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Desde aquella noche cambió mi vida

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Era aproximadamente la 1 de la noche, hace como 8 meses, yo no podía dormir, así que decidí esperar a que llegaran mi madre y mi hermana para darles su buen regaño. Cuando este par de mujeres se dignó en aparecer, vinieron abrazadas, desorganizadas, algo ebrias y muy risueñas. Sus risotadas se escucharon desde antes de que abrieran la puerta de la casa.

Yo estaba enojado, ya que un amigo me llamó al celular a decirme que las había visto en una discoteca, a juntas, siendo manoseadas de lo lindo por algunos cuantos sujetos.

Yo: ¡Bonitas horas de llegar las damas! ¿No?

Mi madre y mi hermana, sin hacerme caso, reían eufóricamente mientras hablaban sobre unos hombres.

Mamá: ¡Marce! ¿¡Si le viste el bulto tan tremendo que tenía el socio del Esteban?

Marcela: ¡Uff! ¡Mami! ¡Lástima que ese viejito se fue tan rápido de la fiesta con la puta de la Andrea! ¡Ese man tiene mucho dinero! ¡Yo se lo mamaría con tal de que me compartiera alguito de su fortuna!

Mamá: ¡Claro Marcela! ¡Yo también se lo mamaría a ese cuchito! ¡Hasta le daría cuquita!

Marcela: ¡Y yo culito!

Mamá: ¡Toca caerle a ese viejo y enredarlo con nuestros encantos femeninos antes de que le suelte su fortuna a esa imbécil de la Andrea que es bien puta!

Yo estaba lleno de ira, mi madre y mi hermana siempre se tuvieron mucha confianza entre ellas, es más, las dos eran unas compinches inseparables, se alcahueteaban entre ellas y se tapaban cosas. Mi madre le ponía mucho los cachos a papá con diferentes hombres, esto lo ha estado haciendo desde hace tiempos, incitada y animada por mi hermana, y mi hermana metía sujetos a su cuarto para tener sexo con la complacencia de mamá. Decían ser una madre y una hija modernas.

La verdad es que Marcela siempre había sido la preferida de mamá. Siempre había pensado que mi madre no me quería, pues constantemente le permitía hacer a Marcela lo que quisiera, y a mí me negaba muchas cosas. Todo lo mejor siempre se lo apartaba a ella. Obviamente eso me daba mal genio porque mi hermana era una vulgar puta desjuiciada, y eso lo sabía perfectamente mi mamá, y yo era muy decente, muy buen estudiante y magnifica persona como mi padre.

Mi madre Mónica traía puesta una minifalda de tela de esas que se llaman de vuelo, una blusita blanca transparente donde se le veía el brasier, y más encima, un escote espectacular. Tenía medias veladas y zapatos de tacón alto. Ella es muy atractiva y hermosa, tiene 36 años de edad, es morenita y su cabello es negro y ondulado, sus ojos son negros y grandes, muy expresivos. Ella siempre es muy risueña con todo el mundo menos con mi padre y conmigo. Le da mucha confianza a cuanto hombre ve, incluso a los desconocidos, a quienes atrae haciéndoles sonrisitas.

Mi madre se sentó con las piernas completamente abiertas en un sillón de la sala, frente al sofá donde yo estaba sentado leyendo mi biblia. Su faldita estaba muy subida. Yo apenado aparté mi vista y le dije:

Yo: ¡Mamá!... ¡No me gustan esos cometarios! ¡Por favor cierra las piernas!

Mamá: ¡Espera papi!... ¡Que me picó la raja! ¡Es que está bien caliente!

Sin ningún disimulo, mi madre se subió la falda con una mano mientras con la otra se rascó su vagina sobre los cucos impúdicamente. Yo me tapé la cara con mi biblia, pero la curiosidad me ganaba y por ratos ojeaba un poco.

Mamá: ¡Ahh! ¡Marce! ¡Quiero una verga aquí metida!

Yo: ¡Mamá!...

Mamá: ¡Cállate! ¡Estoy hablando con tu hermana! ¡Respeta!... ¡Oye Marce! ¡¿Te fijaste lo bueno que está el tonto del Guillermo?!

Marcela: ¡Si mami! ¡Pero de tonto no tiene nada! ¡Apenas vio que yo le estaba lanzando a él unos piquitos al aire mientras Julián me manoseaba el culo, durante el baile, vino a ayudar a meterme mano, me sobó las tetas más rico ese papacito! ¡Por poco y entre los dos me violan en plena pista de baile!

Mamá: ¡Qué rico!

Marcela: ¡Habría sido épico, a no ser porque llegó la envidiosa de la Eugenia preciso en ese momento y le tomó la mano a mi Julián y se lo llevó para un sillón y no hizo más que echársele encima y besarlo, esa puta!

Mamá: ¡Perra esa!

Juntas se rieron.

Mi hermana Marcela, tiene 20 años de edad y en ese momento tenía puesta una minifalda muy cortica de jean, que cuando se sentó en uno de los sillones de la sala y cruzó las piernas por poco se le ve la panocha. También tenía puesta una simple camisetica escotada y ombliguera. Tanto mamá como mi hermana son bien tetonas. Las tetas de mi hermana parecían querer salir saltando de esa camisetica, no llevaba brasier, y sus pezones se notaban maravillosamente en la camiseta. Su cabello es largo, liso y negro, pero se lo había tinturado en algunas partes quedándole rayitos anaranjados. Su piel es como la de mamá, un tanto trigueñita. Es muy bonita. Sus labios son parecidos a los de mamá también, gruesitos y hermosos, muy rojos. Juntas se maquillan de forma muy intensa. Mi hermana tenía puestos unos tenis y medias tobilleras.

Mamá: ¡Cómo me gustaría follarme al Guillermo! ¿¡Ya le mamaste la verga?!

Marcela: ¡La verdad es que me lo llevé al baño y allá se lo mamé como Dios manda! ¡En ese mismo baño había como dos parejas más haciendo lo mismo! ¡Sinvergüenzas esos! ¡El Guillermo se manda un miembro inmenso y hermoso! ¡Mira, aquí me alcanzó a caer algunos chorros de su leche!

Mi hermana mostró su cabeza, en su cabello, lo tenía un poco pegado. seguidamente estiró su camisetita y se sacó un seno.

Marcela: ¡Y aquí!...

Apenas vi ese hermoso seno puse mi biblia frente a mis ojos y pasé saliva, mi hermana lo tuvo unos segundos por fuera mientras mamá lo observaba y luego se lo guardo nuevamente.

Mamá: ¡Vaya! ¡Vaya! ¿Con que estuviste de puta!

Marcela: ¡Esa era la idea mami! ¡A eso fuimos! ¡¿No?!

Mamá: ¡Pues si! ¡Tienes razón, a eso fuimos! ¡Ay Dios! ¡Es que es tan rico putear! ¡Yo me le quiero entregar a ese hombre hermoso!

Marcela: ¡Y yo al Jacinto! ¡La Andrea me contó que es todo un macho! ¡Dizque él tiene una verga muy inquieta y traviesa!

Mamá: ¡Debe ser todo un semental ese macho! ¡Necesito un macho!

Marcela: ¡Si mami, él es todo un macho, pero el man es un tanto abusivo! ¡Golpea a las mujeres cuando les hace el amor! ¡Les pega duro! ¡Me gusta que los hombres sean así! ¡Eso me excita!

Mamá: ¡A mí no me importaría que me golpeara! ¡Desde que ese man me satisfaga sexualmente vale la pena que me deje un ojo negro! ¡Me gustaría conocer la pinga de ese hombre para mamársela bien rico!

