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La cena con mi amante Marcelo

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“Mi amor” le dije a mi marido “¿te acordás que lo quiero a Marcelo también como amante fijo?”. “Claro” respondió. “Bueno, me gustaría salir a cenar con él este viernes, ¿puedo?”. No lo pensó mucho y aprbó. “¿Pero vas a ir sola?” preguntó. “Si, preferiría, pero después te cuento, como siempre”. “Bueno, me gustaría verte, pero si querés podés ir sola”, dijo, algo resignado y con un poco de desilusión.

Lo llamé a Marcelo y quedamos que me pasaría a buscar el viernes por casa. Desde la noche anterior lo tenía a mi marido muy excitado, preguntandome que a dónde iría, qué ropa me pondría, a que hora volvería. Yo me reía un poco y le decía que no fuera ansioso. El mismo viernes a la tarde pasé a comprar lencería para estrenar: algo clásico, cola less y corpiño negros, de encaje. Llegué a casa y ya que faltaba poco para que pasara Marcelo me fui a preparar. Mi marido interesado en cómo iría vestida, pero le dije que esta vez no le iba a mostrar que tenía, así que sólo me vería con el vestido rojo que había elegido. No muy corto (hasta las rodillas) ni muy ajustado, pero con un buen escote.

En eso estaba cuando sonó el timbre. “Andá a atender que ahora salgo”, le dije a mi marido. Esuché que era Marcelo, obviamente, y que quedaban charlando con mi marido en el living.

Marcelo: ¿Cómo está Ceci? ¿Lista?

Mi marido: Si, terminando de vestirse, pero no me dejó ver que se puso.

Marcelo: Ah, ¿viene de estreno?

Mi marido: parece que si.

Marcelo: Bueno, espero no te moleste.

Mi marido: para nada. Por ahí no nos conocemos mucho todavía, pero ya vas a ver que nuestra relación es así. A ella le gusta, a mi también, y siempre hay algún afortunado como vos que la pasa bien. Pero no hay por qué hacerse problema.

Marcelo: Perfecto, es bueno saberlo, ya que no tuvimos mucho tiempo para charlar. Algo me comentó Ceci, pero después del viaje sólo hablamos por teléfono.

Mi marido: bueno, hoy tendrán tiempo de charlar mientras cenan.

Marcelo: claro que si, y en alguna otra ocasión podemos cenar los tres.

Mi marido: claro, disfutamos mucho esos encuentros.

En eso estaban cuando entré al living, con mi vestido rojo y sandalias negras. Me clavaron la mirada los dos, embobados. Mi marido exclamó “mirá el caramelito que te vas a comer”, y largamos la risa los tres. “La verdad que si, está tremenda” agregó Marcelo todavía algo tímido por la situación. Lo saludé con un abrazo y un largo beso en los labios. Después le di un breve piquito a mi marido y anuncié: “Bueno, nos vamos”. Agarré de la mano a Marcelo y mientras ibamos para la puerta le avisé a mi marido: “No se a que hora llego, mi amor, no me esperes despierto”.

Fuimos a un lindo restaurante, bastante discreto, donde mientras cenamos pudimos charlar tranquilos. Un poco de todo, pero principalmente de algo que le daba mucha curiosidad a Marcelo.

Marcelo: ¿Cómo es que empezaron con esto? Digo, no es muy común que un marido deje que su esposa se acueste con quien quiera, ¿no?

Yo: Bueno, empezamos hace bastante tiempo ya, y aunque parezca raro, la idea fue de él. Al principio no me convencía, pero... en fin, cuando lo probé y vi que todo estaba bien, dejé de preocuparme. Además, hay algunas reglas. Para empezar, él siempretiene que estar al tanto de todo, y en casos como este, que él no está, yo le cuento todo al llegar de nuevo a casa. Obviamente, tiene que ser alguien que me guste, pero si a él no le cae bien por algún motivo, me detengo y no pasa nada, aunque yo me muera de ganas.

Marcelo: ¿Y te pasó de quedarte con las ganas muchas veces?

