Se oía una música lenta que invitaba a dormir cuando entré en el bar. Estabas sentada en uno de los taburetes de la barra con la cabeza baja y perdida entre tus pensamientos, pensamientos aromatizados por los efluvios que emanaban de tu copa. Me senté en un taburete que estaba al lado del tuyo, pedí un brandy y te abordé, a ti, sí, a ti a la que está leyendo esto, te pregunté.
-¿Bailas, bonita?
Giraste la cabeza y con cara de sorprendida, dijiste:
-¡¿Qué?!
Te respondí con una sonrisa en los labios mientras la camarera me servía el brandy:
-Era broma.
Tu seriedad quería herir como un punzón cuando dijiste:
-¿De qué me conoces para gastarme una broma?
-Era para romper el hielo.
No debías tener un buen día y creo que habías encontrado en mí la víctima propicia.
-Si quieres romper hielo vete al polo norte.
Tenía que usar mi astucia.
-No debí abordarte. Estas no son horas para hacer el test.
Despertar la curiosidad casi siempre funciona y más cuando una persona está aburrida.
-¿De qué test estás hablando?
-De un test que estoy haciendo para una revista.
-¿De qué va el test?
– Son veinte preguntas de tema sexual.
Pasando la yema del dedo medio de tu mano derecha alrededor de la boca de la copa me preguntaste:
-¿Pagas por responder a esas preguntas?
Ya tenía medio trabajo hecho.
-Te pagaría veinte euros.
-Sale a euro cada una, si pagas a dos, pregunta.
Saqué un pequeño bloc donde tenía escritas las preguntas y comencé la entrevista.
1- ¿Qué buscas en una historia de amor? A-Vivir buenos momentos. B-Experimentar sensaciones fuertes. C-Seguridad afectiva y financiera.
-Vivir buenos momentos.
2-¿Cuál es la primera palabra que asocias al sexo?
Amor, pareja, placer pasión, cariño, deseo, satisfacción, cama, felicidad, caricias, coño, polla.
-Polla.
3-¿Qué edad tenías cuando tuviste tu primera relación sexual?
-Era muy joven.
4-¿En qué lugar tuviste tu primera relación sexual?
-En un sitio cómodo.
5-¿De media cuántas relaciones sexuales tienes al mes? 0, 1, 2, de 3 a 8, de 8 a 16, más de 16.
-Menos de las que quisiera.
6-¿Qué nivel de fidelidad tienes, siendo diez muy fiel y uno muy poco fiel?
-Diez.
11-¿Si tu pareja te fuese infiel le serías infiel por despecho?
-Sí.
12-¿Cuántas relaciones sexuales has tenido?
-Varias.
13-¿Has hecho sexo en grupo?
-No.
14-¿Consideras normal usar en la cama algún juguete sexual?
-Si.
15-¿Consideras normal pagar o cobrar por tener sexo?
-No.
16-¿Consideras normal masturbarse teniendo pareja?
-Sí.
17- ¿Consideras normal hacer un trío?
-Sí.
18-¿Consideras normal tener sexo oral?
-Sí.
19-¿Consideras normal tener sexo anal?
-Sí.
20 -¿Consideras normal tener relaciones sexuales con personas del mismo sexo?
-Sí.
-Ya está.
-Me alegro, las preguntas se hacía cada vez más comprometedoras.
Saqué la billetera. Te di cuarenta euros y luego tomé un sorbo de brandy. Te volviste a girar hacia mí y me dijiste:
-Me extraña mucho que me hayas dado cuarenta euros por responder a tus preguntas sabiendo que te podía mentir.
-Me precio de conocer a las personas y no me has mentido y hasta podría decir que ves normal lo de los tríos, pero que nunca has hecho uno…
Te apresuraste a decir:
-A lo mejor lo hice con dos mujeres.
-Ni con dos mujeres ni con dos hombres.
Te pusiste alta, se veía que tenías genio.
-¡Tú que carajo sabrás!
-Puede que lo hicieras imaginándolo en alguna de tus pajas.
-¡¿Me estás llamando pajillera?!
Sonriendo te dije:
-No, mujer, te estaba sonsacando, y algo en limpio saqué.
Entraste al trapo.
-¿Qué sacaste en limpio?
Te toreé.
-Que eres bisexual.
Te dejaste torear
-¿Y por qué no lesbiana?
Me entró la duda.
-¿Lo eres?
Me sacaste de dudas.
-Tan lesbiana cómo tú maricón.
Ya entré a matar.
-¿Quieres hacer un trío con dos hombres?
Te volviste a poner brava.
-¡Vete a la mierda!
Traté de que se te fuera el enfado
-Es solo una pregunta. ¿Lo harías?
-¡¿Quieres que te dé un cubo para ir a la mierda?!
-Si no me hubieras contestado que no a lo de pagar y cobrar por sexo te ofrecería 100 dólares por hacer un trío conmigo y con mi hermano. A primera corrida, o sea, después de corrernos cobrarías y te irías.