Marcela: ¡Qué rico es chupar una buena verga!

Mamá: ¡Eres muy puta, Marce!

Yo había ya escuchado conversaciones calientes entre ellas, pero no recordaba haberlas escuchado decir semejantes babosadas. Mi hermana se levantó de su sillón y se sentó junto a mí, olía a licor y a algo raro, tal vez había fumado marihuana o alguna porquería.

Marcela: ¿Puede que yo sea algo puta, mamá, pero tú no te quedas atrás! ¡Te fuiste con un desconocido a su auto! ¡¿Si te lo gozaste?!

Mamá: ¡Si te refieres a qué si me él me dio pipí, pues estás equivocada! ¡Solo nos besuqueamos y nos tocamos un buen rato! ¡Estaría encantada si él se hubiera propasado un poco más conmigo!¡Él se contentó solo con agarrarme las tetas! ¡El muy marica resultó ser pastor no sé de qué religión y se arrepintió de haberme besado y tocado! ¡Y yo con esas ganas que tenía de verga! ¡Me bajó del auto, me insultó y me dijo que yo era una puta vulgar, y se marchó! ¡A ti te fue bien, pero a mi no tanto, por eso tengo calentura, quiero mamar una buena verga!

Marcela: ¡Qué puta eres mami!

Mamá: ¡¿Puta?!... ¡Putísima, mamita!

Juntas estallaron en risa.

Yo: ¡Mamá! ¡Basta ya! ¡Exijo un poco de respeto! ¡Por si no te has dado cuenta yo estoy aquí, frente a ustedes, no estoy pintado, y aunque papá no esté por quedarse trabajando en la empresa es como si él estuviera aquí presente! ¡Mi abuela fue la que me sirvió la cena porque a ti no te importa dejarme sin cenar! ¡Deberías seguir su ejemplo! ¡Ella si es buena! ¡Hasta me regaló esta biblia y me habla de las bondades de Dios!

Mamá: ¡Cállate! ¡Oye, ¿no puedes guardar silencio un tris?! ¿Estamos hablando tu hermana y yo de temas importantes, papi!... ¡Por favor! ¡Hombre!... ¡Puedes esperar un rato!... ¡Caramba!... ¡La que exige respeto soy yo!... ¡¿Ve…?! ¡Bonito está! ¡Este huevón qué se cree!... ¡Y no me nombres a esa vieja estúpida que me cae remal, a mala hora tu padre despidió a la Brenda y le pidió a la puta de mi madre vivir con nosotros! ¡Si es tan buena contigo pues cásate con ella!

Marcela: ¡Sí! ¡Cásate con la abuela! ¡Harían buena pareja, un joven de 18 años y una veterana de 52! ¡La abuela está hasta buena! ¡Es buena y está buena! ¡Tiene aún buenas tetas y buen culo!

Mamá: ¡Tu abuela debe tener sus años que no folla!

Marcela: ¡Oye mamá! ¡Y a propósito de Brenda esa vieja si era una nota! ¡Me caía bien! ¡Esa sí que era reputa!... ¡Vicente, no te alteres! ¿Si quieres puedes hablar con nosotras, pero primero debes calmarte! ¿¡Ok!?

Mamá: ¡Claro! ¡Dile a mi mamá que sea tu novia y vamos los cuatro a divertirnos! ¡Vamos a motelear los cuatro! ¡Bueno, los seis, yo con Guillermo, Marce con Jacinto y tú con la puta de tu abuela!

Marcela: ¡Vicente ¿Brenda no te hizo nunca ni una mamada?!

Yo: ¡No! ¿¡Cómo se te ocurre?! ¡Ella solo estaba aquí para desempeñarse como la muchacha doméstica!

Mamá: ¡Cómo era bien puta! ¡Ufff! ¡Aquí sí está haciendo calor! ¿¡Si notan!?

Marcela: ¡Yo me estoy asando! ¿Es por el licor y el trajín de esta noche!

Mamá se fue quitando como si nada su blusita y quedó en brasier. Yo aparté la mirada de inmediato y la fijé en mi biblia. Mamá se dio cuenta de que siempre hacía lo mismo, no las miraba.

Mamá: ¡Miren los chupones que me hizo aquel hombre hermoso dentro del auto!

Volteé a mirar a mamá y ella estaba cogiéndose un seno y mostraba la parte visible de él, donde tenía algunas partes rojas. Inmediatamente retiré la mirada de su inmensa teta.

Marcela: ¡Se nota que ese pastor desconocido disfrutó chupándote las tetas!

Mamá: ¡Pero yo quería era motelear esta noche! ¿Me dejaron con las ganas y bien caliente! ¡Quiero un man! ¡Deseo un hombre! ¡Tengo hambre de macho! ¡Estaría dispuesta a venderle mi alma al diablo con tal de tener un hombre aquí que me dé rica verga esta noche por esta rajota caliente!

Marcela: ¡Qué hija de puta eres, mamá!

Mamá: ¡Es por joder un poco al religioso de tu hermano!

Marcela: ¡Mira mamá, aquí alguien, no sé quién, me dio un pellizco mientras estaba bailando!

Mi hermana se levantó, puso sus rodillas sobre el sofá sosteniéndose con una mano de mi hombro y con la otra levantándose la faldita. Mostró sus exquisitas nalgas, tenía puesta una tanguita roja la cual estaba metida entre la raya de su espléndido culo. Ella señalaba con mucho orgullo la nalga donde la pellizcaron. Al principio miré y después aparte mi mirada. Mi hermana se sentó y mi mamá dijo:

Mamá: ¡Pero Vicente ¿Por qué apartas la mirada cada vez que mostramos algo?

Marcela: ¡Eso no se vale! ¡Todo penoso ahí! ¡Está muy colorado!

Mamá: ¡Lo que quiere es que lo consientan!

Marcela: ¡Si! ¿Pobrecito! ¡Venga para acá papito! ¡Qué pecadito carajo!

Mi hermana dijo lo anterior con voz como si estuviera consintiendo a un bebé y me abrazó atrayéndome a ella y me dio un beso en la mejilla. Sentí sus tetas sobre mi brazo. Yo me puse aún más apenado y ella me hizo ponerle una mano en su pierna, luego me recostó poniéndome la cabeza sobre sus senos y empezó a restregarme la cabeza entre sus suculentas tetas mientras me acariciaba la cara y el cabello. Mi mami se quitó la falda quedando en cucos y medias mientras observaba como mi hermana me hacía mimos. Obviamente yo volví a retirar la mirada de mamá, pero mi cara pasó a estar prácticamente entre el par de tetas de mi hermana.

Mamá: ¡No sé! ¡Estoy recaliente! ¡Necesito un man que me calme! ¡Papito! ¡¿Cuándo vas a invitar a casa a uno de tus amigos?! ¡Quiero uno bien guapo para consentirle su verga!

Me separé de mi hermana y cogí mi biblia, aunque no podía leer ya que no estaba concentrado me hice el que si estaba leyendo.

Mamá: ¡Ehhh! ¡Pero este man qué! ¡Mírame!

Mire y mi madre estaba de pie, en cucos, medias veladas, brasier y con los zapatos de tacón. Comenzó a bailar haciendo la música con su boca.

Marcela: ¡Bravo mamá!

Mamá: ¡Miren! ¡Soy una estriptisera de whiskería! ¡Wow!

Marcela: ¡Una muy vulgar y zorra!

Yo dejé de mirarla.

