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Nuevo encuentro de Eros y Psiquis

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Afrodita diosa de la belleza y del amor tenía mucho celos de Psiquis, nombre de la conciencia que era la menor y la más hermosa de las tres hijas de un rey de Anatolia por eso manda a su hijo Eros que era el dios primordial de la atracción sexual del amor y del sexo a que le lanzara un flecha de oro oxidada para que Psiquis se enamore del más feo hombre del mundo pero sucede que Eros se enamora perdidamente de ella, no lo hace y lanza la flecha al mar y la lleva raptada a su palacio con el transcurso del tiempo Psiquis entró en gran pena diciendo a su amado que quiere ver a sus hermanas. Él accede pero también le dijo que ellas desean que su dicha termine. El día siguiente ya estuvo con ellas las cuales con envidia le preguntan cómo es su amante. Psiquis dice que no lo conoce ya que viene en la oscuridad y con una máscara ellas le dicen que únicamente un monstruo escondería su rostro y que debe hacer algo para descubrir quien es. Ella toma un lámpara de aceite para verlo pero se riega un poco en su rostro él se despierta y abandona decepcionado a su amante. Cuando Psiquis se da cuenta lo que ha hecho ruega a Afrodita que le devuelva a su amor Eros pero la diosa rencorosa le da cuatro tareas muy difíciles a realizar como no pudo cumplir con la última. Afrodita se negó diciendo que únicamente podrán amarse tres días al inicio del equinoccio de verano.

Eros que era un ser humano alado de escultural belleza masculina griega de piel blanca con largos cabellos dorados y ensortijados que le llegaban hasta los hombros esperó con suma paciencia a que llegue el próximo equinoccio de verano para salir al encuentro de su amada Psiquis. Llegado el día indicado muy temprano al rayar el alba ya estaba él preparado para amarla es así que nuevamente tomó sus aparejos y salió volando en círculos grandes búsqueda de Psiquis, le guiaba el olor del néctar, el olor de jazmín y almizcle, que expedía la intimidad de su presa. Ese olor de hembra en celo lo tenía bien grabado desde cuando se amaron por primera vez cuando Eros la amaba como ser incógnito. Él pensó que sería eterno su amor pero por envidia de sus hermanas e ingenuidad de ella se terminaría abruptamente.

Eros pese a que ya sabía cómo hacerlo nunca dejó de estar muy atento un descuido puede hacer que Psiquis se esfume por entre la arboleda y desaparezca; pero la fragancia de Psiquis entró por su nariz directamente a su cerebro por lo que empezaba a ponerse frenético, su cuerpo también expelía divinos bálsamos almizclados que sin duda pronto llegarían a Psiquis. Nuevamente ella entraría en conflicto entre su fría mente con su lujurioso cuerpo. La mente le diría vete huye es macho, dominador, poseedor, penetrador. Te usa. Vete, por otro lado su cuerpo le diría: Tómalo, úsalo, hazle sentir que sin ti él no puede vivir tranquilo. Sabes que están ligados por siempre su vida es buscarte para poseerte y amarte. La tuya es para corresponderle. Eres su dueña. Úsalo, satisfacete. Se aman. Vio al ser divino, mezcla de mujer y hembra de jaguar que tanto ama y desea. Nuevamente la contempló. Como si fuese la primera vez que la veía le sorprendió su belleza. Sus hermosos ojos zarcos le cautivaban, sus portentosos pechos le pedían ser amasados y gustados, sus brazos le decían ven te abrazo, sus piernas le decían las tendré abiertas para fusionarme contigo, su cola enroscada dejaba ver lo que le enloquecía de excitación y desenfreno su sexo turgente, abombado, carnoso, inflado, rojizo que destilaba abundante fluido oloroso. Psiquis estaba en celo de verano. Allí estaba ella al ser que la poseería, al ser que la haría suya. Allí estaba el ser que tanto había esperado. Su sueño era poseerla nuevamente.

