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Balseros (X): Juan el potrillo cerrero

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El hecho de saberme bisexual era algo que mi cerebro toleraba bastante bien. Me sentía bastante a gusto. Así que poco a poco comencé a sentirme más cómodo con mi nueva identidad. Al fin y al cabo no todos los días te ocurre que tu amigo y compañero de apartamento te seduce para que tengas sexo con él.

Era Lunes y estaba solo además todos sabemos que la masturbación es parte de la rutina casi diaria de un hombre soltero y en su máxima expresión de la sexualidad. Una película gay no me vendría mal, pensé y salí caminando sin pensarlo al lugar de rentar videos más cercanos.

Llegué minutos más tarde, jadeando y sudando pues el calor era insoportable. Ahí estaba Juan, un cubano que había llegado hacía poco, también en lancha y tenía 31 años. Al que pedí con toda confianza, un poco de agua para calmar mi sed. Era más pequeño que yo de estatura y tenía musculatura natural, propia de trabajar toda su vida en el campo, era como se dice allá en Cuba un guajiro macho. Sus manos eran bien pequeñas y callosas y siempre andaba con una sonrisa en esos labios carnosos que invitaban a un buen beso…o algo más, tenía un pelo negro como azabache, que siempre andaba revuelto, como niño malcriado que no le gusta peinarse. Escogí minuciosamente que iba a llevar y no pude ocultar el nerviosismo a la revelar mi selección; Nuestras miradas se cruzaron mientras él decía: ¿Tu estas seguro que esta es la película que vas a llevar? a lo que yo sin hablar, asentí con la cabeza. Se fue adentro mientras yo pensaba la excusa adecuada para tapar mi deseo de ver una película gay esa noche; Entonces lo miré por primera vez con interés y pude apreciar que debajo de sus jeans se escondían unas abultadas nalgas, más su cintura era estrecha y su espalda ancha y musculosa.

Cuando lo vi salir, tomé aliento para hablar al mismo tiempo que mis ojos iban directo a donde se suponía que tuviera un buen abultado paquete, pero allí no encontré nada, entonces sentí su voz que sin mirarme a la cara me decía. No te preocupes que yo voy a ser bien discreto, y agregó mirando a mis ojos: Recuerda que yo trabajo lunes, miércoles, y viernes. Yo pensé que lo hacía para demostrarme confianza; hasta que me dijo mientras me entregaba la película: yo cierro aquí a las 11, aquí estoy para lo que te haga falta y me guiñó un ojo. Primero no entendí, porque si el negocio cierra a las 11 ¡que carajo iba yo a hacer después de esa hora ahí! Pero yo, por si acaso no hablé ni una palabra. Su comentario lo que hizo fue ponerme más nervioso de lo que ya estaba; alejándome con un ademan de despedida y dándole las gracias.

Mientras caminaba las escasas cuadras que me separaban de mi apartamento comencé a descifrar lo que me hubiese querido decir Juan con aquello de "Lo que te haga falta" ¿Pensaría que me hacía falta compañía? bueno, si era eso, parece que él, estaba dispuesto a cooperar. A lo mejor a quien le hacía falta algo o alguien era a él ¡Qué barbaridad! me dije, uno nunca sabes quién es quién y después me alegré pensando mmm parece que le gusté. Entonces me decidí a comentarle el asunto a Yovany, porque al final los amigos como nosotros no están solo para sacarse la leche cada vez que se te antoje; Necesitaba saber cuál era su reacción al respecto y me mataba la curiosidad. En fin, que aquí no había nada en concreto. Solo suposiciones y comentarios.

Aquella noche esperé a Yovany, tomando una siesta en el sofá. Me despertó como de costumbre haciéndome cosquillas en los pies, cosa que él sabe que yo no tolero, después del mal momento, entonces le conté que había ido a rentar la susodicha película en el lugar antes mencionado. A lo que solo atinó a decir: ¿Y tú te atreviste a ir a rentar una película gay allí? ¿Qué te dijo Juan? preguntó rápido. Entonces le conté lo que me había sucedido, lo noté medio nervioso, me di cuenta que cambió la conversación y se fue a dormir alegando un fuerte dolor de cabeza.

