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El postre
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Tiempo de lectura: 14 minutos

Las gotas de transpiración bajaban copiosamente por su frente… El pelo estaba pegado a su perlado rostro y sus ojos, desencajados por el placer, eran un rasgo inequívoco… Estaba por acabar… otra vez, pero cómo fue que desembocamos hasta este punto… Fue una vez más mi ceguera la que lo permitió, pues había llegado a creer que con lo sucedido en el asado más su incipiente adicción a eyacular, sería suficiente… Pero como muchas otras veces antes en la vida, estaba equivocado…

Los días siguientes al asado, Tarella casi no salió de la casa… Sólo quería volver a eyacular, ojalá, una y otra vez… parecía una adolescente descubriendo el placer que podía obtener de su propio cuerpo… Entre tanto, el sexo había cambiado en 180 grados… Antes casi ni me buscaba y cuando lograba que se excitara, nuestras relaciones eran un poquitín más que recatadas… Nunca por el culo y menos hasta el fondo por el coño porque le hacía daño, me rogaba y el bolas triste le hacía caso… En cambio, ahora, en una misma noche, me pedía ser follaba por sus tres agujeros tantas veces como me diera la gana o aguantara y, la verdad, comenzó a gustarme…

Durante una semana estuvimos en una especie de luna de miel… Ella casi no salía de la casa y yo solo iba a la oficina a ultimar los detalles de un almuerzo de negocios que sostendríamos en 15 días más… Si bien se veía igual y su fragancia era la usual, Tarella ya no era la misma… Ya no mostraba ese carácter altanero y abusivo que solía caracterizarla, muy por el contrario, era solícita y suave… Se veía igual que antes, pero menos grosera en sus respuestas, menos odiosa en su trato, incluso para con los niños… Me agradó ese cambio también, pero…

La conocía y sabía de lo que era capaz con tal de retomar el control de todo. Desde ese trono, en el cual yo la ungí, solo realizó acciones con el fin de humillarme, por lo que no me sorprendió su actuar en aquel almuerzo de negocios que, finalmente, sostuvimos con dos invitados provenientes de Santiago, en un conocido restaurante de la ciudad. Luego de la primera impresión, y tras dominar la ira, incluso logré disfrutar de la bizarra situación, sin perder el control, torciendo, como verán, las circunstancias a mi favor…

Si no leyeron la primera parte del relato anterior, acá les dejo una descripción de mi esposa. Tarella, es una mujer bella y menuda. Mide 1 y medio… Posee una cara de muñeca que para nada representa sus 44 años, un par de pequeños, pero bien formados senos coronados con dos puntudos, sensibles y rosados pezones y un culito perfecto y del tamaño adecuado a sus proporciones, ya que es más bien delgada que voluptuosa. Su cabello es largo y hermoso de color trigueño… Sus ojos son picarones y le dan un brillo especial a una linda cara de niña buena… Dicho de otro modo, es mina… Además, es muy sexy y glamorosa para vestir.

Sin ir más lejos, el día del almuerzo llevaba el pelo suelto (el largo le llega unos cuantos centímetros más por debajo de sus tetitas). Vestía una minifalda de mezclilla que tapaba hasta 20 cm más abajo de la línea donde terminaba el culo… En otras palabras, al agacharse o sentarse invariablemente mostraba su ropa interior de color blanco.

Su torso superior estaba engalanado con una polera de seda, color gris, semi transparente y relativamente holgada con pabilos muy finos. Sus pezones estaban disimulados por un sostén de encaje en el mismo tono gris de la polera…

Poco antes de partir hacia el restaurante, nos enfrascamos en una acalorada discusión (la primera desde el asado) que terminó con ambos echando chispas por los ojos, por lo que no nos dirigimos la palabra durante el trayecto y en la mesa tomamos asiento uno frente al otro y no lado a lado como usualmente hacíamos…

