Ver a vuestras compañeras comer y beber es un nuevo castigo, bajo el sol, con la piel empapada en sudor y la boca reseca, solo podéis mirar, relameros los labios mientras ellas no dejan de beber, de comer y vosotras medio desfallecidas las observáis con rabia, con envidia, pero también con la certeza de que lo que estáis haciendo es lo que vuestros amos desean que hagáis.
Antes de arrancar el autocar, todavía corren cuatro esclavas más a unirse a las que vuelven al barco. Los autocares se van entre una nube de polvo por un camino que no merece este nombre. Ya solas, ves que se acerca uno de los organizadores, te asusta la fusta que lleva en la mano, te mira, palpa tus pechos, sopesa tus nalgas, pone su mano en tu entrepierna y sonríe satisfecho mientras te comenta, -van a pagar bastante por ti. Estas palabras se convierten en un nudo en tu garganta, y él sin dejar de magrearte te cuenta que ahora os van a vender, una puja que dará derecho a quien más pague a usarte como le apetezca. Sin tiempo a pensar, os arrastran hasta los pies de una tarima, la primera a la que suben es una hermosa hembra africana, joven, mulata, de pechos y nalgas grandes, la van girando mientras cuentan lo mucho que tiene por ofrecer, le separan los labios del sexo, para que todos vean bien el sonrosado placer que esconde, le hacen abrir la boca, un excelente lugar donde correrse, algunos de los dueños, suben a comprobar la calidad del animal, y ella entre sollozos deja que la magreen, que la pellizquen y le toqueteen cada rincón de su cuerpo. Finalmente, uno de los que ha subido, puja por ella y se la lleva tirando de su correa. Estás asustada y nerviosa, otra esclava ya está en el escenario, mas insultos, magreos y manos y bocas de desconocidos recorriéndola por toda su piel, hasta que alguien la compra. Ahora es nuri quien sube, es vieja para la mayoría, pero el vendedor sabe cómo convencer, les habla de la gran carrera que todos vieron por televisión, les cuenta como la cerda es capaz de hacer cosas que otras más jóvenes ni se imaginan, al final por un precio más módico también ella encuentra un dueño. Y cuando menos lo esperas, tiran de tu collar, agarran uno de tus pechos y te suben al escenario, al momento sientes manos y bocas junto a ti, alguien te muerde las nalgas, otro te pellizca los pechos, miran tus dientes mientras el vendedor, habla de lo hermosa y servicial que es la perrita triska. Con la mirada baja y los puños apretados, humillada y castigada, sigues dejando que te toquen, te pellizquen y magreen, hasta que desde el fondo alguien te compra, intentas mirar quien es, pero solo ves una mano levantada.
De un tirón te hacen bajar del escenario, al instante suben un nuevo ejemplar. Por orden de tu dueño, te ponen una venda en los ojos, de momento no quiero que sepas que soy yo quien ha pagado por ti. Estoy ante ti, estás temblando, asustada e inquieta, mi mano se acerca a tu entrepierna, notas mis dedos jugar con tu vello rubio, instintivamente tiras hacia atrás, pero al instante dócil y obediente vuelves a acercarlo a mis dedos. Mientras una mano sigue en tu entrepierna, con la otra juego con tus pechos azotados, me gusta reseguir las líneas que el látigo ha dibujado en tu piel, pellizco suavemente tus pezones, te acaricio las mejillas, paseo mis dedos por tus nalgas, recorro tu sexo entrando suavemente dentro de ti. Tu no puedes evitar excitarte, no quieres sentir ningún placer, pero la oscuridad de tu venda, la suavidad de mis caricias, la incertidumbre de lo que te espera, todo combinado hace aflorar más y más tu instinto sumiso, sonrojada intentas no darme la satisfacción de verte mojada y caliente con tan solo unas caricias, con tan solo unos instantes de mis manos recorriendo tu cuerpo. Apenas 5 minutos después, dejo de tocarte, tragas saliva esperando un castigo, un azote, pero no pasa nada, tú no lo sabes, pero estoy pujando por otra hembra, una compañera de juegos para ti y para mí.