Luego de la breve conversación que habíamos tenido esa noche, no habíamos tocado más el tema; A lo que yo me dispuse a regresar a entregar la película y de paso averiguar si entre esos dos había pasado algo.

Su nerviosismo y sus pocas palabras aquella noche, no eran normales. Esperé a uno de los días en que Juan trabajaba, y aunque la película estaba un poco tarde y yo sabía de los recargos; Mi curiosidad era más fuerte; Busqué la película por todo el apartamento y no la encontré, entonces decidí partir, pensando en una disculpa y llevando suficiente dinero para pagar la película perdida. Mientras caminaba hacia el lugar, me juré indignado, no rentar más nunca una película gay.

Ahí me recibió Juan con una sonrisa en esos deliciosos labios que parecían dulces como la miel. Se chupó dos dedos, como el que se limpia cuando está comiendo algo pegajoso y me dijo: ¡Vaya, si apareció el hombre! Entre el morbo de chuparse los dedos y la sorpresa del caluroso recibimiento; Me quedé petrificado mientras me seguía hablando. Te debo una disculpa por lo de la otra noche; Tu amigo me aclaró todo cuando vino a devolver la película, yo no quiero que tu pienses que soy un atrevido... vaya, tú sabes. Me hubieras dicho que la película era para él igual yo no juzgo a nadie, nunca lo he juzgado a él con sus preferencias, por qué te juzgaría a ti.

Resumiendo el enredo, él mismo sin yo preguntarle me dijo que Yovany había devuelto la película y además me dejó saber que bistec me había salvado diciéndole que la película era para él. Enrojeció al parecer por haber pensado mal de mí y solo atinó a brindarme dulce del coco que tenía encima del mostrador. No te preocupes que yo no soy rencoroso dije yo mientras pensaba (oh yo también estoy disponible para lo que te haga falta después de las 11 de la noche). Le sonreí y tome el dulce de coco y partí un pedazo para comerlo mientras le pedía que me trajera el último estreno que le había llegado.

-¿Qué se siente en convivir con un tipo como tu amigo, siendo hombre?

El dulce de coco se me trabó de tal forma que ni me bajaba, ni me subía. Este sí que es insistente pensé, y logré tragar del todo.

-Yo soy de mente abierta y mientras él me respete, vamos a ser amigos igual que contigo.

-Aquella noche yo asumí que si habías rentado una película de ese tipo era que, aunque no pareces gay has sentido curiosidad, yo también las he visto por esa razón de hecho son bien buenas ¡A mí me gustan las mujeres! pero no se puede decir nunca "De esta agua no beberé".

Le miré a la cara con ternura, abrí los brazos y le dije: Guajiro, yo no estoy en na' y me acerque a él, para ofrecerle un abrazo. Mientras me abrazaba, me apretó con fuerza y sentí aquel olor inconfundible a macho que provenía de su cuerpo, como una colonia suave acompañado de cierto olor etílico, muy agradable para mí. ¿Te diste algún trago? pregunté con discreción, a lo que él respondía fue solo uno y hace rato. Ahí recordé las palabras de mi amigo cuando me decía el alcohol es el mejor amigo del hombre. Y aproveché para preguntarle: ¿Tú has sentido curiosidad hacia otro hombre alguna vez? Se hizo un suspenso inesperado en la conversación y acto seguido, miró el reloj y me dijo: Espérate que ya debo cerrar las puertas.

Yo me voy, le dije nervioso y arranqué hacia la entrada, no sin antes darle una palmadita de despedida en su fornido hombro. ¡Que metida de pata! pensé, pero mis sospechas aumentaban cada minuto más. El único que me podía aclarar esto era Yovany. ¡Y ese iba a confesar ya!

