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¿De verdad con nadie lo habías hecho así?
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Hace aproximadamente un par de meses se me ocurrió salir con mi sirvienta a la alameda de la localidad donde vivo con mi esposo, tenemos dos años de casados y decidimos venir a vivir a la provincia, era sábado y yo no sabía que precisamente ese lugar era el punto de reunión de los obreros, albañiles, plomeros etc. Que salían del trabajo para pasar un buen rato por la tarde.

De inmediato noto que causo una especie de expectativa a mi alrededor, las miradas inquietantes de los hombres se pegan a mi cuerpo mientras que las miradas inquisidoras de las mujeres me hacen sentir bien, es algo que no había sentido antes, algo que no sé qué es, pero me empieza a gustar, lo disfruto pasando del nerviosismo a la tranquilidad.

¡Sabrosa! Nos dice un tipo, muévelo, te lo compro, dice otro, mamacita, etc.

Mi sirvienta se nota molesta así que le digo que se regrese a la casa mientras yo me detengo y me siento en una banca, miro a mi alrededor detenidamente hasta que mi vista choca con las miradas de un grupito de machos gordos y viejos que no dejan de hablar entre si y sonreír al verme, después de un rato y de varios roces de miradas uno de ellos se atreve a cercarse a mi entre las risas y arengas de sus amigotes, es un tipo moreno, bajito, entre obeso y fornido, de pelo entre cano y un bigote insípido medio cantinflesco.

¿Quieres un cigarro?, me dice con su vocecita chillona sacando una cajetilla de cigarros corrientes, lo tomo sin dejar de mirarlo a los ojos ¿me lo vas a encender? O te vas a quedar ahí le digo cortando el hielo, empezamos a platicar, me dice que es albañil, se llama Remigio, casado, 62 años etc.

No sé por qué, pero me pierdo en su plática no paro de reír, es muy gracioso cualquier cosa que dice la dice con una gracia tal que me olvido de todo, al final, termina convenciéndome de darle mi número de celular, empezamos a estar en contacto casi a diario, obviamente le tuve que mentir al decirle que soy la sirvienta de la casa, incluso me puse su nombre, Reynalda.

Sus mensajes diarios deseándome buen día, buena noche, sus ocurrencias me hacían salir de la monotonía diaria, las citas por los sábados se volvieron obligatorias hasta que hace unos días me invitó a una fiesta.

Por unos momentos que se volvieron horas estuve pensando en terminar todo, cambiar de número etc. Incluso el ni sabia donde vivía, sin embargo, las infidelidades y aventuras de mi esposo me hicieron cambiar de opinión, le envíe un mensaje a Remigio aceptando la invitación.

Cómo es una fiesta me coloco un vestido de noche de color negro, descubierto de los hombros y escotado, con holanes en el escote y una abertura en la pierna que llega a medio muslo, no necesito brasier porque el vestido ya trae uno incluido, me coloco una tanga de encaje negro y mis zapatillas altísimas de aguja igual de color negro, me hago un chongo, me coloco unos aretes y un collar finísimos y me maquillo finamente para la ocasión, me miro al espejo por última vez, me encanta mi vientre completamente plano sin ningún gramo de grasa extra, mi cuerpo armonioso joven y firme.

Llego a la plaza en taxi, una hora después de lo acordado, algo nerviosa pues jamás había hecho algo así, lo veo ahí mirando su reloj viendo de un lado a otro y de nuevo a su reloj, me imagino que preocupado pensando que no llegaré, paso junto a él, ¡pero no se da cuenta que soy yo!

Hola le digo sonriéndole, sorprendido me mira de arriba abajo, no sabe que decir, por un momento se hace el silencio hasta que de nuevo le digo un hola, con nerviosismo y alegría me devuelve el saludo diciéndome lo hermosa que me veía casi balbuceando, gracias le digo, es un vestido de la patrona, ¿se me ve bien? (me doy una vuelta mostrándole el ceñido vestido y mis inquietantes formas)

Se te ve muy chingón me dice tomándome de la cintura guiándome hacia un taxi yo solo me dejo guiar concentrándome en mi papel de sirvienta, al llegar al lugar noto que es un edificio a medio construir, escombro por acá, fierros retorcidos por allá, tierra, mugre etc.