Tras unos instantes que se te hacen eternos, mis manos vuelven a ordeñar tus pechos, a acariciar tu rostro, a recorrer tu cara. Das un respingo cuando sientes la respiración de otra persona junto a ti, también ella está con los ojos vendados, con el miedo y la incertidumbre de lo desconocido. Ahora que ya os tengo a las dos, tiro de vuestras correas, y nos vamos a una de las habitaciones que la empresa ha dispuesto para que disfrutemos de vosotras. Tumbo a cornuda en la madera que hace de cama, tirando de ti te pongo encima, os dejo solas unos momentos mientras voy a terminar de ultimar unos detalles. Notas su piel, sus curvas, su respiración, y en el primer jadeo reconoces su voz, ella también la tuya, acercas tus labios a su oreja y de manera discreta le susurras –cornuda?, ella sonríe y se abraza a ti, mientras responde –trisky?. Abrazadas, os besáis, os acaricias, os dais todos los mimos que la situación permite, siempre pendientes de la vuelta del desconocido que os ha adquirido.
Oís pasos, os abrazáis aún más fuerte, tus labios besan los suyos, y sus manos se aferran a tus nalgas. Estoy unos instantes junto a vosotros sin decir nada, disfrutando de vuestros nervios, de la tensión y el miedo de vuestros cuerpos. Luego mi mano se pasea por tu espalda, acaricio tu culo, tú en silencio, abrazada a cornuda te dejas hacer. Os ordeno que os quitéis las vendas, al instante te la quitas, miras los ojos oscuros e intensos de cornuda rojos de tanto llorar, ella te besa mientras entre sollozos te sonríe. Levanta la mirada y se queda sorprendida al verme, tú te giras y me ves. Ante vosotras con una media sonrisa no dejo de miraros mientras os acaricio, os cuento que Nuria, Juan y yo decidimos que si llegabais hasta la subasta, él se quedaría con nuri, Nuria con cornuda, y yo contigo, pero al final Nuria se encapricho de uno de los esclavos, y yo me he quedado con las dos.
Cornuda sonríe agradecía, se agacha y sumisa engulle hasta el fondo de su boca, mi verga, es su forma de darme las gracias, agarro sus cabellos y empiezo a moverla, mientras miro su piel morena, noto sus pechos acariciando mis piernas, mientras cimbrea su culo y relame con su lengua cada centímetro de mi verga, que se endurece más y más. Tu no quieres quedarte atrás y acercas tus labios a mi boca, sumisa esperas a que te bese, a que te use, mi lengua no tarda en recorrer tu paladar, en jugar con la tuya. Los tres entremezclamos nuestros cuerpos, me excitan los pechos grandes de cornuda, su belleza hecho de mil cruces, generación tras generación, rasgos latinos e indígenas se entremezclan en esta hermosa venezolana. Tumbada en la madera tiro de sus nalgas hacia mí hasta que su coño cuelga junto a mi verga, tú te pones encima de ella, notas su boca en tu sexo, cornuda se agarra a tu culo, para poder lamerte mejor. Tu boca junto a su sexo hace que yo vaya alternando vuestros agujeros, me gusta como el coño de cornuda empapado y caliente moja mi verga endurecida, con una vara te voy dando pequeños azotes en tu culo, te hacen gemir suavemente, mientras ahora eres tu quien engulle mi verga con sabor a ella.
