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Las crónicas de Elena Cap. 1

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Despertarse esa mañana le resultó extraño, había pasado seis meses temiendo por su vida cada vez que se iba a dormir y rezaba para mantenerse con vida para poder volver a ver a su familia cada vez que se despertaba. Aunque sus captores terminaron acostumbrándose a su presencia y le permitieron caminar libremente por el campamento hasta el último día de su convivencia.

Los recuerdos volvían a su cabeza, no todo en el exterior de las ciudades fortaleza era lo que parecía, o por lo menos no todo era lo que había escuchado desde pequeña sobre los terribles moradores de fuera de las murallas, seres humanos a los que el hambre había vuelto locos y se habían convertido en terribles caníbales, aunque por su experiencia estos seis meses, no todos los moradores de fuera de las murallas lo eran.

La habitación donde había pasado toda su vida se le hacía extraña, su cama, el olor a lavanda de sus sabanas, su suavidad, el calor que emanaba la chimenea. Todo precia algo de un tiempo muy lejano. Pensó sonriendo en lo mucho que añoraba estas cosas tan mundanas cuando se moría de frio en aquella tienda pestilente y roñosa. Ahora simplemente le parecían bienes innecesarios para sobrevivir.

Sus pensamientos la llevaban una y otra vez a aquellos meses de cautividad hasta que el sonido de alguien llamado a su puerta la devolvió a la realidad

-  Señorita  Elena es hora de despertar su padre solicita su presencia y la de sus hermanos en la sala del consejo, desean detallar más sobre su convivencia con los… bueno salvajes…

La joven Anna había perdido sus rasgos de niña y se había convertido en toda una mujer en el tiempo que Elena estuvo cautiva.

Había estado la noche anterior en la sala  del consejo mientras el galeno la revisaba y su padre y sus hermanos la interrogaban intentando saber que había pasado con ella  todo el tiempo que estuvo desaparecida, pero ella estaba en shock y tantas preguntas la abrumaban, hasta que uno de sus  hermanos dijo algo que la hizo saltar, agarrar una de las espadas de la mesa y ponérsela en el cuello.

-  Ahora nuestra querida hermana es un ser muerto por dentro, es como un juguete roto, seguro que esos salvajes hicieron de todo con ella, propongo darles caza y acabar con toda su maldita estirpe.

Las palabras de Eric, el hermano mayor de Adriana retumbaron en su cabeza, los salvajes le hicieron daño… ¡No! eso no fue lo que paso… no los pueden perseguir,¡ no los pueden destruir, no lo permitiré!.

- ¡No vas a cazar a ningún foráneo!. No son salvajes y no permitiré que les hagas daño

La  espada llego a rozar la  piel del cuello del joven por donde un pequeño hilo de sangre broto antes de que un grupo de hombres cogiese a su hermana y la desarmase.

El padre de Elena agarro su cara entre sus manos mientras ella luchaba por soltarse de sus captores

- ¿Querida hija pero que te pasa?.  Cálmate por favor has vuelto a casa, estas entre los tuyos, estas a salvo.

Las palabras de su padre volvieron a la joven en sí, miró fijamente a los oscuros y profundos ojos de su querido padre, una de las personas por la que había decidido sobrevivir estos meses para volver a verlo y abrazarlo.

Las lágrimas comenzaron a brotar por sus mejillas, los hombres la fueron soltando poco apoco, ella agarro las manos de su querido padre y después lo abrazo lo más fuerte que pudo como si nunca pudiese volver a hacerlo, él le respondió con el mismo gesto y seco un par de lágrimas en el hombro de su hija, para que sus hombres no se diesen de cuenta de que el gran comandante había llorado.

-  ¿Señorita, la ayudo a cambiarse?

La chica trajo a Elena de nuevo a su habitación.

-  No Anna gracias, he pasado seis meses haciéndolo sola

-  Pero señorita, es mi deber como su asistente atenderla y ayudarla

Elena ignoro las palabras de la joven y comenzó a desvestirse sola, la chica se quedo allí sin saber qué hacer y agacho la mirada sonrojada al ver a su señora desnuda e frente de ella

-  Sigue habiendo agua caliente?

-  Si señora, este último año hemos tenido muchas lluvias gracias a los Dioses

Elena se dio cuenta de que la joven se encontraba un poco incomoda viéndola completamente desnuda, había pasado los últimos meses bañándose desnuda delante de otras mujeres y hombres por seguridad y había olvidado el pudor que sentía la gente de dentro de los muros.

