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En brazos de extraños

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Sonó el timbre, me acerqué al monitor y pude comprobar que el piscinero había llegado puntual. Mis manos temblaban y corría un sudor frío por mí piel. Jamás a mis 30 años pensé estar en una situación así. Todo comenzó una semana atrás cuando luego de hacer el amor me sinceré con mi esposo. Él es un hombre muy atractivo e irresistible para las mujeres, tiene un sexapil que alborota las hormonas femeninas, su mirada es muy penetrante, sin dejar atrás su espléndido físico y su espectacular cuerpo trabajado  durante muchos años en el gimnasio. 

A cualquier sitio que vamos las mujeres le coquetean y eso me molesta pero a la vez me excita porque me siento alagada de tener un macho como él a mi lado. Le confesé que cuando las mujeres coqueteaban con él me ponía muy celosa como es normal, pero a la vez eso me generaba un extraño morbo, una sensación inexplicable que me hacía un  nudo  en la garganta, acelerando las pulsaciones de mi corazón sintiendo una fuerte desesperación como cuándo vas a perder lo que más quieres y deseas en el mundo, es una impotencia que perturba mis pensamientos pero luego cuando vuelve a mí lado me siento feliz y con muchos deseos de hacerle el amor.  No soy una mujer insegura, al contrario me considero una mujer muy  segura de sí misma, me conservo muy bien físicamente ya que soy modelo profesional. Conocí a Robert en uno de mis desfiles, cuando lo conocí supe que era el gran amor de mi vida. Jamás me había atraído un hombre tanto como él, aunque hay cosas que no me gustan mucho como su fuerte carácter, su dominio sobre mí persona y sus caprichos ya que viene de una familia muy adinerada acostumbrada a conseguir siempre lo que quieren de una forma u otra. A veces pienso que mis sentimientos son una mezcla de amor y obsesión. La semana pasada asistimos a una reunión de la agencia de modelaje para la cual trabajo, se realizó en el salón de fiestas del mismo edificio,  como siempre Robert era el centro de atención de todas mis compañeras,  su simpatía y elocuencia lo hacían resaltar en todas las reuniones, había una compañera de trabajo llamada Rosy que se lo comía con los ojos desde que llegamos. Robert tampoco es ningún santo y eso lo sé yo de sobra. Me mantuve cerca de él tomada de su brazo, Roxy desapareció cuando Robert fue al baño que estaba ubicado detrás del salón de fiesta, esto me puso sobre aviso y disimuladamente me dirigí hacia allí, observé si nadie me veía y medio entre abrí la puerta y se confirmó mi sospecha, Rosy estaba allí con mi marido, no los veía pero escuché sus voces, abrí un poco más la puerta y pude verlos. Rosy estaba sentada sobre el lavabo de mármol con sus piernas bien abiertas y Robert en medio de ellas besando sus labios apasionadamente.

Yo no sabía qué hacer, no quería formar un escándalo en mi trabajo y tampoco me atrevía por  Robert ya que no me gusta que discutamos porque luego soy yo la que tengo que disculparme, así tenga yo la razón,  ya que él es muy orgulloso y fue criado así y también porque lo amo tanto que soy capaz de perdonarle lo que sea. Seguía  mirándolos y aquella sensación de celos, rabia e impotencia se fue transformando en excitación. Mis manos comenzaron acariciar mis senos, luego subí mi vestido y metí los dedos en mi mojada vagina, seguí observándolos y la excitación iba aumentando tanto en ellos como en mí, mis dedos masajeaban mi clítoris imaginándome que era yo quien estaba con él, cerré los ojos por unos instantes mientras mi mano aceleraba los movimientos,  estaba a punto de acabar cuando abrí los ojos nuevamente y pude observar a Robert que me estaba mirando fijamente mientras Rosy le mamaba el pene, al ver su mirada profunda sobre mí me sorprendió tanto que no supe que hacer, me sentí descubierta, inmediatamente cerré la puerta, acomodé mi vestido  y me dirigí a la reunión. A los pocos minutos también entró Rosy  y un poco detrás mi marido,  cuando llegó a mi lado lo traté muy cariñosamente como si nada hubiese pasado, más bien lo invité a tomarnos una copa y a subir a mi oficina donde hicimos el amor como unos desesperados. En el trayecto de camino a casa me apoderé de su pene mientras manejaba y le di una rica mamada y no lo solté hasta que se vació completamente en mi boca. Al llegar a casa nos duchamos y volví a seducirlo nuevamente hasta quedar los dos fuera de combate.

-Buenos días mi amor, ¿como amaneciste?, le dije dándole un piquito en los labios.

- Amanecí con el pene aun entre las piernas que ya es bastante, pensé que me lo ibas a destrozar anoche. ¿Por qué estabas tan excitada mi amor? Nunca te había sentido así.  Más bien pensé que ibas a estar molesta por lo que vistes  y te pido disculpa nuevamente por lo que paso.

Me quede pensativa unos segundos.

- No se mi amor. Ante todo quiero que sepas que  te amo demasiado y no quiero perderte, no me imagino mi vida sin ti, jamás me había enamorado como hasta ahora y por eso te he perdonado muchas infidelidades pero por favor no abuses de mí.