Mamá: ¡Pero mira el show amor! ¡Te lo estás perdiendo Vicente! ¡¿No te gusta acaso?! ¡Lo estoy haciendo por ti y para ti, con mucho cariño!

Mi mami se acercó y comenzó a bailar frente a mí, abría las piernas mientras se agachaba y se tomaba el cabello con las manos. Movía sus caderas y su culo muy rico, y las tetas entre el brasier se le veían deliciosas moviéndose también al compás de la música que ya mi hermana había puesto en el equipo de sonido. Se escuchó la voz de mi abuela pidiendo que dejaran dormir.

Mamá: ¡Cállate vieja puta!... ¡Hasta cuando tendré que soportarte mamá!

Mamá siguió bailando ahora dando un giro y mostrándome su suculento culazo, el cual movía sin ningún recato al son de ese horroroso, cochino, degradante y vulgar reggaetón, al cual Marcela le subió más volumen para molestar a mi abuela y sus oraciones.

Marcela: ¡No! ¡Pero mi hermano no mira!

Mamá: ¡Entra tú a bailar a ver si a ti si te mira!

Mi hermana Marcela comenzó a bailar muy sensualmente, y yo estaba empecinado en no mirarla. Ella se quitó su faldita y me la tiró por la cara quedando ella en tanga y camisetica.

Mamá: ¡Wow! ¡Sigue así mamita! ¡Mueve el culo! ¡Eso! ¡Qué rico! ¡Tu hermana tiene un buen culazo! ¡Mira como lo mueve la muy puta!

Mi madre le daba nalgadas en el culo a mi hermana mientras ella movía su soberbio culazo. Mi mente hacía un gran esfuerzo para no mirar a mi hermana ni a mamá y concentrarme en mi biblia. Mi mami se acercó a mí y en el momento menos pensado cogió mi biblia, la miró, me dijo “maricón de mierda”, y la lanzó lejos de mí.

Yo: ¡¿Qué haces mami?!

Mi madre no me dejó ir a recoger mi biblia y con autoridad me dijo:

Mamá: ¡Solo quiero que nos mires! ¡¿Ok?! ¡Pórtate como un adulto! ¡Pórtate como un hombre y no como un marica! ¡¿Quieres?!

Yo me levanté para irme, pero mamá me empujo apenas se dio cuenta de mis intenciones.

Yo: ¡La abuela me está llamando!

Mamá: ¡No! ¡No! ¡Mamá no te está llamando, gran maricón! ¡Eres un mentiroso, y eso que te crees muy bueno y te la pasas leyendo la biblia!

En un rápido movimiento mamá me lanzó la mano a la bragueta del pantalón de mi pijama y me apretó la verga.

Mamá: ¡Wow! ¡Para ser un marica tienes como buena verga! ¡¿Me la muestras?!

Yo: ¡Mamá!

Mamá: ¡¿Te la mamo?! ¡¿Quieres que tu mamita te chupe la verga?!

Yo: ¡Mamá! ¡No! ¡Por Dios!

Mi madre me remedó con una mueca diciendo ¡Mamág! ¡Nog! ¡Pog Diog!... Y mi hermana soltó una risotada al darse cuenta del atrevimiento de mamá. La cual volvió a su baile.

Mamá: ¡Este cabrón me tiene que mirar! ¡¿Es que no te gustan las hembras?! ¡Marica!

Marcela: ¡Es que tienes mucha ropa mamá!

Mamá: ¡Ups! ¡Si! ¡De razón!

Mamá sin dudarlo ni un instante se soltó el brasier y se lo quitó lanzándolo sobre mí. Salió ese gran par de teta de una forma muy excitante. Me iba a ir, pero mi hermana me detuvo.

Marcela: ¡Vaya mamá! ¡Qué tetas tan lindas!

Mamá: ¡Gracias hija!... ¡Y tú, maricón, mírame las putas tetas, aunque sea has eso! ¡¿Es que no te gustan mis tetas?! ¡¿No te gustan las mujeres?!

Comencé a forcejear con mi hermana para poderme liberar e irme a mi cuarto, pero mi hermana comenzó a tocarme la verga sobre mi pantalón de pijama.

Marcela: ¡Papacito! ¡Qué verga tienes! ¡Mmmm!

Mi mamá se acercó y entre juntas comenzaron a mandarme sus manos a mi verga sobre el pantalón, por delante y por atrás, me hicieron una encerrona, y trataban de bajarme el pantalón del pijama.

Mamá: ¡Muéstranos tus huevas, papi!

Marcela: ¡Queremos ver chimbos! ¿Ya te hicimos un striptease, ahora tu haznos uno!

Para tratar de calmar a juntas mujeres las trate de asustar hablándoles de que las iban a asustar los fantasmas y de que se iban a ir al infierno.

Yo: ¡No quiero irme para el infierno! ¡Creo que vi detrás de esas cortinas un demonio que viene por ustedes a llevárselas al infierno si siguen así de cansonas!

Mamá: ¡Ridículo! ¡¿Dónde está ese demonio para que venga y me meta el chimbo por la chocha!

Marcela: ¡Le quiero chupar las turmas a ese diablo porque estoy muy caliente!

Mamá: ¡Quiero que me caliente el culo metiéndome su grueso tridente por el orto!

La respuesta de ellas, a parte de las anteriores frases, fue casi bajarme los pantalones de mi pijama, yo forcejeaba y jalaba mi pantalón, pero ellas ganaron y me empujaron al sofá y me quitaron los pantalones, quedé en calzoncillos. Ellas reían como locas, y me lanzaban piropos groseros.

Mamá: ¡Papito rico! ¡Muéstranos tu rico chimbo!

Marcela: ¡Ya me huele a pipí! ¡Qué rico! ¡Por aquí le siento la verga a este papacito!

Mi hermana me agarró la verga por encima del calzoncillo, y yo no podía quitar su mano de mi miembro por más fuerza que pudiera hacer. Al mismo tiempo sentí las tetas de mamá por todo lado rozándome. Juntas me estuvieron tocando la verga y el culo sobre los calzoncillos. Me puse de mal genio, y empujé a mi hermana sobre el sofá. Mi mamá cogió mi pantalón, lo llevó hacía atrás de su cuerpo y alzó sus tetas. Yo no podía mirarla directamente porque si lo hacía le vería las tetas al aire, pero en cierto momento si vi cuando levantó desafiantemente las tetas.

Mamá: ¡Si quieres tu pantalón ve por él, papi! ¡Y te meto mis tetas a la boca!

Marcela: ¡Ý que él te meta su verga en tu boca!

Mamá metió mi pantalón en un acuario que tenemos en la sala y lo empapó completamente. Mientras yo estaba ahí parado vino mi hermana por detrás de mí sin darme cuenta, y me bajó los calzoncillos. Quedé con la verga y el culo al aire y el par de mujeres me chiflaron, se rieron y me lanzaron morbosos piropos. Yo me subí rápidamente mis calzoncillos y casi me muero de la pena.

Marcela: ¡Vicente! ¡Está bien! ¡Si no nos quieres mirar pues no nos mires! ¡Uff! ¡Pero entonces déjanos mirarte a ti! ¡Déjanos verte ese buen pipisote!

Yo: ¡Déjenme en paz!

Marcela: ¡No te dejaremos en paz, y menos cuando ya mi mami se ha empelotado completamente! ¡Esa mami! ¡Es bien tremenda la mami! ¡Mírala!

