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Sin contrato

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Hola, muy buenas. Mi nombre es Ellioth, soy un chavo de 23 años, y el relato que les contaré sucedió hace 3 años.

Soy un chavo al que le encanta entrenar y moldear su cuerpo, pues vivo de eso, he sido modelo de ropa para algunas compañías de mi ciudad, e incluso e incursionado en el mundo del baile para mujeres, pero en ninguna de esas circunstancias, curiosamente, he terminado relacionándome con las damas más allá de mi trabajo, todo muy profesional, y la vedad soy muy serio cuando se trata de mi trabajo, a pesar de que constantemente, diario, comparto con mujeres muy atractivas.

Para no hacer el cuento largo, un día, mientras me encontraba en el gimnasio, conocí a ésta chica, Sonia, una chava que si bien no tenía un cuerpo muy "curveado" por así decirlo, despertó en mi curiosidad y hasta morbo. Siempre lucía ropa escotada y que le quedaba muy bien, y su ropa para entrenar se moldeaba muy bien a su cuerpo.

Ella siempre se me acercaba, me sacaba charla, y me preguntaba por ciertos tipos de entrenamiento y ejercicios, tips, ya saben, aunque entre todo eso siempre dejaba entrever hilos de coqueteo discreto, con su sonrisa pícara y sus ojos negros que siempre denotaban seguridad. Su cabello era negro y lacio, su tez morena y fina, de 1.65 m de estatura quizá.

Cada que podía, me tocaba y acariciaba sin mi consentimiento incluso, cada que me miraba sonreía, y aunque yo siempre trataba de hacer lo que me tocaba hacer sin distracciones, ella terminaba convenciéndome para quedarme un rato más para "ayudarla" o cuidarla cuando usaba las máquinas. Cosa que para mi era tedioso algunas veces, pero que de alguna manera, provocaba que mi ego masculino ascendiera, así que de vez en cuando, la ayudaba con su rutina cuando yo ya no tenía nada que hacer.

Lo interesante inicia cuando comenzamos a enviarnos mensajes por una conocida aplicación de mensajería instantánea del móvil, para lo cual ya habíamos intercambiado números y hasta dirección de redes sociales. Ella por su parte me enviaba mensajes y fotos subidas de tono, o incluso propuestas de enviarle fotos mías en poca ropa...

No le tomaba mucha importancia porque sabía que no era más que el simple coqueteo de siempre, pero poco a poco, tomando confianza, comenzó a decirme lo mucho que le gustaba, y que esperaba lograr algo conmigo. Yo por mi parte lo seguí tomando a juego por un tiempo, además, hasta la fecha, tengo una relación estable, pero en esos momentos, no estaba seguro si mi relación con mi chica actual duraría demasiado, sin embargo, siempre fui claro con Sonia al aclararle que salía con alguien más, y que no estaba acostumbrado a las infidelidades, ni por morbo siquiera.

Claro que esto no desanimó a la joven doncella, pues cada que la veía en el gimnasio seguíamos frecuentándonos y enviándonos mensajes con el consiguiente coqueteo juguetón de su parte. Hasta que un día simplemente me invitó a salir, algo casual, un helado, un paseo por el centro, nada fuera de lo normal. Y por supuesto que acepté, no le vi nada de malo, decidimos la hora y el lugar. Desde ese entonces no volví a saber de ella hasta el día acordado.

Al final se llegó el sábado al mediodía, acordamos vernos en la fuente de sodas de una plaza de la ciudad para tomar un helado, yo iba nada formal, con una gorra, una camiseta y unos jeans. Sigo sin olvidar su atuendo, una blusa blanca delgada, que dejaba ver su sensual abdomen delgado y su abultado busto que dibujaba un sexy corazón en su pecho. Ella también llevaba unos pantalones jeans súper entallados, cosa que provocó que mi mirada (y la de muchos otros) se clavara de inmediato en su culo.