-Perdóname pero no fue mi culpa, sabes que soy un imán para las mujeres y esa chica me sonsacó hasta se metió al baño cuando me vio entrar y no pude resistirme pero te amo a ti sobre todo y tú lo sabes.

- Ojalá y así sea para siempre mi amor, y qué un día de estos no me dejes por otra.

- Eso jamás pasara, tú me haces muy feliz y eres una hembra súper divina, pero cambiando el tema, ¿Te excitó verme besándome con tu amiga?, me preguntó levantando un poco mi rostro por la barbilla.

Nuevamente me quedé pensativa sintiendo que la cara se me sonrojaba de la vergüenza.

- Vas a pensar que estoy loca. Pero sí. No sé porque me excita tanto que te seduzcan. Es algo inexplicable.

- Explícame ¿qué sientes y qué te excita?, me dijo muy interesado con su mirada profunda queriendo escudriñar dentro de mí.

- No sé cómo explicarlo. Siempre estoy celosa de las demás mujeres pero segura de ti a la vez porque sé que siempre regresas a mi lado.  Me da morbo que te deseen,  que se babeen por ti. Hoy sabía que alguna de mis compañeras te iba a montar el ojo, y esa sensación me mantuvo excitada y alborotó mi morbo. Cuando te vi besándote con Rosy me atacaron los celos, tuve tentada a formarte un escándalo pero a la vez quería seguir mirando,  he de confesarte que me excité como nunca, fue una explosión de lujuria en mi cabeza. No podía dejar de observarte y comencé a masturbarme, estuve a punto de acabar pero me vistes y me avergoncé.

- ¿Te causó tanto morbo verme con otra persona?  Dijo Robert asombrado y pensativo.  Es una sensación muy extraña.

- Es cierto mi amor.  Jamás había sentido esa sensación. Aún de recordarlo me excita nuevamente y no sé por qué.  Pero no es para que lo vuelvas hacer otra vez. No te vayas aprovechar de esto que acabo de confesarte. Le dije mirándolo seriamente.

- Nunca había pensado en eso.  En el morbo que debe dar ver a su pareja con otra persona, dijo nuevamente pensativo.

- ¿Sabes? Me gustaría sentir eso que sentiste, dijo Robert con la mirada perdida en sus pensamientos. Vamos hacerlo nuevamente mi amor pero al revés.

- ¿Y cómo es eso? Le pregunté intrigada y un poco nerviosa.

-Pues ahora serás tú la que te beses con alguien mientras yo te observó.

-¿Cómo? Dije casi levantándome de la cama. ¿Pero te volviste loco?

-¿No me puedes complacer? Si quieres tómalo como un desquite por lo que te hice, dijo clavando su mirada en la mía.

- No soy como tú, te amo mucho para hacer algo así y además me respeto mucho como mujer.

- ¿Entonces insinúas que yo no te amo y que no me respeto como hombre?

- Hay, no vamos a discutir, es lo menos que deseo y  ya no me quieras envolver con tu labia. Es una locura lo que me pides.

- Pero me gustaría sentir eso que sentiste.  Vivir y experimentar esa sensación.  Nunca he vivido un momento así y tú puedes dármelo. Yo te amo y confío en ti, esto no afectará nuestra relación más bien la beneficiará.

- No de ninguna manera aceptaré hacer algo así.  ¿Además con quién? No tengo pretendiente ni admiradores, siempre me doy mi puesto y le paro el paso al que me insinué algo.

- Buscaré  alguien, dijo Robert de forma tajante, dejándome fría.

- ¿Quién? Pregunté con voz temblorosa.

- Aun no sé, pero pensaré en alguien.

-Vamos a  ducharnos  para ir a trabajar se hace tarde.

Robert se fue a su trabajo y yo al mío. No me podía concentrar en nada de lo que hacía.  La idea de Robert me tenía inquieta. Cuando se le metía algo en la cabeza no desistía hasta hacerlo.

Ya cercano al medio día sonó mi teléfono.  Era él.

- Hola amor. ¿Cómo te ha ido el día de hoy?

- Bien mi vida gracias, le dije cariñosamente.

-Cuando salgas del trabajo necesito que te vayas directo a casa, a las 2:00pm va el piscinero hacerle mantenimiento a la piscina.

- ¿Y cómo es eso? ¿Por qué hoy?

- Porque fue la persona que te busqué para realizar la fantasía.

- ¿Pero vas a seguir con eso mi amor? Pensé que solo era una broma tuya.

- Es muy en serio mi amor. Y quiero que me complazcas.  No acepto negativas.

-¿Quieres que me convierta en una cualquiera? ¿Quieres entregar voluntariamente a tu esposa a otro hombre solo para complacer un capricho? ¿Quieres perder a  tu mujer? ¿Te das cuenta que es un juego muy peligroso?

- No te vas a convertir en una cualquiera. Eres una mujer que va a complacer a su marido. Y no te voy a perder. Es un juego peligroso pero estoy muy seguro de ti.

- ¿Y qué tengo que hacer para complacer tu capricho?

-Solo sedúcelo, cuando estemos todos bien excitados,  haré sonar la alarma de la camioneta como si estuviese llegando a casa y tú le dices que corra y se valla por el jardín. Él se irá y haremos el amor inmediatamente como unos desesperados.