La mesa preparada para nosotros estaba ubicada en un sector más bien apartado dentro del mismo local, semioculto detrás de un exuberante jardín interior. Estaba compuesta por 3 mesas cuadradas pequeñas juntas y unidas por manteles. A nuestro arribo, el garzón que nos guío, decía que lo señores habían llegado hacía unos 10 minutos. En efecto, en la cabecera, disfrutando de su aperitivo, estaba, Julio. Era el jefe. Se apreciaba un viejo de unos 65 años, bajo (1,65 cm), con panza cervecera y calvo, de cuello y brazos gruesos y vivaces ojos azules… A su derecha estaba Víctor, de unos 30 años, un poco más alto que su jefe, de contextura más bien gruesa, moreno y parlanchín…

Nos saludamos de apretón de manos. Tare, además, les dio un beso en la mejilla a cada uno. Al ubicarnos, me senté a la izquierda de la cabecera y mi mujer al lado de Víctor en diagonal a mi, pues enfrente tenía al capitalino…

Sin perder tiempo, pedí nuestros aperitivos, pues el de los invitados ya iba por la mitad… Entramos en amena charla. Tarella se comportaba a la altura. Terminábamos casi el segundo sour, cuando apareció el gestor de la reunión, es decir, don Patricio Parrón, nuestro abogado, el que, tras el saludo de rigor, se sentó al lado de mi mujer. El ademán de mi esposa al momento de aceptar el beso de saludo del abogado para nadie pasó desapercibido, pues tras girar la cabeza repentinamente, recibió el ósculo, en mitad de la boca. La perla, inauguraba su numerito con descaro y aplomo. Estaba entre dos hombres que no paraban de mirar lo que ella gustosa comenzaba a exhibir…

Cada cierto tiempo, en las pausas que surgían entre sus secreteos, levantaba la vista hasta toparse con la mía… A propósito, (no sé por qué) la vez que nos encontramos, la miré con una ira que no sentía. Su reacción confirmó mis sospechas… quería humillarme… y yo solo sentía una morbosa curiosidad por saber hasta dónde sería capaz de llevar las cosas… Una sola cosa tenía segura en mi mente… con el tinterillo, ni cagando, al menos no delante de mí…

Recordaremos que la muy puta, ya le había mostrado los calzones al tinterillo aquella vez que la sorprendí y que, al confrontarla al siguiente día, nunca aceptó… Al insistir, molesta me dijo -deja de webiar, quieres… tienes pruebas??? Las tienes???- me contestó desafiante… Podía demostrarlo, pero eso implicaba el fin al secreto de las cámaras… Sentía el cerebro a punto de estallar por la rápida sucesión de ideas… Fueron menos de 10 segundos y… sumando y restando… decidí, para variar, no abrir mi bocota y comerme el orgullo… Mi mujer, interpretando mi silencio como una aceptación tácita de la derrota, tuvo el descaro de permitirse el sonreír con autosuficiencia y aires de superioridad. -Eso pensé- remató…

Esa actitud terminó por eliminar todo atisbo de arrepentimiento o culpa por lo que me entregué convencido a seguir planeando la venganza que ya había comenzado a consumar y… narrar en los relatos que ya les compartí…

En fin, el abogado éste le tenía ganas hace rato a la puta de mi ex, si es que ya no se la había servido, lo que comenzaba a creer, a pesar de las negativas de Tare, y el muy patán (iluso agregaría yo) creyó que esta ocasión podía ser su oportunidad…

El beso fue solo el punto de partida ya que, durante todo el almuerzo, al ahogado -como ya comenzaba a llamarlo en mi mente- y a Víctor, la muy puta, les mostró los calzones, actuando sin disimulo como si fuera la puta contratada para entretener a los invitados… Julio miraba alternadamente hacia donde yo estaba sentado y hacia donde Tare se mostraba… Sus ojos no daban crédito a lo que le mostraban y yo conversaba con él de manera casual y en completo control, volteando la mirada lentamente para seguir los acontecimientos como un espectador más de cuando en cuando, pero evitando encontrarme con los ojos de mi mujer, pues quería que pensara que estaba consumiéndome en odio…