No tuve que poner la llave en la cerradura cuando llegue a mis aposentos. La puerta estaba entreabierta. Busqué alguna señal que me indicara un robo y gracias a Dios, lo único que encontré fue a Yovany rendido en el sofá, con media cerveza en la mano. Lo sacudí varias veces hasta que reaccionó del todo.

-¿No pudiste ser más delicado? preguntó, mientras bostezaba.

-¡Y que querías! ¿que te besara como a la bella durmiente?¿Ya estas despierto?

-Si, ¿qué quieres?

-Vengo del video donde trabaja Juan.

- Ah, yo le entregué la película hace dos días y se me había olvidado decírtelo.

-Bueno, gracias por sacarme del aprieto, él me contó todo, me dijo también algo que me dejó preocupado, le dije haciéndome el desentendido; Dijo que había sentido curiosidad por ver películas de esas y me dijo también algo que no entiendo o si pero acláramelo tu. Me dijo que nunca se puede decir "De esta agua no beberé" Como si él hubiera probado, o quisiera probar.

Ya él probó conmigo, dijo al fin en tono confidente. No fue nada serio, solo nos masturbamos par de veces; Ese es el que me faltaba por decirte cuando tocamos el tema aquel de con quién yo había estado; no te lo dije porque tenía miedo de que se quisieran enredar. Yo sé que tú le atraes porque me hizo un comentario, yo nunca le he dicho nada de ti ni de lo que hacemos. Es que pensé que si yo te decía algo, a lo mejor tú querrías probar con él. Sentí que debía protegerte porque tú estabas muy confundido en aquella época y él todavía lo está, aquello iba a terminar en desastre y yo perdiéndote.

Yo no quise continuar viéndolo porque te tengo aquí conmigo y el sigue siendo un guajiro bruto, un animalito salvaje y está muy confundido, más que tú al principio. Ese no deja que le toquen el culo, no singa, apenas besa, no mama, solo paja. Es que es muy trágico dijo en tono molesto. Es muy buen muchacho y como amigo es excelente, pero te digo Javier no te metas ahí que vas a salir frustrado.

Bueno, no te puedo negar que tiene tremendas nalgas, agregué yo, pero de ahí a que me guste, ya eso es otra cosa. Dije esa mentira piadosa para que él no sospechara. Mis reales intenciones, eran las de domar al potro cerrero. Lo que más me atraía de Juan era precisamente, su masculinidad, su brutalidad y su aspecto tosco y varonil. Ah y sus carnosos labios, que me hacían la boca agua nada más que de pensar en ellos. Bruto para nosotros no es una persona falta de estudios o conocimientos, sino una persona, cerrada, tozuda o terca. De hecho, yo sabía por referencias que Juan tenía estudios universitarios.

Esperé la oportunidad perfecta en que mi amigo salió una de esas noches al cine con su nueva novia. Me monté esta vez en mi carro y pasé por una licorería a comprar una botella de medicina (Mi favorito Bacardí). No tenía plan, pero ya se me ocurriría algo por el camino. Me dirigí a donde sabía que podía encontrar a mi potrillo y abrí la puerta del establecimiento. Ahí estaba cerrero y salvaje, como siempre con su pelo revuelto y sus labios sensuales. ¡Guajiro! grité, y salto como sorprendido detrás del mostrador. ¿Que hubo Javi? saludo él. ¿A qué te dedicas? pregunté. ¡Estoy tan encabrona’o que ni te oí entrar!

-¿Qué pasa? pregunté.

Es que estoy sacando unas cuentas y no me dan

-A ver, sal de ahí que te voy a dar una mano con eso, mira como estas sudando. Ve y refréscate que te va a dar una cosa.

El desastre que encontré era tal, que no sabía cómo comenzar. Apliqué los conocimientos de matemáticas donde soy bastante bueno, pero el problema estaba casi al principio. Había increíblemente que dar una verdadera búsqueda 25 páginas atrás. Ya no me hace falta plan, pensé. Mira guajiro, el otro día me dijiste que, si me hacía falta algo, estabas disponible después de las 11. Enrojeció de la vergüenza mientras yo continuaba diciendo. Esto es un trabajo de sentarse, con una buena calculadora y echar atrás 25 páginas. Y a quien le hace falta algo hoy es a ti. Yo no tengo que trabajar mañana y si tú me lo permites, te arreglo este rollo que tienes.