- Ok. Pareciera fácil a simple vista, pero el querrá meterme mano y besarme, dije de no muy buena gana.

- Pues hazlo y disfrútalo como si fuese una infidelidad, ¿no es esa la fantasía de muchas mujeres, tener sexo con el piscinero o el fontanero?

-Si pero no es mi caso. Mis fantasías son siempre contigo, no con otro.

-Pero yo estaré contigo, en ningún momento estarás sola. Anda compláceme.

Y ahora regresando al principio de la historia, allí estaba yo. Abriéndole la puerta a un hombre que no conocía y que tenía que seducir para complacer un capricho de mí marido.

Desde la cocina accioné la cerradura eléctrica para abrir la puerta del jardín que comunica con  la piscina.

-Puede entrar, le dije por el intercomunicador.

Estaba súper nerviosa. No sabía qué hacer. Nunca había hecho nada así.  Mis manos y todo mi cuerpo sudaban frio. 

Inmediatamente llamé a Robert.

-Ya llegó el Señor ¿ahora qué quieres que haga? Le pregunté un poco seca y desanimada.

- Ahora tienes que seducirlo mientras llego a casa. Ya voy saliendo para allá, voy a dejar la camioneta afuera para no hacer ruido.

-¡Será! Dije de mal humor.

- ¿No quieres hacerlo? Me preguntó molesto, alzando la voz.

-¡No quiero! No soy una puta, le respondí también alzando la voz.

- Bueno está bien no lo haga. Olvídalo. Nos vemos en casa más tarde.

-Espera mi amor, por favor no te molestes, ¿por qué no me entiendes? te amo demasiado para hacer esto que me pides. Es como querer comer sin hambre o tomar agua sin tener sed, yo no puedo ser como tú, tendría que por lo menos haber una atracción y no la hay.

- ¿Y no te atrae en nada? Me esmeré un poco en buscarte un joven atractivo de buen cuerpo y buen físico.

- Te confieso que ni lo he visto.  Solo le abrí la puerta del jardín desde adentro. Ya debe estar trabajando.

- Asómate por la ventana de la cocina y dime.

- Sí ya lo vi, esta sin camisa, solo lleva un short puesto y si es apuesto y muy fuerte. No está mal para otra chica, pero no para mí amor, tú eres el único que despierta mis sentidos con solo tocarme.

- Bueno está bien no voy a insistir más,  déjalo que haga su trabajo y se marche. Nos vemos más tarde, te amo, dijo Robert cortando la llamada sin dejar que me despidiera, síntoma inequívoco que estaba molesto.

Me senté en el sofá de la sala y comencé a pensar los pros y los contras de esta situación. ¿Me estaría comportando egoísta con Robert al no complacerlo? ¿Y si no lo complacía? ¿no buscaría hacerlo con otra? ¿Y porque no hacerlo? ¿Qué podía perder? Y sería una nueva experiencia para mí. Mi cabeza era una confusión, pero lo había decidido, iba a complacer a mi marido y dejar de comportarme como una niña. Tomé el teléfono y lo llamé.

- Mi amor perdóname he sido egoísta al pensar solo en mí. Sí lo voy hacer, vente pronto a casa, no me dejes mucho tiempo en los brazos de un extraño.

- Que bueno mi amor, me alegra mucho qué hallas recapacitado,  me has alegrado la tarde, ya voy para allá, mantenlo a raya hasta que llegue y espera hasta que active la alarma de la camioneta, luego lo corres y vendrá nuestro momento.

-Ok. Así será, dije preparándome para cambiarme.

Me puse uno de mis trajes de baño más sexy. Tomé mi bronceador más una toalla y bajé a la piscina. El Piscinero era joven, rubio, alto y de espléndido cuerpo, nada mal en verdad, no he de negar que Robert lo había escogido bien.

-Hola, lo saludé acercándome a él.

- Hola señora buenas tardes. Ya falta poco, dentro de poco podrá utilizarla.

Pude ver de reojo como me desnudaba con su mirada.

- Ok. Gracias.  Mientras tanto voy a tomar un poco de sol, dije sentándome en una litera.

Comencé muy lentamente a colocarme el bronceador sobre las piernas y brazos, el me observaba con el rabillo del ojo.

-Por favor puedes ponerme un poco en la espalda, le  hice señas al joven con el bronceador, este se acercó receloso como si no diera crédito a lo que oyó.

- Dígame señora en que puedo ayudarla, dijo tímidamente.

- Me puedes hacer el favor de ponerme un poco de bronceador en la espalda,  de eso siempre se encarga mi esposo pero está de viaje y no tengo quien me ayude. ¿No te molestaría hacerlo verdad?

-Por supuesto que no me molesta señora, no faltaba más pero no sé si lo sabría hacer bien.

-No es difícil,  solo colocas un poco y lo frotas con la palma de tu mano suavemente hasta que cubra la piel, le dije pícaramente sin dejar de verlo.

- Ok. Espero hacerlo bien, dijo tomando en bronceador.

Me acosté boca abajo y con una mano solté el nudo del brazier para que quedara mi espalda descubierta, sentí sus fuertes manos esparciendo el bronceador lentamente, esto comenzó hacer un efecto muy extraño en mí, ya no solo untaba la crema sino que me estaba masajeando  y me sentía muy a gusto.

