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Anécdotas sexuales (Parte 5)

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Desde que tengo memoria, siempre me he cortado el pelo con la misma persona. Mi madre comenzó llevándome cuando tenía cinco años. Su nombre es Claudia, en ese tiempo por allá de 1994 tendría unos 22 o 21 años. En ese tiempo una chica delgada de tetas medianas y un culito parado y su característico cabello rojizo.

Fui creciendo y ella iba a nuestra casa a cortarnos el cabello, nunca hubo necesidad de buscar otra opción.

Ella se casó en el 2001 con un tipo adinerado, tenía minas y le iba muy buen, ella abrió su propio salón y le iba bien, pronto tuvo unos gemelos y se retiró un tiempo de su salón. Siempre mi relación con ella fue de lo mejor, nos teníamos mucha confianza, ella me contaba cosas de su familia y conforme crecía ella me contaba incluso cosas de su vida sexual, sin mucho detalle, pero no lo suficiente como para darme material para imaginar como se montaba en su esposo y como ordeñaba y dejaba sexo a su esposo, deseando yo ser el montado.

En el 2012 su esposo por su trabajo se ausentaba hasta dos meses y regresaba y estaba dos semanas y después era estar fuera por tiempo indefinido otra vez. Obviamente su situación económica mejoro, pero pues Claudia se sentía descuidada en lo sexual, a veces pasaban meses sin sexo y ella era una mujer que necesitaba sentirse deseada y complacida sexualmente. En el 2015, acudí a su salón a cortarme el cabello, yo iba muy caliente, todo el día había estado viendo fotos candentes y leyendo relatos y me había calentado increíblemente. Llegue ese día temprano en la mañana, ella lucía un blusón negro y largo que llegaba por debajo de su cintura, unos mallones negros y unas botas largas, su cabello largo y su tono rojizo de toda la vida y su blusón tenía un ligero escote.

Yo vestía un pantalón de vestir y una camisa a cuadros. Llegue, la salude con un beso en la mejilla y mientras daba un beso di un vistazo a su escote, sus pechos aun firmes y su aroma me intoxicaron y mi pene que ya venía duro, se puso aún más firme. Me senté y pregunte por su esposo (sabía que preguntar por él era como abrir la llave del grifo sexual y comenzaría a contarme cosas relacionadas al sexo con su marido, material que yo utilizaría después para masturbarme) que ya tenía 3 semanas fuera.

Me comenzó a lavar el cabello, yo no dejaba de ver su escote, ya no disimulaba, mi mirada solo se centraba en sus pechos. Se dio cuenta y se rio "qué tanto ves mi niño?", me sorprendió no haberme dado cuenta que estaba hipnotizado, ella se me acercó y me dijo pues ya estás bien grande, diciéndolo hablando sobre mi edad y volteando a ver mi bulto en mi pantalón.

Se rio y me preguntó ¿tienes novia? Le dije que no, coquetamente me preguntó "¿y luego que haces cuando se te pone así?" Pues me mato a pajas le contesté, "ay mi niño, tu dime cuando andes necesitado y yo te ayudo como pueda, tantos años y no me puedes pedir un favor" solté una pequeña risa nerviosa "no sabía que se podían pedir esos favores" ella puso sus dos manos en mis hombros y se arrodillo frente a mí y en una voz sensual suspiro "esos son los favores que se deben de pedir, vamos a arreglar esto, mira como andas, ni puedes pensar bien ¿verdad?" Se levantó, camino a entrada, cerró la puerta y bajo una pequeña cortina que usaba para bloquear el sol, hizo lo mismo con unas ventanas que dejaban ver al interior de la tienda.

Se hincó y viéndome a los ojos bajo metió su mano dentro de mi pantalón, toco mi grueso pene y dijo "mi niño! Si me hubieras dicho que tenías esto entre las piernas, no habría sufrido tanto tiempo sin una verga" me bajo el pantalón, tomó una liga para el cabello y se hizo una cola de caballo y lo introdujo en su boca.

Que sensación! Sabía lo que hacía, años de experiencia se concentraban en darme un placer increíble. Con su lengua recorría de arriba a abajo mi falo y terminaba en mi glande haciendo pequeños círculos y luego chupaba la punta con tal delicadeza que me daban escalofríos y temblaba de lo bien que se sentía.

