Nuevos relatos publicados: 13

Cuando fuimos a llevar la asadera a mi casa

  • 10
  • 11.191
  • 9,68 (31 Val.)
  • 9

Este recuerdo es uno de los que más y más me “persigue”.

Un sábado fuimos con mis padres a lo de mi tía a almorzar, por lo que mi madre había hecho una pascualina, y la llevó por supuesto, en una asadera. En el almuerzo, estábamos, mi padre, mi madre, mi tía (hermana de mi madre), el esposo de ella, mi primo-amor, F., y yo. Todo transcurrió lo más bien, pero yo no podía dejar de pensar en mi primo-amor, y cada tanto lo miraba, tratando de que nadie se diera cuenta de cómo lo miraba. Mis ojos se movían sólo hacia donde él estaba sentado, y varias veces nuestras miradas se cruzaron y nos clavamos dichas miradas. Ahí me di cuenta que él también estaba pensando en mí y que como yo lo estaba deseando a él, él me estaba deseando a mí.

Luego de almorzar salimos a sentarnos afuera, pues era una tarde de calor.

Estando afuera sentados, F. y yo nos mirábamos a cada rato y yo lo estaba deseando cada vez más.

--“¿Qué hago?”, pensaba yo, --“¿qué puedo hacer para poder estar con F., y que me dé su enorme y delicioso pene.?”

Hasta que en determinado momento, mi madre le dice algo a mi tía, sobre la asadera y sobre otra que teníamos en casa, a lo que aproveché el tema y le pregunté a mi madre:

--“¿Querés que vaya a buscarla en el auto a casa? Es media hora o un poquito más, y además aprovecho a manejar que tengo ganas de hacerlo.”

Y por suerte para mí ( y para F.), me respondió que sí.

--“¿F., querés acompañarme hasta casa, y volvemos?”, le pregunto, y éste ni corto ni perezoso me respondió: --“Bueno.. te acompaño.”

Ya desde esa respuesta mi cabeza marchaba a mil, agarro la asadera, le pido las llaves del auto a mi padre, le hago una seña a F., nos subimos al auto y arranqué para mi casa.

Demás está decir, que iba como a 80 por hora, para poder llegar rápido a casa y poder estar solos los dos.

Recuerdo que todo el trayecto hasta casa, fui temblando como una hoja al viento, de los nervios que tenía. Hablamos de fútbol y de otras cosas, pero mi mente se iba adelantando a lo que podríamos llegar a hacer en casa.

En un momento lo miro de reojo, y lo veo que él también estaba pensativo y de repente me miró, mi hizo una guiñada a lo que le respondí de la misma manera.

Estiró su mano izquierda, sacó mi brazo derecho del volante y se lo llevó hacia él, poniéndome la mano sobre su pene. No se hacen una idea qué placer y locura fue el sentir, en mi mano su “bulto”, el cual lo miro, y el pantalón parecía una carpa en ese lugar. Me dieron ganas de parar y chupárselo ahí mismo, pero con esto logró que apretara más el acelerador para poder llegar lo antes posible a mi casa.

Finalmente, llegamos a mi casa. Bajamos del auto, casi me olvido de cerrarlo con llave, y corremos a la puerta, abro la puerta, entramos al lliving, primero él, luego yo, cierro la puerta y al darme vuelta, él se encontraba a centímetros de mí, y le digo:

--“¿Querés cogerme?, porque yo lo estoy deseando desesperadamente”.

--“Por supuesto, C., por eso te acompañé”, me respondió al mismo tiempo que me agarraba la cara y me empezó a dar un beso de labios contra labios, para luego pasar a darnos un hermoso beso de lengua más que apasionado.

Llevo a la cocina la asadera que me habían dado, él no estaba en el living, lo busco y estaba en mi cuarto, mirando los posters que tenía de las distintas bandas que me gustaban: The Who, Steppenwolf, Wallace Collection, etc. Cuando entro al cuarto, se da vuelta y nos miramos otra vez.  Nos besamos nuevamente, pero esta vez éramos dos desaforados con nuestras lenguas entrechocándose dentro de nuestras bocas, me aprieta hacia él, y me dice:

--Ayy, C. te quiero. Te adoro. Todos los días pienso en vos, en tu boca, en tu colita, me tenés enloquecido”.

--“Y vos a mí”, le respondo – “pero en lo que pienso más, es en tu pene fabuloso que tenés. Yo también te adoro. Te amo, primo, te amo.”

En eso me dice:

--“Mi guachito, traé un poco de manteca”.

Demás está decir que fui corriendo hasta la heladera a buscar ese “lubricante” que él quería usar conmigo.

Cuando vuelvo, él ya estaba desnudo y tirado en la cama boca arriba, jugando con su enorme pene, bien pero bien duro, como esperando que yo se lo agarrara y me lo metiera en mi boca o que se lo pajeara. Lo que hice fue lo primero: me lo empecé a poner en mi boca. Lenta y suavemente, para saborearlo bien. Mientras se lo estoy chupando, empiezo a quitarme los zapatos, las medias, luego me aflojo el cinturón del vaquero, y siempre con su pene en mi boca, me saco el vaquero y también el boxer, desabrocho los botones de mi camisa, aún con su pene en mi boca y me la quito, quedando totalmente desnudo.

Pero le sigo chupando el pene, y siento sus gemidos de placer, por lo que apuro más mis chupadas, llevándolo hasta mi garganta, y a los segundo siento que me dice:

--“Ay, Ay, C., está por salir, ya te doy toda la leeeee…aaahhggg”, y como dijo, me dio un montón de su elixir en mi boca, el cual saboreé bien de bien antes de tragármelo. Delicioso.