- ¡Vaya! - Le dije, - Pensé que llegaría tarde

Ella me miró con sus ojos brillantes, y su mirada me recorrió de pies a cabeza, - ¡Nada que ver! - Dijo - Además, con esos bíceps te perdono lo que quieras - Rio - Oh, ¿en serio? - Respondí mientras apretaba mi bíceps para impresionarle. Ella pareció recibir el mensaje y me tomó de la mano y me dio un beso en la mejilla - Estás súper rico - Me susurró al oído, y me llevó con ella hacia la vitrina de los helados.

Ya sentados, platicamos de cosas varias, de lo que había hecho el día anterior, de los problemas que tenía en la universidad, y así mismo lo hice yo, le conté trivialidades, todo iba perfecto para ser sólo una cita de amigos, lo cual parecía estresar en cierta medida a Sonia, que no paraba de sonar linda y juguetona, coqueteando conmigo y provocando una que otra sonrisa perversa en mi rostro.

Terminamos de charlar y comenzamos a caminar rumbo al estacionamiento, donde tenía mi auto, la llevaría a la playa a comer, pero de pronto me detuvo en seco, sujetándome por detrás y finalmente enlazando sus manos con las mías. - ¿Sabes algo? Me encantaría que tu fueras mi entrenador personal - Dijo - Pero ahí mismo hay gente que puede ayudarte, ¿de verdad necesitas de mí? No creo servirte de mucho, linda - Le respondí

- Bueno, si no quieres no, porque tampoco has querido ser mi novio - Bromeó y se empezó a reír. Fue ahí donde me plantó un beso en la boca, pequeño y dulce. - De verdad me gustas papi, además, nadie tiene por qué enterarse de que salimos - Susurró despegando apenas sus labios de los míos, mirándome fijamente, con sus brazos rodeando mi torso. - He salido con otros chicos, pero ninguno de ellos me ha gustado como tú, además, ninguno de ellos me ha.... - Se detuvo algo apenada, pero sonriendo picara. - No he tenido sexo, nunca, pero tú me despiertas esas ganas, no sabes cuánto - Dijo con voz algo acelerada, y pude sentir sus pezones erectos en mi regazo, y en un instante, una onda de energía se apoderó de mi entrepierna, endureciéndome de inmediato.

- Sabes que salgo con alguien - Le respondí, pero aun así, muy en mi interior ya se había liberado adrenalina, y deseo por esa mujer, más que aquél que sentía incluso cuando le miraba el culo o sus tetas empapadas en sudor en el gimnasio, y me era muy difícil rechazarle por completo. Además, hacía mucho que no estaba con mi chica por cuestiones de trabajo y escuela... Aparte, ¿Sonia virgen? me explotó la cabeza el sólo hecho de pensar que yo sería el hombre que la haría experimentar su primer orgasmo, y en mi mente se dibujó la deliciosa escena de tenerle gimiendo, gozando encima mío. ¿Por qué no? Pensé. No habría compromiso de por medio, sólo sexo con una chava buenísima...

- ¿Estás segura? - Pregunté, ahora con algo de temor que se arrepintiera de su confesión. - Tu sabes que me gustas mucho, papi - Eso terminó de llevar a mi cerebro a sus instintos carnales naturales. De nuevo, volvió a plantarme otro beso ahora más intenso que el anterior, al cual respondí con mi lengua uniéndose con la suya. - Va, entonces tengo que hacer algo antes - Le dije y subimos a mi auto. Me detuve en una tienda de paso a comprar preservativos para después llevarla a mi departamento.

Por suerte, mi compañero de departamento se encontraba de vacaciones y había ido a visitar a sus padres, así que no tendríamos ningún momento incómodo con intrusos.

