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Enamorándome de Dianita (parte 3)
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Me ayudo a levantar y entramos en mi habitación, yo disimulando el tremendo dolor que tenía en la espalda por el golpe, el daño estaba hecho mi verga estaba reducida a su mínima expresión por el dolor, mis esperanzas de tocar ese glorioso culo se desvanecían.

Dianita entro primero y yo la seguí, al hacerlo quiso acomodar los platos que estaban en el piso para ponerlos en el escritorio de mi habitación, al hacerlo doblo la espalda y su culo quedo frente a mí, su falda se fue subiendo hasta quedar muy arriba y permitirme ver la tanga metida entre sus nalgas, para mi fortuna tenía las piernas un poco separadas por lo que tenía una vista totalmente perfecta de su culo, mi verga inmediatamente se despertó con esa escena pornográfica, que daban ganas de poseerla en ese mismo instante.

Realmente no sabía porque lo hacía, pero me daba la sensación, que Dianita me estaba ayudando en la apuesta que teníamos, no sé si lo hacía inconscientemente o realmente lo hacía para provocarme, pero estaba resultando a la perfección para mi beneficio, Dianita se levantó como si nada y puso los platos en el escritorio.

Bueno ahora sí, veamos qué tan cierto es lo que dices… sobre lo que tienes entre las piernas -me dijo.

Yo sin tanto preámbulo, me pongo de pie y bajo mi pantalón con bóxer al mismo tiempo, mi verga sale disparada y queda casi cerca de su cara.

Dianita al mirar mi verga abre los ojos sorprendida, wao… es la verga más pequeña que he visto en toda mi vida -dice sonriendo.

– No seas mentirosa -le dije

– Jajaja, tienes razón estoy mintiendo, esa verga es intimidante en serio -me dice mordiéndose un labio.

– Ok, ahora veamos cuanto mide, para ver hasta dónde llega nuestra apuesta -me dice

Tomo el metro, y empezó a medir mi verga, al hacerlo con uno de sus dedos rozo mi glande, sentí que casi me venía solo con ese roce, mi verga palpito y sentí que se estiro un poco más, estaba en su máximo esplendor. Ambos estábamos expectantes sobre los centímetros que pudiera llegar a medir mi verga.

Cuando la termina de medir, me mira desde abajo esa posición realmente era muy morbosa, en mi mente solo pasaban imágenes de Dianita agarrando mi verga y metiéndosela en la boca para darme una mamada gloriosa, pero solo eran pensamientos…

– Enserio nunca te la habías medido -me dice

– No, hoy solo tú y yo sabremos cuanto es lo que mide mi verga, ese dato no lo sabrá nadie más de eso puedes estar segura -le dije

– Otro secreto más para guardar, la cuenta sigue subiendo, no vas a tener para pagar mi silencio -me dijo

– Me mira y dice… parece que tus deseos se van cumplir, te mide 22 centímetros…

Sentí satisfacción al escuchar sus palabras, pero no sabía si realmente ella cumpliría su pablara, igual si no la cumplía no la iba a obligar.

– Suspira y dice… está bien yo siempre cumplo con mi palabra, pero la falda no me la voy a quitar, solo la subiré, solo te pido que no intentes penetrarme, quiero confiar en ti…

– Nunca haría nada para dañarte y menos sin tu autorización -le dije

Dianita se ubica al borde de mi cama y arquea su espalda, con las manos levanta su falta dejándome ver su extraordinario culo, el cual se tragaba su tanga casi al completo, no era un hilo, pero parecía, la imagen era morbosa, realmente será un castigo poder aguantar no penetrar ese culo -me decía a mí mismo.

– ¿Estás segura?, si tienes dudas no es necesario cumplir con el trato, ya con esta imagen puedo decir que cumpliste -le dije

– Segura no estoy, pero yo siempre pago mis deudas, el tiempo ya está corriendo recuerda que solo tienes un minuto, cuando te diga ya, te detienes, ¡está claro! -me dijo

– Mas claro que el agua imposible -le dije

No sabía que pasaba por su mente, lo que, si sabía era que estaba nerviosa, el cuerpo de Dianita temblaba de lo nerviosa que estaba.

