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El crucero (05): Látigos y cuerdas

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El látigo llega a milímetros de la piel,  lo justo para que salten las pinzas sin marcar la esclava, en caso de empate, quien más haya precisado en los azotes, mayor puntuación tendrá. Entre temblores margot se retuerce de dolor cuando de un solo golpe Rosa ha hecho saltar tres de las pinzas de su sexo, ha quedado una pequeña marca del cuero en su piel, pero ha valido la pena. Nuria no se queda atrás y con un par de golpes en las tetas de su hembra, hace saltar de manera limpia 5 pinzas más. El resto de esclavas también aúllan y chillan de dolor, mientras sus amos y amas van despojándolas de las pinzas que llenaban sus cuerpos, pero la precisión y destreza queda muy lejos de Nuria y Rosa que siguen dominando la prueba.

Desde la mesa, orgullosa de tu dueña, no dejas de mirarla, mientras sientes las manos de Juan en tus nalgas, en tus pechos, en tus mejillas y tú, sumisa y caliente bailas satisfecha al ritmo de su verga anclada en ti. Solo quedan 2 pinzas en el pecho derecho de la sumisa de Nuria, y una en el pezón izquierdo de margot. La primera en lanzar el látigo es Rosa que hace saltar la pinza, margot se muerde los labios para no chillar aún más, mientas un escozor brutal quema su piel. Rosa hace una mueca de desagrado, además de la pinza, ha rozado el pecho de la esclava, que ahora luce una llamativa línea roja. Nuria se concentra, mira la cara asustada de su víctima, y lanza un golpe que hace saltar las dos pinzas entre los aplausos del público, aunque para ello también ha tenido que marcar un poco la piel de la hembra, que colgando de sus cadenas, solloza con la cara oculta entre sus cabellos.

El resto de amas ha quedado muy lejos, así que la victoria está entre Nuria y Rosa, un miembro del equipo de animación hará de jurado, se acerca a margot, le levanta el rostro, ella intenta limpiarse las lágrimas con la lengua, mientras él empieza a mirar cada centímetro de su piel, decenas de marcas rojas, dibujan los lugares donde estaban las pinzas, pero no es esto lo que busca, sino las líneas rojos del látigo cuando la imprecisión de Rosa ha hecho que impactase en la piel de la esclava, le levanta una de las patas, en sus pantorrilla hay una, otra en su sexo, y un par más en nalgas y tetas, en total 4 marcas suaves pero marcas al fin y al cabo. Ahora es el turno de Nuria, el jurado empieza a mirar su perrita sumisa, tiene un par de marcas en sus pechos, otra en su coño, y rebuscando encuentra una casi imperceptible en uno de sus costados. En total 4, empate.

Suenan las cadenas y el resto de hembras azotadas suben hacia el techo por el mismo lugar por donde bajaron, Pero margot y la perrita de Nuria, aún se han de usar para el desempate. El mismo juez pone 5 pinzas en las axilas, pezones y sexo de cada una de ellas, esta vez no importa marcar la piel de las hembras, cuenta la velocidad, son 5 azotes, y la primera que termine gana, evidentemente si ha hecho saltar todas las pinzas.

Empieza la cuenta atrás, 5,4… Los látigos a punto, las esclavas temblando y un silencio total entre el público, 3,2… por los altavoces solo se oye el jadear tembloroso de las sumisas 1, Ya!!!, los látigos vuelan de manera increíblemente rápida al compás de los chillidos de las esclavas, las pinzas van saltando, y en apenas unos instantes, Rosa termina su castigo, aunque su cara seria denota su enfado, un momento después nuria hace caer la última pinza, la del sexo de su esclava, Los focos se entretienen en las esclavas, llorando, temblando, entre sollozos, margot luce medio desenganchada una pinza en una de sus axilas. Tú no puedes evitarlo te levantas y gritas orgullosa que aquella es tu dueña!!! tu ama!!! Juan te coge por los hombros y de un golpe te hace sentarte, clavándote nuevamente su verga dentro de ti, te revuelves enfadada mientras él te retuerce uno de tus pechos para que te estés quieta, y tú entre gruñidos y gimoteos le obedeces. Mientras, en el escenario, las correas de las esclavas se tensan y vuelven a izarlas, hasta desaparecer en el falso techo por donde salieron hace ya un buen rato.

Nuria y Rosa vuelven a la mesa, entre las felicitaciones y los aplausos de toda la gente del comedor. Una vez sentadas, cornuda se acerca sumisa y dócil a Rosa y empieza a lengüetear las piernas y el sexo de la mujer de su amo, que con una media sonrisa, agradece los elogios de Nuria, cuando le dice que solo la mala suerte hizo que aquella última pinza no terminase de caer. Uno de los animadores se acerca a ellas y les dice que tranquilas, antes de que termine el crucero tendrán nuevas oportunidades para poner a prueba su puntería. Uno de los camareros trae un cubo con los restos de la comida, para que tú, cornuda y rabo podáis comer un poco. Pero lo habéis de hacer rápido, muy pronto se os van a llevar, para un nuevo espectáculo que se está preparando.

