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En el sur (Parte I)

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Recién entrada la temporada estival, aún estaba por decidir qué destino elegiría para pasar la semana que tenía libre y en la que por circunstancias era la primera vez que las disfrutaría solo.

Con las recomendaciones de mis amistades acabé en el sur, mi destino era Vera en Almería, algo nuevo, ya que nunca había estado. Me llamo la atención sus playas solitarias y sus paisajes desérticos. Tras unas 6 horas de conducción a buen ritmo y con mis playlists se me hizo ameno y agradable aunque a veces me inundaban recuerdos de cuando estos viajes los hacía con Alicia. Mi plan perfecto era descansar, playa, cervecitas y pescaito. Lo demás ya no importaba. Tampoco descarté en una idea fugaz, conocer a alguna chica para que fuesen más exóticas e inolvidables mis vacaciones…

Aparcando el coche frente a la puerta del hotel donde me alojaba, note que por ser temporada baja había bastante movimiento de personas entrando y saliendo, en su mayoría parejas de mediana edad, perfecto pues no se veían muchos niños. Así que dispuse a hacer el checking, tenía ganas de ubicarme y bajar a los chiringuitos a tomar unas cervezas y el anhelado pescaito frito.

Delante de mi había unas chicas de mi edad, dando su documentación al recepcionista sin prestarle mucho caso mientras ellas planificaban su ruta a viva voz, enterándome perfectamente de su plan que se iniciaba en los chiringuitos a los cuales yo tenía pensado bajar en cuanto soltase mi maleta. Eran del norte por su remarcado acento castellano. Sus efusivas ganas de fiesta las delataban sin importarles mucho quien las escuchara.

Después de soltar la maleta en la habitación y disponerme a salir, escuché dos voces femeninas que por su proximidad podría reconocer que se trataba de las chicas norteñas y que su habitación estaría próxima a la mía. Un flash vino a mi mente imaginándome un trío, tantas horas de viaje, la mente se te puede poner calenturienta con cualquier estímulo, así que volví a la realidad y salí de mi habitación y me dispuse tomar el ascensor. Cuál fue mi sorpresa y susto que al abrirse las puertas me encontré con una de las chicas que regresaba a su habitación no pudiendo evitar el choque entre ambos. Me reincorporé tratando de prestar atención por si ella se había hecho daño y le ayudé a coger su móvil y sus gafas de sol que tras el impacto habían caído al suelo…

He de confesar que la mirada no pude apartarla del bikini blanco mientras la ayudé a reincorporarse, ya que su escote y su bronceado de rayos uva resaltaban unos pechos prominentes. Tras disculparme e interesarme si estaba bien, le pregunté si su móvil funcionaba tras el impacto, ella comprobó que estaba perfecto y me dijo que funcionaba correctamente. Se despidió dirigiéndose a su habitación que por casualidad era la contigua a la mía. Sorpresa una vez más y mente cachonda después de haber oteado su busto. Ya en el hall vi a su amiga ensimismada con su móvil ajena al ajetreo de la recepción. He de decir que ambas eran atractivas. Salí del hotel dirección al primer chiringuito que encontrase y no tarde en dar con él. A tope casi, solo había una mesa con dos butacas, así que me senté y pedí al camarero la carta y una cerveza bien fría…

Tras pedir un par de raciones, me dispuse a mirar mi móvil como todo el mundo hace en una espera cuando está solo. De repente mi atención se vio alterada por las risas de mis vecinas de hotel que las vi venir hacia el bar, se quedaron mirando por si alguna mesa de la terraza se despejaba y fue cuando la chica con la que tropecé se quedó mirando a donde yo estaba, levanté la mano para saludar por cortesía tras el incidente a lo que ella hizo un amago como de tocarse un chichón del golpe. Eso me incentivó a hacerle una señal para que se acercaran y cuál fue mi sorpresa que no dudaron en venir hacia mi mesa. En ese momento puse a recordar mi técnica de galantería que la tenía tan en desuso que no sé cómo saldría de aquella situación que estaba tomando un especial interés…