Cuando estoy a punto de correrme la saco de ti, y la entro de un golpe en el sexo empapado de cornuda, que no puede evitar correrse mientras desfogo mi deseo en su vagina empapada. Tú también estás excitada con la boca de cornuda jugando en tu entrepierna, con su lengua entrando dentro de ti. Con su piel y la tuya temblando al unísono. Una vez me he desfogado en ella, me apetece limpiarme en tu cara, con tu boca buscas los restos de placer que quedan en mi verga, yo voy paseándola por tus mejillas, por tus labios, por tu nariz y barbilla. Me miras traviesa con tu sonrisa sucia y brillante. Cornuda más relajada muestra un reguero blanco y lechoso saliendo de su entrepierna. Pero tú no quieres quedarte sin tu premio y bajando de cornuda, empiezas a masajear mi verga con tus pechos, no dejas de mirarme y relamerte, orgullosa y satisfecha, mientras el sudor de tus pechos lubrica mi verga cada vez más gruesa y dura, estrujas tus ubres para sentirla aún más, no dejas de mirarme con tu cara sucia y traviesa. Hago bajar a cornuda y te ordeno que te tumbes en la cama. Me gusta mirarte, rubia, excitante, sensual y caliente, tu piel brilla mojada de sudor y semen, tus pechos se mueven al compás de tu respiración y todo tu cuerpo está decorado con decenas de azotes. Contorneas traviesa y golosa tu entrepierna. Jadeas mientras muestras satisfecha este vello rizado y rubio que tanto me apetece, tus manos no dejan de acariciarte, de moverse por tu piel, de jugar con tus pezones endurecidos, mientras tu lengua relame tus labios a la espera de mi boca.
Mis manos se agarran a tus nalgas, sientes mis dedos tirando de ti hacia mi, gimes cuando mi verga se desliza en tu vagina empapada, cuando desaparece dentro de ti, cornuda se tumba junto a ti, sus manos juegan con tus pechos, con tus pezones, mientras no dejas de gemir, de moverte, de bailar al compás de mi verga cada vez más caliente, más gruesa, no tardamos en corrernos, me gusta verte gruñir, chillar, ver cómo me miras caliente y satisfecha. Cornuda deja tu boca y engulle los restos de tu placer y el mío que llenan mi verga, luego relame tu coño abierto, mientras yo le acaricio el lomo, y ella se mueve coqueta y sumisa.
Tumbado sobre ti, satisfecho y relajado, jugueteo con tus cabellos, con tu cara, cornuda se tumba junto a nosotros, restriega sus pechos, su vientre, busco sus labios y la beso, me gusta el sabor de su boca, el tacto de su lengua, su cara de perfil afilado, su piel morena de sabor caribeño. El tiempo va pasando, y sin darnos cuenta son ya más de las cuatro de la tarde, y antes de devolveros quiero que bebáis y comáis un poco, falta una última prueba, igual de exigente que las anteriores y quiere que la afrontéis en las mejores condiciones. Agradecidas bebéis y coméis hasta quedar satisfechas y listas para lo que os tengamos preparado.
Beso a cornuda, ella se abraza a mí, le encanta restregar sus pechos por mi pecho, hacerme sentir la dureza de sus pezones, el tacto suave de su vientre, el cosquilleo de su pubis rizado y negro azabache. Tú la apartas, también quieres abrazarte a mí, hacerme ver que no tienes nada que envidarle a ella, me gusta esta competición por ver cuál de las dos es más cachonda y servicial, pero habremos de seguir el juego en el barco, porque ya están sonando las sirenas, que avisan que todo el rebaño se ha de reunir para volver al barco.
Cuando salís de la habitación, a latigazos os vuelven a juntar con el resto de hembras, en el suelo veis un montón de cruces de madera. Sin decirte nada, Nuria tira de coño, te tumba sobre una de las cruces y te ata las muñecas a la madera, luego ata otra cuerda a tus pechos, gimes un poco cuando tensa la cuerda y comprueba que no soltará fácilmente. Miras a tu alrededor, por todas partes amos y amas, atan a sus esclavas y sumisos. Un par de azotes en tu vientre, te hacen volver a mirar a tu dueña, que sonríe orgullosa de su perrita, tu bajas la mirada, te ayuda a levantarte, quedas encorvada, la madera sobre tu lomo, tus brazos dolorosamente extendidos y tus muñecas atadas a la cruz, y la parte inferior de la madera, sobre la arena, aún no habéis empezado y ya estás empapada de sudor, toda tu piel brilla con este sol que no cesa de recalentar más y más vuestros cuerpos, no te atreves a mirar a tus compañeras, Nuria tira de la cuerdas de tus pechos y las ata la silla de su caballo. Una vez todas listas, montamos, miro a nuri, atada, jadeando, con decenas de marcas por toda su piel, con su cara embadurnada de esperma reseco, respira con la boca abierta, no deja de temblar de miedo y dolor. Cornuda respira agitadamente, mientras nota como sus pechos se tensan con las cuerdas que le ha atado Juan.