Al finalizar, y tras cerrar el trato les dije a los capitalinos que fuéramos a la oficina a ultimar los detalles finales… -Además, les aseguro que tengo un mejor whisky que éste- les comenté en forma jovial, sonriendo… Ambos accedieron. El reloj marcaba las 3 pm… Me levanté, lo que imitaron los dos invitados solamente, y dirigí hacia el abogado. Le dije, estirando la mano en señal de despedida… -Gracias por todo, Pato, nos vemos mañana-… Y, sin darle oportunidad de responder, tomé del brazo a Tarella que aún se encontraba sentada, la levanté con una ligera presión y obligándola a dar el primer paso, salimos delante de todos…

En el trayecto hacia la van comencé a hablar con tono brusco, pero controlado… -Te comportaste como una puta ahí dentro, estoy seguro para humillarme… Pues bien, debo decirte que lejos de molestarme, me gustó… si… me gustó mucho… al punto que me dejaste caliente, por lo que te exijo lo sigas haciendo con estos dos… Caliéntales el agüita durante el viaje y allá te los follas… Repíteme lo que harás… Y, Tare, sosteniendo la mirada, en voz baja, pero firme dijo: ándate a la mierda, maricón… Le contesté con una sonrisa en los labios… solo te pido recuerdes qué es lo que pierdes si te sales de los márgenes del trato que tú misma aceptaste… recuérdalo, perra…

La mirada desafiante desapareció como si alguien hubiese accionado un swich… Bajó los ojos para mirar el piso… Tiernamente levanté su cara tomando su barbilla y cuando nos miramos, le dije, repíteme lo que harás con esos dos… Por un momento el fuego en sus ojos volvió a notarse, empero sus labios al comenzar a moverse articularon… -los calentaré durante el viaje y en la oficina me los follaré con todos mis agujeros-… Sonriendo satisfecho contesté… Excelente, putita, excelente…

Al llegar a nuestra van, Tarella, sin mirar hacia atrás, la rodeó hasta quedar ubicada al lado de la abierta puerta del copiloto. Tomó asiento, siempre con la mirada pegada al suelo y cerró la puerta. En eso, volteo para enfrentar a la cara a los invitados y Parrón, el que no se conformó con mi despedida y nos siguió algunos pasos más atrás… Les pedí a los capitalinos que me esperaran unos minutos sentados en los asientos traseros del carro. Parrón quiso seguir de largo cuando me alcanzó… Di un paso atrás y me situé delante de él, interrumpiéndole el paso… Paró en seco y levanto la vista… -Qué te pasa-, me preguntó… Y me lo pregunta el desgraciado, pensé, pero de mi boca salieron otras palabras… -Creí haberme despedido de ti ahí dentro…- le dije en tono serio… -pero…- alcanzó a balbucear antes de ser interrumpido… -Oye Parrón, eres nuestro abogado, el cual ya hizo su trabajo, por lo que tu presencia no es requerida ni útil acá… Lo que a continuación haremos cae dentro del ámbito de nuestras relaciones sociales personales por lo que puedo, sin miedo a ofender a nadie- elegir quiénes participan de qué… Hoy, ya te tocó…- El ahogado sin saber qué hacer solo se quedó parado, mirando la van… Di la vuelta, despidiéndome nuevamente… Al llegar a la entrada lateral pude notar que Patricio ya se iba en su carro del estacionamiento. Aceleró tanto que casi se incrusta en otro auto en la curva… sonreí…

Entonces me asomé al interior del carro. Los dos tipos estaban sentados en las butacas traseras de la van, pues normalmente usábamos escondidas las centrales con el fin de contar con más espacio para los niños… Clavé mis ojos en ellos y cuando tuve toda su atención, comencé a hablar… -Se mira y, no se habla de esto, ni se toman fotos, ni se toca… Si están de acuerdo, seguimos…