Psiquis llego al abrevadero como siempre lo hace. Se detuvo delante de él. Miró en derredor para asegurarse que no haya ningún intruso que la pueda cazar. Allí estaba bebiendo el agua pura y cristalina inclinada mostrándole su intimidad inflamada, olorosa, húmeda y embebida de pasión. Se podía sentir en el aire su inquietud, su nerviosismo al mínimo ruido sospechoso, ella se perdería en lo espeso de la selva. Los olores que expedía ella eran cada vez más fuertes y penetrantes de pronto Eros dio un gran salto y lanzo su red cuando Psiquis quiso reaccionar ya fue tarde, había sido cazada nuevamente. Ella se quedo inmóvil de angustia, quería salir corriendo pero como ocurrió siempre ya no podía hacerlo. Había sido cazada. Eros espero un rato y se fue acercando poco a poco para no inquietar más a Psiquis, se sentó a su costado y acarició su lomo delicadamente, le miro con ojos de ternura y deseo, le habló con más ternura y empezó a embrujarla como él ya sabía hacerlo.

El rito de amarse nuevamente había empezado. Otra vez Psiquis gruño y sus gruñidos se esparcieron por la selva espesa. Nuevamente Eros le fue tranquilizando como siempre lo hacía con las mismas palabras que cada año le decía: no temas no te haré daño, sabes que nunca te he hecho daño. Me gustas como siempre me has gustado. Deseo que compartamos un buen momento, juntos. Esa es la historia de nuestra vida. Encuentro y desencuentro. Unión y separación…

Como siempre pasaba poco a poco Psiquis fue tranquilizándose recordó como la acariciaba sobre todo cuando llevó su mano a su turgente intimidad. La acariciaba con tanta delicadeza que estaba latiendo como latía su corazón. Fuertemente. Psiquis ya estaba tranquila ya no había la lucha de mente y cuerpo. Eros continuo su labor de amar a Psiquis acariciando lentamente el lomo más de una vez, acarició su busto jugueteó con sus pezones, lamió su sexo y muy sutilmente mordisqueó su clítoris, la fue excitando cada vez más y más. Psiquis había pasado de la furia e irritación por haber sido cazada a un estado delicioso de excitación, de cachondez, de apetito erótico total. Eros le despojo de su red, la abrazó y se adentraron al corazón de la selva para entregarse para poseerse y amarse con lujuria total en una cadena interminable de copulaciones cada una más frenética que la otra.

La jungla milenaria se placía por el erotismo que exudaba la pareja.

El cubil de Eros ya los esperaba ya todo estaba listo con infinita paz, abundantes alimentos y exóticas resinas fragantes. El hogar encendido alumbraba alegremente el recinto. El tálamo estaba presto para acoger la pareja, en él se acostaron. Ella abajo. Eros encima. La excitación se tornaba sublime, maravillosa, fantástica y sobre todo compartida. Él continuaba excitándola más y más con sus caricias y besos por todas las partes de la mujer jaguar, recorrió su busto, los conoció nuevamente como siempre lo hace, se atiborro de ellos, mordisqueo sus pezones. Beso su vientre, su ombligo, sus manos masajeaban con delicadeza su sexo exuberante que destilaba néctar gatuno fuerte, oloroso y penetrante que le pedían que no se detenga y no lo hizo. Psiquis maullaba de pasión y abría sus piernas para ofrecer a su amante toda su intimidad lista para ser poseída. Eros bajo y bajo hasta llevar su golosa boca a su centro de éxtasis, la gata gruño fuertemente al sentir la lengua rasposa de Eros al lamer su feminidad. Psiquis gruño, ronroneo de deseo y pasión soltó al cubil sus orgasmos que estaban escondidos. De pronto ella tomó la iniciativa deseaba ser también la que posea encaramándose sobre él. Gruño y enseño sus colmillos a su amante. Sus ojos zarcos brillaron de excitación sus manos dejaron ver sus garras. Psiquis le beso boca y cuello ahí incrustó ligeramente sus colmillos sacando hilillos de sangre que los lamió. El deseo, la pasión y la lujuria se apoderaron de él también su miembro ya está completamente erguido para poseerla ya pero ella no se detuvo sino que fue poco a poco besando y lamiendo su pecho, mordisqueo sus tetillas que igual sangraron. Lamió también su sangre. Psiquis bajó y bajó hasta el falo de Eros. Lo asió y lo fue lamiendo delicadamente como buena hembra que era. No lo lastimaría sino que lo estimularía para que se yerga más. Se lo engullo todo con mucha delicadeza y ardor. Lamió y lamió todo sin parar hasta cuando ella sintió que el semen de su pareja iba subiendo y subiendo hasta que el falo de Eros lo soltó. Psiquis no se detuvo sino que succionó con fuerza hasta engullirse todo mientras no dejaba de acariciar sus testículos los apretó sutilmente tanto que en la mente de Eros inmóvil se unían cielo y tierra. La amo, la deseo con todas las fuerzas de mí ser inmortal. Psiquis con su acción decía lo mismo: Te amo y te deseo con todas las fuerzas de mí ser inmortal. En ese momento empezó una lucha de quien posee de quien es más activo que el otro. Eros deseaba someterla. Psiquis también. Era una lucha sin perdedores. Desde este encuentro fue ella la que mandó en la relación. Fue ella la que condujo el carro del deseo y dejó que Eros haga lo que ella le dejaba hacer. Ella ponía límites. Fue ella la que pedía más y más dejando a su amante completamente fatigado y pidiéndole más introducciones. Fue en este encuentro que Psiquis dijo no me poseerás por detrás como lo hacen los otros animales, quiero verte los ojos quiero abrazarte y besarte quiero ver cómo me introduces tu miembro. Se dice que desde ese encuentro los amantes se amaron frente a frente como únicamente los humanos lo hacen. Se dice también que en este encuentro se creó el Kamasutra.