Y cuando todas estáis listas, empezamos ya a caminar, el mástil de la cruz se clava y va dejando un surco en la arena, la arrastras con todas tus fuerzas, pero apenas si consigues avanzar, estás demasiado cansada, agotada, solo los tirones de tus pechos te hacen seguir adelante. Estamos subiendo una de las dunas, cornuda llora y solo el dolor de sus ubres la hace continuar, nuri apenas si puede resistir la caminata, y un murmullo sordo y constante de gemidos y lloriqueos pone música a esta caravana de esclavas. Una de las mujeres cae de bruces, chilla cuando las cuerdas tensan aún más sus pechos. Su dueño tras arrástrala durante unos metros, baja del caballo, gira la cruz, ella llora y suplica, mientras él la azota con furia durante unos minutos, luego le levanta la cruz, y tras un par de bofetadas vuelve a montar, y la hembra arrastrando los pies intenta seguir adelante, nuri se tambalea, pero consigue aguantar hasta llegar a la cima de la duna, allí como a todas, se os iluminan los ojos, al fondo, se ve el puerto y la silueta del “Justine”. Queda una bajada y una recta no muy larga, parece poco, pero sigue siendo un suplicio para vuestros pies descalzos, vuestros brazos tensados y vuestros pechos castigados. Otra de las hembras cae de rodillas, el tirón de sus ubres la hace caer de bruces, su dueño la mira, y la lleva arrastrando por las tetas casi 100 metros entre sus chillidos y suplicas, las caídas son constantes, tiemblas cada vez que oyes estos gritos desgarrados, reconoces uno de ellos, es nuri, que también ha caído, la miro y bajando del caballo, la levanto, un par de bofetadas, un pellizco en su clítoris y otra vez a andar, ella con sus cara llena de lágrimas y mocos, asiente con la cabeza, y cuando nota el tirón en sus pechos avanza nuevamente. Tú ya has llegado al puerto, toda la gente del pueblo está mirándoos, os insultan, escupen, magrean, pellizcan, y vosotras solo podéis callar, bajar aún más la cabeza y andar tras estas cuerdas que no dejan de tensar vuestros pechos.
Finalmente llegáis a la terminal donde está el Justine, caes de rodillas, Nuria se acerca, te desata la cuerda de tus pechos, totalmente enrojecidos e hinchados. Al poco ves cómo llega cornuda, que en plena bajada también ha caído, el roce del suelo contra su piel, ha dejado algunas heridas en sus tetas. Poco a poco van llegando el resto de los animales, a pesar de su edad nuri, no es de las últimas, me acerco a ella, y orgulloso la desato, está agotada, exhausta, pero aun así intenta esbozar una media sonrisa.
Cuando habéis llegado todas, con una manguera os van limpiando, notas el chorro del agua en tu piel, en tu cara, por todo tu cuerpo, abres la boca, bebes todo lo que puedes, notas una mano que se aprieta a la tuya, es cornuda, también ella está empapada de esta agua que no deja de caer sobre vosotras. Algo más alejada nuri también siente el placer de esta ducha. Una vez listas, a latigazos os hacen entrar en una de las bodegas, desde donde os irán repartiendo a vuestros respectivos amos. Mientras entras, oyes como silban las sirenas del barco, terminan de quitar los últimos amarres y una vez estáis todas dentro, el Justine zarpa hacia un nuevo destino…
(Continuará)