- Por las piernas también,  le dije pillando su mirada clavada en mis nalgas, bajó lentamente a mis piernas masajeándolas con mucha delicadeza, las abrí un poco e inmediatamente sentí sus manos masajeando la parte interna de mis muslos,  ya imaginaba su erección.

- Colócame un poco en las nalgas, le dije soltando uno de los lazos laterales de mi bikini, con la otra mano me lo corrí hacia un lado quedando mis nalgas al aire libre, vi que titubeó unos segundos observando hacia todos lados.

- No te preocupes estamos solos, le dije para tranquilizarlo. ¿Te molesta hacerlo? Le pregunté con malicia.

- Claro que no señora, como va a pensar eso, para mí es un verdadero placer ayudarla y sin decir más comenzó a untarme el bronceador masajeando mis glúteos, sentía sus manos apretándolos con fuerza, abrí un poco más mis piernas, sus manos y dedos se volvían cada vez mas intrépidos, sentí un chorro de bronceador que bajó por entre mis nalgas, e inmediatamente fue seguido por sus dedos, mi cuerpo se erizó completamente, sus dedos comenzaron a masajear mi ano, mientras su otra mano bajó a mis labios vaginales, instintivamente abrí aún más mis piernas, sus dedos comenzaron a penetrarme tanto delante como atrás,  yo comencé a mover mis caderas muy lentamente, este juego me estaba gustando mucho pero inmediatamente se me vino a la mente mi marido que ya debería estar observando, me ruborice un poco,  cerré mis piernas y me senté buscándolo disimuladamente con el rabillo del ojo hacia la ventana de la cocina.

- Me gustó mucho lo que hacías, pero si seguíamos así me ibas hacer acabar, ven aquí, quiero ver que tienes allí, le dije mirándolo muy pícaramente y señalándole el bulto de su pene erecto, inmediatamente y sin avergonzarse bajó su short quedando al aire libre su enorme instrumento totalmente erecto, eso me hizo sospechar que esté joven era un lobo disfrazado de oveja.

Yo estaba prácticamente desnuda ya que el brazier estaba suelto de mi espalda y ya no cubría mis senos, la parte de abajo estaba también guindando solo sujetada a una de mis piernas.

Tomé entre mis manos aquel desconocido pene y comencé acariciarlo suavemente, disimuladamente buscaba a mi esposo a ver si estaba asomado desde la ventana de la cocina que daba justo a donde estábamos y de repente lo vi, me alegró mucho verlo, ahora me sentía más segura, el joven dirigió su pene hacia mi boca pero no lo dejé llegar, le sonreí con picardía y aceleré mis caricias, pero él, viendo que no me lo quería meter en la boca me levantó suavemente por los brazos, luego caminó  unos pasos hacia atrás para ver bien mi cuerpo casi desnudo.

- Guao. Que cuerpo tan perfecto tienes,  eres una súper hembra, dijo buscando mis labios.

Yo inmediatamente lo rechacé por puro reflejo, pero luego vino a mi mente que eso era lo que quería ver mi esposo para excitarse como lo había hecho yo  así que sin pensarlo dos veces ahora fui yo la que buscó sus labios.

Fue un beso suave pero intenso, sus manos recorrían mi cuerpo en especial mis nalgas, una de sus manos bajó a  mi entrepierna y comenzó acariciar mis labios vaginales, me estaba excitando aceleradamente,  sentía mi vagina súper mojada, dejé de besarlo y guié su boca a mi cuello para así poder observar a mi esposo y allí estaba en la ventana de la cocina, se asomó para que pudiera observarlo bien, estaba desnudo y con una tremenda erección. Me sonreí al ver que ya había logrado lo que quería, ahora solo faltaba esperar que sonara la alarma de la camioneta para correrlo.

El chico ya había dejado de chupar mi cuello y ahora lentamente bajaba a chupar mis senos, mordiendo suavemente mis pezones, sus dedos ya habían penetrado mi vagina y me masturbaba suavemente, ya mi vista se estaba poniendo borrosa por la  excitación, le hice señas a Robert que ya estaba lista que ya era suficiente pero Robert parecía no entender porque seguía  viéndonos y masturbándose allí frente a mí. El joven buscó mis labios nuevamente y esta vez el beso fue más ardiente y desesperado, ya yo estaba perdiendo la cabeza, sin darme cuenta su pene buscó mi vagina y casi entra sino es porque me muevo rápidamente.

-No, espera, aun no, le dije al oído.

El pareció  no escuchar y volvió a la carga nuevamente, esta vez giré mi cuerpo para esquivarlo quedando de espaldas a él, sentía ahora su tremendo instrumento pegado a mis nalgas. Sus manos se apoderaron de mis senos apretándolos suavemente, sentí su pene deslizarse entre mis piernas restregándose contra mis labios vaginales,  luego comenzó a moverse, su pene era tan largo que lo veía salir por delante de mi entrepierna.  Mis labios vaginales estaban siendo acariciados por aquel enorme y extraño pene. Se acomodó nuevamente para intentar penetrarme pero bajé mi mano y se lo tomé para acariciarlo mientras le decía.