Yo: no, un par de veces solamente. A mi marido no le cayeron bien algunos comentarios, y uno de ellos en particular parecía ser un muy buen amante. Pero ahí quedó. Por suerte parece que vos le caiste bien, mirá lo que me perdía sino!

Marcelo: ¿Qué te perdías?

Yo: Tonto, la mejor pija del mundo.

Reimos los dos, nos tomamos de la mano y nos dimos un beso muy suave y largo. Se interrumpió cuando sonó mi teléfono. Sorpresa, un mensaje de Pedro, quería saber cuando nos veríamos. “Pero qué solicitada!” sonrió Marcelo. “Ay, si, creo que voy a cumplir mi sueño de tener un harem! Bueno, esperá que lo llamo”.

Yo: Hola, Pedro, ¿cómo estás?

Pedro: Bien, ¿vos? ¿ocupada?

Yo: más o menos, estoy con Marcelo, cenando.

Pedro: Pero mirá vos, yo sabía que te lo presentaba y perdía, jaja.

Yo: no, tontito, mirá que me voy a perder tus buenos polvos. Es que queria estar a solas con él, charlar un rato...

Pedro: si, claro, charlar un rato, nada que ver con que te encantó su pija, ¿no?

Yo: jaja, bueno, eso también, pero así nos conocemos un poco más.

Pedro: ¿y tu marido?

Yo: se quedó en casa, a esperarme, le dije que no se quede despierto, pero seguro que cuando llego está esperando para que le cuente.

Pedro: Bueno, entonces lo voy a llamar a él, capaz que cuando vuelvas nos encontrás a los dos y nos contás a los dos.

Yo: pero mirá que no sé a que hora voy a llegar, ¿eh? Ya savés como es esto, me tomo mi tiempo.

Pedro: No importa, si tu marido no tiene problema, te esperamos. Si nos dormimos, nos despertas y listo.

Yo: bueno, arreglá con él, capaz que llegás para cenar. Nos vemos, Besito, lindo.

Pedro: Chau putita hermosa. Cuidate, que no te rompa mucho, jaja.

“Pero ¿podés creer? Ahora voy a tener dos esperando en casa para que les cuente cómo me cojiste,jaja”. Marcelo se rió, volvió a besarme, y me susurró “Ya que cenamos, y que yo no tengo ganas de postre, ¿que tal si nos vamos yendo para mi casa? ¿o preferís un telo?”. La idea me gustó. “Dale, vamos a un telo. Hace tanto que me encuentro con Pedro en su casa que ya ni me acuerdo la última vez que fui a uno”. “Pero qué barbaridad” dijo Marcelo “¿cómo es que no te llevan de vez en cuando?”. Me reí y le dije “Lo que pasa es que desde que tengo amante fijo aprovechamos las casas. Antes, cuando eran aventuras de una noche iba cada fin de semana casi”. Marcelo sonrió y me dijo “Ah, los conocés todo entonces, ¿no, putita linda?”. Y agregó “Bueno, elegí a cual querés que te lleve”. Elegí uno que quedaba bastante cerca, porque para esa altura no quería perder tiempo.

 En cuanto entramos en la habitación Marcelo me agarró de atrás, me puso contra la pared y empezó a apoyarme. Me manoseaba las tetas por encima del vestido, mientras hacía los movimientos como de estar cojiendome, pero aún con la ropa. No tardó en agacharse, levantarme el bestido, correr un poco la bombacha y aprovechar mi inclinación para lamerme el culito. Yo estaba tan sorprendida que todavía ni gemía, a pesar de estar muy caliente. Lo dejé hacer un poco, y me di vuelta, levantandolo a él y agachandome yo. “Quiero volver a ver esta maravilla” le dije, mirandolo a los ojos mientras abría su bragueta y desprendía el cinturón. Para mi sorpresa, su pija ya estaba dura, apuntando al techo, sobresaliendo de su calzoncillo. Así empecé a besarle la punta, a pasarle la lengua, mientras con las manos le acariciaba el culo y lo atraía hacia mi. Se sacó la camisa, lo terminé de desnudar y lo acosté en la cama. Me saqué la bombacha que tenía por los tobillos, y así, todavía vestida, me analancé a besarlo todo. “Qué pedazo de macho que sos, ¿eh? No sabés cómo me calentás” le dije. Sonrió y me contestó “Y vos, qué pedazo de hembra. No sabés las ganas que tenía de volver a cojerte”.