Sonia seguía aferrada a mi mano, como si su intención fuese no dejarme ir. La llevé a mi habitación y de inmediato iniciaron los besos y caricias. Ella me sacó la camiseta y yo le arranqué literalmente la ropa de encima, dejándola solamente en su tanga blanca, que contrastaba de lujo con su piel morena. Se inclinó frente a mí y bajó mis calzoncillos. Miró mi verga y volvió su mirada hacia mi sonriendo, - Sabía que estabas rico hasta de aquí abajo papi - Sonreí y la incité a probarme, y así lo hizo, tomó entre sus manos, aún torpes, mi verga y comenzó a lamer primero el moco que salía de la punta de mi miembro que se endurecía más y más. Después introdujo poco a poco gran parte de el en su boca y me hizo gruñir de placer con el vaivén de su cabeza. Lamió mis duras bolas cargadas de mi leche caliente y volvió a introducir mi verga en su boca para beber de mis fluidos pre seminales.

- Mamame, bebete todo lo que salga

La saboreaba de la punta hasta la base, a la cual llegaba con dificultad, era una mamada algo suave debido a su inexperiencia, pero deliciosa... me apretaba con sus labios y con sus manos exprimía mis bolas y la base de mi verga, como si supiera lo que hacía para sacarme jugo.

La sujeté y la llevé hasta mi cama, lamí sus firmes tetas y por mero instinto ella abrió sus piernas ante mí. Y mi mirada se dirigió de inmediato a sus genitales, que aún portaban esa sexy tanga, mojada por sus fluidos que la preparaban para la penetración de mi duro miembro. Le sonreí y lamí mis labios, retiré de a poco su tanga, pudiendo ver ese coñito depilado a manera que sólo una línea de vellos suaves se extendiera a lo largo y los hilos de ese viscoso liquido vaginal. Su olor me impregnaba, me seducía, ponía mi mente en blanco y provocaba que mi verga palpitara de ansiedad.

- Te voy a comer la panocha bebé - Le dije enseñándole mi mojada lengua - Si, comeme, comeme - Respondió mientras apretaba con sus manos sus tetas y mordía su labio, impaciente, hambrienta de tener alguna parte mía en su interior.

Dejé salir mi aliento húmedo y caliente en su coño y gimió suavemente. Y sin avisarle, planté mis labios contra sus esponjosos y mojados labios de su vulva, como si de un beso exquisito se tratara. Gimió nuevamente llena de gusto, y mi lengua caliente y puntiaguda se introdujo para saborear lo que estuviera a su alcance. Yo le daba un beso francés a su pequeño coño y ella se retorcía de placer, sujetando con sus manos mis cabellos, empujando mi cabeza hacia su interior, sus piernas se entrelazaron a mi cabeza y gemía, perdida en el éxtasis.

Su sabor de miel me lo bebía, era sin igual, caliente y viscoso, me embelesaba, y pensando en su virginidad, traté de lubricar con mi saliva cada rincón posible de su tracto vaginal, para que de alguna manera cooperara con su "lubricante natural". Llevé uno de mis dedos a mi boca y lo lamí, mojándolo todo y lo introduje poco a poco en su coño, lo cual hizo que Sonia reparara de placer, - Aaahn... así, ¡así! - Gritaba. Acaricié lo que las películas porno me han enseñado es el punto G femenino, metiendo y sacando mi dedo de manera rítmica, de ahí un segundo dedo empapado en mi saliva, y traté de expandir lo más que pude ese estrecho canal llegando hasta donde la longitud de mis dedos me permitiera.

Temblaba, sudaba y se aferraba a mi cabeza o a las sábanas, gemía e imploraba más, mucho más. Y de pronto su vagina se contrajo una y otra vez, apretando mis dedos, succionándolos, sus piernas se tensaron y vibraron. Yo por mi parte seguí lamiendo su panocha, recibiendo esos líquidos provenientes de su interior...

 - Creo que te has venido - Le dije

Estaba lista para recibir lo mejor de mí, para tenerme dentro.

Antes de ponerme el condón, por mero morbo, llevé la cabeza de mi verga hasta la entrada de su coño, mojándola con los fluidos de Sonia, jugueteando con su clítoris para endurecerlo y estimularla aún más, hacia adelante y hacia atrás, mi verga frotaba su clítoris y amagaba a la penetración. Finalmente envolví mi arma en el condón y comencé a penetrarla poco a poco, y enloquecí al escuchar sus exquisitos gemidos femeninos de placer, y al parecer ella también se extasiaba al escuchar mis gruñidos.

