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Consulta médica con una pasante uróloga

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Tenía 18 años, para sorpresa de muchos aún era virgen y hacía casi ya 2 meses que me habían realizado la circuncisión debido a una fimosis que después dio origen a unas glándulas sebáceas en la parte interna del prepucio y, si bien no eran un problema de salud, sí resultaban anti estéticas a la vista por lo cual, gracias a la ayuda económica de mis padres, pude realizarme la cirugía. Había pasado por las revisiones necesarias por parte de mi urólogo y, aunque prácticamente ya me sentía bien y ya no estaba tomando ningún medicamento, sí requería un último chequeo con el cual me darían de alta.

Siempre seguí todas las recomendaciones una de las cuales era no masturbarme debido a que se podrían abrir los puntos y la herida se pudiera infectar. Esto fue lo más difícil porque yo acostumbraba a hacerlo casi todos los días, aun así logré contenerme y en ese tiempo me centré en realizar otras actividades que no me hicieran pensar en eso.

El día que llamé al consultorio para hacer la cita la secretaria me informó que el urólogo no iba a atender toda la semana ya que se había ido a un curso fuera del estado y que si yo estaba de acuerdo podía agendarme la semana siguiente o, por otro lado, ser atendido por una pasante de medicina quien estaba calificada para realizar este tipo de consultas que no requerían mucho trabajo, además me dijo que, como iba a mi última revisión, no habría tanto problema si fuera así. Me tomé unos segundos para pensar y al final decidí que iría esa misma tarde. Quería ir lo más pronto posible para cuanto antes poder masturbarme teniendo la seguridad de que no corría algún riesgo, y es que me excitaba ya tan fácilmente que presentaba erecciones casi todo el tiempo, por lo que sabía que no iba a poder aguantar otra semana así.

Esa mañana decidí recortarme el vello púbico ya que la doctora me iba a revisar. Estaba un poco nervioso porque asumía que la doctora era joven y además sería la primera mujer que me vería el pene, así que decidí estar lo más presentable posible, y es que con la circuncisión y el vello recortado, este se veía mucho más estético.

Eran las 4:30 pm cuando llegué al consultorio, el cual formaba parte de un edificio de 4 pisos. Me sorprendió ver la sala vacía ya que normalmente cada que iba había al menos dos personas esperando, pero después recordé que como el urólogo se había ausentado tal vez esa era la razón de la situación descrita. Me atendió la secretaria como normalmente lo hacía y después de unos minutos me pidió amablemente ingresar a una de las habitaciones donde sería atendido.

Para mi sorpresa la habitación estaba vacía y lo único que había encima del escritorio era un folder con quizá mi expediente, por lo que lo único que hice fue sentarme a esperar asumiendo que todavía no llegaba la doctora o que podía estar en alguna de las demás habitaciones preparándose. No pasó ni un minuto cuando se abrió la puerta y pude ver de quién se trataba. Lucía joven, pues como me habían dicho era una pasante. Me saludó y me pidió que esperara un minuto. Yo, al verla de reojo y devolviéndole el saludo, calculé que tenía aproximadamente unos 25 años, llevaba un pantalón de mezclilla azul claro algo ajustado y una blusa blanca, su figura era delgada, de aproximadamente 1.60 m, de cabello negro y lacio el cual le llegaba hasta los hombros, de piel blanca y con unas facciones muy delicadas que coincidían perfectamente con su dulce tono de voz. No pude también evitar notar su gran trasero, del tipo que se conocen como de burbuja, cuando se alejaba y entraba a otro pequeño cuarto dentro del consultorio. Esto último me sorprendió tanto que provocó en mí una gran excitación lo cual hizo que mi pene comenzara a crecer, aun así traté de controlarme lo más posible.

Cuando la doctora regresó llevaba encima una bata blanca y fue entonces que me preguntó la razón de la consulta:

-Y bien, ¿en qué te puedo ayudar?

-Bueno, nada más vengo a una última revisión, hace 2 meses me hicieron la circuncisión y se supone que esta es mi última consulta para darme de alta –le expliqué.- Cuando vine hace 2 semanas el doctor me dijo que nada más iba a checar que la cicatriz estuviera bien y que no hubiera dolor porque antes también cuando tenía una erección me dolía un poco, pero me había comentado que era normal.

