de Gonzalo actuaba sin ella porque estaba el asunto de su entrenamiento.

Por ende, su única amante era Jenny. En el fondo le pareció bien que su amor fuera tierno para evitarse el miedo que aún le tenía a la debilidad que de hecho no se había vuelto a presentar.

Una tarde Jenny le obsequió un brazalete que le hizo olvidar la forma cómo le hacía el amor y le dijo que para que terminara de alentarse, debería beber una taza diaria de un frasco de jarabe que le mostró.

No sabía mal y resultó ser un buen reconstituyente, pues apenas en tres días sus fuerzas eran superiores a las que tenía antes del aborto. A la semana estaba curada.

Necesitaba hacer una prueba sexual extrema con alguien para quedar convencida de las facultades extraordinarias de la poción. Miraba a sus lados y no veía al candidato, Leonardo estaba castigado.

Decidió seguir con Jenny hasta que el destino las separara. Jenny era una proveedora de primera.

El único problema, era el hambre que dejaba atrapada en sus entrañas cuando se dormía, que ni la masturbación se la sacaba completa. Y… Leonardo aún estaba castigado.

Fin del 180

mis relatos completos:

http://memoriasleroyal.blogspot.com

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