Empujé, suave y firme, como un cuchillo en mantequilla caliente, mi dura verga se clavaba en su virginal coño y sentía como si fuera a derretirse. Hasta el fondo, necesitaba que ella se adaptara por completo a mí, que se expandieran sus paredes interiores, que su cuerpo me aceptara como el hombre que la desvirgaría. Y así lo hizo de inmediato, sus fluidos y mi saliva depositada ayudaron a mi miembro a entrar sin problemas. Sonia ahora me sentía muy en su interior, tocando fondo, haciéndola experimentar el placer de tener mi verga en lugares que ni ella se imaginaba que tenía, pues mis dedos, y mucho menos los de ella cuando se masturbaba, habían llegado tan adentro.

Gritó, bramó, gimió como una loca, y comencé a moverme despacio, de afuera hacia adentro, y así constantemente. Sus jugos bañaban mi verga y le daban la libertad de explorar esos terrenos hasta ahora escondidos para Sonia.

Sus piernas se enrollaron alrededor mío, y con mis brazos levanté sus caderas para ir más adentro, nuestros cuerpos se volvían uno sólo cuando mis bolas chocaban con los labios de su vagina - ¡Ellioth, cógeme! - Me decía entre gemidos ricos. Ahora ya estábamos empapados en sudor y el movimiento de nuestros cuerpos desencadenó en mi hembra un intenso orgasmo, haciéndola temblar, convulsionar en su segundo clímax, ordeñando con sus contracciones mi caliente verga. La besé, ella llevó sus brazos alrededor de mi cuello y mordimos nuestros labios. - Lo haces muy rico - Me dijo emocionada - Sabes coger a una virgen, me encantas, eres como un toro dentro de mí.

La testosterona en mi sangre estaba a desbordar, la tomé y la puse encima mío, que me montara, ella comenzó a moverse, parecía que el entrenamiento del gimnasio le había servido de algo, pues sus caderas eran fuertes aunado a su apretado coño que me exprimía sin parar, - ¿Te gusta chiquita? ¡Me vas a sacar la leche mami! - Le decía - ¡Aaaah! - Gritaba - Me encantas bebé, estas bien buena - Le susurré entre mis gemidos y le mamé las tetas.  Mi verga estaba en el paraíso dentro de Sonia.

Podía sentir como mis entrañas hervían, mis testículos se habían endurecido y agrandado, y sentía como si una explosión inminente dentro de mi fuese a dar lugar, no había duda, estaba por venirme. Entonces, para hacerlo más placentero, comencé a moverme de manera más violenta y fuerte, pasé mis brazos por debajo de los suyos de tal manera que mis manos se apoyaran en sus hombros para empujarla hacia mí, mientras yo la penetraba, ella me sujetó aferrándose a mis piernas. - ¡Ellioooth! - Gritó y la besé en la boca metiéndole la lengua hasta la garganta ahogando nuestros gemidos, le di la última estocada a su coñito peludito, con lo cual pude sentir que toqué la entrada de su útero, la apreté contra mi cuerpo y ella hizo lo mismo conmigo, tembló, su espalda se arqueó, sentí su coño apretado succionarme, mis nalgas se endurecieron, mi abdomen comenzó a contraerse de manera involuntaria, los jugos de Sonia empaparon mis bolas... los músculos de mi verga se hincharon y en su interior comenzó a atravesar mi espesa y caliente leche a chorro, exploté, y mi semen salió disparado, quizá, con intenciones de embarazarla, 1,2,3,4,5 chorros de mi orgasmo, que quedaron contenidos en el preservativo por suerte. Temblamos, sudamos, mi lengua y mi verga dentro de ella, como ella me lo había pedido, como en la fantasía más rica de una mujer virgen, completamente dentro de Sonia...

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