- Si te sientes incomoda puedes irte, como ya te dije puedo hacerlo sola

- Pero señorita…. Es mi trabajo atenderla

- Ok puedes buscar mi armadura

- Pero, la reunión es en la sala del consejo, no tiene que ir uniformada

- Necesito volver a sentirme como antes Anna, busca mi armadura por favor

La joven esbozo una sonrisa

-  Dije algo gracioso?

- Oh no señorita, es que bueno…. Usted nunca me había pedido nada por favor

- Oh en serio? Pues lo siento, antes pensaba que era alguien solo por mi título, te pido mis más sinceras disculpas.

-  No tiene por qué hacerlo señorita, su familia lleva protegiendo esta ciudad desde que se fundó, por supuesto que cualquiera de ustedes es mejor que nosotros que solo sabemos servir.

Elena se acercó a la joven y cogió una de sus manos y la miro intensamente

- por favor Anna no pienses eso, nadie es mejor que nadie y tu vida no vale menos que la mía ni que la de nadie, ni siquiera mas que la de los foráneos, así que a partir de ahora te pediré las cosas por favor y tu decidirás si vas o no a hacerlas.

Elena se fijó en que la joven estaba as sonrojada que antes y es que ahora había puesto inconscientemente la mano de la joven sobre su pecho desnudo. Soltó su mano rápidamente

-  Oh lo siento mucho, últimamente no controlo mucho mis actos

-  Descuide señorita – dijo la joven con sus mejillas aun ardiendo- voy a buscar su armadura

La joven salió de la habitación mientras Elena entraba en la ducha, el agua caliente bajaba por su piel desnuda calmando aquellas zonas que aún le dolían por los golpes que se llevó durante su huida. Se quedó un buen rato debajo del agua intentando no pensar en nada hasta que oyó a Anna entrar de nuevo en su habitación.

Salió de la ducha, esta vez con una toalla para no volver a incomodar a la joven.

Allí estaba en frente de ella, su lustrosa y brillante armadura con el escudo de su familia en el pecho, un oso pardo en posición de ataque  rompiendo unas lanzas. Su padre se inspiró en esa imagen para el escudo familiar durante una cacería con sus hermanos, intentaron cazar a este oso pero este se defendió ferozmente hasta que logró escapar, el hombre había quedado tan impresionado con la fiereza del animal que decidió indultarlo  y lo tomo como ejemplo de cómo debía de ser su estirpe, fieros y nobles en la batalla y luchar hasta el último momento.

Elena comenzó a vestirse, a regañadientes dejo que Anna la ayudase a ponerse la armadura, algo que no era muy difícil, ya que ella había pedido expresamente que fuese ligera y practica en la batalla, no quería un montón pesado y poco útil de acero como sus hermanos.

- Vaya, vuelve a ser usted señorita- dijo la joven con una tierna sonrisa-

- Si.. creo que si

Elena se miró al espejo, por fin después de tanto tiempo podía reconocer a la persona que había sido tiempo atrás, ahora un poco más delgada pero esa persona.

- Bueno, creo que es hora de irme, no quiero hacer esperar a mi padre y a mis hermanos

- Si señorita, ya deben de estar todos allí, ¿quiere que la acompañe?

- No, descuida Anna, iré sola.

Helena salió de su habitación y se dirigió a uno de los pasillos que la llevaban a las enormes salas del edificio, pero tomo la dirección contraria escabulléndose por uno de los pasillos del servicio, el cual daba a la calle, recorrió los bulliciosos callejones con olor a comida podrida y alcohol barato, la ciudad seguía siendo como ella la recordaba, viva y desordenada, con gente en todas las direcciones donde mirase, unos ofreciendo productos y otros observando la mercancía, pero ella no quería pararse en  esos puestos ambulantes, sabía perfectamente a donde quería ir, siguió caminando entre la gente que al ver el escudo de su pecho se apartaba mirando al suelo, algunos hasta hacían un gesto de reverencia que ella devolvía moviendo la cabeza.

En su camino hacia su destino sintió una presencia que la seguía, así que decidió apartarse del bullicio de los callejones principales y su trampa funciono, el extraño también siguió por ese camino, ella saco una daga que llevaba en su cinturón y se detuvo, el desconocido le agarro el hombro y ella en un ágil movimiento lo redujo y le puso la daga en su cuello.

