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Una esclava inesperada VII - Final

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Debo agradecer a todos los lectores por sus comentarios e índices de lecturas. Me siento honrado de poder contribuir y corresponder a todo lo que esta página y vuestros relatos me han dejado. Gracias. Sin más, el final de esta historia. (Si no has leído los anteriores, te invito a que los leas y, de ser posible, por favor comenta. Aprecio la realimentación)

Recuerdo que cuando Ga me dijo que se iba sentí un vació que se formaba en mi pecho. El hecho de que la primera persona de la que me enamoraba me dejara, era algo nuevo y difícil de asimilar para mí. Después de haber vivido tantas cosas juntos, después de enamorarme de una enferma del sexo y después de mucho tiempo, ella se iba a separar de mí. Estaba devastado.

Me dijo que su padre había decidido irse a un estado del norte de la república, por motivos de trabajo y dado que ella estaba a punto de entrar a la universidad, sólo esperaría a que ella terminara la prepa, para lo cual, sólo le faltaban unos meses. Platicamos largo y tendido sobre el asunto, sin llegar a nada. Al final ella se durmió y yo quedé despierto toda la mañana hasta bien entrada la tarde.

A eso de las 5 de la tarde por fin me levante y dejé mis cavilaciones a un lado. Pedí un par de pizzas, me vestí y fui a la tienda por sobres de agua para preparar. Cuando regresé Ga seguía dormida. Esperé las pizzas observando cómo dormía la mujer en la que pensaba todas las noches. Por el calor ni siquiera se tapo y el verla desnuda, tan tranquila sobre mi cama, me hizo soltar unas lagrimas. La había perdido.

Sus hermosos y suaves pechos, inclinados hacia un lado, con las marcas de las pinzas. Su trasero grande lleno de marcas rojas y su cabello sobre sus hombros y cara. Esa si que fue una experiencia religiosa. Jamás olvidaré ese cuadro y estoy seguro de que si tuviera la habilidad para pintar, habría inmortalizado ese momento.

Al poco rato llegó la comida. Me senté solo a la mesa y me refiné 5 pedazos sólo. Ga estaba profundamente dormida y hasta las 7 de la noche despertó, encontrándome a mí observando la televisión. 

- ¿Por qué estas vestido? – me preguntó agarrando dos pedazos de pizza - ¿Quieres que me vaya?

- No, sólo que salí a la tienda – respondí vagamente – Ahí hay agua si quieres

- Casi te acabas una pizza tu solo – dijo entre risas – eres un tragón.

- Ga, no quiero que te vayas – había apagado la T.V. y me levanté para sentarme con ella a la mesa – Te amo.

- Ya te dije que si dices eso voy a vomitar – hizo la mueca tan famosa que expresa el vomitar y después susurró con la mirada baja – yo también.

- ¿Qué puedo hacer para que te quedes?

- Nada, ya todo está decidido. Mi padre es muy tajante. Ya lo conoces.

- Si… – los encuentros con su padre fueron un agradable recuerdo – y entonces… ¿Cuándo te vas?

- Como en un mes

Esperé a que terminara sin decir una palabra más. Cuando hubo terminado de comer, me acerque a ella y la besé con todas mis fuerzas. Traté de ser lo más tierno posible. Comencé a acariciarla, suave y lentamente por toda la espalda. Al bajar a sus nalgas, tuve especial cuidado en no lastimarla. Mientras seguía besándola, acaricié también su cabello y bese su oreja izquierda para después bajar a su cuello. Acaricie cada parte de su cuerpo, la miré a los ojos y le plante de nuevo un beso que duró bastante. Me separé de ella y la conduje a mi cuarto. Ni ella ni yo hablábamos. Para mí ya no había nada que decir.

La recosté sobre mi cama y volví a las caricias que antes le había hecho, y recorrí todo su cuerpo con mis labios. Ella solo me miraba con los ojos a punto de estallar en lágrimas. Noté humedad en su entrepierna y poco a poco, despacio, metí mi erecto instrumento en ella. Sus brazos me rodearon y lo hicimos. Lento y suave. Esta vez no la quería lastimar, quería disfrutar.

Fue como la primera vez. Fue algo especial y al menos yo lo disfruté mucho. Después al estar abrazados y esperar a que alguno rompiera el silencio, hablé.

- Ni modo mujer, que se le va a hacer – hice todo el acopio de la fuerza que fui capaz de reunir – te voy a extrañar mucho.

- Yo también cabrón. – dijo tranquilamente.

- Sólo espero que no perdamos el contacto – suspiré

- Para eso existe el internet – ella miraba a ningún lado – sólo espero que me despidas como es debido...

- ¿Cómo es debido? – pregunté

- La noche aún es joven – volteó a verme con una sonrisa pícara – y mis tetas aun no están moradas, mi culo aguanta otra tanda de azotes y no me has humillado, como habías prometido.

- ¿Me quieres matar mujer? – sonreí acariciando su cabello – eres una enferma

- ¡TE AMO!

