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El hombre de la verga gruesa

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Yo sabía desde mi adolescencia que tenía una verga grande y gruesa, me molestaban en las duchas y se me notaba en mis pantalones. Muchas veces se reían o me señalaban pero bueno todos éramos más jóvenes.

Yo era un tipo tímido, y no tenía ni novias ni amigas, de vez en cuando una que otra me permitía tener algo de sexo, solo para probar mi verga.

Mi suerte con las chicas ya ven no era de enamoramientos o compatibilidades, era solo sexo, y rara vez.

Pasó el tiempo, y una noche de sábado, estaba en uno de mis bares preferidos, sentado en la barra, solo tomándome una cerveza para pasar el rato. En esa barra la vi, estaba entre un grupo de amigos. Me la quede mirando esperando a lo mejor que ella volteara y me viera, al vernos mutuamente le hice señas si quería acercarse, y ella se desprendió del grupo y se sentó a mi lado, en la barra del bar. Charlamos un rato, una charla agradable, nos reíamos de bobadas y de vez en cuando mirábamos hacia donde estaban sus amigos divirtiéndose, ni cuenta se dieron que habían perdido a una de sus compañeras.

Parecía una chica, interesante, educada estaba en facultad de leyes de la universidad, o sea no era un cabeza hueca, me ponía nervioso, mientras me preguntaba sobre mí. Esta mujer estaba divina, con su melena rubia y cabello revuelto en rizos que caían sobre sus hombros.

Le pregunte si quería escaparse a un lugar menos bullicioso para seguir conociéndonos y sorpresivamente acepto. Salimos y caminamos buscando donde sentarnos y entre paso y paso, sin querer, en serio, pasamos por mi edificio, le pregunte si quería subir, y pues dijo que sí. Yo estaba que brincaba en una pierna, ella era linda, e inteligente y en solo unas horas de haberla conocido sabía que algo en ella era lo que me tenía fascinado.

Me voy a saltar algo de bobadas, y seguiré en donde nos fuimos a mi alcoba, y nos dedicamos a besarnos dulcemente, su pequeña faldita ya estaba remangada y lista para ser quitada, mis años subían por su piernas y su pequeño panty ya asomaba. Nos seguimos besando y acariciando tocándonos por todos lados, por encima de nuestras ropas. Nos fuimos deshaciendo de cada pieza de ropa, le quite su remera, su falda, me quite mis pantalones y camisa, sus manos no dejaban de moverse y tocarme, mi verga sentía sus manos y se ponía más tiesa, sus labios inferiores estaban súper húmedos.

Seguimos toqueteando y sintiendo la energía sexual que de ambos emanaba, parecía éramos el uno para el otro. Empuje mis dedos en su vagina, ese coño que me tenía loco se veía suave y rojizo de tanta excitación, mis dedos sentían como me apretaba estaba estrecha muy estrecha, no sabía cómo mi miembro le entraría sin hacerle daño, pero hasta el momento ella no había dicho nada, solo gemía y ronroneaba de placer.

Hasta ahora ella solo había tocado mi miembro con suaves caricias , no lo había cogido ni sentido su peso y grosor, nos acomodamos en la cama y la deje tocarme por todos lados, cogió mi verga con sus manitas y me pajeo deliciosamente, vi como miraba mi gran verga con asombro pero no se arrugo, ni me comento nada desobligaste, ella estaba súper mojada, me le monte en posición misionera y empecé a meterle la cabeza, la cabezota para ser exactos, no pasaba de la coronilla, gemía, empuje un poco más y grito del dolor, estaba muy estrecha, me baje y la acaricie nuevamente, le metí mis dedos y trate de relajarle sus entrada del placer, me la comí a besos y lengüetee su coñito, lo embadurne con mi saliva.

Sintiendo más floja, volví a intentar y logre meter la cabeza, me quede quieto mientras sus ojos abiertos me miraban, seguí empujando y despacito me fui metiendo hasta tenerla toda adentro, me sentía como si me estuviesen ahorcando, así de apretada se sentía esa vagina, que parecía estuviese virgen o taponada. Ella se movía ahora un poco y así le dimos hasta que se sintió más holgada mi verga e su coño.

Nos corrimos más rápido de lo normal por lo menos yo, que experiencia tan bárbara, ella y yo nos seguimos viendo por mucho tiempo incluso se vino a vivir a conmigo, pero hasta ahora ese culito divino no ha sido mío, algún día lo será, así se parta en dos. Ya les contaré.

 

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