back to top
InicioAmor FilialEmbaracé a la tía Cora

Embaracé a la tía Cora
E

el

|

visitas

y

comentarios

Apoya a los autores/as con likes y comentarios. No cuestan nada.
Tiempo de lectura: 6 minutos

Mi madre me hizo un pedido muy especial, tenía que embarazar a la tía Cora.

La tía Coca está casada con el hermano de mi madre y están ansiosos por ser padres, pero todos los intentos por conseguirlo han terminado en fracaso, los estudios encontraron que el motivo estaba en la calidad de la esperma del tío.

Mi madre me relató que la tía no quería llevarle la noticia de que era la causa de no quedar embarazada para no herirlo en su masculinidad, el procedimiento de buscar esperma de un donante y la consiguiente inseminación tiene un elevado costo, por otra parte puede nacer un niño que no tenga parecido genético con el marido, por lo que habíamos pensado en que tu podrías hacernos el grandísimo favor de ser donante de la esperma para inseminar a la tía, de ese modo tiene muchas posibilidades de tener fisonomía parecida.

La sorpresa del pedido y el fin loable de ayudar a la familia precipitó la respuesta favorable sin darme tiempo a pensarlo.

Con la respuesta positiva me llamó la tía Coca para agradecerme el grandísimo favor de la contribución a la felicidad de su pareja, al mismo tiempo me llama para invitarme a su casa para hablar de cómo y cuándo sería la donación.

Aún no había procesado la sorpresa del pedido cuando la tía vuelve a subir el nivel desconcertante de su solicitud:

– Mira Luis, agradezco la grandeza de ser el donante de la esperma para concebir un hijo que sea de tu tío, pero tengo algo más delicado que pedirte, puedo?

– Sí, claro todo lo que necesites tía, sabes cuánto los quiero, sí a todo lo que pidas.

– Bueno, voy directo al punto. Cómo te parezco como mujer?

– No entiendo…

– Te preguntaba que cómo te parezco como mujer? Si me ves atractiva, como para despertar el deseo de los hombres? No quiero explicación de compromiso, sino que no pienses en mí como tía, sino como una mujer que recién conoces, con sinceridad de macho caliente, como me ves? Sin miedo, es una pregunta de mujer a hombre, esto solo quedará entre nosotros dos.

– Te veo buena, estás bien buena

– Tendrías sexo con esta mujer que dices que esta buena?

– Bueno… no sé, no sé qué decir…

– Deja de joder, responde como un macho! Cojerías a esta hembra?

– Sí..

– Sí es un sí, una afirmación de que me cojerías? Con muchas ganas, pocas ganas…?

– Sí con muchas ganas

– Te caliento?

– Sí

– Mucho?

– Sí

– Vamos a ver si es cierto.

Dejó de hablar para ir a los hechos, me tomó la mano y la puso entre sus pechos. – Tócame, tócalas, como un macho con deseo.

Me ayudó a comenzar el tanteo de sus pechos, bajó el bretel de vestido, también el del soutién para que pudiera abarcar la teta. Las eleva en sus manos para incitar a la rapiña de las húmedas manos del joven sobrino. Podía sentir los latidos de mi corazón exigido en la explosiva calentura, para cuando me puso los pezones en la boca el miembro se había puesto en su máxima expresión, pugnando por dejar el encierro forzado del calzón.

Me llevó al sofá, con las tetas al aire, recostarse y volcarme encima de ella, dejarme agotar en la mamada convulsiva de sus hermosas tetas, devorarlas con la ansiedad de un goloso pendejo con su primera mujer de verdad, ofrecerme todo el parque de diversiones para dejarme jugar a ser su hombre.

La calentura me oprime la verga, su experiencia entiende mis gestos, me desprende el cinto, baja pantalón y calzón y toma la verga entre sus manos, mientras mamo sin parar, agito la pija contra su entre pierna, sus manos saben manejar mi ansiedad, comienza a pajearme con la premura que necesita mi calentura, me pongo ahorcajado sobre su vientre. Me masturba de una manera increíble, lo hace sin dejar de mirar mis reacciones, sonríe y disfruta verme tan excitado, controló por dos veces las ganas de venirme, apretando la base de la pija. En la tercera vez me deja librado de reprimir la corrida, acelera la paja hasta que ese gemido de ultratumba nace desde lo profundo de mi ser, y comienzo a eyacular gruesos chorros de espeso caliente semen, tan blanco y tan intenso como no tengo memoria. No sé cuántos pero cubrí sus pechos y el cuello de esperma.

