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Disfrutando de la polla de mi hermano (III)

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Ya en la biblioteca, no podía dejar de pensar más que en aquel viaje en metro, aunque me había acercado al baño para limpiarme un poco seguía sintiendo el semen en mi tanga, su olor en todo mi sexo, me imaginaba como mi hermano me daba placer allí mismo y volvía a despertar para meterme de lleno en el estudio hasta que nuevamente, me descubría chupándome los dedos que previamente habían metido en mi vagina, no podía estudiar estaba totalmente descentrada, solo pensaba que pasaran las horas para volver a casa junto a mi hermano, mi amor prohibido.

Serían las tres de la tarde, prácticamente estaba yo sola en la biblioteca, todo el mundo se había ido a comer cuando apareció mi hermano.

-Hola, que tal vas Eva, me dejas que me siente.

-Ssshuu no se puede hablar tan alto. -Le respondí yo.

Le miraba con los ojos entornados y el ceño fruncido, me alegraba que estuviera allí pero no sabía qué hacía en la biblioteca, le veía mirar nervioso de un lado y a otro de la biblioteca, sabía que algo le pasaba que alguna cosa le rondaba por la cabeza y no sabía cómo decírmelo, le conocía tan bien.

-Que pasa Alberto, que me quieres decir. -Le pregunté dejando el bolígrafo encima de la mesa mientras le miraba.

-Pues… -No arrancaba y me empezaba a poner nerviosa.

-¡Pero dime joder que me estás asustando! -Le volví a preguntar.

-Joder Eva... pues… que después de esta mañana... no he podido pensar en otra cosa más que volverte a... -Le corté poniéndole mi mano en sus labios para que se callara.

-Alberto, dame 5 minutos y te subes a la tercera planta, busca el pasillo 4L, al final encontrarás unas escaleras con una puerta al fondo, súbelas y entra, habrá dos pasillos, coge el de la derecha, al fondo habrá otra puerta que pone mantenimiento, estará abierta, tú entra. -Me levanté de la mesa sin decir nada más, estaba loca, hacia las cosas sin pensar y me encantaba.

A los cinco minutos mi hermano entro en aquel pasillo estrecho iluminado solamente por una pequeña ventana al fondo, era la última planta de la biblioteca donde poca o nadie subía y menos en ese pasillo, encontró la puerta y entro, era un cuarto de mantenimiento muy estrecho con unas estanterías a un lado, una mesa destartalada al otro, una gran ventana presidía aquel ridículo habitáculo iluminándolo, el sol pegaba de frente y mi hermano al entrar cegado por el sol solo vio la silueta de una mujer casi desnuda junto a la mesa, era yo que me había quitado el vestido y estaba en esos momentos quitándome el sujetador, la cara de mi hermano reflejaba una gran sorpresa.

-Ven mi vida, pasa y cierra la puerta con llave, remata lo que empezaste esta mañana.

No hizo falta decir más, nos separaban no más de tres metros y cuando llego a mí ya estaba prácticamente desnudo, empezó abrazarme y a besarme por todo el cuerpo, sus manos apretaban con fuerza mi culo hacia él, notaba su polla como nunca, estaba muy excitado y me encantaba verle así, me manoseaba bruscamente, me estaba poniendo como una perra en celo y solo me podría calmar una cosa, su pene, mi ‘kryptonita’.

Me dio media vuelta, apoyando mi cuerpo sobre la ventana de un tirón rompió mi tanga quitándomela y dejándola caer al suelo, sus manos apretaban mis pechos una y otra vez, me cogió de la cara echándomela hacia atrás empezó a besarme por el cuello, era una muñeca en sus manos un juguete, acerque mis labios a los suyos y nos empezamos a besar con pasión, mi hermano sé bajo el bóxer, abrió mis piernas y de una sola estocada me la volvió a meter.

Mis manos en alto sobre la ventana como queriendo sujetarla, mis pechos se aplastaban contra ella, mi mejilla sobre la ventana, la respiración rápida debido a la excitación creando distintas figuras de vahos en el cristal, mis piernas abierta y entre ella mi hermano llenándome mi vagina con su enorme pene, deslizándose, penetrándome muy profundamente, los primeros gemidos hacían acto de presencia en aquella salita, sus movimientos rápidos y bruscos me estaban volviendo loca, la excitación de la mañana, mi tanga impregnada de su semen y ahora esto, me estaba follando en una ventana donde yo podía ver a la gente pasar y ellos podrían perfectamente vernos si levantaran los la vista.