¿De verdad? pregunto con alegría. ¿Coño, somos o no somos? pregunté yo.

Bueno, ahora cierro y nos vamos a mi casa el dueño anda de viaje y no se va a dar cuenta sugirió él.

Lo seguí en mi carro, mientras pensaba que la situación no podía ser más perfecta; me hice la señal de la cruz y le di gracias a Dios por su intersección divina. Entre el licor y el favor que de por sí ya me debía, el potrillo era casi mío. El favor, claro que se lo iba a cobrar y para darle un incentivo aceleré mi carro y le mostré la botella de Bacardí por la ventanilla. Todo era cuestión de tiempo, me dije: "El alcohol es el mejor amigo del hombre cuando lo quieres llevar a la cama".

Llegamos a un reducido cuarto que rentaba en el patio de una casa. Saqué mi medicina del carro y entré. Aquello lucia en verdad como él Limpio y oloroso pero todo regado. Había ropa por todo el lugar y la cocina tenía infinidad de cosas amontonadas. Era de esperar de un hombre solo. Rápidamente ofreció mil disculpas, mientras yo autoritariamente lo, mandaba a despejar la mesa; fregó rápido la loza para poder ofrecerme un vaso y así poder compartir mi sorpresa. ¡Un brindis por una nueva a mistad! dijimos casi al unísono y su rostro se iluminó de regocijo. Casualmente tenía la botella en el carro y no tenía con quien compartirla le dije en tono de disculpa. ¡Y puedes ir con confianza a refrescarte a la ducha, que esto pica y se extiende! Se dio dos tragos más y se fue a desvestir, ya con más confianza, justamente a los pocos pasos de mí, que el reducido espacio le permitía. Lo hizo solo hasta el clásico calzoncillo blanco y para suerte mía, totalmente de espaldas. Sus nalgas eran en si hermosas y empinadas bien hacia atrás producto obviamente de montar a caballo, haciendo una preciosa curva que marcaba donde termina la espalda. Tenía también unos muslos musculosos, fuertes y unas pantorrillas envidiables. Sin voltearse se metió en la ducha mientras mi erección comenzaba debajo de mi elastizado pantalón deportivo. Estuvo el suficiente tiempo para que yo acabara con mi búsqueda y comenzara los cálculos finales; Ahí aproveché y me quité la camiseta con toda intención.

Cuando apareció en toalla, quedé mudo y atónito, viendo aquel hermoso pecho totalmente imberbe y un abdomen duro, pero no de gimnasio. Sus pectorales, además, como yo bien había notado, tenían la rudeza propia de trabajo en el campo y no de hierro de gimnasio, Cosa que los hacían diferentes, con una exquisita terminación y mucho más atractivos para mí, que los de un deportista. Sus brazos, también imberbes, lucían hermosas venas y definiciones obtenidas por los años de intenso trabajo con caballos, vacas y demás. ¿Te importa si me quedo así? pregunto él; A lo que yo respondí en doble sentido: No, si por el contrario soy yo el que está al encuerarse. Prendió el ventilador de techo y corrió a la mesa, posicionándose justamente detrás de mí para organizar los papeles que se volaban. Rozó insistentemente, su abdomen contra mi espalda y aumento mi erección que era obvia e inocultable. ¿Te puedo pedir un favor? pregunté. Lo que sea, me contestó presto. ¿me harías un poco de café? en seguida, contestó él y se fue de atrás mío. Sinceramente, no tenía muchos deseos de tomarlo, pero era la única forma de que me dejara concentrarme, y si seguía detrás de mi podía mandar los papeles al carajo e irle arriba como una fiera; Yo, aunque me moría de deseos, soy de las personas que cuando comienza algo, me gusta terminarlo.

