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Nadia, mi encule persa 1

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Conocí a Nadia, cuando ambos estudiamos desde el séptimo al noveno grado en una escuela cristiana donde mi querida madre fue consejera.  Siempre fue de esas niñas que parecen muñequitas, muy bonita y bastante recatada desde aquella edad.  Creo que desde entonces nos gustábamos, pero teníamos un pequeño problema, no nos comunicábamos bien, pues ella al igual que yo comenzábamos a adaptarnos a esta nueva cultura y sociedad de los Estados Unidos. Ella venia de Irán, y yo de uno de esos países centro americanos que siempre están en caos.

Para la segundaria, convencí a mi madre a ir a estudiar a una escuela pública, pues lo mío para aquella época era el deporte del fútbol y en la escuela cristiana no tenían programas de deporte, además del tenis y basquetbol. Y bueno, gracias a eso y a que realmente no fui tan malo en el estudio me gané una beca y después de tres años en la preparatoria, por primera vez me alejo del seno familiar y me voy a la universidad en los alrededores de San Francisco California.

Por pura coincidencia y después de 3 años sin ver a Nadia, aquel día se aparecen junto a su amiga de escuela de nombre Kashira en una de esas clases obligatorias de la universidad que sirven para guiar a los recién egresados.  Me llamaron la atención, pues Kashira siempre vistió de ropa colorida y Nadia que ya a la edad de 18 años se había convertido en una bella y sensual mujer y que realmente llamaba la atención.  Su rostro angelical siempre me gustó: ojos oscuros y redondos, adornados de unas cejas depiladas, pero siempre espesas, nariz pequeña y puntiaguda, boca de labios gruesos y sonrisa perlada, siempre con poco maquillaje; no lo necesitaba: Nadia siempre fue una chica naturalmente bella.

No sé si sus pechos llegaban a esa medida de los 90, pues mi calculo era que debería usar una de esas tallas C de alto número, su cintura si rondaba los 60, pero creo que sus caderas pasaban algunos centímetros los noventas, y era una vista espectacular, especialmente cuando usaba sus pantalones estilo capri de tela delgada, donde se marcaban las costuras de los relieves de su prenda interior.

Por nuestra pasada amistad y para envidia de los otros muchachos, yo tuve la suerte de estar muy cerca de ambas, aunque realmente más cerca de Nadia, y Kashira lo sabía, pues creo que ella intuía que, desde ese comienzo de nuestra mocedad en la escuela cristiana, Nadia y yo nos gustábamos. Creo que ellas también habían notado mi cambio, pero en aquel primer encuentro después de 3 años sin vernos, les llamaba la atención mi cabello largo que cubría buena parte de mi espalda y al metro ochenta que había llegado a crecer.

Obviamente desde aquel momento me lance a la conquista, y para no extender mi relato, debo decir que después de tres meses conviviendo en la universidad llegó el momento de declarárselo. Me dio una sonrisa y tan solo exclamó: Te acepto con la condición que te cortes el cabello.  Sin pensarlo, salí de prisa de su dormitorio, Nadia de alguna manera intentó pararme y me he ido en busca de unas tijeras y he regresado para que sea Nadia quien me lo corte.  Ella me dice que no es necesario, que no lo tengo que hacer y que me acepta como su novio.  Nos abrazamos, nos besamos, Kashira ha sido la testigo de nuestro primer beso, y se ha ido del dormitorio, pues lógicamente intuye que Nadia y yo nos queremos comer a besos.

Como dije al principio, Nadia desde pequeña parece ser muy recatada, ahora que la conozco mejor, sé que sus padres son muy estrictos, que ellos, aunque yo también me identificaba como cristiano en esa época, no creía que iban a aprobar nuestra relación, pues a pesar de que su padre había sido educado en países occidentales, siempre llevaba consigo algunas costumbres milenarias que no podría cambiar.

Por lo que me dice Nadia y confirma Kashira, yo soy su primer novio y yo le he dicho que ella es mi primera novia, y no le he mentido.  Aunque me desvirgué con una chica de nombre Ana, a la edad de 15 años y he tenido relaciones sexuales con 4 más, ninguna de ellas fue mi novia y lo que sucedió fue simplemente una experiencia de las circunstancias.  Al pasar los meses y con un poco más de confianza me ha preguntado si he tenido relaciones sexuales, a lo que contesto honestamente con un sí.  Pensé que se enojaría, pero creo que lo acepta como parte de mi pasado y por esa condición natural machista en nuestra sociedad.

Por meses he vivido de solo besos apasionados con Nadia, apenas he sentido la confianza de llevar mis manos a sus preciosos glúteos a través de ponerlos enchufados a sus bolsillos traseros de su pantalón. Yo sé que ella lo sabe, que quiero más, y yo sé que ella quiere más, pero no se atreve, los consejos de sus padres son fuertes y yo lo acepto, estoy dispuesto a terminar la universidad, buscar trabajo y casarme con ella.  La amo y estoy dispuesto a esperar.