Una vez que me acabó, le doy la manteca y me dice:

--“Sos divino, guachito, sos mi putito. Ponete en cuatro patas así te paso la manteca.”

Obedecí como buen alumno, me puse en cuatro patas, pero en una posición que siempre me gustó, apoyando las rodillas, pero en lugar de apoyar las manos, apoyé los codos, por lo cual, mi torso quedaba casi acostado en la cama y mi colita bien levantadita.

--“Así mi vida… que linda colita que tenés”, me dice y me muerde un poco ambas nalgas.

En eso siento que con sus dedos empieza a untarme con manteca mi ano, y cada vez que pasa con un dedo sobre él, yo trato de abrirlo, para que me meta un dedo o más de uno. Es tan grande el deseo que me hace sentir, que empiezo a mover mis caderas para adelante y para atrás, para los costados, y jadeando le pido:

--“Por favor, F., meteme algo, un dedo, dos, tres, el pene, lo que sea, pero meteme algo por favooorr…!!!!”

Entonces siento que me pone un dedo, que entra resbalando dentro mío, me “coge” con él un par de segundos, y luego empiezo a sentir un segundo dedo que resbala también dentro mío, y ahora son dos dedos que me están “cogiendo”. ¡¡Qué placer, por favor!!

--“Eso…eso… así… así…!!”, le digo, --“ay, gracias..gracias… por hacerme conocer este tipo de placer”.

En eso, me saca los dedos, y percibo que se agarra su pene con su mano derecha, lo va acercando a mi culito, y me pide:

--“C., abrite el culito con las manos o llevame el pene hasta tu culito”, me dice mi primo-amor.

A lo que le agarro su tremendo pedazo con mi mano derecha y me lo llevo hasta la “puerta” de mi culito:

--“Ya está… metémelo… ya”.

Siento su cabeza apoyada en mi culito, y empiezo a notar cómo se acomoda para lograr una mejor “entrada”, y lentamente, muy, pero muy lentamente, empieza a meterme su pene, y cada pequeño avance de su pedazo es un placer indescriptible. Es un goce total. A tal grado, que el que se empieza a mover para que entre todo su pedazo dentro mío, soy yo. Retrocedo mi cola una y otra vez para que me la meta de una vez, pero en cada retroceso mío, él da otro, para que realmente, lo fuera sintiendo cómo entraba lentamente. Y la verdad que le agradezco que hubiera actuado así, porque fui teniendo la sensación de su pene en cada parte de mi “canal” del goce total.

Era como si me la fuera metiendo en cámara lenta. Exquisito.

Y empezó a avanzar y retroceder despacio. Avanzaba hasta casi meterme todo su pene y luego retrocedía hasta dejar casi la punta de la “cabeza” al borde de mi culito. Así una y otra vez, hasta que en un momento, me la metió de golpe hasta el fondo de mi culito.¡¡Ay, qué dolor de repente¡¡, pero ¡¡¡QUÉ PLACER!!!!

Y fue tanto el placer, que dejé resbalar mis codos en la cama y quedé totalmente acostado boca abajo, y levanté solamente mis caderas, para que mi culito quedara un poco más arriba, para que me pudiera coger mejor. Y ahí empezó a subir y bajar, subir y bajar con más fuerza e ímpetu, que cada vez que bajaba, sentía que me golpeaba con sus testículos parte de mis nalgas. Cuando él empezó a cogerme de esta manera, al principio, me quedé totalmente quieto, para sentir su frenesí y más que nada, sentir con más sensibilidad, su pedazo dentro mío. Pero luego yo también empecé a oscilar mis caderas, luego, cuando el bajaba yo subía, y cuando subía, yo bajaba para tratar de que su “cabeza” quedara en las puertas de mi culito, para que cuando bajara, y yo subiera, me lo enterrara hasta el fondo. Este movimiento oscilatorio se ve que le gustó, porque me dijo:

--“Ayy, guachito, así, C.,… así… seguí… movete así… me enloquecés”.

Y era tanto el placer que sentíamos, que en un momento me preguntó:

--“¿Ay, guachito… ¿querés que te dé mi lechita?”

--“Sí, por favor… dámela toda. No te quedes con nada adentro.”

--“Ay, C., ahí voy.. ahí voy.. aaaaahí vooooyyyyy…”, y siento cómo iba eyaculando una y otra vez, una y otra vez dentro mío, y mientras así lo hacía, me abrazó fuertemente y de costado, nos dimos unos besos de lengua hermosísimos.

Deleite total.

Mientras me acababa, yo le apretaba de a poquito una y otra vez su pene con mi culito, lo que le dio un placer enorme a él, pues de esta manera, le sacaba hasta la última gota de leche que tenía.

Quedó arriba mío, quieto, exhausto, y besándonos amorosamente con nuestras lenguas. Y yo ni me movía. No quería que la sacara. Que siempre estuviera dentro mío. Pero nos teníamos que volver a la casa de mi tía, porque capaz que pudieran sospechar algo.

--“C., te amo, te pasaste. Tenés una colita divina y ¡¡cómo te moviste!!, qué placer me diste. Te adoro.

--“Vos también te pasaste F.. Me encanta tu pedazo, y cómo me cojés. Me hacés sentir que estoy flotando, mi mente y mi cuerpo se transforman sólo en placer. Sos divino. Te amo, te adoro. Me encanta ser…tu putito.”

(9,68)