Era verdad, sin intención volteé a mirar y vi a mi mami sin sus cucos y estaba solo con sus medias y sus zapatos de tacón. Estaba rebuena. Quité la mirada de su peluda cuca y cuando volteé a mirar a mi hermana ella también se había quitado su tanga y le vi la rajita. Juntas se alegraron de que las había mirado y se acercaron nuevamente a mandarme mano. Yo me estaba excitando y mi pene se paró sin ningún control. Al mismo tiempo estaba yo apenado y asustado como nunca.

Yo: ¡No! ¡Por favor paren! ¡Paren ya! ¡Se los suplico!

Mamá: ¡Qué vergota! ¡Quítate los calzoncillos o te los quitamos nosotras!

Cómo ellas vieron que no cedí volvieron a atacarme entre juntas, sin querer tocaba sus tetas con las manos al tratar de empujarlas, ellas estiraron mis calzoncillos por todos lados y por más que hice no pude evitar que los destrozaran. Mi mami me comenzó a masturbar y mi hermana a tocarme las huevas. Yo comencé a llorar.

Mamá: ¡Ahhh! ¡Pero qué marica!

Marcela: ¡Está llorando! ¡¿Será que se lo estás jalando muy duro, mami?!

Mamá: ¡No! ¡Es que él es un marica chilletas! ¡No se le puede hacer nada porque comienza a chillar la magdalena esta!

Marcela: ¡Pero está bien rico el cipote de mi hermanito! ¡¿Verdad?!

Mamá: ¡Si! ¡Se lo quiero mamar!

Marcela: ¡Si! ¡Pero ni modos! ¡Se puso a berrear!

Mamá: ¡No sé, pero de que se lo mamo a Vicente esta noche se lo mamo!

Ellas me dejaron por un rato, yo me senté en el sofá, me restregué bastante los ojos para quitarme las lágrimas, estaba asustado y avergonzado, y al no escuchar a mi hermana ni a mi mamá miré y las vi besándose en la boca, debo confesar que eso me arrechó y mi verga se paró como nunca. Mi hermana se separó de mamá y se subía y se bajaba su camisetita para mostrarme las tetas, mientras me lanzaba besos al aire. Yo en ese momento decidí ver a las mujeres desnudas mientras me tapaba la verga con las manos.

Mamá: ¡Vamos papi! ¡Permite que tu mamita te haga la mamada de tu vida!

Mi mami hizo un movimiento con la mano, la boca y la lengua en su mejilla, como si estuviera mamando una verga invisible.

Mamá: ¡Esa verga me dejó un olorcito muy rico en mi mano!

Mi mamá no dejaba de olerse la mano, le quedó olorosa a mi verga mientras me la pudo jalar, y se la dio a oler unos segundos a mi hermana, la cual le lamió la mano a mamá de forma muy indecente.

Marcela: ¡Uff! ¡Le quiero mamar la verga a mi hermano! ¡Le sabe a rico! ¡Wow!

Mamá: ¡Vamos a hacerte una mamada, Vicente! ¡Se acabó la pendejada!

Las dos hembras se estaban acercando a mí lentamente, y de una manera amenazante… pusieron sus manos como cuando alguien va a atrapar a una presa, y sus miradas de putas dementes, golosas y depravadas me asustaron.

Yo: ¡Mamá, soy tu hijo!

Mamá: ¡Y yo tú madre! ¡Y qué!... ¡Tengo todo el derecho de mamarte la puta verga y de violarte como se me dé la puta gana!

Yo: ¡Pues lo que estás haciendo está muy mal!

Mamá: ¡Patrañas, putito!

Yo: ¡La biblia dice que eso está mal y que es muy castigado!

Mamá: ¡Jueputa! ¡Olvídate de las tonterías que te ha enseñado mi madre! ¡Pasemos una noche de placer! ¡Marce, violemos a este huevón!

Marcela: ¡Siii! ¡Abusemos de este putito!

Las dos mujeres me agarraron y mi mamá se agachó poniendo sus piernas sobre la alfombra, yo me mantuve sentado en el sofá, y mi hermana me aprisionó a él. Mi mami me separó las piernas y me quitó mis manos de encima de mi verga, con las cuales me la estaba tapando, dejando mi erecta verga al aire.

Mamá: ¡Ahhh no! ¡Pero si este chicuelo ya está listo! ¡Severa parola la que ya tiene!

Mientras yo lloraba mamá me comenzó a masturbar, la muy puta se relamía mirando mi verga, no le había visto nunca una cara de pervertida tan terrible a mamá hasta ese momento. Era increíble, nunca pensé que esto fuera a suceder algún día, mis pensamientos eran sanos, muy marcados por la religión y las buenas enseñanzas morales de mi abuela, la madre de mi madre, que estaba durmiendo en el segundo piso de la casa. Sobre nosotros precisamente estaba ubicado su cuarto.

Mamá: ¡Eso! ¡Así! ¡Quédate tranquilito mientras la puta de tu mami te pajea!

Marcela: ¡Qué puta eres mamá! ¡Le haces la paja hasta a tu propio hijo!

Mamá: ¡Yo a este chico hasta le daría culo con tal de evitar que se vuelva marica! ¡Su puto padre no me satisface y este muchacho tiene que volverse hombre porque lo veo como muy marica! ¡De ser otro hijo bien macho ya se habría culeado a su mamita y a su hermanita, sin pensarlo, desde el momento que estas le hubieran mostrado las tetas! ¡Yo quiero un hijo machito y no un mariconcito! ¡Tengo que salvar a mi muchacho! ¡No quiero maricas en la casa!

Marcela: ¡Eso sí es cierto mami! ¡Duro con este marica!

Mi mamá al masturbarme me descapuchó el pene, sentí un dolorcito al haberlo hecho, pero me estaba comenzando a gustar mucho la paja que ella me estaba haciendo. Mamá me miro sonriente con cara de puta y comenzó a lamerme el glande, sentí un temblor que me recorrió toda la columna vertebral de abajo hacia arriba cuando la deliciosa y pervertida lengua de mi madre tocó el ojo de mi enorme vergota. Luego lamió toda su extensión, desde donde tenía pelitos pasando por el tallo hasta la punta de mi pipí. Luego me levantó la verga con la mano y me lamió las huevas mientras yo descansaba y me relajaba sobre el espaldar del sofá, de todas maneras, Marcela me estaba sosteniendo muy fuertemente. Yo si pensaba que mi mamá era puta, junto con mi hermana, pero no llegué a pensar que lo fueran tanto como para cometer incesto.

Mamá: ¡Qué delicia amor! ¡Me fascina esta verga! ¡Siempre tuve ganas de mamársela a un maricón!

Yo no perdía detalle, mi madre se metió una de mis huevas a la boca, la succionó, y pasó a repetir eso con la otra hueva para después meterse mis dos testículos al tiempo a la boca y chuparlos con devoción. Mi hermana, al ver que yo ya no me oponía, me soltó y se sentó en el sofá, se comenzó a masturbar frenéticamente mientras miraba a mi mamá hacerme esa buena felación. Claro, mamá no tardó en meterse mi pene a su boca y comenzó una buena mamada, primero de forma lenta y después un poco más rápida, pajeándome al mismo tiempo.

Marcela: ¡¿Cómo te sientes, Vicente?!

Yo: ¡No me hables!

Marcela: ¡¿Cierto que mamá es una prosti…!?

Yo: ¡¿Y tú qué?! ¡Deben arrepentirse para no ir a parar al infierno!

Marcela: ¡Y tú también, mi querido!

Yo: ¡Cállate, ramera de Babilonia!