- Eso es manera de saludar a tu hermanito

Una sonrisa burlona apareció en la cara del muchacho, sus facciones no habían cambiado durante estos meses, si lo había hecho la cantidad de pelo de su prominente barba.

- ¡Lucas, loco de mierda, como se te ocurre!,¡ podría haberte matado!

El joven se incorporó un poco aun sonriendo burlón

- No puedo gastarle una broma a mi hermana que llevo seis meses sin ver?

-  Podías haberme dicho que eras tu

-  Así no tiene gracia

El joven alzo el brazo para que su hermana lo ayudase a levantarse.

- Bueno, veo que no vamos a ir a la celebración por tu regreso, bueno a donde ibas nos lo pasaremos mejor.

- Vas a faltar tú también?

- Yo quiero pasármelo bien con mi hermana, además alguien tiene que vigilar por si se te vuelve a ir la olla

- Ja.. que gracioso, ¿sabes… si Eric está bien?

- No te preocupes, solo será otra cicatriz por la que invente una historia para impresionar mujeres

- No puedo evitar sentirme mal, pero sus palabras  no fueron las mejores

- Algún día me contaras lo que te paso estos meses?

- Cuando esté preparada lo hare

- Bueno dejemos este sentimentalismo fraternal y vamos a celebrar tu regreso

- Jajaja está bien

Los dos jóvenes tomaron dirección hacia su lugar favorito de la ciudad a lo lejos Elena vio ese cartel del lugar tan familiar donde había pasado tantas tardes y madrugas bebiendo la mejor cerveza de la ciudad con sus hermanos y bueno, gente de todo tipo. En el  lugar se reunían todas las clases sociales, de los más ricos a los más pobres, cualquiera era invitado mientras tuviese dinero para pagar.

LOS TRES ZORROS

Al entrar un olor familiar a cerveza y comida la invadió, Elena recordó que no había comido nada desde hacía un par de días, su estómago comenzó a rugir desesperado.

- Vaya parece que vamos a comer antes- dijo Lucas al oír el sonoro estomago de su hermana- busquemos una mesa

Los presentes se levantaron al ver a los dos hermanos buscar una buena mesa y comenzaron a ofrecerles las suyas.

- Oh no es necesario-  dijo Elena  avergonzada- podemos sentarnos en cualquier mesa

- Para los osos lo mejor- dijo una voz femenina desde el fondo de la barra- y para la cachorra retornada aún mucho mas

Unos bellos y profundos ojos verdes miraban fijamente a Elena, la cual devolvió la mirada, una joven salió de detrás de la barra, sus larga  y rojiza cabellera  y su pálida tez brillaban con la tenue luz de las velas, la joven se acercó a los hermanos que la miraban hipnotizaos por su belleza.

- Permítanme insistir generales, no todos los días se tienen tan buenas noticias como el regreso de una gran guerrera

Los jóvenes se miraron y aceptaron con la cabeza, era muy difícil decirle que no a aquella mujer.

- Pasen por aquí, hoy tenemos una muy buena barbacoa y os traeré la mejor cosecha de cerveza de este año

Los dos hermanos siguieron a la bella mujer hasta una sala reservada donde había unas cuantas mesas vacías. La sala estaba decorada con dibujos poco logrados en las paredes de piedra de los escudos de las principales familias de la ciudad, en una de las esquinas había dos enormes barriles de los que se sacaba la deliciosa cerveza del local.

Elena y Lucas se sentaron en una de las mesas donde la hermosa mesonera puso dos copas y sirvió el delicioso líquido sin quitar su penetrante mirada de Elena, la cual se sentía un poco intimidada por la intensidad con que lo hacía pero aun así le mantenía la mirada también, a lo que su hermano las miraba divertido.

- Mmm… a mí no me dedicas esas miradas bella Lu- dijo Lucas fingiendo unos pucheros-

Lucrecia lo miro con cariño y le acaricio la cara suavemente ante la atenta mirada de Elena

- Tú no has estado desaparecido durante meses mi ávido guerrero, quiero inspeccionar cada rasgo de tu bella hermana para saber si algo ha cambiado en ella- dijo mientras rozaba los labios del muchacho con los suyos- ahora mis distinguidos clientes les traeré algo de comer y más cerveza.

- Gracias Lucrecia he extrañado mucho tu comida estos meses

- Descuida gran  guerrera hoy volverás a la normalidad ya lo veras

Volver a la normalidad pensó Elena sonriente sonaba muy bien, pero ella sabía que eso nunca volvería a pasar, había cambiado, aunque aún no sabía cuánto.