Sin mirarse entre ellos, asintieron en silencio… Tomé la colchoneta que siempre usábamos para los chicos con el propósito que no ensuciaran y, al mismo tiempo, les fuera más seguro y confortable el lugar… Abrí la puerta del copiloto, estiré la mano en señal de invitación a bajar y ella, sensualmente la tomó y descendió… le di la media vuelta hasta dejarla frente a la puerta corredera… -pasa cariño-, le dije al tiempo que la ayudaba a subir, levantándole la falda (hasta la cintura) para que pudiera subir la pierna y entrar al carro…

Cerré la puerta y al llegar al asiento del piloto, Tarella ya mostraba sus hermosas tetas y comenzaba a sacarse el resto… Así, se desnudó y masturbó, frotándose el clítoris y metiéndose los dedos alternadamente o al mismo tiempo para ellos durante todo el camino, el cual por cierto hice por la ruta más larga y muy lentamente…

Tras su orgasmo se pasó para adelante vestida únicamente con sus sandalias… Un minuto después, o sea a las 3 con 18 minutos de la tarde estábamos afuera del local… Le dije a Tare sin mirarla… -Abre el portón por favor cariño-. Notando que buscaba su ropa, agregué, así, mijita, tal cual estás, total te ves divina… Luego de mirarme unos segundos, bajó, caminó 8 pasos hasta la reja, sacó el candado y corrió lentamente el portón hasta abrirlo lo suficiente… Cuando la van pasó por su lado no pude contenerme y le dije, con cara de caliente y dándole una suave palmada en su culito… -cierra linda…- (como era sábado ya no andaba casi nadie por el barrio industrial lo que redujo solo a un par los mirones asombrados, el nuevo dependiente que reemplazó a Edy, entre ellos).

Hice que caminara por todo el sendero, dando la vuelta hasta las escaleras, las que subió delante de nosotros, dejando ver toda su femineidad… Los tres estábamos empalmados y podíamos ver, mientras subía cada peldaño, cómo corrían sus jugos pierna abajo… Al llegar a la plataforma se dio dos vueltas en círculo para que pudiéramos regodearnos de ella. Luego tras desaparecer en la esquina, me di vuelta hacia mis invitados y susurrando les dije, -es toda suya… Pueden hacer lo que quieran con la excepción de golpes o tratos excesivamente rudos y, por supuesto, cámaras…- Al llegar a la escalera se entorpecieron, pues ambos querían llegar primero, empero se impusieron los galeones del viejo en forma tácita y saltaron de dos en dos los escalones hasta perderse al girar en la cima…

Al desaparecer los comensales, recordé que al entrar vi que habían algunas herramientas sin guardar y que, estacionado fuera, se encontraba el auto de Carla, la hija (pensaba yo) de Julio, el dueño del local, poniéndose aún al día con el trabajo atrasado que, tras unas minivacaciones de 5 días, se acumuló con saña… don Julio nos arrendó el local solo con la condición que la oficina del primer piso no fuera parte del inventario y que pudiera ser usada por él, su esposa o su hija con fines administrativos lo que implicaba la entrega de llaves… Por ese motivo es que el valor del arriendo era muy conveniente lo que nos terminó convenciendo.

Busqué a la chica sin hallarla… Entonces subí… Ni tres minutos habían pasado y, Tarella, ya tenía dos vergas tapándole sus dos orificios… El viejo, sentado en el sofá, la tenía estirada de espaldas a él sobre su dorso, ensartada hasta las pelotas por el culo, mientras, Víctor, abriéndole las piernas de par en par, la penetraba con furia por su coño expuesto. Los tres follaban al mismo ritmo, encerrando a la putilla de mi ex en un sándwich de carne fresca y palpitante. Gemía como loca cuando de repente aminoraron el bombeo al notar el orgasmo de mi mujer, pero solo fue un respiro, pues retomaron rápidamente el ritmo frenético y la muy puta volvía a emitir gritos de gozo con cada embestida…