La caricia de su lengua en el glande, recogiendo y degustando los últimos vestigios de esperma fue como la bendición celestial, una profunda mamada la confirmación de la entrada al paraíso.

– Guauuuu, cuánta leche sobrino, qué bueno! Necesitaba comprobar cuánta leche tenía mi hombre, pero nunca imaginé tanta… y qué rica sabe.

No sabía qué decir, ya no entendía nada, entre la sorpresa de tocar sus tetas, la increíble paja y la mamada me habían dejado sin palabras.

– Te gusto? Te hice sentir bien?

– Sí, sí mucho, me gustó mucho.

– Bien ahora la propuesta es: No quiero que sea la donación en una clínica de fertilización, sino hacerlo del modo tradicional, en forma directa, tener sexo con tu tía y preñarla. Te gusta la idea? Me tendrías toda para vos, me podes disfrutar y dejarme tu lechita dentro…

La sonrisa concedía y agradecía el pedido, no fue necesario hablarlo más. Una última mamada de pija sirvió para dejármela muy bien limpita.

– Te voy a avisar cuando estén en mis días fértiles.

Me dejó que la besara, necesitaba sentir como besa una mujer apasionada, ella lo estaba disfrutando, lo sentía por eso provoqué el beso, su lengua me regaló un beso pasional de esos que nos da vuelta como un guante, había conocido una mujer de verdad.

Una semana después me llama, avisa que el tío sale temprano, que me necesita en la mañana, que está en sus días fértiles, y como frutilla del postre prometido dijo: – Anoche sabiendo que te llamaría he tenido el sueño más erótico y húmedo que recuerde, por favor no te toques, resérvate todo para tu mejor tía…

Esa noche estuve en tenaz lucha contra los demonios que me obligaban a una forzada erección, debí concentrarme para no dejarme tentar por el deseo pertinaz por satisfacer el increíble calentón.

Llegué con puntualidad británica, bueno, necesité consumir el tiempo para no llegar antes de lo previsto, abrió la puerta, vestía solo una bata de raso que sugería que lo mejor de ella estaba estaría dispuesto cuando soltara el cinto dejándola expuesta a mi deseo.

– Todo esto es tuyo, gánatelo, hazme desearte. Me han contado que cuando te embarazan con placer los niños suelen ser más felices, además estoy muy necesitada de “alegrías” porque tu tío últimamente está tan metido en la idea de preñarme que no me permite disfrutar un buen orgasmo. Ahora estoy en tus manos, llévame al cielo y préñame, eres mi hombre, mi macho, mi dueño.

Me sentó en el sofá, desató el cinto, abre despacio la bata, controla mis reacción al verla totalmente desnudita, las tetotas moviéndose agitadas por respirar en la agitación de la calentura, un leve rollito pone sensualidad a la madurez de Cora, el vello púbico, renegrido y levemente enrulado simula ocultar la vulva, separa las piernas, con las manos estira la piel para exhibir el rosa nacarado del interior de la conchita.

Se acerca, despacio, meneándose, esparciendo el aromad del deseo, ofreciendo todo un mundo de placer dispuesta para este joven totalmente erecto y con ganas de ponérsela.

Me dejó tomarla en brazos, los suyos enlazados en mi cuello hasta llegar al tálamo donde recibirá la energía vital de su hombre. Tendida en el lecho, despacio quito los pétalos de raso para dejar su desnudez a pleno.

Arrodillado entre sus piernas, eleva las piernas para dejarme el camino libre, volcado sobre ella amasando sus tetas, separa los labios para evitar la molestia inicial de los vellos cuando la penetro, tan erecta en la cueva tan húmeda, el grosor de la pija abrió camino hasta el fondo de la vagina, el gemido pasa desapercibido en la emoción de estar siendo cogida por un macho cabrío, con toda la potencia del deseo y la calentura acumulada de varios días de abstinencia me hacen difícil retener los deseos por venirme. Ralentizar el bombeo, distraer la concentración solo consiguen demorar lo suficiente para que la tía consiga ese orgasmo tan necesario, en medio de su vibrante agitación, di un bufido liberador de la presión retenida y me vine dentro, unos chorrazos que se me hacían interminables, gruesos y cargados de ganas por llenarla de mi semen.