-Bien –dijo mientras revisaba mi expediente- veo aquí que la cirugía salió bien... ¿Y ahora sientes dolor cuando tienes erecciones? ¿Alguna otra molestia?

-No, últimamente ya no –respondí y después de unos segundos añadí.– A veces también siento un poco de pesadez en los testículos, no sé si es algo por lo que deba preocuparme…

-Bueno, vamos a revisarte, te acuestas por favor y te bajas los pantalones y calzoncillos- me dijo mientras señalaba una pequeña camilla.

Me dirigí hacia la camilla, me recosté y me bajé los pantalones quedando únicamente en bóxers mientras veía la figura de la doctora de espaldas poniéndose unos guantes de látex. Temía que mi pene creciera más, aun así me bajé los bóxers hasta la rodilla y me alcé un poco la playera dejando al total descubierto la zona del recortado vello púbico. La doctora se dio la vuelta, se acercó y comenzó a revisarme.

-Bueno, primero vamos a la cicatriz… se ve bien -me dijo mientras la frotaba un poco de manera circular con los dedos índice y medio para cerciorarse de que no me lastimara.- ¿Duele? -preguntó.

-No, nada –respondí. En ese momento sentí cómo mi pene crecía rápidamente, estaba tan excitado que pasaron sólo unos segundos para que tuviera una erección completa. El grado de mi excitación aumentó también cuando noté la reacción de la doctora al ver cómo crecía mi pene, era una mezcla entre asombro y nerviosismo por no saber qué hacer.

-Perdón –alcancé a decir en voz baja. Ella sólo respondió con una pequeña risa nerviosa y acto seguido me dijo:

-Bueno, respecto a la circuncisión todo está bien, ¿ahorita sientes dolor? –señalando la erección con su mirada.

–No -le dije.

-Voy a palpar los testículos, me avisas si hay alguna molestia. –Y comenzó a presionar suavemente durante unos segundos. Yo ya no podía hacer nada para bajar la erección, la excitación me consumía totalmente, sentía un poco de vergüenza, sin embargo, la primera predominaba. Su mirada buscó mis ojos para preguntarme nuevamente a lo que yo respondí que todo estaba bien.

-Te pones de pie, de favor y separas un poco las piernas –me pidió. Al hacerlo vi cómo ella se acercaba un banquito para sentarse quedando su cara justamente enfrente de mi pene erecto. En ese momento sentí que ya no podía más porque ahora noté que comenzaba a salirme líquido pre seminal, y es que ver a una hermosa chica sentada justo enfrente de mi pene erecto, sea para lo que sea que fuese, fue de lo más excitante que me había pasado hasta el momento.

Durante los aproximadamente 2 minutos en los que estuve de pie la erección nunca cedió y de vez en cuando sentía pequeñas palpitaciones en mi pene mientras con sus manos la doctora gentilmente palpaba diferentes zonas como el perineo, los testículos y de vez en cuando nuevamente la cicatriz de la cirugía que había quedado cerca del frenillo, todo para asegurarse de que no sintiera molestia alguna. En mi mente pasaban infinidad de cosas, deseaba tanto que en algún momento la doctora hiciera algún movimiento y tomara la iniciativa para que pasara algo más; pensaba también en alguna excusa con el fin de que ella me masturbara por cualquier razón que fuera, sin embargo, nada sucedió. No tengo idea si en su cabeza pasaba algo más que no fuera la revisión médica y yo, al ver que era tan profesional, decidí no hacer nada que no sugiriera y logré controlarme. Sólo quedaba mirarla justo como estaba, disfrutando de aquella placentera y efímera experiencia.

Al terminar la revisión y estando en el escritorio, me dijo que todo estaba bien y que probablemente la pesadez se debía a que yo llevaba ya mucho tiempo sin masturbarme.

-Generalmente eso ocurre cuando presentas mucha excitación frecuente y no te masturbas. No hay de qué preocuparse. Y como ya te dije, en relación a la circuncisión todo está perfecto y ya te puedo dar de alta –añadió con una sonrisa.

Le agradecí mucho por la consulta y salí de ahí. En todo el camino de regreso a casa en lo único que pensé fue en aquella situación. No supe si debí haber hecho algo más porque como dije ella siempre se mostró tan profesional y atenta. Eso sí, lo primero que hice al llegar a casa fue masturbarme, descargando chorros y chorros de semen como nunca antes lo había hecho, pensando en aquella doctora que jamás volví a ver.

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