Marcela: Jajaja

Mi madre me lo seguía mamando, la verdad es que se sentía delicioso, aunque mi mente se debatía en un sinfín de pensamientos. Me estaba acordando cuando yo era casi bebé y mi madre me mimaba, también cuando ya era un poco más grande y ella me bañaba. La mamada duró un buen rato, mi mamita duro chupándomelo así no sé por cuanto tiempo. Luego ya no usó sus manos para pajearme, sino que continuó su buena mamada sin manos. Después de otro rato mi putísima madre se sacó la verga de su boca y dijo:

Mamá: ¡Para chuparse los dedos! ¡Está grande tu herramienta! ¡Uff! ¡Qué rico es ser tan puta! ¡Soy muy puta! ¡¿Cierto, papi?! ¡Soy una prosti! ¡¿Cierto que sí, mi amor?! ¡Soy una rica prostituta!

No dije nada, ella volvió a chupármelo mientras me miraba con excitación. Su cara era de prostituta pervertida. Realmente, Brenda, la mucamita, y yo si habíamos tenido sexo, ella había sido la única mujer con la que yo había disfrutado del placer sexual. Obviamente no soy marica, ni lo seré.

Marcela: ¡Mamá! ¿Quiero mamar verga!

Mamá: ¡Ven por ella, putita!

Marcela: ¡La dejaste bien baboseada como a mí me gusta!

Mientras mi madre me estaba chupando nuevamente las huevas mi hermana Marcela vino a chuparme el pene, y sentir sus labios besarme mi longaniza casi me hace eyacular.

Marcela: ¡Uy hermanito! ¡Hermosa tranca te mandas! ¡Con razón la prostituta de mamá está tan contenta!

Mamá: ¡Si putita, esta verga está en su punto! ¡Qué rico! ¡Sabe y huele a bueno!

Marcela lamió mi pepino gustosamente, y luego me lo mamo tomándolo con la mano. Yo ya no estaba llorando, estaba asustado, pero ya me estaba gustando mucho lo que estaba sucediendo. Este par de putas buenotas chupando mi verga era algo espectacular. Llegó un momento en que mi pene estaba pasando de boca en boca, alternadamente, y rápidamente, eché mi cabeza hacia atrás y hubo instantes en que no sabía en qué boca estaba mi pene metido. Mamá me puso su mano en mis ojos tapándomelos y dijo:

Mamá: ¡Amor, adivina quién te lo está mamando!

Comenzó una mamada y yo tenía que adivinar cuál de las dos prostitutas me lo estaba chupando.

Yo: Mmm ¡Tú, mamá!

Mamá: ¡Siii! ¡¿Y ahora?!

Yo: ¡Nuevamente tú!

Juntas mujeres rieron y dijeron un ¡si! muy animado.

Mamá: ¡¿Y ahora?!

Yo: Mmm ¡Marce!

Mamá: ¡Correcto! ¡¿Y ahora?!

Yo: ¿¡Tu mami?! ¿¡Tú me los estás mamando?!

Mamá: ¡Siiii! ¡Veo que te está gustando!

Yo: ¡Siii!

Mamá: ¡Papi! ¡¿Cuál de las dos crees tú que es más puta?!

Marcela: ¡Pues yo, mami!

Mamá: ¡Le pregunté a Vicente!

Yo: ¡No me pregunten eso, por favor!

Mamá: ¡Responde papi! ¡¿Cierto que yo?!

Esa pregunta me dejó perplejo y entre el gran colapso mental en el que me encontraba solo pude responder con un frío ¡Siii! Tal como contestaban ellas hacia un ratito.

Mamá: ¡Ah! ¡¿Si ves, Marce?! ¡Es que la calidad no se improvisa! ¡Yo soy la más puta de las dos! ¡Qué dicha!

Marcela: ¡¿¡Ah sí?! ¡Pues ya verás cómo yo te iré superando rápidamente! ¡Putaza de burdel barato!

Marcela empezó a chuparme los testículos mientras mi madre Mónica se satisfacía mamando mi verga. Después mi madre empujó a mi hermana mandándola lejos y se subió sobre mi poniéndome las tetas en la cara.

Mamá: ¡Chúpame las tetas, mijo!

Comencé a chuparle esos duros y grandes pezones, me dio miedo, pero ya estaba muy excitado.

Mamá: ¡Eso papito! ¡Así me gusta! ¡Qué seas todo un varoncito! ¡No me importa que me vuelva puta incestuosa con tal de que dejes de ser un mariconzuelo!

Yo no soy marica, ni lo fui, a mí me gustan las hembras, solo que en ese entonces era decente y muy católico, como mi abuela.

Marcela: ¡Agárrale duro las tetas a esa putona, hermanito!

Le hice caso a mi hermana y le agarré las tetas a mamá. Era increíble, muy rico, esas tetas estaban suculentas, no pensé que fuera capaz de hacer lo que estaba haciendo, me estaba gustando mucho, aunque al mismo tiempo estaba sufriendo una especie de trauma. Mi psiquis estaba mal, me estaba volviendo loco, pues le estaba chupando y tocando las tetas a mi propia madre biológica. Mi mami, sin más, se metió mi falo en su vagina y comenzó a moverse muy rico. Casi quedo en schock, me estaba follando a mi madre y ella a mí, y frente a mi hermana, la putita. Mi madre inició una serie de sonoros gemidos y gritos, pronunciaba fuertes palabrotas, frases de excitación y soltaba tremendas carcajadas que se escuchaban por toda la casa.

Mamá: ¡Ohh! ¡Que putería! ¡Cómo me folla este cabrón! ¡Ahh! ¡Jueputa! ¡Qué puta soy!

Y mi hermana, aplaudiendo la follada, estaba animando a mamá.

Marcela: ¡Duro mami! ¡Duro con él! ¡Tú puedes con ese putito! ¡Dale duro! ¡Hijueputa!

Mamá: ¡Ahh! ¡Eso, mijo dale rico chimbo a la puta de tu mamita! ¡Dale a esta puta! ¡Ohh! ¡Dame por esta puta cuca, mi amor! ¡Ohh! ¡Qué rico miembro resultó tener este maricón!

Marcela: ¡Destrózale la chocha a esa prostituta, hermanito! ¡Y tú, perra, salta duro sobre esa picha!

Mamá: ¡Uff! ¡Wow! ¡Cómo salto sobre esta verga! ¡Cómo gozo! ¡Ohh! ¡Qué rico! ¡Ahhh!

En esas fue cuando me quedé frío al escuchar la voz de mi abuela:

Doña Sara: ¡A culear a otra parte, par de prostitutas!

Al parecer, el cuerpo de mamá sobre mi evitó que mi abuela se diera cuenta que el que se estaba follando a mamá era yo. Además, sumergí mi rostro entre las gigantescas tetas de mamá para dificultar que me viera. Mamá sin dejar de dar saltarines sobre mi le dijo a su madre:

Mamá: ¡Qué le importa vieja hijueputa! ¡Váyase a dormir!

Alcancé a ver un poco a mi abuela y ella estaba en pijama, estaba muy rica la señora, muy buen cuerpo, para ser tan fanática religiosa su pijama vestido no estaba tan mal, era rosadita y medio cortica, le llegaba muy por encima de las rodillas, era de tirantitas, se le notaban unos buenos senos, y verle el canalillo de las tetas era muy morboso, pero eso sí, tenía una camándula en su cuello que le bajaba por el canalillo de las ricas tetas.

Doña Sara: ¡La casa de mi nieto la respetan! ¡Par de zorras! ¡Respeten mi presencia en esta casa! par de putas!

Mamá: ¡Ohhh! ¡Ahhh! ¡Dame verga, maricón! ¡Wow!... ¡Váyase a su cuarto, mamá, váyase y métase su puta camándula por el culo! ¡Déjeme culear en paz!