- Aún no estoy bien excitada, no me gusta tan rápido, espera un poco más.

Trataba de darle más tiempo a mi marido, pero ya era hora que hubiese activado la alarma como habíamos quedado. El joven se estaba impacientando por penetrarme y  no sabía cuánto tiempo podría prolongar esto sin que me hiciera suya, lo veía demasiado excitado y yo también lo estaba.

- Hasta cuando más vamos a esperar. Ya no aguanto hermosa y tú también estas muy excitada ya tienes las piernas bañadas de flujo vaginal ¿qué más esperas? Me dijo al oído aun a mi espalda.

Sus manos comenzaron a masajear mis senos y apretar mis pezones, su boca chupaba mi cuello desesperadamente, una de sus manos bajo a mi vagina restregando mi clítoris, mientras su pene me frotaba los labios desde abajo, esto me volvió loca y comencé a gemir, ya no aguantaba más mi cabeza iba a explotar, de pronto sentí su pene abrirse paso dentro de mí,  había entrado tan suave cuando estaba desprevenida, mi cuerpo se erizó nuevamente y mis caderas comenzaron a moverse por sí solas, era tan largo que los sentía pegar dentro de mis paredes vaginales, ya estábamos comenzando a gemir, pero que estoy haciendo, reflexione de repente, no estaba bien lo que estaba haciendo, me había pasado de la raya, no podía permitirlo así que sacando fuerza de donde no la tenía me desprendí de él. 

- Escuche el carro de mi marido, está llegando, vístete y vete rápido, le dije como si estuviera muy asustada.

-Pero estás segura, yo no he oído nada, dijo con cara de asombro.

-Es él, conozco el ruido de la camioneta, por favor vístete  y vete antes de que ocurra una tragedia, le dije con cara angustiada.

De pronto se oyó la alarma de la camioneta.

- Allí esta, te das cuenta. Ya se está bajando, apúrate por favor, vete ya.

- Ok. Otra vez será, dijo esto vistiéndose rápidamente y recogiendo sus cosas para luego salir rápido por la puerta del jardín por donde había entrado.

Robert bajo inmediatamente y se veía un poco molesto, pensé que era porque se había dado cuenta de la penetración.

- ¿Porque lo hiciste si era yo el que tenía que hacerlo? Me dijo un poco molesto.

-Pero mi amor con lo que hicimos ¿no fue suficiente?

- Tenías que durar más tiempo, estaba muy excitado pero quería apreciar y sentir más. y de repente me cortaste la inspiración.

- Lo hice porque ya no podía controlarlo.

-Claro que podías.  No lo vi obligándote a nada. ¿O lo hizo?

-Es cierto, no me obligó a nada, dije bajando la mirada.

-Tenías que haber esperado como habíamos planeado.

-Está bien mi amor, discúlpame por no hacerlo como querías, lo siento en verdad, hice lo que pude ahora hagamos el amor nosotros, dije recostando mi rostro a su pecho.

- No tengo ánimos, me pusiste de mal humor, dejémoslo para otro día, dijo molesto dándome la espalda, debí haber buscado otra mujer para hacerlo, me hiciste perder mi tiempo, me dijo con tono de reproche.

- Espera por favor, corrí atrás de él desesperada, hice lo que pude amor, no te molestes conmigo.

-Lo hiciste de mala gana, desde un principio no querías complacerme, eres una egoísta, nunca te he pedido nada y ahora que lo hago, no me complaces y además te burlas de mí.

Me quede callada, no podía decirle que paré el juego porque estaba muy excitada y sabía que si seguía no lo iba a poder detener. Aunque pensándolo bien hubiese seguido, él por su lado y yo por el mío, pero soy una tonta prejuiciosa.

- Lo volveré hacer otra vez, como tú quieras y esta vez será mucho mejor ya lo verás y será hasta cuando tú lo digas, no me detendré pase lo que pase, dije abrazándome a su pecho sollozando.

- Esta bien no llores, acepto tu propuesta y espero sea como dices, solo cuando yo diga, no antes, ¿cuándo piensas hacerlo?

- Ahora mismo, dije decidida, ¿por qué dejarlo para mañana?, dije mirándolo a los ojos aun con lágrimas en los míos.

Estaba muy excitada y pensaba aprovecharla para complacerlo ahora mismo y hacerlo como él quería.

-¿Y con quien piensas hacerlo, tienes ya un candidato en mente? Preguntó un poco inquieto.

- Claro que no, pero voy a improvisar, voy a la playa, allí siempre hay jóvenes dispuestos a todo, bueno eso siempre cuentan mis amigas.

- Me parece genial, creó que está va a estar mejor que la anterior. 

-Trataré que así sea mi amor, quiero que te sientas orgulloso de mí como yo lo estoy de ti y que nunca me cambies por otra mujer, yo siempre te complaceré en todo lo que me pidas.

- Que así sea mi amor, te espero aquí mismo, estaré pendiente para cuando llegues y no te detengas hasta que suene la señal.

- Ok. Amor  así lo haré ya vuelvo, le dije muy decidida dándole un dulce beso.