Me di vuelta y quedé perfectamente acomodada para un 69. Mientras me chupaba la concha (“Ay, que bien que lo haces” le dije) me acariciaba el agujerito del culo con un dedo. Yo me dediqué a comerle la verga enorme y hermosa, totalmente dura, mientras le acariciaba los huevos. Después de un rato no aguantabamos más, así que busqué un forro en su pantalón y se lo puse. Mientras tanto,él agarró el control remoto de la tele y puso una porno. “A ver si te gusta” dijo. “Me encanta, hacía tanto que no me cojían mientras miraba una porno!” le dije. Y montandolo, empecé a meter toda esa enorme pija en mi conchita. Despacio, mientras mirabamos en la tele a una chica jugando con un vibrador mientras chupaba una enorme pija de un negro.

Marcelo empezó a moverse cuavemente, agarrandome de la cola, separando mis cachetes. Lo besé, primero suave, pasando la lengua por su boca, después con mucha pasión, ahogando los gemidos. Me pidió que me ponga en cuatro, y quedamos frente al espejo. Lo veía atrás mio, sosteniendo su pija, apoyandola en mi conchita, con una mano en mi cadera, metiendomela otra vez. En esa posición sentía que llegaba más al fondo, y veía su cara de excitación, mirando mi culo. De pronto me vi yo también en elespejo, mis pechos colgando dentro del bestido y apretados por el corpiño, y mi cara, también, con mucha excitación. “Con razón me dicen putita” susurré. Marcelo me agarró suavemente del pelo y me dijo “Viste, cuando te la metene ¿siempre ponés esa carita de puta reljada?”. “Ay, no sé si siempre, pero con semejante pija taladrandome sería imposible no hacerlo” le contesté entre gemidos. Metió sus manos por abajo del vestido, me desabtochó el corpiño y empezó a meter mano en mis tetas. Me las amasaba mientras bombeaba y me susurraba cosas al oido. Me calentaba tanto que hice fuerza para atrás, tratando de sentir al máximo el enorme miembro, y empecé a acabar en un orgasmo ruidosa, con alaridos agudos. Marcelo no aguantó mucho más, por mis contracciones, y prontó vi su cara en el espejo haciendo una mueca y soltando un gruñido. Se apretó fuerte contra mi culo y lanzó la primera descarga. Quedó asi, tenso, un instante, y luego bombeó otra vez, acabando, varias descargas más. Parecia un orgasmo interminable. Caí rendida, y el encima mio, todavía con su pija en mi concha.

Cuando salió le saqué el preservativo y nos acostamos abrazados. El, desnudo, yo con el vestido, sin bombacha y con el corpiño desprendido. Me lo saqué, lo doblé junto con la cola less y se lo di: “Tomá, para que guardes un regalito mio. Lo estrené hoy, te lo quedas vos. Cuando quieras me lo vuelvo a poner, así estás seguro de que lo uso solamente con vos”. Se rió a carcajadas, y prometió que ya me lo devolvería cuando tuviera ganas de vermelo puesto.