Tras admirar, por unos minutos, la escena porno que protagonizaba mi mujer, recordé a Carla… Prendí las cámaras ocultas que yo mismo instalé y la vi en el baño masturbándose con dedicación su coño… cuánto tiempo llevaba ahí… al menos unos 10 minutos… Miré a Tarella… Estaba en 4 patas con el viejo dándole por detrás y Víctor por la boca… Volví a ver a la chica en la pantalla y me dije… -Ya veré el video con calma luego… Ahora vamos a ver si cae esta golfa que las pinta de señorita que no quiebra un huevo y por lo que estoy viendo, se los come atravesado…

Mi verga quería solo follar… Tocándomela, miré nuevamente a Tarella… Ahora el cabro estaba acostado de espaladas con mi mujer encima, ofreciéndole sus tetas que lamía con gusto. Le tenía toda la polla enterrada en el coño. En tanto, al viejo ubicándose por detrás le follaba duramente su ojete… Total ya tenía la benia del viejo así que a darle se ha dicho y partí… Pero cómo fue que conseguí el visto bueno del viejo??? Les cuento brevemente. Al día siguiente del asado donde a mi ex le dieron entre los dos trabajadores y el dueño, le mostré parte del video al viejo y le dije que si no organizaba algo con su esposa y su hija lo delataría con ellas… él sabía que eso sería su perdición por lo que accedió al trato de inmediato… Me dijo que yo me encargara de Carla, su hijastra y él haría lo suyo con Susana, su linda y joven esposa.

Hecho el paréntesis sigo con el relato… Abajo estaba el chico nuevo… Julián se llamaba y era un peruano de unos 20 años más bien de baja estatura, flaco moreno y con cara de espabilado… Estaba ordenando y aprendiendo qué había en el stock me dijo y la verdad me dio lo mismo… Ya, le dije… Sigue… Si te llamo, vienes… Y no destiñas o te vas… Me miró con cara de pregunta, pero no me dijo nada… simplemente levantó los hombros en señal de haber comprendido…

Tras esas palabras entré en la oficina de Carla y en su botella de agua de un litro que estaba casi llena le dejé caer 12 gotitas, ya que Carla es unos centímetros más alta que Tare y con más busto… Me senté en la silla frente al escritorio a esperarla lo que no fue más de un minuto. Eran casi las 4 de la tarde cuando entró y lo primero que vi fue su cara roja, encendida aún y, desviando la mirada noté en su mano derecha lo que sin duda era su sostén perfectamente doblado. Al ver la dirección de mis ojos, se cortó, ya que además, con su otra mano sostenía su chaqueta por lo que a través de su polera podían verse, claramente, sus dos pezones totalmente erguidos…

Tranqui, le dije… Soy casado hace años ya, así que estoy acostumbrado a escenas como esta… Finalicé la frase con una sonrisa cordial y con un gesto la invité a que tomara su asiento tras el escritorio… Lo hizo.

Tras unos 20 minutos de amena charla casual sin notarlo el tema comenzó a centrarse en el sexo… Carla ya había tomado casi toda el agua. Se revolvía discretamente en su asiento con un movimiento hacia adelante y atrás… Sus pezones apuntaban erectos hacia el frente… Cerró los ojos y desde donde estaba le susurré, estamos solos, si quieres te desnudas para mi… yo no lo contaré a nadie…

Sin parar de tocarse se desnudó y botando las cosas que estaban encima de su escritorio se recostó de mirando hacia el cielo con su espalda doblada y sus piernas abiertas de par en par… estaba entregada y yo no me hice rogar… me situé entre sus piernas, la tomé de las caderas y atrayéndola hacia mi comencé a comerme con mi boca y lengua su coño y ano… Mientras saboreaba de sus jugos, mis manos masajeaban sus tetas que eran más grandes que las de Tera y estaban en su apogeo…

Luego de un par de orgasmos y hacer que eyaculara, le metí mi polla sin piedad por su culo y comencé una frenética follada que al cabo de 5 minutos acabó en una corrida de esas para el campeonato… Al sacarle la polla del culo, el semen comenzó a correr por sus piernas… le acerqué mi pija para que la lamiera lo que hizo de una… ¿quieres más, putita?… Le susurré. Si, me dijo sin sacarse el pito de la boca… ¿quieres otra polla?… le pregunté subiendo la voz. Ya, contestó casi de inmediato…