Doña Sara: ¡Si quieren echen pa’ la calle si quieren seguir “culeando”, perras, pero la casa de mi yerno y mi nieto la respetan! ¡Ya que nunca me respetaron a mí al menos respétenlos a ellos!

Marcela: ¡No es su casa! ¡No sea sapa! ¡Es nuestra casa!

Doña Sara: ¡Si quieren repartir culo echen pa’ la calle, par de cochinas malditas! ¿Si quieren ser prostitutas allá ustedes, pero respeten! ¡Mónica, respete a su hijo que está durmiendo! ¡No meta desconocidos a la casa! ¡Qué peligro!

Mamá: ¡Está muy profundo Vicentico!... ¡Eche pa’ la calle usted, vagabunda!

Marcela: ¡Abuela, lo que te hace falta a usted es sexo! ¡Ven y follas con nosotras!

Mi sexy abuela tomó su camándula con las manos y dijo:

Doña Sara: ¡Arrepiéntanse malparidas!

Mamá dio una fuerte carcajada y siguió follando conmigo, mi abuela no me veía sino las huevas, no pudo saber que su nieto no estaba durmiendo sino follando la cuca de su madre, o sea la hija de doña Sara. Mi mami siguió lanzando fuertes gemidos, palabrotas y risotadas, y mi hermana siguió masturbándose como si nada y burlándose de la abuela.

Marcela: ¡Abuela, ven! ¡Sácate tus buenas tetazas y ven con nosotras a disfrutar de esta vergota! ¡Está de rechupete! ¡Te la recomendamos!

Yo tenía una extraña sensación, estaba excitado, pero al mismo tiempo temeroso de que la abuela me descubriera.

Doña Sara: ¡Par de poseídas! ¡Fuera Satanás! ¡Ya hablaré con mi yerno mañana cuando llegue! ¡Llamaré al sacerdote para que las exorcice, par de “demonias”!

Mamá: ¡Haga lo que le dé la puta gana! ¡Malparida! ¡Métase a la cocina a hacer la comida, puta, vaya a hacer oficio! ¡A lavar baños, sirvienta hijueputa!

Doña Sara: ¡Maldita, ya verás cómo te irás al infierno! ¡Zorra!

Mamá: ¡Qué rico! ¡Pues allá me iré a mamárselo a don Satanás, ese pirobo está muy bueno, voy a aconsejarle que venga a violarla a usted por el puto culo, so puta!

Mi abuela subió las escaleras mientras decía:

Doña Sara: ¡Y dejen dormir! ¡Putas!

Mamá: ¡Vaya métase un dedo por el culo, vieja malparida!

Marcela: ¡La abuela es muy chistosa! ¡A lo bien!...

Mamá: ¡Ella es un cuento! ¡Vieja loca!... ¡Mi mamá es muy fanática, pobrecita!...

Marcela: ¡Deberíamos hacer que ella cambie! ¡Ella aguanta aún, está muy buena! ¡Tiene tan buen cuerpo como el de nosotras, si no es que más! ¡Deberíamos emputecerla!

Mamá:¡A lo bien que sí!... ¡Dale hijo! ¡Sigue follándome y no te asustes por las palabras de esa perra!

Casi me da un infarto, pero afortunadamente ese suceso no pasó a mayores, al menos esa noche. Cuando llegó mi abuela, mi verga se comenzó a desactivar, pero como mamá no dejó de moverse ésta nuevamente entró en poderosa erección. Lo extraño es que, a partir de ese momento, comencé a entrar en gran confianza, y le estrujé y le chupé las tetas de mamá con más agresividad y sin hacerme de rogar. Ella lanzaba gemidos y risas de placer a todo pulmón. Mi abuela tal vez se tapó los oídos porque a pesar de los gritos y palabrotas que lanzaba mamá ella no volvió a interrumpirnos. Mamá se incorporó, seguidamente se volvió a sentar sobre mí, pero dándome la espalda, y seguimos con la penetración mientras yo me atrevía a agarrarle las tetas y a estirarle los pezones.

Mamá: ¡Uff! ¡Ahora si se volvió hombre mi hijo! ¡Marce, mira como el muy degeneradito me agarra las tetas! ¡Mira!

Marcela: ¡Wow! ¡Así sí! ¡Voy a lamerles los genitales a juntos! ¡Mi hermano ya se volvió un varón!

Mi hermana comenzó a lamer con locas ansias mis testículos mientras mi pene penetraba la colorada panocha de mi madre. Luego lamió hábilmente la gran rajota de mamá.

Marcela: ¡Mami! ¡Déjame chuparle ese salchichón tan grande y sabroso a mi hermanito!

Mamá: ¡Dale chica! ¡Qué zorrería tan terrible!

Mamá se sacó la verga de la chocha y la boca de mi hermana se apoderó de mi picha. Me estaba haciendo una hermosa y babosa mamada.

Mamá: ¡Qué puta tan golosa! ¡Vaya forma de mamar verga! ¡Despacio que nadie te a quitar, mija!

Marcela: ¡Soy una experta mamadora! ¡Ahora quiero que me dé por la panocha a mí!

Mamá: ¡¿Quieres montar este caballo?!

Marcela: ¡Quiero cabalgar esa bestia por un rato, mami!

Mamá se levantó y mi hermana tomó su lugar, yo estaba dominado, completamente poseído por el sexo, me estaba dejando hacer de todo por parte de este tremendo par de prostitutas. Mi hermana se quitó su camisetita y se sentó sobre mi dándome un beso de lengua al cuál yo le correspondí sin ningún problema. Ese beso fue delicioso, muy morboso y pecaminoso. Después de que me besó se metió mi pene en la vagina y comenzó a cabalgarme la muy zorra. Ella gemía y reía, y mi mami, animaba a mi hermana a follarme con fuerza.

Mamá: ¡Eso mija! ¡Monta a esa bestia! ¡Vicente se manda un monstruo de verga! ¡Dale duro! ¡Y tú Vicente, taladra a esa puta! ¡Aprovecha que te está ofreciendo culo y te está dando rica cuca!

Mi hermana siguió besándome mientras me estaba montando salvajemente. Mi verga estaba experimentando un delicioso dolor, no muy fuerte, más bien era placentero. ¡Dios mío! ¡Me estaba comiendo a mi propia hermana! ¡Me folle a mi propia madre y ahora me estoy tirando a la Marce! ¡Me estoy condenando al infierno eterno! ¡Me tengo que confesar ante el sacerdote mañana mismo! Esos eran algunos de mis pensamientos en esos momentos, pero otros pensamientos que me estaban llegando eran totalmente opuestos, eran pensamientos de pasión y morbo. ¡Qué rico se siente esto del incesto! ¡Me gusta culearme a mi madre y a mi hermana! Incluso estaba imaginando follando con mi abuela. Mi abuela no es tan vieja, tiene 52 años de edad y aparenta menos, no tiene canas aún, es muy bonita, ella es mona y blanca, de ojos claros, el que es bien moreno es mi abuelo, por eso mi mami nació morenita. Mi abuela tiene buen culo y grandes tetas. Casi siempre viste de negro, con una faldita que le llega un poco más arriba de las rodillas y un buzito delgado que le deja notar la hermosa forma de sus tetas. Pero bueno, en otra ocasión hablaré más de ella. Por lo pronto seguiré narrando lo que ocurrió esa noche en que mi mamá y mi hermana abusaron de mí.

marcela: ¡Mamá! ¡Me estoy follando a mi hermano! ¡Y qué rico se siente!

mamá: ¡Aprovecha esa buena vergota, putita!