Cada vez estabas más furiosa.
-¡Me cago en todo, estirado! ¡¿Me has visto cara de puta?!
-No mujer, no, pero no me culpes por intentarlo, estás muy rica.
-Puto maricón. Tú no trabajas para ninguna revista, tú venías a tiro fijo, a ver si caía algo.
Tomé otro trago de brandy, y luego te dije:
-Me has descubierto, pero si te hubiera dicho: Hola. ¿Vienes mucho por aquí? Me hubieras mandado antes a la mierda. ¿No?
Así cómo te habías encendido te apagaste.
-Sí, pero te hubieras ahorrado cuarenta euros.
-Bueno, no me queda más que disculparme, pero por un momento se me hizo la boca agua pensando en mi hermano y en mí dándote sexo oral, vaginal, anal…
-Para, para. ¿Te estás disculpando o volviendo a la carga?
-Disculpando. Ya no te molesto más.
-Eso ya está mejor. Paga mis copas por las molestias.
-Claro, y te invito a otra si quieres.
-Prefiero que me pagues el taxi a casa, que de noche las calles están peligrosas.
-Podríamos compartir el taxi. Te dejó en tu casa y luego vuelvo a mi hotel.
-Me parece bien.
Poco más tarde subimos a un taxi y el taxista nos preguntó:
-¿A dónde os llevo?
Te miré y te dije:
-Dile a donde te tiene que llevar.
-A tu hotel.
Se sorprendió hasta el taxista. Aún a riesgo de joderla, te dije:
-Hay algo que se me escapa.
-¿Te acuerdas de la pregunta número once?
-Sí.
-Pues eso.
Ya no se me escapaba nada. Le di el nombre del hotel al taxista. Al rato entrábamos en mi habitación. Mi hermano estaba sentado en un tresillo mirando una revista de automóviles. Al verte me dijo:
-¡Vaya bombón has traído!
Encima de un mueble había una botella de brandy, me eché una copa y pregunté.
-¿Alguien quiere?
-Yo no -dijiste.
Te sentaste al lado de mi hermano en el tresillo y te pusiste a mirar la revista. Señalaste un auto con el dedo y le dijiste:
-Este es el que me gustaría tener a mí.
-El Ferrari 488 GTB. No tienes mal gusto.
Me bebí el brandy y luego me senté a tu lado. Quedaste entre mi hermano y yo. Después de unas palabras intrascendentes, te pregunté:
-¿Empezamos?
-Empezamos.
Te bajaste la cremallera de la cazadora. Debajo solo llevabas un sujetador negro, lo quitaste y tus encantos quedaron a nuestra disposición. Mi hermano te echó las manos a las tetas y te las sobó. Levantaste los brazos para hacer más espacio. Te lamimos las axilas. Luego te mamamos una teta cada uno al tiempo que sacábamos las pollas empalmadas. Cogiste una con cada mano y las masturbaste. Luego te quité el pantalón, para facilitar que te lo quitara levantaste el culo e hiciste un arco con tu bello cuerpo. Te abrí las piernas con las dos manos, metí mi cabeza entre ellas y lamí de abajo a arriba repetidas veces. Mi hermano te metió la polla en la boca. Cogiste su polla con una mano y acariciaste mi cabeza con la otra. Lamí tu clítoris varias veces, de abajo a arriba, hacia los lados y haciendo círculos con la punta de la lengua sobre él. Luego lamí de abajo arriba el interior de tu vulva y me encontré con una pista de patinaje hecha con jugos agridulces que tragué con lujuria. Al ratito os sentí gemir a mi hermano y a ti, lamí tu clítoris a todo gas y apretando la lengua contra él. Me diste lo que buscaba, una corrida deliciosa y larga cómo un día de mayo. Derritiéndote, entre gemidos y en bajito, dijiste:
-Me estoy corriendo
Al acabar de correrte puse mi polla empalmada en la comisura de tus labios. Quitaste la polla de mi hermano de la boca y mamaste la mía. Al rato masturbabas las dos, lamías y chupabas una, lamías y chupabas la otra, metías las dos en la boca, las seguías meneando…, y así estuviste hasta que mi hermano se corrió en tu boca. Escupiendo la leche pusiste la polla sobre el pezón de la teta izquierda y mi hermano acabó de correrse sobre él. Terminó él y comencé a correrme yo. Frotaste la polla sobre el pezón de la teta derecha y acabaste con los dos pezones y las areolas cubiertos de leche. Tu sorpresa fue mayúscula cuando viste cómo lamiendo y mamando limpiábamos nuestra corrida de tus tetas, pero no dijiste nada, y no dijiste nada porque te gustó vernos tragar nuestro propio semen.