Estuvo unos minutos así, yo ya sentía cerca el orgasmo "baja todo lo que puedas" le dije con mi voz agitada, el placer me tenía loco. Se lo introdujo hasta donde pudo y me descargue en su garganta. Ella no dejaba de jugar con su lengua, el grosor de mi pene claramente le dificultaba meterlo todo, pero lo intentó. "Mi niño, me hubieras avisado, casi me ahogo con tanta leche" me dijo mientras con su lengua limpiaba los rastros de semen en mi pene. "¿todavía hay más lechita aquí?" Y me apretó con su mano mis huevos, "un chingo" le dije y vi su cara iluminarse con una sonrisa.

Tomo mi mano y me tumbo en un sofá. Quito sus botas y sus mallones, y bajo un lindo calzón de encaje negro que llevaba y se introdujo mi miembro en esa mojada vagina. El calor, lo mojada que estaba y su respiración me tenían hipnotizado, en cuanto la tuvo hasta al fondo vi como pasaba su lengua por sus labios y tocaba sus pechos que ya estaban al descubierto. Se inclinó y me beso mientras ella llevaba el ritmo. Tenía una mano en mi pecho, apoyándose, me apretaba de vez en cuando el pecho con su mano, yo no dejaba de verla, no era un ritmo frenético, pero era constante y ella se aseguraba que mi pene tocara cada parte de su interior "que rica verga, mi niño" decía mientras su respiración iba cada vez más rápido, yo ya me había corrido, no le avise, ver el placer que le producía mi miembro era más placentero inclusive que el orgasmo que había tenido con ella montada sobre mí.

Nos besábamos como amantes que no se hubieran visto en meses, ella puso sus manos alrededor de mi cuello y me apretó fuertemente, sentí su vagina tensarse, seguido de espasmos, ella estaba llegando al clímax, con mis manos en su culo apreté y empuje mi pene hasta el fondo. Me apretó aún más fuerte y tuve un segundo orgasmo, ella me daba pequeños besos mientras mi semen inundaba su vagina.

Se puso de pie y un chorro de semen cayó en el sofá. "¿Te gustó mi niño?" Mientras con una toalla húmeda limpiaba mi pene y el sofá. No le contesté y la jale con fuerza hacía mí y la bese, en segundos mi pene ya estaba nuevamente vigoroso y palpitante. La acosté y mientras tocaba con una mano sus pechos con la otra acomode mi miembro en su húmeda cueva y empuje con fuerza. Ella grito de placer, yo estaba de rodillas, su cintura reposaba en el sofá y yo empujaba con todo mi ser, mis manos en su cintura me ayudaban a mantener el ritmo, "mas, más, más!" Gritaba Claudia mientras yo sacaba y volvía a meter mi pene, tratando de prolongar lo más posible ese acto.

Mi pene estaba empapado, los dos sudábamos y nos besábamos, ella tomaba mis nalgas y me empujaba hacía ella, pidiendo más verga. "Destrózame la pepa, mi niño, dame esa vergota" me decía. Saque mi pene, la levante, la puse en cuatro y la introduje en su ano.

Escuche su voz de dolor "ay! No espérate! Salte, salte, está muy gruesa para mi culo!" No me importaba, yo estaba poseído, tenía ese culo frente a mi y era mío. Sus gemidos de dolor pasaron a ser de placer, la veía tomarse fuertemente del sofá, yo bajaba el ritmo y ella volteaba a verme con una cara de "no pares, no pares". "Claudia" grité mientras apretaba sus nalgas y solo deje dentro mi glande mientras veía mi pene palpitar, lanzando chorros de semen dentro de su ano. Saqué mi glande y vi el semen comenzar a chorrear de su ano, se volteó y corrió al baño. Después de unos minutos salió y me limpió mi pene con delicadeza. "Cuando necesites descargarte ven conmigo mi niño" me dijo mientras se vestía. "Ándale, ponte la ropa" me vestí, corto mi cabello mientras hablábamos de lo que había pasado y de lo bien que se había sentido.

Mis visitas fueron más frecuentes durante ese año, me encantó descargarme a placer dentro de su vagina apretada. La forma en que se excitaba y sus increíbles mamadas. Lamentablemente por el trabajo de su esposo, terminó yéndose a vivir a Estados Unidos y a mi solo me quedó el recuerdo de nuestros encuentros.

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