Era la primera vez que lo gritaba. La aventé de mi lado y fui por la misma cuerda con que la había azotado en la mañana, aunque esta vez no la iba a azotar. Con la cuerda y otros artefactos más le amarré las muñecas juntas por detrás de la espalda lo mejor que pude y lo mismo hice con sus tobillos. La amordacé. Ga se dejaba hacer. De vez en vez le soltaba una nalgada o una cachetada en las tetas. La cargue hasta el baño y la coloqué en la regadera. Abrí el agua fría y le espeté: “si te sales, no te la vas a acabar”. Fui al cuarto de lavado por una manguera. La pobre tiritaba de frío. “Ahorita te calientas pendeja”. Coloque un extremo de la manguera en el lavabo y lo abrí hasta que saliera agua caliente. Cuando ésta hubo salido, cerré el grifo y abrí las piernas de Ga. Ella intuyó lo que iba a suceder y sólo gemía e intentaba decir “si hazlo”. Le inserté el otro extremo en la vagina y abrí de nuevo el grifo. Mientras se llenaba, pellizque y le pegué en sus hermosas tetas. Ella sólo gemía de placer. Cuando consideré suficiente, le saque la manguera y se la inserté, con un poco de dificultad en el culo. “Lo mantienes dentro o si no…”. Nuevamente, cuando pensé que era suficiente, le saque la manguera del culo, para metérsela por la garganta, hasta el esófago. No hubo mucho problema, pues estaba acostumbrada a unos buenos orales... Cuando parecía embarazada cerré el grifo. Me dio mucho morbo y quise cogérmela ahí mismo, pero mi aparato no daba para más. Así que improvisé un pequeño nudo y amarré sus muñecas a las llaves de la regadera. “Al rato vengo y cuando regrese, no quiero ver el piso de la regadera mojado, si no te vas a enterar”. Cerré la puerta del baño y me fui a jugar videojuegos casi a punto de llorar. Me dolía lastimarla, pues la amaba mucho, pero eso le gustaba a ella y lo tenía que hacer por ella. Además también me excitaba a mí.

Como es costumbre mía, cuando estoy triste, me pongo a jugar videojuegos. Quizá porque me distraen bastante y me hacen olvidar, aunque sea un rato, lo difícil y crudo de la realidad. Jugué como por dos horas HALO cuando caí en cuenta de que Ga seguía en el baño.

Ga seguía en la misma posición: atada y llena de agua. Me quite la ropa que tenía con ahora un inhiesto miembro que apuntaba al cielo. Ella no dejaba de mirarme. Me acuclillé y apreté sus pezones fuertemente. Ella me miraba a los ojos incitándome a hacerlo todavía más fuerte. Le solté dos cachetadas en las tetas y una en la cara. Su sonrisa era más que evidente.

Le di permiso para aliviar su sufrimiento, siempre y cuando lo hiciera frente mío, lo cual no pareció importarle. Le ordené que primero fuera la vagina y así lo hizo. Bastante morboso y debo decir que jamás había visto algo así. Después la desaté y la obligue a mostrarme su culo. Descargó profusamente su contenido, para rematar vomitando. Fue algo muy loco y asqueroso, pero que todavía me tenía muy excitado.

Después de un ligero pero bien dado regaderazo, la llevé en brazos a la cama. Abrí sus piernas y comencé un oral. Lamí y lamí hasta que conseguí que se viniera. Justo en ese momento la penetré nuevamente y azoté sus pechos de manera fuerte y continua. Le ordene que abriera la boca y le escupí. Ella trago gustosa y le seguí escupiendo la cara mientras seguía pegándole a sus pechos y me la cogía por la concha. Por alguna extraña razón no podía llegar al orgasmo y cuando sus tetas ya estaban bastante rojas. Se la saque, alcé y junté sus piernas y se la clavé en el culo. Seguí sin correrme, cuando sus muslos y culo estaban rojos también y se la volví a clavar en la concha y como seguía sin poder correrme se la metí por la boca y creo que me sobrepase y por fin me vine. Ga se tragó mi corrida en su totalidad y caímos rendidos abrazados y juntos.

- Te voy a extrañar Gabriela – la acomodé en mi regazo jadeando

- Yo también – ella jadeaba también. Acaricio mi miembro flácido y pequeño de nuevo y agregó – Siempre podremos contactarnos niño

- Claro – suspiré y le dije – Así que este es el adiós…

- Así es…

- Gracias

- ¿Por qué?

- Tu sabes porque…

FIN

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Ese fue el último fin de semana que pasamos Ga y yo juntos. Duramos aproximadamente 8 meses, sin contar los dos que sólo fuimos "amigos". A lo largo de ese tiempo, sucedieron muchas cosas que, quizá, en su momento relataré. Después de que se fuera, seguí con mi vida y espero, si es posible, ya que depende de sus comentarios, seguir relatando mis experiencias.

Ga... por lo que se de ella, tiene un hijo y esta juntada con un tipo que conoció en el norte. Incluso hubo un pequeño encuentro hace unos años, pero no he vuelto a saber de ella. Si todo va bien, lo relataré... (también esto, es un intento fútil de intentar llegar a ella... de alguna manera... y que sepa que... bueno... ella lo sabe... y espero que en algún momento, ésto llegue a sus ojos...)

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