Tras las correspondientes presentaciones las invité a ocupar y compartir mesas y butacas, ya que solo había dos, así que cediendo mi asiento allí las tenía frente a mi sentadas con sus piernas morenas y zapatos de cuña con unos pareos muy coloridos que las hacía especialmente llamativas y sugerentes. Sus nombres, Laura (la chica del tropezón) y Julia. Tras unas rondas de cervezas y después de un rato de charla, la cosa iba tomando un matiz más de colegas. Julia decidió pedir una botella de Barbadillo y eso parece que disparó la efusividad y exaltación de la amistad en la que yo estaba incluido. Me sentía cada vez más cómodo. Llegó un momento en el que ya desistí de seguir su ritmo de beber porque notaba que me estaba subiendo, como subiendo la temperatura, cuando empezaron a plantear de ir a una playa nudista a la vez que se daban piquitos entre risas y sorbos del tan temido Barbadillo.

Me propusieron si quería acompañarlas a lo que evidentemente no pude negarme. Les planteé de irnos en mi coche y en menos de 2 minutos estábamos subiendo a él. Laura, se sentó a mi lado y Julia detrás justo en el centro. La primera, buscó en Google Maps la dirección de la calita a la cual íbamos a ir a pasar una tarde de playa. El trayecto desde el hotel hasta allí eran 20 minutos, así que para ponerle ritmo y banda sonora a ese momento, puse la radio y les sorprendí desde la primera canción con una playlist muy erótico festiva para la ocasión. Me sorprendió gratamente que les fuese familiar muchas de las canciones que iban sonando. Entre todos los ingredientes que iban aconteciendo, el buen rollo iba en aumento. El alcohol y la buena música afianzan esas sensaciones en cualquier situación.

Escuché a Julia preguntarme algo que no logre entender y a lo cual yo asentí mirándola a través del espejo retrovisor, ya que en ese momento Laura tarareaba a pleno pulmón el "Put your money on me"de Arcade Fire.

En menos de un minuto se estaba bajando el mini short para quitarse el tanga y dejarlo sobre el asiento. Trate de disimular pero la naturaleza es sabia y gracias a que conducía no se percataron que mi pantalón estaba abultado. Sin esperar, me excite de una manera irracional al haber contemplado su entrepierna mientras se despojada de su ropa interior.

Sabía que podían ocurrir dos cosas; o que aquello quedase como un pagafantas con un calentón XXL, lo cual ya tenía la inspiración para satisfacerme en el momento que estuviera en el hotel o que acabase durmiendo con alguna de ellas, ya que lo de dormir con las dos era más una ultra utopía. Llegamos a una cala en la que no había casi nadie y antes de que cogiera mi toalla del maletero ya estaban ellas en la orilla saltando y salpicándose entre las dos. Me dispuse a colocar mi toalla donde ellas se habían despojado de sus ropas y temiendo que todavía mi pene pudiera delatar la erección que había tenido dos minutos antes, me senté y oculte mi miembro con mis piernas.

Tras unos 20 minutos observando a las dos damiselas como retozaban sus cuerpos en la orilla y jugueteaban con la espuma de un Mediterráneo que en ese momento solo era para nosotros, decidí darme un baño y tratando con toda naturalidad el hecho de ir desnudo delante de dos desconocidas, accedí al agua justo al lado de ellas no sin antes que empezaran a salpicarme. Me sumergí y comencé a nadar para disfrutar de ese baño. Las vi acercarse hacia mí.

Estábamos haciendo pie y en triángulo comenzamos a echarnos agua entre los 3 en una provocación infantil pero no exenta de lascivia por mi parte. Estaba excitándome cada vez más, ya que tenía sus pechos frente a mí y verles sus movimientos hicieron que otra vez tuviera otra erección que esta vez pude disimular bajo el agua. En un momento, Laura se acercó en un amago de hacerme una ahogadilla y justo cuando fue a cogerme del cuello, su cara cambio notablemente al sentir como mi pene duro rozaba su muslo. En ese momento todo cambió. Fue la gota que sucumbió y que marcaría mi estancia en el sur. Acto seguido recuerdo sus dientes mordiéndose su labio inferior y buscando mi pene bajo el agua con su mano. Ya se había despertado el deseo en ella.