Hasta ahora me doy cuenta que es 3 de mayo, el día de los albañiles, la fiesta es precisamente de eso, de su día, la música suena muy fuerte a todo lo que da, de nuevo hay mujeres de todo tipo bailando con sus hombres sonriendo y bebiendo.

Es la primera vez que veo algo así, pero como estoy en mi papel, no quiero pasar desapercibida y cómo hacerlo, aquí estoy con mi vestido fino, como toda una dama de sociedad en medio de todos estos nacos, obreros y gatas, algunos ya ebrios otros fajando con las mujeres, de repente se acerca un tipo, ándele mai tómese una chela, alargándole una botella de cerveza a Remigio mirándome de reojo la lleva a sus labios y comienza a beber para después poner la botella en mis labios casi obligándome a tomar, total es una fiesta y hay que disfrutar me digo a mí misma por supuesto sonriendo a todo mundo sintiéndome bien como hacía tiempo no me sentía.

Si me viera mi marido o mi suegra que en casa no muevo ni un solo dedo haciendo tacos y sirviendo cerveza a Regino y a sus amigos, en fin bailamos, comimos, hasta que llegó el punto de retirarnos ya entrada la noche.

Remigio me puso su chamarra en lo que esperábamos el taxi sentados en una banca, recargué mi cabeza en su hombro, el me abrazó y yo no puse resistencia, en su pecho me sentí en paz, tranquila, no supe en que momento empezamos a besarnos, el al principio solo pegaba su boca a la mía, con la mano le ayudo a abrir la boca y le entrego mi lengua, su lengua ansiosa empieza a acariciar a la mía de forma ansiosa y apasionada, el taxi llega lo miro a los ojos, el lo cancela y me toma de la mano, regresamos a la obra, me guía cuidadosamente ya que esta oscuro y la altura de mis zapatillas me hace trastabillar.

Llegamos a un lugar donde hay solo una lámpara que a duras penas alumbra, no hablamos me contempla, no sabe que hacer, desabrocho el vestido, lo dejo caer dejando al descubierto mis firmes senos con los pezones doliéndome de lo erectos y necesitados de caricias, el en contra parte se desviste rápidamente, queda desnudo frente a mi respirando agitadamente, empieza a masturbarse no se si esperando mi siguiente movimiento, no lo hago esperar, todo mi cuerpo hormiguea me inclino como si fuera un dios quedo de rodillas en el suelo burdo, lo miro con ojos sumisos con mi rostro casi infantil, él se va acercando, yo nunca había estado en una situación así, así que dejo que el lleve el control de las cosas.

Se acerca, me acerca el hongo de su miembro a la cara, lo frota en mis mejillas, rosa mis labios que automáticamente se van abriendo para recibir al primer hombre que voy a tener en la boca, abro lo más que puedo lentamente empiezo a sentir cada centímetro de esta delicia introduciéndose en mi boca, poco a poco me cuesta más trabajo poder engullirlo me esfuerzo empezándola a devorar voluntariamente retorciendo prácticamente la boca enrollando la lengua de vez en ves en su macana deliciosa, me enloquece su aroma a orines rancios, a mugre a macho.

Gime, sigo mamando su curtido pene saboreándolo perdiendo el control de mis sentidos, empeñada ahora en darle solamente placer a mi macho, la saco de la garganta, la lamo, miro sus ojos mientras mi lengua recorre el cilindro de arriba abajo deleitándolo, haciéndolo gozar, para de nuevo tragarme su verga como una digna hembra en celo.

Ahora le levanto el pito y le paso la lengua por sus duros y peludos huevos, Regino me agarra del pelo, cómeme los huevos, si bebe, chupa mis huevos, están llenos de leche para ti, balbucea, chupando su pito se me olvida mi aristocracia, mis títulos como socióloga, mi maestría, todo, aquí hincada solo soy una hembra complaciendo a mi hombre.