Pidió que no me salga, que eleve bien sus piernas para que el semen se escurra al interior de la vagina, quedarme dentro fue tan solo un impase, sentía la erección como al inicio, vaciarme no había hecho mella y mi calentura, si sacarla comencé a bombearla nuevamente, retomar el ritmo del polvo. – Qué divino, qué bien, no te salgas, puedes echarte dos sin sacarla, vamos por el segundo!

Fue una continuidad, aunque se sentía algo incómodo por el exceso del semen de la eyaculación previa, al mismo tiempo ese chapotear en la leche aportaba el plus de la sensualidad de estar navegando dentro de mi propio semen.

El segundo polvo se demoró lo suficiente para venirnos, ella primero. Lo sentía tan abundante como el primero, parte del primero se había escurrido en el bombeo. Nuevamente ella se toma de los muslos para que la energía viva de su hombre llegue bien al fondo de la vagina. Tomamos un descanso y antes de ir a la facultad hubo un tercer polvo.

Mientras estuvo en sus días fértiles seguimos la misma rutina, el mañanero para regar sus entrañas con la leche joven, un segundo polvo para completar la entrega. Al mismo tiempo se hacía atender por su marido para justificarse.

Ese mes no pudo ser fecundada, tampoco el segundo, recién fue posible en el tercero cuando el nivel de ansiedad le permitió relajarse y que el semen de su mejor sobrino pudiera anidar en su útero. Me confirmó que había sido fecundada un par de meses después de saberlo, se justificó diciendo que la había hecho sentirse deseada, y por eso siguió dejando ser su amante prohibido.

Nunca tuve la certeza de que mi madre conocía todos los detalles, había sido partícipe necesario en el goce de Cora y su estado de gravidez.

Desde ese último encuentro sexual, no volvimos a tocar el tema de los encuentros, menos me atrevía a decirle que extrañaba tantísimo no volver a cogerla. Pasó el tiempo y el niño que ayudé a concebir ya caminaba, cuando la tía me pide que vaya a verla, que necesita un gran favor

– Luis necesito volver a pedirte un favor… Necesito volver a repetir la experiencia que tuvimos. Roby, (el niño) necesita un hermanito, necesito que vuelvas a embarazarme.

Ambos conocíamos la respuesta, volvimos a repetir la rutina, solo que esta vez pude preñarla al primer intento, pero por agradecida o por que le gusté mucho, seguimos teniendo relaciones hasta poco antes del parto, cumplido el pedido por segunda vez era tiempo de recreo y de placer, sabía cuando me gustaba tenerla dentro de ella. Se ofreció generosamente a darme lo que deseaba y más, enseño tantas cosas que ni sabía, hasta me ofreció que le hiciera el culo, y debí haber sido tan bueno, que me lo siguió pidiendo hasta el último encuentro de cama. Seguimos teniéndonos un afecto tan especial, nunca se habló de tema, pero estoy seguro que aun siente deseos de tenerme en su cama, lo presiento…

Parece algo raro este suceso, pero la realidad nos da sorpresas superando a cualquier ficción, aunque pude comentarlo con un médico y me sorprendió al contarme el caso de una mujer que lo había consultado para poder embarazarse, que había encontrado un donante que nunca se presentó, un par de años después se la encontró y me contó, sin detalles eróticos obvio, que había sucedido con características muy parecidas al presente testimonio. El Lobo Feroz quiso contar esta situación tan infrecuente como alucinante, me interesa tu opinión de mujer, [email protected]

Lobo Feroz

 

Compartir relato
Autor

Comparte y síguenos en redes

Populares

Novedades

Comentarios

DEJA UN COMENTARIO

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Los comentarios que contengan palabras que puedan ofender a otros, serán eliminados automáticamente.
También serán eliminados los comentarios con datos personales: enlaces a páginas o sitios web, correos electrónicos, números de teléfono, WhatsApp, direcciones, etc. Este tipo de datos puede ser utilizado para perjudicar a terceros.