Me duche rápidamente para quitarme los restos de bronceador y asearme ya que mi vagina estaba súper enchumbada.   Acomode nuevamente mi traje de baño, tome mi bronceador y mi toalla y me  encamine hacia el portón del fondo de la casa que daba a la playa. Vivimos en una zona residencial en donde la parte trasera de la casa hay una espléndida playa muy concurrida. Ya quedaba poco sol así que tendría que apurarme un poco si quería poner mi plan en marcha.

No me había alejado mucho de la casa cuando observe a dos jóvenes lanzándose un disco entre ellos y un poco más allá había otro joven tomando sol.  Los tres se vean bien físicamente.  Extendí mi paño en la  arena en un punto intermedio entre los tres a ver quién se acercaba primero, no podía ponerme a escoger mucho ya que  tenía el tiempo limitado y no quería fallarle nuevamente a mi esposo.

- Me comencé a untar el bronceador sobre las piernas muy sensualmente a ver quién picaba el anzuelo primero, necesitaba a cualquiera de los tres, uno de los chicos tiro el disco hacía mí y el otro fue a recogerlo. 

- Hola, dijo ya con el disco en la mano. ¿No te apetece jugar un poco?

- Gracias pero nunca me ha gustado ese juego. Prefiero juegos más interesantes. Le dije con malicia a ver si picaba.

- ¿Y cómo son esos juegos  que te gusta? Dijo el joven un poco intrigado.

- Juegos de parejas, dije para mantener la incógnita.

- Juegos de parejas hay muchos, este juego que estamos haciendo mi primo y yo es de pareja, solo no podría jugar con el disco, dijo el joven sonriendo.

- Es cierto pero me refería a juegos de parejas íntimos, entre un hombre y una mujer, dije pícaramente.

- Ah. Ya creó entender, si quieres podríamos jugar contigo, solo tienes que decir cómo y lo haremos, nos gusta aprender cosas nuevas.

- Pero tendrías que ser contigo solamente, son juegos de parejas no de tríos, dije sin dejar de verlo fijamente a sus ojos verdes rayados como ojos de gato.

- Pero mi primo también podría jugar, tu siempre has jugado en pareja porque no pruebas hoy con un trío, dijo pícaramente.

Yo me quede pensando la propuesta de joven y no estaba  nada mal. Me imagino que sería más excitante tanto para mí como para Robert.

- Está bien, acepto pero con la condición que el juego llegue hasta donde yo diga. Si no me llega a gustar lo dejamos inmediatamente.

-Ok. Es un compromiso, voy hablar con mi primo, ya regreso, dijo el joven marchándose a toda prisa.

- Bueno aquí estamos,  mucho gusto dijo el otro joven extendiéndome su mano, también era lindo y un poco tímido, les calcule 23 años a cada uno aproximadamente.

- Bueno vamos a mi casa, está aquí cerca para que se duchen y comencemos a jugar. Pero ya saben las reglas. El juego termina cuando yo diga y se hará como yo les indique. ¿Están de acuerdo?

- Si, si, contestaron los dos casi al mismo tiempo muy emocionados.

Ya había pasado más de una hora desde que mi bella esposa había salido a la playa. Sentía celos y preocupación por lo que pudiera estar haciendo pero a la vez me excitaba que fuese ella la que tomará el control de la situación, es una chica muy bella e inteligente pero muy sumisa en el amor jamás toma la iniciativa y eso siempre me a molestado por eso siempre he buscado la forma de despertar su lívido sexual.  Hasta ahora no lo había logrado pero no perdía la esperanza por eso había sido un poco duro con ella, me gustaría sentirme celoso de vez en cuando y sentir la inseguridad del amor. De pronto se abrió la puerta del fondo, rápidamente me oculté para que no me vieran. Entraron dos jóvenes y detrás mi esposa.  Los condujo a la ducha mientras se dirigía a la puerta de entrada de la cocina donde yo estaba.

- Hola amor, dijo al verme dándome un beso.

- ¿No te molesta que allá traído a dos?, me preguntó con picardía en el rostro.

- No de ninguna manera, me gusta cuando tomas la iniciativa, si a ti te gustan está bien para mí, le dije sonriente.

-¿Que te gustaría que hiciera con ellos?, ahora el compromiso es mayor porque son dos, pero sé que podre dominarlos.

- Has lo que quieras,  no te pares por mí, olvida que te estoy observando, disfruta hasta que yo lo decida, no antes  ¿ok?

- Así lo haré mi amor, no te arrepentirás, esta vez no te fallare, espero no te excites tanto y no acabes sin mí, dijo sonriendo  pícaramente, llevándose dos tollas de la cómoda.

Colocó las toallas sobre la litera y se zambulló en la piscina, los dos jóvenes la imitaron. Estuvieron unos minutos jugando a las zambullidas abrazándose y toqueteándose. Los dos jóvenes se desnudaron y lanzaron sus ropas fuera de la piscina,  Laura a los pocos minutos se decidió e hizo lo mismo con su traje de baño quedando completamente desnuda.