Lamo, sostengo cada vena con mis labios, la saco de mi boca, me la froto en la cara, sonriéndole a mi amante soy la puta de este afortunado macho, se inclina, me frota los pechos, tomo su verga y la paso una y otra vez encima de ellos, por mis pezones, quedan lustrosos por el líquido que sale, me detiene, me mira, hace que me incorpore y empieza a besarme yo le otorgo mis labios sin dejar de sobarle su increíble verga, larga y tiesa sobre todo gorda y algo deforme, lentamente me quita la tanga dejándome solo en zapatillas

Me coloca en una especie de cama de tablas y costales quedo boca arriba, lo miro con la tenue luz como abre mis piernas, estas bien depiladita mamacita, me dice, empezando a succionar y a meter su lengua en mi vagina, tomo su cabeza con mis manos y lo guio para que chupe más arqueando mi espalda para recibir su lengua, su respiración, me dejo ir en un cumulo de sensaciones que tenía tiempo que no experimentaba, pellizcándome los pezones mientras Remigio sigue lamiendo, se detiene después de un tiempo considerable, de nuevo me mira fijamente mientras abre mis piernas con sus manos, se coloca en medio de ellas, cierro los ojos al sentir la punta de su miembro en mi vagina intentando abrirse paso.

Me quejo al sentir como este albañil empieza a entrar en mí, siento como me invade, como su gusano de carne se va abriendo paso en su nueva cueva, reclamándola solo para él, gimo desmesuradamente mientras me sujeta de la cintura con sus increíbles manos, me rodea prácticamente y comienza a bombearme con desesperación chocando su carne contra la mía de tal forma que se escuchan sus bombeadas a pesar de la fuerte música que sigue sonando en el exterior el cual se mezcla con los gemidos de los dos.

Mi boca busca algo, no sé qué es, él se da cuenta me besa con desesperación sin dejar de bombearme, suelta mis labios mientras pronuncia mi nombre gimiendo, Reynalda, Reynalda, una y otra vez al mismo tiempo que le digo que lo amo, que es mi rey, mi amor, mi todo gritando y gimiendo con fuerza, dejándome ir en un cataclísmico orgasmo, fuerte, añorado, mi cuerpo tiembla, se desvanece se convulsiona a su ritmo mientras el me copula despiadadamente aferrando mis senos con su manos.

Vuelvo justo en el momento que él se sale de mi para colocar su verga en mis labios masturbándose con fiereza, abro la boca y saco la lengua para motivarlo haciendo efecto de inmediato ya que empieza a chorrearse en mis labios refinados que solo habían probado manjares deliciosos y selectos hasta el día de hoy, paladeo el líquido blanco y espeso que sale de su pene, relamiéndome feliz los labios de vez en vez devorando todo, Regino ahora me contempla tragar hasta la última gota de su delicioso semen, con mi carita sonriente y feliz, pasado el apoteósico momento, triunfante como un macho orgulloso de su hembra.

Me incorpora delicadamente, me abraza, en su ignorancia y sencillez me confiesa que nunca le habían hecho algo así, ni su esposa ni las mujeres con las que ha estado, si supiera que igual para mi es la primera vez.

Me carga en sus brazos, me coloca en la improvisada cama de tarimas, me cubre con unas cobijas sucias y roídas para después cubrirse el también, empieza de nuevo a besarme su aliento alcohólico me pica la nariz, me abrazo a su cuerpo y correspondo a sus besos tragando pacientemente nuestras salivas mezcladas, ¿de verdad con nadie lo habías echo así? Pregunto tímidamente, no, me contesta, ¿sabes?, ni yo tampoco le digo mientras me recuesto en su pecho, esta arrepentida verdad me pregunta, me incorporo sobre mis brazos dándole un tierno beso sonriéndole, es de madrugada, me presta su ropa para poder salir de la obra.

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2 COMENTARIOS

  1. Hola PinkDemon! ¡Me gustó mucho tu cuento! ¡Está muy bien trabajado el personaje, en particular su psicología, también la situación y la descripción! Se merece la segunda parte. Leeré todos los cuentos que tienes publicados.
    Atte.
    Deukirne

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