Mi excitación subió como la espuma, mi cuerpo empezaba a temblar, sentía un calor intenso dentro de mí, le pedía entre gemidos, jadeando y con voz entrecortada que no parara.

-Por favor… sigue así… si… gue no pares.

-Sigue metién… dola así, sigue folláaan... dome asiii, ¡aahhh!! Estaba ya a punto.

-Me corro, sigue, sigueee ¡¡aaahhh!! siii

Un orgasmo tremendo hizo su presencia, paralizando mi cuerpo, mi hermano siguió hasta que se me paso, fue entonces cuando la saco y me giro, cogió su pene con la mano y guiándolo hacia mi vagina la volvió a introducir, se movía de arriba abajo, yo no paraba de gemir, me cogió a pulso sus manos en mis glúteos y me sentó en la mesa subiéndome una pierna hacia arriba y recostándome sobre la pared, yo me dejaba hacer, confiaba en él, solo pensaba en tenerlo dentro de mí y sabía que en esa postura iba a gozar, que su pene iba a penetrar en mi vagina muy profundamente y esperaba correrme otra vez y esperaba que fuera con él, sentir su semen corriendo en mi interior.

Empezó a jugar con su pene entre mis labios, metiendo solo el glande dentro de mi vagina, sacándola, golpeando con suavidad mi clítoris, bajando nuevamente y escondiendo su pene entre mis labios, ahora empujaba poco a poco, miraba como su pene desaparecía despacio, muy despacio en mi vagina, sentía como se deslizaba dentro muy dentro, mi vagina la recibía nuevamente pero ahora la sentía más profunda, sus movimientos ahora más y más rápidos, gemíamos los dos del placer que nos causaba el roce de nuestros sexos, mi vagina se expandía para recibirla.

Mi hermano estaba aguantando más de lo normal, su cara de placer presagiaba que iba a terminar, nos besábamos con pasión, me acariciaba el clítoris, el placer y la excitación era máximo, nos besábamos y nuestros labios se paralizaron, nuestros gemidos, nuestros gritos se unieron y otro orgasmo esta vez más intenso, mi hermano empezó a expulsar su semen dentro de mí, no parábamos de movernos, mi hermano me golpeaba una y otra vez con fuerza, yo movía mis caderas hacia delante y hacia atrás, la mesa se movía, chirriaba hasta que cedió y caímos al suelo.

El golpe contra el suelo fue grande pero nos empezamos a reír, con su mano acariciaba mi pelo y mis mejillas, nos empezamos a besar allí tumbados, sin importarme el dolor me levanté y le empecé a lamer su pene limpiándoselo de todos nuestros fluidos, no se le deshinchaba, estaba en plena forma y había que aprovecharlo, así que me senté sobre él, se la cogí y apuntando a mi interior me senté sobre ella, empezando a cabalgar, me tumbe para besarle, mis movimientos circulares estaban haciéndole gemir más de la cuenta, me echo para atrás puso sus manos sobre mis pechos, no paraban de apretármelos.

Apoye mis manos sobre sus rodillas, ahora era yo quien le follaba, mi hermano simplemente tenía que mantenerse inmóvil y su pene duro sin correrse, mis movimientos rápidos hacia delante y hacia atrás nos estaban haciendo gozar, empezaba a gritar de placer, su pene atravesaba toda mi vagina, estuvimos disfrutando el uno del otro un buen rato, hasta que un nuevo orgasmo paralizo mi cuerpo cayendo sobre mi hermano sudoroso, el continuo moviéndose, levantando su pelvis apretando con fuerza lanzando su pene a mi interior muy rápido y con fuerza hasta que termino dentro de mí una vez más.

Pasamos tres horas maravillosas follando en la biblioteca, mi hermano se resarció de lo de esta mañana haciendo que me viniera con cuatro orgasmos enormes, dejando el suelo de aquel cuarto empapado de mis fluidos, mi hermano hizo de un día tedioso un día delicioso, uno más.

Metí mi tanga en el bolso, me puse el vestido y salimos los dos con cuidado del cuarto, estaba casi segura que nadie nos había oído, recogí mis libros y me fui a casa a ducharme, mi hermano llego más tarde, aquella noche la pasamos juntos, abrazados el uno al otro en la cama, no hubo sexo, pero si mucho cariño.

(8,20)