La tarde paso entre viandas y cervezas, los dos jóvenes rieron recordaron viejos momentos que pasaban juntos, mientras la bella Lucrecia volvía una y otra vez con más cerveza y comida. Elena no solía comer mucho normalmente pero esa tarde estaba famélica y la comida de la taberna eran manjares comparados con las raíces, bayas y alimañas de caza con las que se había alimentado los últimos meses.

Los jóvenes comieron y bebieron hasta hartarse, Lucas que ya estaba un poco borracho comenzó a coquetear con Lucrecia que vino a recoger los platos de la comida.

- Y cuando probare algo más que el roce de los labios de la mujer más bella de esta ciudad- dijo el joven intentando ponerse de pie- llevo años solo con la miel en los labios.

Elena se levantó al ver que su hermano tenía poco equilibrio, había olvidado el poco aguante que tenía al beber y lo rápido que perdía el control sobre lo que decía.

- Querido hermano esta no es manera de cortejar a una dama y menos a una como Lucrecia.

- Pero es que no me da ninguna oportunidad y yo…

- Vamos te llevare a una de las habitaciones de la posada para que descanses un poco- lo interrumpió Elena   antes de que dijese algo de lo que pudiese arrepentirse más tarde-

- Los acompañare, hay una habitación preparada junto a la de los empleados, puede quedarse allí a dormir

Elena paso uno de los brazos de su hermano por el hombro y lo ayudo a llegar hasta la habitación donde lo metió en cama y lo dejo allí profundamente dormido cerrando la puerta detrás de él. Lucrecia la espero en el pasillo y Elena la miro avergonzada.

- Siento el comportamiento de Lucas, no está acostumbrado a beber y bueno suele olvidar su cordura cuando bebe de más.

- Vaya he estado buscando toda la tarde algo en lo que hayas cambiado en estos meses y veo que ya he encontrado algo

- Ah, sí. ¿Qué has encontrado ?- pregunto Elena intrigada-

- Te has vuelto más agradecida y gentil- dijo Lucrecia con una cálida sonrisa y un brillo en sus ojos-

- ¿y es que acaso antes no lo era contigo?

- No jajaja, eras todo lo contrario, arrogante y altiva, nunca antes me habías dado las gracias o pedido permiso para sentarte en una mesa simplemente escogías la que querías y a quien querías- dijo la joven agachando la mirada un poco melancólica-.

Elena recordó la última vez que estuvo en ese lugar, fue con sus hermanos y estaban celebrando que habían vuelto a humillar a las otras familias en el torneo por los festejos de las cosechas, todos habían bebido mucho y ella había decidido tontear con unas jóvenes que se encontraban allí delante de todos y de Lucrecia que termino abandonando la sala al final.

- Era tan idiota por aquel entonces?

- Si y mucho más, pero ahora quiero seguir comprobando en que más has cambiado

- ¿y cómo harías eso?

- Mmm tengo mis métodos

Lucrecia cogió la mano de Elena y la llevo hacia su habitación. Al entrar cerró la puerta y se puso delante de ella mirándola fijamente con una sensual sonrisa.

- No sé  porque tienes que llevar esa horrible armadura, pierdo mucho tiempo en quitártela, tiempo que podríamos gastar en otras cosas- dijo la joven mientras luchaba con los cordones de las juntas- podría estar acariciándote en este momento.

- Pues no quiero hacerte esperar- dijo Elena mientras sacaba su daga y cortaba los cordones de cuero que ataban su armadura- yo tampoco quiero esperar

Las piezas de su armadura cayeron una a una mientras ella cortaba el resto de los cordones

- Pero Elena que haces, es algo muy valioso para ti- dijo Lucrecia muy sorprendida mientras la joven terminaba de despojarse de las últimas piezas de su armadura-

- Solo es metal y cuero no tiene más valor que el que yo le dé y en este momento, en esta habitación lo único valioso eres tú

Los ojos de Lucrecia se iluminaron, nunca pensó en oír esas palabras de la boca de la arrogante Elena, la cual solo había estado con ella cuando quería desahogar sus deseos pero solo era cariñosa hasta que terminaba y se iba dejándola siempre con su corazón vacío, pero siempre volvía a caer en sus tretas y su hipnotizantes ojos oscuros que la arrastraban de nuevo a ese estado, pero que podía hacer, la amaba.