Le saqué la polla de la boca y desde la puerta llamé a Julián… cuando me vio desnudo le dije ven a comerte a tu jefecita… dale duro por todos lados, si quieres… entró corriendo a la oficina y sin sacarse la ropa, abrió el cierre de su pantalón, sacó su polla y comenzó a taladrarle la vagina en cuatro patas a la pobre Carla…

En eso, me puse a punto de nuevo y como habían cambiado de posición con Carla montando a Julián, me puse por detrás y la empujé para que se acercara a su amante… Por la posición paró su culito y aproveché para enterrárselo hasta la mitad de una en él… Gritó y se debatió… me insultaba, ordenándome que se la sacara a lo que contesté con una segunda embestida que penetró un poco más… Ya solo gritaba de dolor… Con la tercera taladrada llegué hasta el fondo y ahí me quedé unos segundos… Cuando comencé a moverme al ritmo que ellos ya tenían, sentía mis bolas golpear sus cachetes… Los gritos de dolor se transformaron en gemidos de placer… Los insultos ya no eran para que dejara de hacerlo, sino para que lo hiciéramos más rápido y fuerte… Carla no paraba de correrse una y otra vez… En rigor, esa tarde la chica se llevó la mejor follada de su vida, tanto así que después nos lo pedía siempre…

Así estuvimos por unos 10 minutos hasta que primero Carla, luego yo y finalmente julián nos corrimos dentro de ella… fue exquisito… así, abrazados, nos quedamos en el suelo… transpirados y sedientos… Julián se levantó y fue por agua… la tomamos desnudos conversando amenamente mientras la mina se fumaba un cigarrillo…

Me acordé de la zorra de mi ex y desnudo subí a ver qué pasaba… Habían transcurrido cerca de dos horas… al terminar de subir y antes de entrar supe lo que pasaba… y en efecto, Los muebles habían sido apilados al lado del escritorio. En el medio de la oficina, acostados sobre las colchonetas que tenemos para ejercicios, se encontraban desnudos los tres… Tare, al medio, tocándose una teta y el clítoris, mientras el par de tipos sentados en palco a cada lado, restregaban sus pijas, mirando el show llenos de deseo…

Al ver la escena me puse duro al toque de nuevo y me acerqué a ella diciendo, permiso… La acosté del todo, le abrí las piernas y se lo metí de una sola estocada hasta el fondo… estuve así… sacándolo lentamente y metiéndolo de una hasta el fondo por un buen rato… Los dos estaban listos ya sí que me levanté. Víctor se acostó y Tare, dándole la espalda se ensartó su polla en el culo de una sola vez… Entonces, se acercó el viejo y comenzó a follarla por la vagina…

Al comienzo el ritmo fue torpe, pero al cabo de unos segundos lograron la coordinación y Tare daba alaridos de placer como perra en celo… Me puse a su alcance y se metió pi pija en la boca y empecé a follármela por ahí sin miramientos… Tras un buen rato y durante el cual Tare acabó al menos unas 5 veces, el viejo acabó en su coño y siguiendo su ejemplo, Víctor también, llenándole los dos agujeros de semen hasta el tope, pues el viejo me comentó al tiempo que la sacaba, que les había sacado toda la leche la putita esta y que esa era la tercera vez que eyaculaban y todo gracias a que ella se los puso de nuevo en forma… Es una puta de primera, viejito, me dijo en tono jovial y cercano… tienes mucha suerte… Remató.