Me ubique detrás de Dianita, me arrodille y empecé acariciar ese enorme culo, muy lentamente fui pasando mi mano por sus carnosas nalgas de arriba hacia abajo, Dianita temblaba, quería pensar que por mis caricias, llegaba hasta la curvatura de sus nalgas donde empezaban sus muslos, me atreví a pasar mi lengua muy suavemente desde abajo hasta arriba, sentí que Dianita emitió un leve gemido, podía oler el perfume de su raja, pude ver que su tanga tenía una mancha, estaba mojada, muy mojada, con mis manos apretaba ese culo y con mi lengua me deleitaba con sus nalgas, las bese y les di un pequeño mordisco, muy suave para no hacerle daño.

– ¡Dios! Que me estás haciendo, se siente delicioso -gemía.

Dianita en su mente, trataba de batallar con el placer que sentía su cuerpo, no se quería quemar al estar jugando con fuego, pensaba entre gemidos… ¡Dios que estoy haciendo!… si sigue besando mi culo de esa manera vamos a terminar cogiendo, tengo que parar esto ahora, pero de su boca nunca salieron esas palabras…

Sentí, que ya el minuto había pasado hacía mucho rato, pero Dianita no me daba la orden de parar, por lo que yo seguía sumido y besando ese glorioso culo, tenía ganas pasar mi lengua entre sus nalgas, pero no me atrevía, eso no era parte del trato.

En un momento de locura, ya no podía más, al apretar sus nalgas se abrieron, y quedo ante mis ojos toda la raja de su vulva, solo cubierta por pedacito de tela, ya emanaba un olor que embriagaba, y en el cual se venía lo mojada que estaba, no pude contenerme más y pasé mi lengua por su vulva sobre la tela, sentí su sabor, su humedad, quería apartar la tela, pero hasta allá no iba a llegar, me conformaba con esto solo sentir su sabor.

Dianita no dijo nada cuando sintió mi lengua sobre la tela de su vulva, solo gemía, su espalda se arqueaba, temblada de placer, estaba perdida, por lo que, en un momento de locura, ella pasa su mano por debajo de sus piernas y aparta la tela de su tanga, permitiéndome al acceso completo hacia su coño, estaba perfectamente depilado, sus labios vaginales eran rosados, y estaban totalmente encharcados, no dude, inmediatamente pase mi lengua por su clítoris, dianita gimió y se retorció de placer….

– Qué bueno eres con esa lengua cabrón -Me decía

– No pares por favor, ya casi llego… sigue, sigue por favor… -me suplicaba.

Yo seguí con mi ritmo frenético, succionando su clítoris, cuando Dianita llego al orgasmo, pego un grito… si, si, siii, que rico cabrón… sus piernas se doblaron y quedo arrodillaba al lado de la cama, su respiración era agitada, mi corazón se quería salir de mi pecho, no podía creer lo que había pasado, jamás imagine que podía saborear ese culo.

Dianita, se recompuso me miro, vio que mi verga aún seguía erecta, se mordía el labio inferior…

– Hoy no vamos a coger… créeme cuando te digo que lo deseo, mi cabeza me dice que cojamos, pero la razón me dice que no está bien, pero lo que si voy hacer es devolverte el favor, no es justo dejarte así… apuntando a mi verga.