Nos quedamos acostados un rato más, mirando la tele que ahora estaba en una escena de una chica masturbando al actor porno. Empecé a acariciar a Marcelo y su miembro, mientras le decía “Que raro que con semejante pija no sos actor porno, vos. Mirá, es mucho más linda que esa de la peli”. “¿Tanto te gusta?” preguntó un poco sorprendido. “Pero claro, nunca había visto una tan grande, pero además tan linda, tan suave. Y también es muy rica. Me dieron ganas. ¿Te molesta si te la chupo?” le pregunté sabiendo la respuesta. “Que putita hermosa...” dijo, y se acomodó para recibir un buen pete. Me puse entre sus piernas y empecé por chuparle los huevos, fui subiendo con la lengua, hasta la punta, y volví a bajar pasandole los labios por todo el tronco. Después se la agarré con una mano, masturbandolo, mientras con la otra le acariciaba los huevos, y le besaba la punta. Volví a bajar, y pasé de los huevos para pasar la lengua por el perineo, bajando un poco más, llegué con la punta de la lengua a lamerle el agujerito del culo. Se retorcía de placer, mientras yo no dejaba de mastrubarlo, y levantaba las caderas para que yo pudiera chuparlo mejor. Jugué un buen rato con mi lengua en su ano, y volví a subir con mi boca hasta la punta de su verga, que estaba durisima. Mientras no dejaba de masturbarlo, con la otra mano empecé a acariciarle otra vez los huevos, y poco a poco bajé un dedo para acariciarle el culo, bien mojado por mi lengua. Pequeños gruñidos me indicaban que estaba muy caliente, y que no tardaría en acabar. Le hice un poco de presión con un dedo en el culo, haciendo que entrara un poquito, apenas, mientras me metía todo lo que podía su pija en mi boca. Cuando sentí que se tensaba nuevamente la saqué un poco dejando sólo la puntita adentro, y sentí otra vez las descargas, varias descargas, que me llenaron la boca de leche. Así esperé hasta que se aflojara un poco. Entonces me la saqué de la boca, lo miré a los ojos, y tagué todo lo que tenía. “Qué pedazo de puta” me dijo “Nunca me habían hecho gozar así”. “¿Viste?” le dije “es para que me sigas cojiendo siempre”. “No te quepan dudas” me respondió. “Menos mal” le dije “porque semejante pija, semejante machote, y una leche tan rica me van a venir bien de vez en cuando”.

Descansamos apenas un ratito y le dije “Bueno, otro día la seguimos, pero ahora me parece que tengo dos que me están esperando, y seguro van a querer que les cuente. ¿Me llevas a casa?”.Se vistió, pagamos, y nos fuimos en el auto. De pasada le pedí que pare en un kiosko. “Tengo que comprar forros por si está Pedro, seguro me la va a querer meter. Y yo boy a querer que me la meta! Jaja”. Se rió, paramos en el kiosko, compré y seguimos para casa.

Al llegar lo invité a pasar a saludar, así que bajó y entramos los dos a casa. Ahí estaban esperando Pedro y mi marido. “Ah, bueno, pero ¿No te alcanzó que venís a darle acá también?” dijo Pedro en tono de broma. Marcelo y yo nos reimos, y el aclaró que no, que por esa noche había tenido suficiente, y que solamente pasaba a saludar. Saludé a mi marido con un piquito y le dije “Ahora si, bien cojida me tenés”. Después saludé a Pedro con un abrazo y un beso en la boca (que aprovechó para palmearme la cola) y le dije “Ahora te toca a vos”. Charlaron un ratito mientras yo iba al baño, y cuando salí lo acompañé a Marcelo hasta la puerta, despidiendoló con un abrazo y un profundo beso, delante de mi marido y de mi otro amante.

Cuando me di vuelta me di cuenta que estaban muy a la expectativa de lo que dijera, así que me senté al lado de Pedro y le saqué un poco del vino que estaba tomando. “Que linda que saliste, nena, se nota que cuando te gustan te arreglás con ganas”, me dijo. “Y ahora no estoy tan arreglada” le dije sonriendo. Mi marido no aguantaba más de la ansiedad. “Mostrame como saliste vestida, dale” me dijo. “No voy a poder, porque lo único que me quedó es el vestido. La ropa interior que estrené se la di de premio a Marcelo”, y para corroboralo me paré y levanté mi vestido, mostrandolé la conchita a mi marido y el culo a Pedro. Inmediatamente, me palmeó otra vez, mientras me decía “cómo me gusta, estás lista entonces, no?”. Me senté a su lado, lo abracé, lo besé, y le dije “para vos, siempre estoy lista, hermoso”. Y pasé mi mano por su pija, por encima del pantalón. “¿Nos vas a contar lo que hiciste?” preguntó mi marido. Así que, ya que querían escucharlo, les fui contando todo lo que había hecho. Mientras tanto, acariciaba a Pedro, y a medida que avanzaba el relato, le desprendí el pantalón, se lo bajé, lo acaricié por encima del calzoncillo, luego se lo bajé y empecé a masturbarlo, y poco después, mientras miraba a mi marido y seguí contando como me había cojido Marcelo, se la empecé a chupar.

