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Pollones y tetazas

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Me llamo Juliana. Tengo 20 años. Desde muy jovencita he tenido muchas experiencias sexuales. Pronto descubre que era una chica muy ardiente.

Cuando me compré un ordenador y puse internet descubrí que me excitaba viendo fotos de aquellos hombres bien dotados y aquellas mujeres de pechos grandes.

Yo tengo mucho pecho. Me encanta la lencería. Soy muy exhibicionista. Tengo el cabello castaño y los ojos verdes. Soy guapísima. Me gusta bañarme en perfume.

Pronto descubrí las páginas de contactos en donde puedes si quieres dejar una foto. Y no tarde en hacerlo. Y me contestaban. Me atraían especialmente más las mujeres que los hombres pero si ellos estaban muy bien dotados se me hacía la boca agua.

Recibí el mensaje de un matrimonio. Ella tenía 27 años y el 40. Me parecieron muy simpáticos desde el principio.

Nos dimos los correos de email y terminamos en el messenger. Pronto nos intercambiamos las fotos. Ellos se quedaron muy impresionados conmigo. Él era muy corpulento. Ella me entusiasmó. Me mandó varias fotos enseñándome sus pechos. Eran grandes. Para comérselos. Más que los míos que también son estupendos. Se me entornaron los ojos. La mayoría de las conversaciones las tenía con ella que siempre fue quien más me atraía. ¡Cuánto deseaba estar con una mujer!

Hablamos por teléfono y quedamos. Fuimos a una cafetería. Me parecieron agradabilísimos. Ël era majo pero ella me gustaba mucho y creo que yo a ella también.

Quedamos un sábado por la noche para meterme en su cama de matrimonio. Esta idea me humedecía. Manuel Y Laura que es como se llamaban eran un matrimonio experto y al que le gustaba experimentar constantemente. Laura era bisexual.

Primero me desnudé yo. Me di cuenta que mi juvenil cuerpo enloquecía a Manuel. Y a Laura le gustaba mi cara. La siguiente en desnudarse fue la esposa. Sus grandes pechos me pusieron bizca. Peró faltaba la sorpresa. Manuel se bajo el slip y salió un misil erecto. Me pareció que debía medir unos 27 centímetros. Creí estremecerme. ¡Que pareja espectacular! A él quería chupársela hasta el fondo y a ella quería tirarme a por sus pechos y no soltarlos. Ni con las manos ni con la boca.

Laura apago la luz y nos metimos en la cama de la locura.

Mi pie estaba helado y noté una mano caliente que me lo cogía. Era Manuel y su manaza. Manuel era un hombre grande. Me sentí muy confortable. Me acercó su boca y las juntamos. Nuestros alientos, labios y lenguas. Me sentó sobre él me bajo el tanga y así sin más me la metió por el culo. Todo ese inmenso pollón. Nunca había sentido nada igual. Laura con su una larga me rascó un pezón. El dolor se convirtió en placer.

El marido me sacó el pene despacio. Me cogió un dedo y se lo metió en la boca como si yo tuviera polla. Después se puso a lamerme y succionar las tetas haciéndolo muy bien. Y Laura pasaba la punta de su lengua por mis pezones duros. Manuel me lamió el otro pezón. Cada uno de ellos tironeaba. ¡Qué bien lo estaba pasando! El macho bajó hasta abajo y me lamió el clítoris con maestría. Los tetones de Laura estaban duros y los empujó contra mi vagina. Me corrí.

Manuel con su fuerza me sentó sobre él con el culo hacia detrás. Y me folló. Sentí su enorme nabo en mi vagina. Me dio 20 embestidas y se separó para que su esposa juntase su coño con el mío.

Me volvió a separar el fuerte brazo de Manuel y me lamió el coño de arriba abajo. ¡Podéis imaginaros como lo estaba pasando! ¡Qué apasionado era ese hombre!

Me metió la lengua bien dentro del culo. Y al mismo tiempo Laura me metió un dedo en la vagina. Eso me hizo explotar. ¡Que dulzura!

Durante la jodienda Manuel se había corrido ya. Se levanto y se marchó a la otra habitación dejándonos a las dos mujeres solas.

¡Eso es lo que estaba deseando! Y no es que despreciase la gran polla de Manuel pero la verdadera razón por la que me había anunciado en internet era para estar con una mujer a solas. A laura le pasaba lo mismo.

Sentí una mordida en el pie derecho y era ella que me lo estaba comiendo. Me subió un calor tremendo. Nos revolvimos tapadas por las mantas y las sábanas como en una pelea de gatas y le cogí su pie hasta conseguir introducirme unos dedos en mi vagina. Me estaba forzando a mi misma con una mujer. Le puse mis tetas delante de su boca para que me las comiese a besos. Lo hacía mejor que su marido. Le acaricié el clítoris con mucha suavidad y le noté un espasmo.

Apretujé mis tetas con las suyas. Las de ella eran más grandes. Jadeábamos y suspirábamos. La polla grande Manuel primero y luego aquellos tetones. Apreté mis tetas en su vagina como ella había hecho antes conmigo. A cambio me lamió el pezón rápidamente. ¡Que bien lo hacía! Mejor que los hombres. Cogí de nuevo su pie y me lo metí entre las tetas, haciéndome una cubana. Y ella me hizo a mi los mismo. ¡Qué duros los tenía! ¡Y qué grandes! Acerque mi pezón para que tironeará de él. Me acercó su pie y me lo metí en la boca hasta la mitad como si fuese una polla ancha. Volvió a lamerme el pezón y apreté los dientes. Me metió tres dedos en el coño. Por ahí salía de todo.

Me abracé a ella pezones contra pezones más duros que la polla de un chico de 15. Me lamió el clítoris como no me lo habían hecho antes. Es que era una mujer. Cuando parecía cansada arrimé mi coño a su cara de nuevo como un perrillo faldero. Dejé que me metiese dos dedos. Me acercó su pezón y lo cogí con un poco de fuerza, apretando. Acerque de nuevo mi vagina a su boca suplicando y por fin me lo chupo entero. Cerré los ojos. Tuve un escalofrío. Dejé que me metiese su pie entre las tetas y tuve un orgasmo. Apretamos nuestras vaginas como lo habíamos hecho antes hasta terminar extenuadas y empapadas de sudor y sexo.

Luego quise volver a repetir con aquel matrimonio pero me dijeron que nanay, que ellos no repetían. Me llevé un gran disgusto. Sueño con Laura todas las noches. Pero ella ama demasiado a su marido.

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