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Dos extraños se acaban conociendo carnalmente

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Nicole debía medir un metro setenta, tenía la mano izquierda en su cabello y con la derecha sujetaba un bolso blanco. Llevaba puesto un top de manga larga blanco y gris que mostraba su ombligo por el que bajaban dos cordones del top. Su cintura era de avispa. Los jeans, rotos en ambas piernas y ajustados, marcaban sus anchas caderas y sus largas y estilizadas piernas, las uñas de pies y manos las llevaba pintadas de blanco, a juego con sus sandalias. Su rostro era el de ángel, perfecto, nacido para ser admirado, aunque su boca con los labios pintados de carmín invitaban a devorarla, que digo sus labios, sus labios sus tetas, su culo y su coño, su coño debía saber a gloria, la puedo describir tan bien porque Nicole me había pedido que le quitara una foto con su celular y fue lo que hice. Luego le devolví el aparato y le pregunté:

-¿Sabes de algún sitio dónde se puedan tomar unas copas sin que haya ruidos?

Caminaba a mi lado y se puso coqueta.

-¿Me estás invitando a unas copas?

-No, no aspiro a tanto, eres demasiado joven y demasiado bella cómo para atreverme a semejante cosa.

-¿Los maduros ligáis así?

Estoy poniendo palabras que no salían así de su boca, ya que era argentina, pero venían a decir lo mismo, aclarada la cosa, volvamos al turrón. Le respondí:

-No estoy ligando, créeme, si estuviera ligando te diría que eres la dieta que me recetó el médico, light y sin conservantes ni colorantes.

-Estás ligando conmigo.

-Para ti la perra gorda.

Me miro con cara de: "¡¿Qué dice este garrulo?!"

-¿Para mí qué?

La volví a mirar. ¡Qué buena estaba la cabrona! Me arranqué por bulerías.

-¡Qué sí, coño, que sí! Pero no te invitaba a una copa, te llevaba a mi habitación y te ponía el coño cómo un bebedero de patos.

Ni se inmutó, Nicole era la tranquilidad personificada.

-¿Y tienes que beber en tu habitación?

-Leche, tengo leche en cantidad.

Le hablé así porque pensaba que aquel monumento no vendría a mi habitación ni borracha, pero estaba engañado.

-No seas boludo. Si no tienes de beber en tu habitación podemos comprar algo por el camino.

Había ligado con una completa extraña. ¡Y cómo estaba la extraña! Estaba de toma pan y moja... No me extiendo más. Acabé llegando a la habitación del hotel con una botella de Fernet en una mano y una cola grande en la otra, y sin saber qué coño era el Fernet.

Al verla en mi habitación echando el Fernet y la cola en un vaso de tubo creí que estaba soñando. Fui a su lado, la cogí por la cintura y la besé en el cuello. Sonrió y me dijo:

-Sin prisas, tenemos toda la tarde y toda la noche.

Me dio el vaso y eché un trago. Aquello pegaba fuerte. Se quitó el top, fue hacia la cama, se quitó las sandalias y el pantalón y en bragas grises se echó boca abajo sobre la cama... Le lamí las plantas de los pies, subí besando y lamiendo sus muslos. Llegué a su culo, le bajé las bragas, le abrí sus redondas nalgas y le besé y le lamí el ojete. Nicole, con la cabeza de lado y sus manos sobre la almohada reía cómo una niña traviesa. Mi polla estaba mojada, la saqué y se la froté en el ojete. Se dio la vuelta, y me dijo:

-Sin prisas, no seas cómo mi novio.

Vi sus bellas tetas con areolas rosadas y su coño peladito, su cintura estrecha, sus anchas caderas y me di cuenta de que nunca volvería a saborear una cosa tan rica. Era un sueño de mujer y la tenía a mi disposición. Me desnudé en un plis plas. Con mi polla apuntando hacia arriba, lamí alrededor de los pezones con la punta de la lengua y después mamé, chupé, lamí y magreé las tetas hasta que Nicole comenzó a gemir. Bajé besando y lamiendo su vientre y su ombligo hasta llegar al coño. Ya lo tenía encharcado. Lo metí todo en la boca y se lo limpié de jugos, luego aplaste mi lengua contra su clítoris y la giré alrededor, para acto seguido metérsela en la vagina y después lamer de abajo a arriba, Nicole, me dijo:

-¡Voy a acabar!

Aceleré los movimientos de mi lengua y explotó.

-¡Me vengo!