Relajando el juego por mi parte y haciéndome hacer la ahogadilla para aproximar el contacto y dar paso a algo más intenso, Laura me agarró por el cuello mientras Julia decidía salir a secarse, tras lo cual nos quedamos solos en el agua.

En el momento que Julia se giró bocabajo para tomar el sol sobre su toalla, los dos nos abrazamos efusivamente y comenzamos a besarnos con sabor a salitre. Sus pechos se adosaban a mi pecho generando un sonido producido por el agua y el frotamiento. Sus brazos rodearon mi cuello y enganchó sus piernas alrededor de mi cintura. En ese momento mi erección estaba en su punto álgido. Quien me diría que mi primer día de vacaciones acabaría con una norteña frotando su vagina contra mi en un mar exclusivo para nosotros.

La sensación dentro del agua se hacía más emocionante, placentera y fogosa a medida que su vagina iba dilatando para dar paso a mi primera embestida mientras seguíamos enroscados como un duelo de serpientes.

Justo cuando ya tenía introducido el glande y un gemido lo acompañaba, escuchamos en la lejanía la voz de Julia.

Estaba avisando a Laura que estaba sonando su teléfono móvil a lo que esta preguntó si era alguien de su familia mientras seguía enganchada a mí y con parte de mi polla dentro de ella. Julia en la lejanía contestó que no y Laura le respondió que obviara dicha llamada.

El momento estaba tan sumamente álgido como para ser interrumpido por una llamada nada importante como pareció ser. Así que vuelta al movimiento ondulante dentro del agua con mi pene totalmente dentro de ella, a nuestras bocas saboreando nuestra saliva, Julia tumbada en su toalla tomando el sol bocabajo con las piernas levemente abiertas, lo suficiente como para que pudiera divisar por un momento, su linda vagina con unos labios rosáceos muy lindos desde la posición en la que yo estaba. Esa visión junto a la follada acuática que estaba dándole a Laura hicieron que me excitara aún más, así que baje mis manos y agarrándola de sus cachetes la apreté contra mí con más fuerza aún mientras le besaba el cuello a la altura de sus oídos, para susurrarle que estaba a punto de correrme. Sus gemidos a medio volumen para no llamar la atención de su amiga de repente se amplificaron al escuchar que iba a descargar todo mi néctar y sus brazos se aferraron con más fuerza a mi cuello a medida que las embestidas eran cada vez más fuertes.

De esta forma Laura alcanzó el primer orgasmo de los muchos que vendrían a lo largo de sus vacaciones; acto seguido a ella, saqué mi miembro y descargue mi semen en el mar con Laura enganchada a mi cuello y sus piernas rodeando mi cintura. Continuamos besándonos pero a un nivel más relajado que iba dando paso a caricias y besos más cómplices como dos jóvenes enamorados en una historia de verano.

Decidimos salir tras unos arrumacos inocentes pero que aún mantenían mi pene erecto. Laura salió primero y yo detrás observando su culito que despertó en mí un deseo irrefrenable de penetrarlo. Así se lo hice saber en un fugaz susurro a lo que ella respondió mordiéndose el labio inferior nuevamente antes de que nos acercaremos donde Julia seguía tomando el sol, seguía en la misma pose, mostrando su rajita brillante por el aceite protector que se había estado untando por todo su cuerpo. Mi pulsación empezaba a subir de nuevo imaginando algo maravilloso. Laura se tumbó en la misma posición que su amiga dejando un hueco entre las dos para que pudiera tumbarme. Mi visión en estéreo, tomó una excitación más desenfrenada mientras yo permanecía de pie secándome. Vi como entre ellas dos se decían algo que no logré adivinar pero acto seguido a sus palabras, Julia giró su cabeza y quitándose las gafas de sol, me miró guiñándome un ojo y volviéndose a Laura, se miraron y rieron con complicidad picarona, este hecho me desconcertó un poco e hizo que me tumbase en mi toalla entre las dos. A partir de ahí la historia tomaría otro nivel, pero en otro momento, contaré lo que acontecería tras ese primer día de vacaciones en el sur…

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