Luis se apoderó de mi cintura y me atrajo para besarme, yo lo esquivé para hacerlo sufrir un poco, cuando  sentí a Miguel pegarse a mi espalda, su pene erecto choco contra mis nalgas mientras sus manos acariciaban mis pechos y mi abdomen, los tres temblábamos por el frio y la excitación, las manos de Luis tomaron mi rostro para que esta vez no me escapará, me beso cálidamente mientras las manos de ambos recorrían prácticamente todo mi cuerpo, así estuvimos por unos minutos hasta que  Luis dejó de besarme,  retrocedió un poco girando mi cuerpo ahora de frente a Miguel, éste me miro tímidamente sin saber qué hacer, yo tome la iniciativa y comencé a besarlo, sentí el pene caliente de Luis chocar contra mis nalgas y el de Miguel contra mi abdomen, jamás ni en mis más morbosos sueños pensé estar así entre dos machos sedientos de sexo. Nuestras lenguas  batallaban y nuestras respiraciones se hacían cada vez más agitadas, los tres estábamos súper excitados. Miguel se acercó al borde de la piscina y de un salto se sentó en el hombrillo, su enorme pene rebotó contra su abdomen y sus muslos, era de muy buen tamaño, me tomó una mano y la llevo hasta su pene, yo lo acaricié viendo como reaccionaba al estímulo, el abrió aún más sus piernas para que me acomodara mejor,  su pene ahora estaba muy cerca de mi rostro, lo seguí masturbando suavemente sin dejar de observarlo fijamente a los ojos, Luis desde atrás aprovecho mi distracción y mi posición para buscar la entrada de mi vagina. Entre abrí un poco las piernas y lo deje entrar dentro de mí, ya no me importaba nada, la excitación era más fuerte que mi conciencia, ya no estaba pendiente de Robert, ahora solo quería disfrutar. Me daba igual si lo aprobará o no, mi cuerpo  pedía sexo a gritos.

Comencé a mover mis caderas suavemente y mi boca se apoderó de aquel grueso y cálido pene,  lo chupe lentamente  mientras sentía la profunda penetración de Luis, los movimientos se hacían cada vez más desenfrenados, de pronto sentí los chorros calientes de semen de Miguel dentro de mi boca, quise sacarlo pero él sujeto mi cabeza paraqué no lo hiciera, sintiendo el líquido caliente bajando por mi garganta. Luis arreció sus movimientos y nuestros cuerpos llegaron al clímax casi al mismo tiempo, chorros de leche caliente bañaron ahora las paredes internas de mi vagina, Miguel se levantó y me extendió la mano para ayudarme a salir, luego salió Luis,  los tres nos dirigimos a la litera. Miguel se tumbó sobre ella y me invito a subirme sobre su erecto pene, me dejé caer lentamente hasta sentirlo todo dentro de mí. Luis se acomodó frente a mí introduciendo su gran pene en mi boca, estaba de espaldas a la ventana de la cocina, me imagino a Robert viendo y masturbándose como un tonto en vez de estar disfrutando conmigo. Nuestros movimientos cada vez eran más fuertes y enérgicos, el pene de Luis desaparecía completamente en mi boca atravesando mi garganta, de pronto todos nos sorprendimos al oír la voz de Robert a nuestras espaldas, los chicos  prácticamente saltaron casi haciéndome caer. Sus caras se pusieron pálidas y rojas a la vez, tranquilos chicos él es Robert mi esposo, él es Luis y el Miguel, hice la presentación para calmarlos pero fue al revés porque se pusieron aun más nerviosos.

- Relájense chicos  no pasa nada, mi esposa y yo somos una pareja liberal, dijo Robert para tranquilizarlos, no tienen por qué temer nada, ya estamos acostumbrados.

Los dos jóvenes, no dejaban de verse el uno al otro, no entendían nada.

- Es cierto por favor tranquilícense, mi esposo le gusta mucho ver a su esposa cuando le hacen el amor. Me imagino que quiere verme más de cerca,  dije irónicamente,

-Es cierto pero con una variante, ahora quiero participar en este rico trío.  Jamás algo me había excitado tanto y creo que a ti tampoco mi amor, te conozco bien, dijo acariciándome la barbilla.

- Que bueno, bienvenido entonces, aquí hay mujer para todos, dije sin saber de dónde me salió esa expresión, Robert se quedó boca abierta como si no me reconociera.