¡Ya! dije victorioso y me paré como un resorte de la silla para estirar el esqueleto. Saboreamos el néctar divino de los dioses, mientras él no sabía qué hacer para agradecerme tanta gentileza. No es nada le dije y lo abracé fuertemente. Tu amistad y tu café son suficientes. El abrazo se extendió de ambas partes más de lo normal mientras mi pinga, dura como un poste chocaba con su abdomen. Recorrí su espalda fresca, y dirigí mis manos directo a su cintura. Lo miré sin pudor a la cara y le dije: ¡Guajiro te tengo unos deseos! Y besé sus labios. Sabían deliciosos con un exótico toque entre café y licor. Los chupé incesablemente, como tanto había yo deseado, hasta que sentí sus callosas manos dentro de mi pantalón, jugueteando avariciosamente con mis nalgas. Saqué de un tirón, la toalla y por fin pude comprobar la última cosa que siempre sospeché. Su pinga en total erección era la más pequeña que había visto en mi vida apenas 5 pulgadas. No por eso dejaba de estar bien dura, caliente y mojadita. La absorbí con facilidad y jugueteé con ella a mi antojo, mientras él no ponía el más mínimo reparo. Me resultó, siendo así de pequeña, cómoda, conveniente y fácil de manipular. Contando con la poca experiencia que tenía, no podía entender, como la gente critica o juzga tanto el tamaño, cuando en realidad con esa yo podía hacer lo que se me antojara. Me la volví a meter completa en la boca y lamí incansablemente sus reducidos testículos que contrastaban perfectamente, en tamaño con lo mencionado anteriormente. Aquello me excitó de tal manera que se me antojó aquella deliciosa cosita en mi culo; ¡Y ese macho sudando encima de mí! Solo de pensarlo, por poco me vengo. Lo tomé por los brazos y lo empujé contra la cama mientras me desnudaba y ponía mi pinga en sus labios. Hizo una mueca de asco y abrió los ojos como diciéndome no quiero. Entonces, lo subí encima de mí, sentir su peso era delicioso, y aunque él no tomaba mucha iniciativa, logré, por lo menos que me acariciara, me abrazara y besara. Aproveché la posición para tratar de tocar sus nalgas, que también incitaban a pasar la lengua por allí. Ideas de las que desistí por miedo a arruinar el, momento con mi potrito medio domado. ¿Quieres cogerme el culo? le pregunté, mientras nos dábamos otro trago y su cara hizo un gracioso rictus de asombro. Mámame el culo, le ordené y subí mis piernas hasta donde pude; luego de trastearme un poco con su lengua, trató de meter el dedo. Suave le dije, entonces comprendí que, de verdad, estaba lidiando con un primerizo en todo el sentido de la palabra. Me senté en la cama, serví dos tragos y le pregunté ¿has tenido relaciones con alguien? ¿te has hecho pruebas?

-No he estado con nadie, me hice la prueba cuando llegué estoy negativo.

Bueno, entonces vamos a pelo como los caballos del campo ¿Tienes algo con que lubricar? pregunté con pesar. En realidad, no hacía falta mucha lubricación, para meterse tan reducido instrumento, pero por si acaso, pedí ayuda. Por fin apareció algo, y mientras yo dilataba mi hueco ante su asombrada cara, lo puse a masturbarme, cosa que si hacía con agrado y eficiencia. El saberme pajeado por semejante ejemplar, no tardó en excitarme y quitar bruscamente su mano de mi falo; hubiese explotado si no lo hubiera hecho. Por último, me le senté encima y devoré con mi inexperto culo sus 5 reducidas pulgadas; Pude ver como se revolvía de goce en el lecho mientras yo me daba placer moviéndome en círculos y cabalgándolo como corcel en pleno potrero, para mi sorpresa sin molestias ni dolor alguno; Me di verdadero gusto con su pecho, sus tetillas y su abdomen. Puso su mano nuevamente en mi pinga, intentando pajearme, no lo hagas, le supliqué y entonces me agarró con fuerza por la cintura, mientras me clavaba, dura y salvajemente y me daba nalgadas; Yo, gemía sin parar, sintiendo como había domado por completo, aquel salvaje animal y disfrutaba de él como era mi verdadero deseo. No tardó mucho en llenar todo mi culo de leche, que sentí en potentes y calientes chorros dentro de mí, al mismo tiempo que inteligentemente se apoderada de mi pinga y dejaba caer toda mi leche sobre su abdomen.