Creo que ella también me ama, y quizá por su intuición equivocada, que piensa que algún día me cansare de solo compartir besos, ella me da más espacios y me los ha hecho saber, puedo tocar su cuerpo por sobre sus ropas y eso me da la libertad de acariciar libremente sus nalgas, de besar su cuello y he bajado a lamer su piel hasta donde el más abierto escote me ha permitido.  Los dos hemos aumentado a un caudal la pasión, pues he llegado a su entre pierna y sus jugos vaginales han atravesado la tela de su calzón y de sus lindos pantalones capri.  Veo esa exquisita mancha de miel entre sus piernas y sé que ella puede observar como mis pantalones están mojados.

Yo soy paciente y obtengo solo aquello que Nadia me quiere entregar. El día que llegamos a segunda base, que para mí es directamente ya sea con mis manos o con mi boca acariciar sus pechos, fue el día que estábamos en la alberca.  Algunas luces no funcionaban y el que cuida del lugar no nos divisó al llegar las 10 de la noche, que es cuando cierran el acceso al lugar, pues estábamos en la parte más oscura de la piscina.  Los pocos que estaban ahí, han salido y nos hemos quedado solos.  El vigilante apaga todas las luces, echa llave a las puertas y se retira.  Por experiencia propia, sé que desde adentro se puede abrir hacia afuera, pero nadie puede entrar.  Esperamos a que todo quede en silencio y comenzamos con nuestros apasionados besos.  Nadia está en su precioso traje de baño de dos piezas, yo estoy en pantalones cortos tipo bóxer.  Estamos a un nivel de 5 pies de profundidad, donde se me hace fácil cargarla tomándola de sus preciosas nalgas y comenzamos con aquellos apasionados besos donde se enredan nuestras lenguas, paso lamiendo y dándole besos alrededor de su cuello.  Ella ha abierto sus piernas dejando que mi pene, choque contra su sexo.  Es lo más cerca que he estado de su deseada conchita, que realmente ha sido una gran prueba de abstención.  Yo he seguido por su cuello donde puedo sentir como su piel se eriza y ya que está en traje de baño, me da más espacio de acariciar lugares que no he saboreado antes y que me pone más cerca de sus pezones.  Puedo sentir la vulva de Nadia y a pesar que el agua es fría, el calor de su vagina le provoca algunos espasmos a mi glande. 

Pasamos en aquel juego de caricias muy apasionadas por algunos minutos y sin usar mis manos he logrado que con mi quijada su sostén de traje de baño se estire lo suficiente y puedo sentir como mi lengua pasa por esa zona oscura y de piel más carrasposa, que me imagino de su areola.  ¡Si estoy cerca! la punta de mi lengua ha encontrado el pezón de Nadia.

Ella no ha dicho nada y solamente noto que su respiración es más efusiva y acelerada.  Con un movimiento ágil, que no se si Nadia lo notó, y si no se dio cuenta porque el grado de su excitación permitió a que lo ignorara, había sacado mi pene y ahora solamente el traje de baño de Nadia me bloqueaba para penetrarla.  Ella seguía con sus piernas amarradas a mi cintura mientras yo ya libremente mamaba a mi gusto aquel rico pezón de sus adorables pechos.  Mi querida y amada Nadia solamente gemía y aquella expresión de pasión y de placer dibujada en su rostro, solamente elevaba mi excitación.  Comencé de alguna manera a mover mi cintura con ese ritmo como si intentara penetrarla, y aquella presión que masajeaba su clítoris ya había formado un hueco por sobre la tela de su bikini y llegó el momento que Nadia de alguna forma salía de su condición de inhibición y comenzó a corresponder al grácil choque de nuestros sexos, que minutos después explotó en un monumental orgasmo: su primer orgasmo.

Su rostro cambio de aquella sutil mirada de la satisfacción y el relajamiento a una que parecía que se llenaba de incertidumbre, confusión. Callada y sin decir una palabra, se ha retirado sin un beso y de alguna manera su mirada es de enojo.

Por los siguientes días he intentado llamarla y no contesta, he llegado a tocar su puerta y no abre, encuentro a Kashira y es la que me aconseja que no la busque, pues su amiga es su confidente y de alguna manera me conforma el hecho que me dice que será Nadia quien me va a llamar.  Espero pacientemente por cinco días que se me hicieron eternos, y un día viernes por la tarde es ella la que toca mi puerta.

Si te ha gustado esta parte de mi relato o no te ha gustado, házmelo saber para seguir escribiendo el resto o simplemente dejar de escribir.

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