Como ya estaba completamente con la pija dura y para no hacerlo esperar más, le puse un forro y sin sacarme el vestido me senté arriba de él, ahí mismo, en el sillón. Mi marido miraba como siempre, muy excitado, sacandose la ropa. Yo les contaba cómo me había visto en el espejo, cómo había descubierto mi carita de puta cuando me la meten, y Pedro me levantaba el vestido para chuparme las tetas.

En eso estabamos cuando mi marido me pide que se la chupe un poco. Así lo hice, pero cuando noté que estaba por acabar lo dejé, y le dije que esperara, que ya lo haría acabar más tarde. Pedro me pidió que fueramos a la cama, me puso en cuatro, y me la metió así desde atrás, mientras me decía “que putita más viciosa, hace un rato te estabas cojiendo a uno, ahora te cojes a otro y después le toca a tu marido”. Yo gozaba como loca con las embestidas de Pedro, y me gustaba mucho que me dijera esas cosas, así que no tardé mucho en tener un lindo orgasmo. “¿Acabaste bien, putita?” me preguntó Pedro. “Ay, si, cómo me haces acabar, que bien que me cojés” le dije. Cuando estaba por acabar me la sacó y me dijo “Ya sabés lo que quiero”. “Si, querés que me trague toda tu lechita” le respondí, dandome vuelta. Se acostó boca arriba, me puse entre sus piernas, y se la empecé a chupar igual que como se la había chupado a Marcelo. “Mirá” le dije a mi marido, “así se la chupé a Marcelo hace un rato”. Y empecé a hacerlo exactamente igual. Bajé, le chupé el ano, se lo acaricié, y cuando noté que estaba por acabar le hundí apenas un poquito el dedo. Pedro acabó entre gruñidos, lanzando una gran cantidad de leche a mi boca. Esperé que terminara, y cuando se fue aflojando me la saqué de la boca, lo miré a mi marido, lo miré a Pedro, y me la tragué toda. Inmediatamente caí rendida a la cama.

Después de un rato de acariciarme y besarme, Pedro se vistió para irse. “Ahora si, toda tuya” le dijo a mi marido. “No sé si le queda mucha energía” contestó él riendose. Yo seguía en la cama, sin poder moverme. Pero me levanté para compañar a Pedro a la puerta. Le di un gran beso y le dije “Gracias por cojerme tan bien, y gracias por presentarme a la mejor pija del mundo”. Pedro se rió, me palmeó otra vez la cola y se fue.

Volví a la cama, y ahí estaba mi marido, desnudo, con la pija parada, tocandosela. Me saqué el vestido, quedando completamente desnuda salvo por las sandalias, me acosté al lado de él, le saqué la pija de la mano y empecé a masturbarlo yo. Lo besé y le dije “¿Te gustó?”. “Si, por supuesto, me tenés re caliente”, me dijo. “Que bueno, porque entonces puedo seguir conjiendo con Pedro y con Marcelo. Aunque también me gustaría cojerme a algun otro de vez en cuando, como para que no se haga rutina”. “Por mi ya sabés que no hay problema, putita linda” me dijo. Mientras, yo seguía masturbandolo. “Y a vos te gustó?” me preguntó él. “Si, claro, me gustó muchisimo. Me encantó Marcelo, cómo me besó, cómo me agarró contra la pared, me encantó chuparle el culito a él y a Pedro, y me encantó tragarme la leche de los dos”. Apenas terminé de decirlo y mi marido estaba acabando en mi mano. Lo volví a besar y así nos dormimos.

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