Eso me puso a mil y mis movimientos se hicieron más rápidos hasta el momento de acabar… quería tirarle todo en las tetas, pero ella no me soltó la polla, tragándose toda la leche sin derramar una sola gota… Definitivamente había un antes y un después porque nunca había querido comerse mi semen, pues le daba asco y mírenla ahora… una zorra sin remedio…

Cuando recuperé el aliento les dije al par que bajaran así mismo como estaban a la oficina, a la vuelta de la escalera y que de paso me mandaran a Julián… y así lo hicieron… 3 minutos después llegó el chico con la verga dura y comenzó a follarse a mi ex sin piedad por su coño ubicándose encima de ella…

Aproveché la situación y tras ponerme un short que siempre tengo de repuesto en el local, bajé con dos pares de cámaras pequeñas y mientras se follaban salvajemente a la pobre hijastra del dueño, ubiqué estratégicamente y de manera discreta, cada una de ellas… No se notaban y al encenderlas pude ver en mi celular, en vivo y en directo, a todo color y con sonido dolby cómo tenían ensartada a la mina con todo detalle…

Me levanté y subí… Julián estaba barriendo con el culo de Tare, quien en cuatro patas le ofrecía su orificio mientras aullaba como una posesa… al verme me pidió que le pusiera mi verga en la boca a lo que le dije… tranqui putita… ya la tendrás… Pasé de largo y abrí las ventanas… Tras ello volví a bajar… Hice lo mismo con la otra oficina con lo que el concierto de jadeos, aullidos y gritos de placer era audible casi hasta la calle… Me senté en una silla de playa con una cerveza a la sombra… Escuchaba todo lo que estaba pasando… Me volví a levantar, pero con la silla en la mano y abrí la puerta de par en par donde estaba Carla, sentándome al frente como quien toma palco en un concierto o una obra de teatro…

Al cabo de unos minutos vuelvo subir, pues tenía que terminar de configurar las cámaras para que grabaran en el DBR… Tare continuaba en 4, pero chupándole la verga a Julián. Se encontraba con todo su culo al aire y de frente a la puerta… se veía espectacular con sus dos hoyos abiertos y rojos… Quieres más, putita??? le pregunté y movió su cabeza con la pija en la boca en forma afirmativa… ¿en serio?, le dije incrédulo… si… me dijo… pues entonces, baja a la oficina de Carla… Ahora… la increpé al notar su cara de rechazo… Se paró y tambaleando se fue… Ve tú también, mono, le dije a Julián y aprovecha de follártelas lo que más puedas, porque nunca más se repetirá…

El chico me miró con cara de tristeza… bajó la cabeza y se levantó… Entonces lo supe… Ah, claro!!! Exclamé qué tonto… oye mono, ven para acá… le dije… Con una sonrisa de gratitud estiró la mano, para llevarla a su boca sin siquiera esperar por el agua…

Estuve unos 15 minutos… al terminar y prender las cámaras vi a Tare y Carla besándose y tocándose con deseo, mientras los tres machos las rodeaban y golpeaban con sus pollas medias duras sus cuerpos entrelazados… Tare de tortillera, me dije… esto si que está de pelos… y bajé…

Dejamos a nuestros invitados en su hotel a las 10 de la noche totalmente satisfechos, pues se habían servido un postre que, estoy seguro, nunca olvidarían… En tanto, al retirarnos del local, dejamos a Carla y Julián solos… Cuando nos íbamos el peruano conversaba con un compinche de él. Alcancé a ver por el espejo cuando el amigo entraba sobándose las manos y Julián cerraba la puerta con candado, tal como se lo pedí…

A pesar de estar exhaustos nos duchamos y en el baño hicimos el amor largo y tendido con orgasmos y eyaculaciones de por medio… Me dijo antes de dormirse que gracias y que desde ahora en adelante nunca más me desobedecería y que solo tendría sexo con quienes y cuando yo lo determinara, siempre y cuando nunca dejara de hacer que eyaculara, pues a pesar de follar toda la tarde, solo tuvo dos acabadas de ese tipo y ambas conmigo…

La escuchaba… estaba satisfecha, cansada y relajada… unos segundos después de callarse, cayó dormida… Mostraba su desnudez sin reparos… Sonreí y con el cobertor la tapé y mientras lo hacía pensaba… ahora le toca a ese tinterillo de pacotilla…

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