Mi hermana me puso sus senos en la cara y yo los lamí´, los besé, los “chupeteé” y con las manos los agarré y los estiré. Luego le cogí las nalgas. Después ella se incorporó y me dio la espalda y mis manos Se aferraron a sus tetas.

Marcela: ¡Vicente, eres un papasote! ¡Qué verga tan deliciosa!

Mamá: ¡Se quedó mudo el pobre de tanta excitación, pero lo importante es que ya está actuando como todo un hombre y no como el pendejo de su papá!

Marcela estaba dando tremendos sentones, y mi mami me besó. Cuando vi que acercaba sus labios me dio un corrientazo por todo mi cuerpo, y cuando los depositó sobre los míos yo casi que quedo sin consciencia, y sobre todo cuando sentí su lengua buscando la mía y enroscándola sobre ella de una manera obscena. Se quedó mirándome unos segundos con sus grandes ojos negros, guiñó un ojo y seguidamente quitó a mi hermana de mi y se sentó ella, me tomó la cara y me dijo que se lo metiera por el culo. Quedé anonadado.

Mamá: ¡Dame por el culo mi amor! ¡Vamos, culéame!

Yo: ¡No sé cómo hacerlo mami!

Mamá: ¡Déjame manejar eso!

Mi madre me cogió una mano y se metió mis dedos en la boca, los chupó y los relamió y se los llevó a su ano, yo entendí y metí mis dedos en él y empecé a darle dedo por el culo de una manera maravillosa.

Mamá: ¡Dame dedo, cariño! ¡Méteme los dedos por el culo!

Yo: ¡Bacano!...

Marcela: ¡Bacano! Este hermanito!... ¡Dedéale ese culazo a mamá! ¡Con confianza!

Mi hermana se estaba pajeando, en el sillón del frente y en un momento alzó las piernas y las abrió bastante, la muy puta se metió un dedo por el culo, se estaba dedeando su espectacular ano. Mientras tato mi madre ayudó a mi pene a meterse dentro de su orto y comenzó la culeada más tremenda.

Mamá: ¡Eso mijo! ¡Dale verga al culo de tu mamita! ¡Ohh! ¡Ahh! ¡No me cambio por nadie en estos momentos! ¡Wow! ¡Ohh! ¡Mi propio hijo me está dando por el culo! ¡Wow! ¡Ahh! ¡Qué rico!

Mamá Mónica dijo eso gritando llena de éxtasis, no midió para nada sus palabras. De seguro mi abuela estaba escuchando todo y se estaría imaginando que yo me estaba culeando a mi propia madre y a mi propia hermana, a no ser que se hubiera colocado unos tapa oídos. Marcela también ayudó a animar la culeada.

Marcela: ¡Muy bien hermanito! ¡Dale por el puto culo a esa perra! ¡Dale duro a esa hija de puta!

Mamá: ¡Nalguéame, puto! ¡Nalguéame! ¡Ohh! ¡Jueputa! ¡Pégame duro! ¡Wow!

Mis manos soltaron sus tetas e inicié una buena nalgueada a mamá, primero suavemente pero después por órdenes suya me tocó nalguear a esa puta con gran fuerza mientras ella me besaba con gran pasión, ese culo le quedó bien rojo.

Mamá: ¡Eso mijo! ¡Maltrátame! ¡Me gusta cuando mis machos me golpean y me lastiman! ¡Eso papi! ¡Uff! ¡Así! ¡Asi! ¡Papi! ¡Así! ¡Con fuerza!

Ella misma me motivó a jalarle el cabello y a pegarle bofetadas, la muy puta me exigió que le escupiera encima, en la cara, en el cabello, en las tetas, y me obligó a pegarle en las tetas y a darle puños en el vientre.

Mamá: ¡Eso papi! ¡Así es como un macho trata a su puta! ¡Trátame como una basura mijo! ¡Trátame mal! ¡Ohhh! ¡Qué rico! ¡Ahh!

Le pegué unas palmadas muy salvajes en las tetas y algunos golpes en el vientre.

Yo: ¡¿Así mamá?! ¡¿Te gusta así?!

Mamá: ¡Sí! ¡Dame más duro amor! ¡Ohh! ¡Ahh! ¡Jueputa! ¡Esto está muy bueno! ¡Qué rico! ¡Wow!

Después se sacó la verga del culo y se incorporó y me dio la espalda y volvió a meterse mi verga por el culo. ¡Qué delicia de culo! La tome de las caderas y la hacía subir y bajar con fuerza, yo estaba mirando a través de un espejo de la sala y veía sus grandes tetas rebotar, se veían espectaculares, su cabello también se movía de forma muy excitante, subía y caía, subía y caía… Mis manos volvieron a agarrar sus tetotas. Ella me pidió que le estirara mucho las tetas por los pezones y así lo hice mientras esa hijueputa gritaba mi nombre a todo pulmón.

Mamá: ¡Vicente, dale duro por el culo a tu mamita! ¡Vicente! ¡Ohh! ¡Vicente! ¡Ahh! ¡Cuánto me alegra ver que no eres marica! ¡Dame duro por este culote tragón! ¡Qué rico! ¡Carajo!... ¡Ahh! ¡Uff! ¡Ohh! ¡Papito rico! ¡Así mi amor! ¡Qué rico mi hijo Vicente me rompe el culo! ¡Ahh!

Esos gritos se escuchaban por todo el barrio. Mi mamá es muy loca. Por intuición una de mis manos tocó su vulva, esos vellos púbicos se sentían muy bien y le metí los dedos por la concha. Luego con juntas manos le abrí la cuca aún más y mi hermana vino a lamerle la raja sin ningún tipo de remilgo.

Mamá: ¡Así! ¡Así! ¡Mija, lámeme la chocha! ¡Marcelita, chúpame la cuca! ¡Dame lengua Marce! ¡Ohh! ¡Dios mío, qué puta soy!

Mi mamá no aguantó más y se corrió sobre la cara de mi hermana. Su orgasmo estuvo épico, yo sentí cómo la puta gozó.

Mamá: ¡Ahh, jueputa! ¡Qué sensación tan bacana! ¡Quiero drogarme nuevamente y seguir follando, jueputa!

Marcela: ¡Ahora deja que mi hermano me folle el culo! ¡Déjame a mí, perra! ¡Ya!...

Mi hermana tomó por el cabello a mamá y la tumbó al suelo con fuerza, en seguida se montó ella sobre mi en la misma posición en la cual había acabado de estar mi señora madre y sin mucho esfuerzo mi verga resultó perforando ese hermoso culo con muchas ganas.

Mamá: ¡Maldita puta! ¡Goza esa verga! ¡Mijo, dale a tu hermanita por ese rotundo culazo! ¡Duro! ¡Duro! ¡Ohh! ¡Wow! ¡Qué putas somos!

Mi hermana daba unos saltarines tremendos y mamá también le inició una buena lamida de cuca a la vez que yo le abría esa vagina con las manos.

Marcela: ¡Buena esa mami! ¡Dame lengua putaca! ¡Lame mi cochina cuca como si fuera tapita de yogurt!

Después de eso le cogí las tetas a Marcela y se las apreté bastante fuerte.

Yo: ¡Toma puta! ¡Toma perra!

Mamá sorprendida de escucharme decir eso, dijo:

Mamá: ¡¿Cómo dijiste?! ¡¿Cómo le dijiste a tu hermana?!

Marcela: ¡Me dijo puta y perra!