Tomé  a Luis por el brazo y le indiqué que se tumbara en la litera ya que me gustaba más el tamaño de su pene y su gran grosor. Lentamente me subí a él e introduje su pene en mi mojada vagina. Tomé a Robert también por un brazo y lo atraje hacia mí para qué  me besara, mientras yo comenzaba a mover mis caderas, sentí que mis movimientos  sobre el pene de Luis excitaron mucho a Robert, sus besos fueron subiendo de intensidad mientras sus manos acariciaban mis senos y luego los estrujaba prácticamente. Síntoma inequívoco de su excitación, yo comencé a jadear al compás de los movimientos, bajé mis manos y me apoderé del  pene erecto de mi esposo. Inmediatamente él descendió mi cabeza para que lo introdujera en mi boca, se lo besé suavemente para luego devorarlo prácticamente. Miguel  se había quedado observando por unos minutos sin saber qué hacer. Robert lo invitó a compartir mi boca, así que ahora en vez de uno eran dos los penes que profundizaban en mi boca, eran una sensación extraña ya que cada uno tenía un sabor diferente. Mientras uno entraba el otro salía, yo  llevaba el control ya que había tomado cada uno con una mano. Era muy excitante,  al rato Robert comenzó a masajear mis nalgas y sentí sus dedos que penetraron mi ano, primero sentí un dedo, luego dos y posteriormente tres. Sentí dolor, mi cuerpo se tensó, y volteé a ver a Robert, el me lanzo un beso y con una expresión de su rostro se disculpó.  Luis aceleró sus movimientos debajo de mí, Robert que había detenido la penetración de sus dedos comenzó a moverlos suavemente. El dolor se fue convirtiendo en placer. Cuando sentí sus dedos bien profundo dentro de mí comencé a moverme un poco. Era una sensación muy divina, a los pocos minutos sentí la sustitución de sus dedos por su pene, la penetración anal fue muy difícil y un poco dolorosa ya que el pene de Luis le obstaculizaba el paso desde mi vagina. Dejé de moverme, dejándome caer sobre el pecho de Luis para así levantar un poco mis caderas y facilitarle la entrada a Robert, pero aun así era difícil, sentía que entraba un poco pero era obstaculizado dentro de mí por el pene de Luis. Al fin de varios intentos  logró entran,  sentí un ligero  ardor en mi ano como nunca antes, como si el pene de Robert hubiese aumentado de tamaño, sentía mis dos agujeros muy prensados debido a la doble penetración, jamás pensé hacer algo así y menos con el consentimiento de mi esposo. Ellos se detuvieron a esperar mi reacción al tener los dos dentro de mí.  Lentamente comencé a moverme, sentía que iban a reventar mis agujeros. Los sentía chocar dentro de mí, me  cimbre hacia atrás apoyando mi espalda en el pecho de Robert buscando la máxima penetración de ambos. Luis y Robert se peleaban por masajear mis pechos y apretar mis pezones erectos. Mi excitación se aceleró rápidamente y mis movimientos fueron subiendo de intensidad,  los oía jadear y gemir. Miguel se subió a la litera para poder introducir su instrumento en mi boca, ahora no podía ni gemir ya que tenía el pene de Miguel metido hasta mis amígdalas. Cada quién a su ritmo, cuando uno entraba el otro salía y a veces entraban juntos,  estaban destrozándome, pero se sentía tan divino, mi cuerpo comenzó a convulsionar y ellos a los pocos minutos me siguieron. Chorros de semen caliente inundaron mi boca, mi vagina y mi ano. Todos habíamos acabado pero nadie quería detenerse. Bajaron la intensidad y sus manos recorrieron casi todo mi cuerpo sudado con caricias de agradecimientos. Robert besaba mi espalda y mi cuello, Luis seguía acariciando mis pechos como si no se cansara y Miguel no quería sacar su pene de mi boca, al parecer le gustaba mucho como se lo chupaba. A los pocos minutos cuando ya habían recobrado sus fuerzas, todos comenzaron arreciar sus movimientos, creo que para ellos se había convertido en una competición, me imagino que para ver quien se movía mejor  y quien me complacía más y Robert no se quedaba atrás. Mientras más gritaba más fuete arremetían contra mí,  ya mi culito me ardía y la vagina me dolía, tenía que hacerlos acabar pronto para que dejaran de castigarme como lo estaban haciendo,  así que puse todas las reservas de energías que me quedaban en mover mis caderas enérgicamente, casi exprimiéndole los penes a ambos, pero para mi sorpresa sus movimientos también aceleraron rudamente, yo gritaba y me retorcía de dolor y placer al mismo tiempo, me sentía desmayar, cerré mis ojos y me deje llevar por el placer, no sé cuánto tiempo pasó cuando de pronto  sentí  estremecerse a Robert y luego a Luis. Sus chorros calientes me volvieron a inundar.  Tomé con una mano el pene de Miguel que era el que faltaba y se lo comencé a mamar con más rudeza mientras lo masturbaba con fuerza,  tanto que comenzó a gritar, sus manos trataban de frenarme un poco pero yo no lo dejaba, más bien se lo chupaba con mucha más fuerza, inmediatamente se vino nuevamente en mi boca hasta vaciarse completamente.

 

Todo quedo en silenció, solo se oían nuestras respiraciones agitadas, Luis y Robert aún seguían dentro de mí, parece que aún no se daban por satisfechos pero yo no pretendía seguir, me sentía muy maltratada y adolorida, como pude me salí del sándwich donde estaba y me lance a la piscina a los pocos segundos me siguieron todos. Robert me abrazó y me acurruco a su pecho, charlamos un rato, contamos chistes y anécdotas y al poco más de una hora nos despedimos de los jóvenes agradeciendo su discreción como caballeros,  luego entramos a la casa y volvimos hacer el amor como locos aunque yo estaba exhausta, mi órganos me dolían pero aun así lo disfruté, tenía que aprovechar al máximo la excitación de mi marido, me sentía muy contenta porque lo veía muy alegre, cariñoso y me consentía como nunca, me hacía sentir la mujer más feliz del mundo.  Tenemos ya casi un mes de haber realizado esa aventura, hoy mi esposo me llamó temprano al trabajo para sorprenderme con algo nuevo y emocionante, la cita es en nuestra casa a las 2:00 pm, estoy rogando que pasen las horas rápido para ir a casa, ya estoy mojada y súper excitada, pero eso será otra historia….

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