Mientras comes, notas los pies de Nuria acariciando tu culo, te gusta el tacto suave de sus dedos, el dedo gordo jugando en tu agujero empapado del placer de Juan, te contorneas, gimes un poco, mientras la miras relamiéndote tu cara sucia y marrana. Y tal como os habían dicho, media hora después, unos marineros os vienen a buscar, con una fusta os van apremiando para que salgáis rápido de debajo de la mesa, corréis junto a un grupo de una treintena de esclavas, y dóciles y sumisas seguís hacia una zona interior entre correazos y bromas por parte de la tripulación. En la mesa, Nuria, Rosa y Juan continúan una sobremesa que se alarga hasta pasadas las 4 de la tarde.

Luego paseando por el barco, en uno de los bares, Raül, Jacques y yo también estamos solos, nuestras perritas también participan en el espectáculo de esta noche, os unís al grupo, y charlando de todo un poco va pasando el rato. En aquel mismo momento en la sala más grande del barco, están terminando de quitar las butacas y las mesas. En el centro uno de los maestros más conocidos del “Shibari” esta ordenando aquí y allá lo que quiere y como lo quiere, centenares de metros de cuerdas, miles de nudos, y casi un centenar de hembras y machos sumisos, formarán un telaraña gigante, que llenará por completo el recinto. En un rincón junto a cornuda y rabo estas tú, nerviosa, sudorosa, notas como el miedo y la incertidumbre te excita más y más, en una sensación extraña, a la vez inquietante y placentera. En otro rincón ves a nuri, zuleia i margot, les sonríes y les saludas tímidamente con tu mano, mientras ponen unas correas en tus muñecas, al instante tiran de ti, te levantan en vilo, tus pechos atados se unen a uno de los tobillos de una mulata, a rabo lo atan cabeza abajo, sus muñecas y tobillos están atadas a otros animales, cuando ellos se muevan, eél también. Todo es un gran engranaje de cuerdas y nudos, cada esclava que se mueve hace que otras lo hagan y viceversa. A cornuda tardan algo más en atarla, será uno de los expositores junto a la puerta, la ponen cabeza abajo, sus tobillos se atan a otras hembras con la misma función, sus patas separadas, su lengua atada al suelo, y en su sexo, un puñado de programas de información del acto. Entre gruñidos y jadeos, Las cuerdas van tensándose cada vez más, formando una gran telaraña que lo envuelve todo, y que da una belleza plástica y una sensualidad increíble a todo el grupo, todo está calculado, pechos, rabos y culos en perfecta armonía, vergas que se empinan con los contorneos de otros animales, pechos que se tensan hasta el límite atados a sexos y culos listos para ser penetrados.

Tras un rato en cubierta, decidimos ir hacia el teatro, falta poco menos de media hora y tenemos mucha curiosidad por como habrá quedado “la telaraña”. En la puerta decenas de amos esperamos pacientemente a la hora en punto, apenas cinco minutos, ya empieza a sonar una suave música relajante, y los focos van girando iluminando tenuemente los cuerpos suspendidos entre los correajes, que con unas poleas se han tensado de manera espectacular, realmente parecéis las víctimas de una inmensa araña en su tela. Los focos no dejan de girar lenta, muy lentamente, ahora te iluminan a ti, tus piernas abiertas se mueven al ritmo de un los pechos de tus compañeras,

Se abren las puertas, y justo al entrar, el artista hace una señal, y centenares de vibradores se activan en vuestros culos y coños, os empezáis a mover, a gemir, haciendo que todo el conjunto cobre vida, Rosa y Nuria no dejan de aplaudir, el espectáculo está superando cualquier expectativa. A más de 4 metros del suelo, empiezas a gruñir, el placer de tus consoladores se une al dolor de tus pechos moviéndose al ritmo del placer y del deseo de dos esclavas cuyas patas están atadas a tus ubres. Juan ríe divertido al reconocer el coño de su esclava, aquella peca junto a su vulva la delata, luego le mira la cara y ella con su boca abierta y babeando intenta sonreír mientras la gente va cogiendo distintos folletos que llenan su entrepierna. Cornuda no puede evitar mojar los papeles mientras cabeza abajo, siente tantas manos acariciándola, cogiendo y poniendo papeles en ella, algunos se entretienen en jugar con su vulva, con su clítoris, otros prefieren poner sus botas en aquellas lenguas atadas, o sus pies descalzos, algunos tiran de las correas que atan sus pechos, mientras por los altavoces se anima a la gente, a tocar, pellizcar, azotar, jugar, cada animal atado es parte de un espectáculo vivo que sus amos van creando a cada instante, Nuria quiere probar la lengua de cornuda, pone su pie izquierdo en la boca de la hembra que sumisa deja que su lengua inmóvil sirva de felpudo húmedo y caliente a quien quiera usarla.