Era hora de tomar otro brandy para enjuagar la boca. Tú también te animaste aunque no era una de tus bebidas predilectas. El brandy te animó, nos dijiste:
-Yo ya he cumplido, pero si me hacéis un streeptease os dejo hacer más cosas.
Mi hermano y yo efectuando el streeptese tuvimos que hacer un ridículo espantoso, pues te partiste el coño con la risa, pero valió la pena para poder seguir follándote. Al acabar la música y estando totalmente desnudos, nos dijiste:
-Sois unos cachondos. Os habéis ganado un tiempo extra. Vamos para la cama.
Fuimos para la cama y nos sentamos en el borde. Sabiéndote la reina del baile, nos dijiste:
-Echaros boca arriba sobre la cama que voy a daros un repaso.
Nos echamos sobre la cama. Mi hermano se echó en la parte izquierda y yo en la derecha. Subiste encima de mi hermano y dándole la espada comenzaste a follarlo. A mí me cogiste la polla, tiraste de ella y acabé arrodillado delante de ti y entre las piernas de mi hermano. Me comiste la boca mientras tu culo volaba de delante hacia atrás y de detrás hacia delante metiendo y sacando la polla y haciendo este ruido al llegar al fondo del coño: "¡Clashhhh, clashhh, clashhhh, clashhhh…!" Sin decir palabra, y con los ojos cerrados me llevaste la boca a tu teta derecha. Luego de lamer el pezón y la areola te la mamé hasta que tus manos llevaron mi boca a la teta izquierda… Tiempo después abrías los ojos, apretabas el culo contra mi hermano y decías:
-¡Me corro!
Corriéndote te deshiciste en gemidos. Al acabar de gozar te echaste boca arriba sobre la cama y dijiste:
-No voy a poder con los dos.
Habías dejado a mi hermano con la polla pringada de jugos y con ganas de correrse. No te iba a dejar en paz hasta que se corriera. Te puso la polla en los labios. Le lamiste el capullo. Yo metí mi cabeza entre tus piernas y lamí tu coño encharcado. Estaba rico, muy rico. Mi lengua le dio un repaso que te puso receptiva de nuevo. Al rato Mamándola la polla a mi hermano te levanté el culo, te clavé la polla en el coño y te di caña de la buena. Se repitieron los ruidos que hacía a polla al llegar al fondo del coño: "¡Clash, chlash, clash…!" Me duraste poco. Entre espasmos tu coño bañó mi polla mientras se abría y se cerraba Y apretándola y soltándola dijiste:
-¡Qué rico, papi!
Al acabar de correrte, aun respirando con dificultad, nos dijiste:
-Correos en mi cara o donde queráis.
Te saqué la polla del coño y me eché a tu lado, pero al revés, con mis pies al lado de tu cabeza. Me preguntaste:
-¿Por qué te pones al revés?
No te respondí a la pregunta, te dije:
-Ponme el coño en la boca.
-Joder, no te cansas de comer coño.
-¿Te disgusta?
-Al contrario, me encanta que me lo comas.
-Ponlo.
Pusiste el coño en mi boca y dijiste:
-Toma, goloso.
Saqué la lengua y te la enterré en el coño. Mi hermano subió a la cama, hizo que te doblaras hacia delante, te lamió el ojete y después te puso la punta de la lengua en la entrada. Dijiste:
-¡Qué cabrones!
Moviendo el culo muy lentamente fuiste metiendo y sacando la lengua del coño y del culo, lento, aprisa, lento, aprisa… Por mi lengua bajaban tus jugos y caían en mi boca. Tiempo después tus gemidos se hicieron escandalosos y te corriste cómo una loba.
-¡Me corro otra vez, cabrones, me corro otra vez!
Al acabar te quisiste quitar de encima, pero al quitar el coño encharcado de mi cara te lo llevé a mi polla. Dijiste:
-Me vais a matar a polvos.
Te clavé la polla de una estocada, luego la saqué hasta dejar solo la puntita dentro para que mi hermano te follara el culo. Te metió la polla despacito y tu culo la recibió con agrado. Empezó una doble penetración sincronizada o sea, al sacarla mi hermano del culo la metía yo en el coño, y al sacarla yo del coño la metía él en el culo. Cuando abriste la boca fue para decir:
-¡Me voy a correr otra vez!
No tardaste en correrte y corriéndote, dijiste:
-¡Vuelo!
Mientras volabas mi hermano te llenó el coño de leche. Yo la saqué y me corrí en tu vientre.
Al acabar de follar estuvimos un rato tomando unas copas y hablando cómo si te conociéramos de toda la vida. Cuando te iba a dar los 100 euros me preguntaste:
-¿Cuándo dejáis el hotel?
-Pasado mañana.
-Mañana vuelvo a por el dinero.
-No volviste. ¿Por qué no quisiste cobrar?
Respóndeme tú, sí, tú, la que acaba de leer este relato, que para ti lo escribí.
Mi correo: [email protected]
Quique.