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Trío con dos chicas

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En plena calle dos nenas se reían. Yo estaba trabajando y en un descanso pasé por allí y las vi. Se rieron al verme, avergonzadas. Me acerqué a ellas. Les dije: hola. Me dijeron: "te hemos visto y estabamos pensando que estás muy bueno". . Una de ellas, colorada y riéndose casi a carcajadas, bajaba la cabeza. Y me acerqué un poquito más. Sin decir nada más metí mi mano por la parte delantera del pantalón de ella, sin desabrocharle el botón. Buscando su gruta, me topé con su braga. Metí mi mano debajo de su braga y acaricié su felpudo, de pelo duro y suave. Mientras ella ya no estaba colorada. Me miraba. Y la miraba. Alcancé su vulva y comencé a meter mis dedos, notando ya su humedad. En plena calle, frente al teatro en el que trabajaban, bajé sus jeans y sus bragas. Yo me bajé los pantalones. No llevaba calzoncillos esta vez. La otra nena miraba, hasta que empezó a participar acariciándome mis pelotas suavemente.

A la otra chica la di la vuelta, para colocarla de espaldas a mí. Estaba erecto. Ella jadeaba, ansiosa de excitación. Quería penetrarla con mi dura, larga y gruesa y venosa verga. Se inclinó hacia adelante apoyando sus manos en la vaya del edificio. Entré por su coño, ya húmedo. Y emitió un leve quejido de puro placer. Se dejaba llevar. Tenía el coño dilatado y mojado. Mi verga, pese a ser gruesa, se deslizaba dentro. Notaba como sus nalgas se separaban cuando la penetraba. Y se volvían a juntar cuando salía del todo. La otra nena, agachada, me besaba y me comía las pelotas, mientras con una mano me las acariciaba. Estaba en el sumum del placer con ellas. No aguantaba más y me iba a correr. Salí de la nena y  se agachó poniéndose al lado de la otra. Sacaban la lengua, como dos pajarillos el pico de su nido, para recibir el alimento. Me corrí. Solté un gemido casi involuntario. Y eyaculé cuatro o cinco pontentes chorros de semen repartidos entre sus dos caras. Parte del semen salió por encima de sus cabezas. Me fijé que más allá había una furgoneta del Samur Social aparcada. Y una mujer hablando por teléfono mientras miraba la escena. Me subí los pantalones y besé a mis dos nenas, sonriendo. Me despedí de ellas.

Cuando pasé al lado de la furgoneta del Samur noté que la señora que estaba al volante, colorada, había estado masturbándose mientras nos observaba.

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