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La llamada de Clara (2)

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La experiencia que vivimos con mi esposa en casa de Clara fue algo increíble y cambio nuestras vidas para siempre. Sin embargo algo había quedado pendiente, Clara había traído para mí de su viaje, un par de latas de cerveza para mi colección, pero con la adrenalina de la situación me las deje olvidadas. Mi amiga me lo recordó y quedamos que pasara por su casa a retirarlas.

Para mí era toda una interrogante como iba seguir la relación con Clara después de la noche de pasión y lujuria que habíamos vivido los tres, pero la misma se disipo en un instante. Cuando abrió la puerta de su apartamento, todas las dudas quedaron de lado. Una tanga blanca de encaje era lo único que cubría su piel bronceada, dejando al descubierto un físico trabajado y escultural. Una sonrisa cómplice, y un beso apasionado fue el comienzo. Tomo mi mano y me condujo directamente al dormitorio. La noche era cálida, y por el amplio ventanal entraba una brisa que agitaba las cortinas color salmón.

Una botella de vino, dos copas, Simply Red sonando y las sabanas de satén negras conformaban el escenario ideal. Clara se tumbó en la cama de espaldas a mí, el pelo aun mojado y las ganas al máximo. Mientras me desvestía le pedí que llenara las copas. Bebimos un poco y lentamente me puse de rodillas encima de ella, atrapándola entre mis piernas. Mis manos acariciaban su pelo, dejando al descubierto su cuello, sus orejas, con las cuales mi boca comenzó a jugar. Mi lengua la recorría, haciéndola estremecer.

Empecé a bajar por su espalda, lamiéndola, dándole pequeños mordiscos, aumentando el placer que le hacía sentir. Llegue a sus caderas sin dejar de besarla, lo que hizo que las levantara y que abriera un poco más sus piernas. Con mi boca retire la tanga blanca, que ya estaba mojada, dejando que su sexo rosado y caliente quedara a mi disposición. Me sumergí en ese rincón de placer, sintiendo el sabor exquisito que me regalaba. Mi lengua iba desde su clítoris hasta su lugar más escondido, provocándole estremecimientos cada vez más frecuentes, mientras sus gemidos me excitaban un poco más, si ello fuera posible. La puse de frente a mí, y tomando una copa, empecé a regarla con el vino, desde el cuello, siguiendo por sus senos. Una pequeña línea de vino comenzó a bajar por su estómago, llegando al ombligo y siguiendo hasta su vagina, mientras mi lengua seguía el camino que se iba formando. La mezcla de sabores entre el vino y su sexo era increíble, mi cara estaba empapada de su humedad, y provocada por mi lengua, la lleve al orgasmo, entre gemidos y gritos. Subí hasta su boca, para que ella también sintiera algo de su sabor.

Entonces ella tomo la iniciativa, y repitiendo el ritual del vino comenzó a hacerlo con mi cuerpo. El vino empezó a bajar seguido por la boca ansiosa de mi amiga, hasta llegar a mi miembro erecto y duro. Las caricias calientes de su lengua se mezclaban con el frio del vino, mientras sus manos acompasaban el movimiento. El placer era increíble, más cuando, casi sin darme cuenta, subió sobre mí, dándome la espalda, y agarrando mi sexo lo introdujo en su conchita caliente y mojada. Comenzó a moverse, primero muy lentamente, saliendo y entrando, lo que me hacía sentir toda su humedad, perfectamente lubricada. Ella dominaba el ritmo, acelerando y parando cuando quería. Yo acariciaba sus caderas, y mis dedos jugaban con su culo, rodeándolo, metiendo uno y hasta dos en el mientras ella me seguía cogiendo. No le resulto suficiente y me pidió que penetrara con mi verga ese rincón ya dilatado y caliente. Sentí toda la presión que ejercía sobre mi miembro, y ella comenzó a moverse más y más rápido, gritando, jadeando como una perra. Las embestidas eran cada vez más fuertes y mi verga estaba por explotar. La sentí temblar y supe que el clímax no podía demorar, sus uñas se clavaban en mis piernas, entonces dejé que mi semen llenara todo su culo, mientras sentía la humedad de su orgasmo.

Luego de unos instantes de tranquilidad, se dio vuelta y recostándose sobre mí, rozando nuestros sexos, busco mi boca y nos fundimos en un beso profundo y prolongado. Las experiencias con mi amiga iban subiendo en intensidad, ¿que vendría después…?

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