Si antes la selva ser femenino se estremecía al escuchar los gritos de deseo al sentir que Psiquis era sometida por Eros cuando tenían los otros encuentros ahora era diferente; ahora era Psiquis la que sometía a Eros por lo que tembló de ardor. Tuvo un orgasmo compartido con Psiquis al haber cambiado la historia de las relaciones sexuales de los humanos.

Los movimientos de la pareja eran frenéticos, constantes, introducciones y extracciones. Sexos que se encontraban y se retiraban con furia y codicia, con hambre de orgasmo. Eros sentía que sus fluidos subían y subían, su culminación estaba presta a llegar, sus fluidos pronto llenarían la cavidad de Psiquis y le bañarían toda.

En un momento de descanso cuando Eros estaba profundamente dormido. Psiquis sintió pena del pobre Eros y deseo darle un regalo que lo ataría más a ella tanto que ella sería indispensable en la vida de Eros. El sexo anal. Cuando se despertó su amante ella muy sumisa se recostó sobre su pecho acarició su rostro y pecho que tenía las huellas de sus garras y ronroneo como gata sumisa. Puso su trasero en la cara de Eros y pidió que le lama pero cuando él llegó a su vagina ella dijo no ahí: Lame mi trasero. Bésalo. Excítame ahí. Lame sin parar. Eros se sorprendió del pedido nunca lo habían hecho eso pero lo hizo y le gusto mucho ese olor y sabor especial mezclado de olores y sabores anales y vaginales que tanto gustan a los hombres. Luego se retiró y se puso en cuatro patas exponiéndole su gran trasero y le dijo:

-Ven. No pares. No te detengas. Me gusta mucho. Sí. Sí así está bien ahora quiero tu falo métemelo todo. No te detengas si me duele o grito es mi asunto no el tuyo. Hazme de ti. Mientras más dolor más tuya soy. Mete hasta el fondo. Él lo hizo. Metió y saco sin parar hasta cuando baño el trasero de Psiquis con su semen. Ella rugió de dolor y de gusto ya que sabía que al fin se había fusionado con su amante ya nada ni los mismos dioses del Olimpo podían separarlos.

Una nueva época de su amor se había iniciado.

Eros y Psiquis sabían que debían separarse por orden de Afrodita. Cada uno debía tomar su camino, separarse y esperar otro nuevo equinoccio de verano para volver a amarse. Tanto Eros como Psiquis sabían que eran él uno para el otro nadie más podía entrometerse en su relación. Nadie. Felicidad por lo vivido, tristeza por la separación se apoderaron de Eros y Psiquis. Sabían que había sido así desde el principio del mundo y así será hasta que se termine.

Urawan

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