Los distintos dueños van señalando aquí y allá, cuando reconocen a sus hembras, las tetas de margot i nuri están justo encima de nuestras cabezas, un par de jóvenes se entretienen tirando de ellas, ordeñándolas, y con cada nuevo tirón, gritos aquí y allá demuestran lo entreligadas que están las esclavas. En uno de los rincones hay unas cerbatanas, para los que quieran probar puntería con las hembras colgadas más arriba. Juan decide probar suerte contigo, pone el pequeño dardo en la punta, te mira, y apunta a tus pechos, pero el tiro se desvía y se clava en una de las nalgas de una mulata que esta junto a ti, toda la zona se mueve y vibra con los movimientos de dolor de la chica.

De pronto uno de los esclavos, no puede evitar correrse, y como una fuente su leche va saltando de hembra en hembra hasta gotear en el suelo, a unas les moja la espalda, a otras sus pechos, incluso una intenta relamer lo que ha caído cerca de su boca. Ahora es Nuria quien prueba suerte en zuleia que también está en la parte superior. El dardo se clava en su vientre, y ella grita de dolor, el hecho de que las puntas estén mojadas en alcohol ayuda a hacerl que os movais y gritéis aún más. Alguien se ha aferrado a las tetas de nuri, la están ordeñando como si fuera una vaca, ella se muerde los labios mientras siente aquellos dedos presionando y pinzando sus pezones. En la puerta un amo, decide apuntar su meada a la boca de cornuda, que pronto tiene toda su cara empapada de orina, entres las risas de la gente, esto anima a otros dueños, que no tardan en ir mojando las caras rojas tras tanto rato cabeza abajo de los animales del expositor.

El espectáculo dura algo más de una hora, cada vez más, las sumisas y esclavos gritan, lloran, se retuercen de dolor, los cuerpos de las que están más cerca del suelo, se llenan de manos, de bocas, de vergas, y las que están más arriba, sienten los pinchazos intensos de los dardos de las cerbatanas, y también las punzadas de las afiladas puntas de largas cañas listas para dar placer a sus dueños. El autor cuenta algunos trucos de las ataduras, mientras muestra de manera gráfica donde poner los nudos para que el dolor sea más intenso o suave, también como gozar de culos y coños moviéndose al ritmo de las correas

Tras un buen rato disfrutando del espectáculo, decidimos ir ya hacia el comedor, se acerca la hora de cenar, y como cada noche, tenemos la misma mesa reservada, por los altavoces anuncian que sumisos y esclavas serán entregados a sus dueños durante la cena. Al llegar, cómodamente sentados nos recibe el camarero cubano, Rosa no deja de mirarlo, de insinuarse, mientras él la felicita a ella y a Nuria por el excelente resultado del concurso de azotes. El menú como siempre excelente, y la amabilidad y simpatía una constante, aunque se le nota sin ningún disimulo que las atenciones a Rosa, son más intensas, se palpa la complicidad entre los dos, Suena la música y al girar la mirada, vemos que llegan nuestras sumisas, como el resto de mesas, aplaudimos la llegada de las perritas y esclavos. Escocida y dolorida te acercas a Nuria, que te acaricia el rostro, mientras que Juan también da algunos mimos a cornuda. Rosa tira de la verga de rabo y lo mete bajo la mesa, mientras le dice que esta noche habrá sorpresa, el asiente con la cabeza mientras va lamiendo el sexo cada vez más empapado de su dueña.

Tras terminar con los postres, Nuria te coge por tu collar y te lleva junto a su boca, te besa hasta el fondo de tu paladar, mientras con su otra mano acaricia uno de tus pechos, luego dice que mañana será un día duro, hacemos parada en la costa africana y se ha apuntado a una de las excursiones, así que mejor ir a descansar, y tras despedirse de Juan y Rosa, tirando de ti, te lleva hacia el camarote. En la mesa, Rosa espera a que venga el camarero, y al llegar, ella pone el collar negro sobre la mesa, y le pregunta si le apetece ayudarla a ponérselo, Juan ríe, parece el título de una película “ama de día, sumisa de noche”. Rosa sonríe y con sus manos levanta sus cabellos, nota las manos grandes y fuertes de su cubano tensando el collar en su piel hasta hacerla gemir un poco, ella se levanta y deja caer su vestido, luego se arrodilla y le besa las botas. El cada vez más excitado coge sus ubres y la levanta en vilo, mientras ella le dice que hoy además de ella, también tendrán de propina a rabo, que asustado mira sorprendido a su dueña. El camarero le retuerce uno de sus pechos y le dice que ya sabe el camino, y ella a 4 patas, junto a su esclavo se dirige desnuda, orgullosa y sumisa hacia el interior de la zona restringida al personal del barco…

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