Se corrió en mi boca entre dulces gemidos y fuertes espasmos. Seguí lamiendo cuando dejó de correrse, hasta que volvió a ponerse perra. En ese momento vi que era la mía, se la clavé en el coño de un golpe de riñón, con la polla metida hasta el fondo le cerré las piernas, y haciendo palanca con mi culo le follé el punto G, al tiempo que mi pelvis se frotaba con su clítoris. Nicole me besó por vez primera. Sus labios eran tan dulces y yo estaba tan cachondo que me corrí dentro de ella. Si yo estaba cachondo ella no se quedaba atrás. Sintió la explosión de un orgasmo vaginal al tiempo que tenía otro orgasmo clitoriano. Tembló debajo de mí cómo si la estuviera sacudiendo un terremoto y no fue capaz a articular palabra. Nuestras corridas se juntaron y su coño quedo cómo le había dicho, cómo un bebedero de patos. Estuve besándola hasta que recuperó las fuerzas, luego me quité de encima, metí mi cabeza entre sus piernas y le volví a comer el coño mientras mi leche y sus jugos salían de él. Nicole, acariciando sus tetas se dejó ir, se dejó ir, se dejó ir, y cuando vi que se iba, le dije:

-Quiero que me mires y quiero oír cómo dices que te corres:

Miró cómo le comía el coño hasta que levantó la pelvis y dijo:

-¡¡Me corro!!

Sentí en mi lengua sus jugos espesos con sabor ácido y el roce de su vagina abriéndose y cerrándose... Bebí de ella hasta que su pelvis dejó de moverse y su boca de gemir.

Al acabar tomamos otro buen trago de aquella mezcla explosiva que había hecho. Después se echó otra vez boca arriba sobre la cama, ¡Ay el culo! Aquel culo no se me escapaba vivo. Le dije:

-Voy al servicio. Ahora vengo.

Al volver del servicio me arrodillé detrás de ella, le besé y lamí el cuello y la espalda desde la primera cervical hasta el coxis al tiempo que le rascaba la espada con mis uñas, después le levanté su culo pequeño y redondo, una maravilla de culo, abrí las nalgas con mi mano derecha y lamí su periné y su ojete... Comencé lamiendo de abajo arriba, después hice círculos con mi lengua en la entrada, Nicole me facilitó la labor poniéndose a cuatro patas. Vi que no tenía estrías alrededor del ojete y que su agujero era muy pequeñito. Estaba sin estrenar. Tenía que ser sumamente cuidadoso para no hacerle daño. Le metí y saque la punta de la lengua un par de veces y volví la lamer periné y ojete... Pasé a tres folladas de ano con la lengua, y de nuevo varias lamidas al periné y al ojete... Seguí aumentando las folladas de ojete hasta que me puse a su lado izquierdo. Le metí el dedo medio de la mano izquierda dentro del ano y con tres dedos de la derecha froté su clítoris lateralmente. Nicole, que no había abierto la boca ni para gemir, comenzó a hacerlo. A ese dedo siguieron dos, y moviéndolos alrededor dentro del ano fui haciendo sitio. No había parado de frotar su clítoris y Nicole se iba a correr. Era el momento, más excitada no la podía poner, acerqué mi polla a la entrada, y el ojete, con dificultad, dejó entrar el glande de mi polla. Se le fueron las ganas de correrse, pero seguía sin decir palabra, era cómo si se quedara muda, o cómo si estuviese esperando acontecimientos. Mi polla fue entrando por aquella delicia de culo hasta que llegó al Fondo, Al tenerla toda dentro le volví a frotar el clítoris transversalmente con tres dedos mucho más aprisa que antes, y en segundos, Nicole, me dijo:

-¡Me, me, me! ¡¡¡Aaaah!!!

Sentí cómo su ano apretaba mi polla y cómo su culo se movía de delante hacia atrás y de atrás hacia delante desafiándola, era como si quisiera mi leche dentro. Se estaba corriendo a lo grande, mordía la almohada y apretaba las sábanas. Saqué la polla del culo y se la metí en el coño. Entró más que apretada, ya que estaba con las contracciones. Al tenerla toda dentro, le agarré las duras tetas, y magreándolas y apretando sus pezones le di caña brava. Nicole antes de un minuto se volvió a correr, y al poquito otra vez, ahí no pude aguantar más y le llené el coño de leche. Al acabar de correrme mi polla seguía dura. La viagra hiciera su efecto. Le volví a dar leña, pero leña de la buena... Con la polla chapoteando en mi leche y en sus jugos, se volvió a correr, y corriéndose se derrumbó sobre la cama. Al acabar de correrse me quedé quieto con la polla dentro de su coño y con mis manos apoyadas en la almohada. Cuando giró La cabeza y me sonrió, le pregunté:

-¿Sigo?

Volvió a sonreír, y me respondió:

-Sigue.

La noche iba a ser muy larga y la tarde aún acababa de empezar.

Quique.

(9,00)