Mamá: ¡Eso mijo! ¡Ya te volviste hombre! ¡Qué rico! ¡Puta! ¡Te dijo puta y perra! ¡Qué delicia! ¡Somos putas! ¡Somos unas perras! ¡Así se hace mijo! ¡Trátanos mal! ¡Dinos puta! ¡Dinos perra!

Yo: ¡Malditas putas tan buenas y tan ricas! ¡Mamasotas! ¡Ohhh qué culo! ¡Ahh que tetas! ¡Toma por ese culo, hija de perra!

Mamá: ¡Así se hace y así se dice, cariño! ¡Danos duro! ¡Mañana si quieres vas a la iglesia te confiesas haces la penitencia y así empatas!

Con los brazos subí a mi hermana de tal forma que ella abriera las piernas totalmente y que mi mami tuviera acceso a mi verga para que la lamiera mientras le daba con fuerzas a Marcela por el ojal del culo. En efecto mamá pasó a lamerme y a chuparme tanto las huevas como el tallo del pene que salía y entraba con ímpetu por ese ojete tan terriblemente vicioso. A veces ella sacaba mi verga del culo de mi hermana para chupármelo.

Yo: ¡Ahh! ¡Ohh! ¡Ahh! ¡Qué rico!

Mamá: ¡Goza hijueputa! ¡Disfruta a estas putas! ¡Dale duro por ese culo a esta zorra!

Mi hermana dio la vuelta y puso sus tetas en mi boca, y le metí la verga por la chocha. Marcela saltaba alegremente sobre mí, yo agarraba ese par de tetas y lo chupaba como si se tratara de helados. Mi mami le estaba metiendo los dedos y la lengua por el culo a mi hermana, hasta que yo mismo puse mi verga en el ano de la chica y se lo hundí con agresividad. Me estaba culeando a mi hermana a voluntad, mis ideas religiosas se habían quedado atrás en ese momento. Yo hacía ruidos con la boca entre esas espectaculares tetas, le daba unos chupones de maravilla. Llegó un momento de gran excitación que con fuerzas la levanté y la puse en el suelo mientras la cogía con las manos de los tobillos y le daba buena verga por ese reverendo culo.

Marcela: ¡Wow! ¡Qué fuerzas! ¡Ahh! ¡Sabroso! ¡Ohh!

Mamá: ¡Ohh! ¡Grandioso, hijo! ¡Dale duro a esa marrana!

Le di un buen rato por ese ano a mi hermana en esa posición y luego la puse en cuatro y seguí con mi misión de clavarle la pija por ese recto. Mamá estaba encantada de verme tan decidido y agresivo sexualmente hablando, y mi hermana siguió gimiendo como una loca hasta que por fin se corrió. La muy perra comenzó a orgasmear expulsando un líquido como si se estuviera orinando en la alfombra.

Marcela: ¡Ohh! ¡Caracoles! ¡Santos cielos! ¡Marica! ¡Cómo gocé con la verga de mi propio hermanito!

Mamá: ¡Ese es mi hijo! ¡Hizo que la puta de su hermana se corriera!

Mi mamá se puso en cuatro y me ofreció culito, lo movía de manera provocativa. Mi hermana quedó acostada en el suelo como inconsciente y me fui decidido a desahogarme con el culo de mamá.

Mamá: ¡Culéame hijo! ¡Destrózame el puto culo! ¡Y dame mi leche!

Yo: ¡Si, mami! ¡Ya verás la culeada que te voy a dar! ¡Perra hija de puta!

Mamá: ¡Uff! ¡Qué tiernas y excitantes palabras para con tu dulce mamita! ¡Viólame el culo, pirobo!

Cogía a mamá por las caderas y sin ningún remordimiento metí mi verga por ese inmenso y abierto ano, le di con muchas ganas por ese culo, le jalé el cabello a la puta y le hundí mi miembro con total violencia mientras le decía palabrotas y le daba nalgadas muy fuertes. Mi madre gimió y gritó, también lanzó groserías y risas. Estiré mi mano y tomé de la mesita de la sala el celular de mamá y el mío y sin dudarlo saqué mi verga y le metí el celular por el culo a mi madre, con el celular la penetré mientras ella gozaba, luego se lo introduje totalmente por el culo y le marqué con el mío, la perra no hallaba que hacer cuando sintió la vibración dentro de su recto. La dama se corrió y yo me masturbé sobre su cara eyaculando en ella grandes cantidades de esperma, mis chorros eran interminables, dejé a mamá llenita de semen desde la cabeza hasta sus piernas, la cara le quedó blanca, el cabello pegajoso y sus tetas cristalizadas. La hija de puta se llevaba el semen a su boca y se lo tomaba. Le volví a marcar a su celular, ella se lo sacó del culo y me contestó:

Mamá: ¡Qué rica culeada, so hijueputa! ¡Estoy enamorada de ti, mi vicioso hijo!

Yo: ¡Eres una puta! ¡Te odio!

Tiré el celular sobre el sofá y me senté pensando en todo lo que hicimos, estaba traumado. Mi madre sacó de su bolso unos gramos de cocaína y preparó las rayas en la mesita, la muy puta inhaló el polvito con un tubito por la nariz, me miró, sonrió, y me pidió que siguiéramos cogiendo. Mi hermana quedó dormida exhausta sobre la alfombra. Al ver que ellas habían estado drogadas y que mi madre nuevamente estaba esnifando coca para no derrumbarse como mi hermana, a la cual ya se le había pasado el efecto y quedó molida, me levanté del sofá y quedé mirando a mi madre fijamente.

Yo: ¡Mamá! ¡De razón llegaron ustedes así!... ¡¿De dónde sacaste eso?! ¡¿Desde cuándo han estado consumiendo esa porquería?! ¡Ese es un problema grave!

Mamá: ¡Nosotras siempre con nuestros polvos! ¡Marce ya quedó “foquiada”! ¡Pero yo quiero seguir culeando! ¡No puedo cansarme! ¡¿Quieres un poco?!

Mi madre me ofreció de su droga.

Yo: ¡Eres una puta viciosa!

Mamá: ¡Una legítima perra viciosa hijueputa es lo que soy! ¡Dame más por el culo, mijo!

Yo: ¡No!

Mamá: ¡Entonces te lo voy a mamar, mi vida!

Mamá se acercó a mí, se agachó poniéndose de rodillas, me empezó a masturbar y cuando ya mi verga estaba nuevamente erecta puso sus manos sobre mis nalgas y me comenzó a hacer una fenomenal mamada, el movimiento de su cabeza adelante y atrás, sucesivamente, era tan excitante que me quedé quieto disfrutando de esa magnífica mamada. Mi madre empujaba mis nalgas con sus manos con el fin de que mi verga se metiera más profundamente a su succionadora boca de puta.

Mamá: ¡¿Te gusta?!

Yo: ¡Me encanta, mami!

Mamá: ¡¿Cierto que me lo vas a meter nuevamente por el culo, mi cielo?!

Yo: ¡Si tu insistes, está bien, mi puta viciosa!

Mamá: ¡Así se habla, mi amor! mmm ¡Qué rica verga! Guag Guag Guag…. Mmm

Mi madre me chupó la verga con gran habilidad, después de un rato yo tomé su cabeza con las manos y le comencé a meter la verga con rudeza, le estuve haciendo garganta profunda.

Yo: ¡Toma puta! ¡Cómeme la verga, zorra!

Mamá: Guag… Guag…

Como ya está muy largo este relato lo dejaré hasta aquí por el momento. Dejen sus comentarios si quieren que escriba la segunda parte de este relato. Gracias.

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