A la ducha, le dije mientras bajábamos otro tanto de mi botella. Con el agua corriendo y el morbo todavía en mi cerebro, lo acaricié una y otra vez y besé cada ápice de su delicioso y masculino cuerpo.

-Quiero más, es la segunda vez que me cogen el culo y me gusta como tú lo haces.

Su pinga volvió a quedar como antes, erecta y deliciosa. ¿No te pones bravo si te toco allá atrás? pregunté con miedo; Vas a ser el primero así que hazlo antes de que me arrepienta, me dijo y no me metas el dedo, me advirtió. Con el solo hecho de poder acariciar sus nalgas era suficiente; Pero ya que él había mencionado lo demás, le di una buena mamada de culo, mientras lo pajeaba intensamente, como para que no se olvidara de su primera vez. Terminé nuevamente ensartado, esta vez con más facilidad; Y mientras metía y sacaba su pinga, pude notar que, debido a su tamaño, se salía con facilidad y frecuencia pero no me importaba, estábamos saciando los deseos que nos teníamos hace tiempo. ¿Quieres más? preguntaba, mientras me decía, ¿soy tu papi verdad? ¿Te gusta mi pinga? Resultaste más puta de lo que yo pensaba, dijo por fin sin pudor. Era al parecer, el alcohol quien hablaba. Que culo más rico, le oí decir, ¡me vengooo! gritó. Aproveché nuevamente para descargar mis testículos y apreté bien mi esfínter para que su pinga quedara trabada ahí, mientras yo me volvía a venir, con la misma intensidad que la primera vez. Luego de la deliciosa ducha, nos fuimos a su cama, mientras me pedía por favor que no le contase a nadie lo sucedido y que era la primera vez que le cogía el culo a un hombre. Me contó también, entre otras cosas, que nunca en su vida le habían mamado el culo y que le había gustado muchísimo. Te deseaba hace tiempo, desde que quise experimentar quería que fuera contigo, pero pensaba que no te gustaba nada de esto, me dijo casi susurrando. Te miraba el culo dentro de esos pantalones apretados ¡y me daba un morbo!; Le dije a Yovany pero al parecer te quiere para él solo.

-Yo también quería besarte esos labios, pero estoy casi igual que tú, hace poco empecé, de veras es mi segunda vez que me dejo penetrar así. Mi primero fue Yovany hace poco y si te creo, no somos nada pero creo que es celoso conmigo.

-Pues lo haces muy bien, me sacaste mi leche hoy muy rico.

Me dio mil gracias por el favor tan grande que le había hecho. No sé si se refería a acabarlo de incluir en el círculo de bisexuales, al que ya yo pertenecía o a ayudarle con sus complicados números. Yo ni pregunté, solo le dije que iba a ser un secreto entre nosotros. E insinué que nos podíamos volver a ver cuándo él quisiera. Hicimos un brindis por los secretos y le pedí sus labios por última vez y los disfruté por largo rato.

Al llegar a mi lugar, lo encontré vacío. Me alegré, porque así no tenía que dar muchas explicaciones y corrí a mi cuarto a ver tv. Media hora después, llegó "Bistec" comentando la película y la salida con su chica. Se recostó a mi lado y preguntó y tú ¿qué has hecho todo este tiempo? Aquí aburrido solamente viendo la tele, contesté. Hizo un ademan de conformidad y se fue a su cuarto.

-Si te sientes solo, vente conmigo tú sabes que me gusta que duermas en mi cama. Y tú roncas también, así que no me vuelvas a dar esa excusa.

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Siempre tuyo ThWarlock.

(9,60)