Elena tomo el rostro de la joven en sus manos y la beso dulcemente, sacándola de sus pensamientos, sus cálidos labios rozaban suavemente  los de Lucrecia, las manos de Elena recorrieron despacio las curvas de la joven quien comenzó a quitar la camisa que en ese momento le estorbaba para poder sentir la piel de su amada, al quitarla logro ver unos negros moratones en los brazos, las costillas y la espalda de Elena, los acaricio suavemente

- Te duelen?-pregunto tiernamente, pensando en lo mal que lo tuvo que pasar su amada durante su cautiverio-

- Solo un poco

Lucrecia volvió a los labios de Elena y la guio hacia  su cama donde la recostó y comenzó a besar suavemente sus moratones delanteros bajando hasta el borde de su ombligo y comenzó a desabotonarle el pantalón, pero Elena no quería que la cosa fuese tan rápido como las otras veces que estuvo con ella, quería retrasarlo y disfrutar de más tiempo con su cálida acompañante, así que atrajo de nuevo a Lucrecia hasta sus labios que de nuevo sorprendida por la nueva demostración de Elena dejo escapar otra lagrima, la cual fue secada con cariño por su amante.

Elena comenzó a bajar la cremallera del vestido de Lucrecia la cual se excito al sentir las caricias en su espalda y comenzó a besarla apasionadamente, mientras Elena terminaba de despojarla de su ropa, la joven se incorporó ávida de  sentir y probar la piel de su amante, agarro su trasero y la sentó encima suyo, comenzó a bezar su cuello y a acariciar sus pechos hasta que sintió la dureza de sus pezones, tomo uno en su boca y comenzó a jugar con su lengua. Lucrecia totalmente excitada, sintió como aumentaba la humedad en su entrepierna, comenzó a mover su cadera a medida que su excitación crecía, Elena respondió  a este movimiento tocando suavemente su vagina con sus dedos, un gemido de placer se escapó de la boca de Lucrecia lo cual aumento la excitación de Elena, agarro de nuevo a Lucrecia por su trasero , la cambio de posición en un movimiento ágil y se puso encima de ella besándole el cuello mientras introducía sus dedos en su húmeda amada y movía su mano al ritmo en el que Lucrecia movía su cadera, la joven pelirroja completamente extasiada comenzó a desabotonarle y bajarle los pantalones a su amante lo que pudo ya que en ese momento su cuerpo y mente estaban centrados en el placer que estaba sintiendo y no le respondían muy bien. Elena aumento la velocidad de su movimiento mientras besaba sus pechos, Lucrecia comenzó a jadear muy excitada, tomo la cara de Elena entre sus manos y la beso desesperadamente hasta que estallo en un placentero orgasmo que la hizo encorvar su espalda y apretar fuertemente a su amada contra ella.

Las jóvenes estuvieron besándose y acariciándose dulcemente durante un rato,  Lucrecia quería hacerle sentir a Elena todo el placer que ella había sentido, comenzó a besarle el cuello y a acariciarle sus pechos, se dio dé cuenta de que aun tenia los pantalones, sonrió pícaramente y comenzó a besarle y lamerle el abdomen mientras iba terminando de quitarle los pantalones a su excitada amante,  llego a más abajo del ombligo y estuvo jugando un rato con los huesos de la cadera hasta que llego al monte de venus. Elena intento detenerla de nuevo pero esta la miro apasionada.

- Te deseo, por favor déjame demostrártelo

La joven no pudo resistirse a esa petición y mucho menos cuando la lengua de Lucrecia comenzó a hacer estragos con su razón.

La tarde paso y la noche llego, después del sexo las dos jóvenes estaban acostadas mirándose la una a la otra sin decir nada solo acariciándose suavemente, Elena se apoyó en el pecho de su amante  y le pidió que la abrazara, Lucrecia tenía el miedo que Elena se levantaría en cualquier momento, se vestiría y se marcharía sin decir nada como las otras veces, pero lo que Elena le pregunto no se lo esperaba.

- ¿Puedo pasar la noche contigo?

- Eh ¿en serio?

- Si, si no te molesto claro, igual quieres que me vaya

- ¡No por favor! Quédate conmigo esta noche

- Es lo que más deseo

Las dos amantes siguieron disfrutando de ese momento hasta que el sueño las venció y las encontró abrazándose como si fuese la última vez que lo hicieran. 

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