Dianita, hace que me siente en la cama, gatea hacia mí, con cara lasciva, agarra mi verga se la lleva a la boca, pasa lentamente su lengua sobre mi tronco, que quemaba de lo caliente que estaba, lo saboreaba como si de un helado se tratase, se lo metía a la boca, quería tragárselo todo, pero era demasiado grande, no le cabía en su pequeña boca, por el esfuerzo que hacia sus lágrimas le salían de los ojos, para descansar me pajeaba con sus manos, a un ritmo frenético, ya no podía aguantar más, me vengo le avise a Dianita pensando que se apartaría, pero ella seguía con el ritmo y se metió mi verga en la boca para que le acabara en ella, se tragó toda mi leche, no dejo escapar ni una sola gota.

Estaba agitado, después de esa tremenda mamada, sentí que me exprimía la vida, pero mi verga seguía parada como un mástil.

Dianita se levantó, pensé que todo terminaría allí, ya me lo había dicho no íbamos a coger, yo seguía sentado en el borde de la cama, dio dos pasos y se sentó sobre mí, me beso, pude probar mis líquidos, no me molesto en absoluto, nuestras lenguas se entrelazaban, yo le besaba el cuello, sin querer descubrí un punto débil, la bese debajo de su oreja y le pase la legua por el cuello…

– No puedo más, eres un maldito -me dijo

Acto seguido, medio se levantó, aparto su tanga y con su mano tomo mi verga y la dirigió a su coño, estaba súper mojada, que mi verga no tuvo problemas para deslizarse dentro de ella, fue bajando poco a poco, queriendo acostumbrase al tamaño y grosor de mi verga, me abrazo fuerte con sus brazos, su cara se hundía en mi cuello, cuando se acostumbra a mi verga, me agarra la cara y me dice…

– No soy una puta, esto nunca lo había hecho, pero tu lengua y tu verga son una delicia… no pude aguantarme las ganas de probarla.

Yo me aferraba a sus nalgas, las apretaba con fuerza, y la ayudaba a mantener el ritmo que tenía al subir y bajar, metí mi cara en sus pechos, quería probarlos, pero no podía por la blusa.

Dianita entendiendo lo que quería, tomo su blusa y se la quito, no había vuelta atrás, sería solo mía esa noche, le quite el brasier, sus tetas quedaron a la altura de mi boca, se los comí, los mordía, los chupaba con lujuria, sus pezones estaban duros de lo excitada que estaba Dianita, cambiamos de posición, Diana se subió a la cama y se puso en cuatro, esta es mi posición favorita me dijo, quiero sentir hasta donde me puede llenar tu verga -me dijo

Bueno tenemos algo en común, también es mi posición favorita le dije… me puse detrás de ella, y hundí mi verga de una sola estacada, Dianita apretó los dientes, y se agarró fuerte de las sábanas, así, dame más, hoy quiero ser solo tu perra me dijo…

La penetre como su no hubiera un mañana, le agarraba las tetas y se las apretaba, ella lo agradecía con gemidos, el ruido que estábamos haciendo, fácilmente un vecino podría llamar a policía denunciando un acto de violación, y a mí me darían cadena perpetua, si me encontraban en esa Posición sometiendo él coño de dianita que no se quejaba.

Dianita llego al orgasmo dando gritos de placer, Dios me vas matar con tu verga deliciosa me decía… aguanta un poco ya casi llego le dije… ya me vengo…

– Dianita se salió y se puso de frente a mí, se agarró las tetas y me dijo, acaba aquí en mis tetas….

De mi verga salieron chorros de semen, empapando las tetas, no pude controlar el orgasmo y un chorro fue aparar a su boca, Dianita con su lengua lo recogió y se lo trago….

– Vaya ya veo que eres insaciable, todavía sigues con la verga parada. -Me dice

– Definitivamente, encontramos al verdadero macho alfa de la universidad… mordiéndose el labio inferior.

Le pongo las manos en su rostro y lo acaricio, mirándola fijamente, la empiezo a besar, nuestras lenguas se entrelazan, Dianita tenía sus manos en mi pecho, muy lentamente fui recostándola en la cama, quedando encima de ella, con la yema de mis dedos, empiezo a recorrer todo su cuerpo, Dianita, gime dando espasmos en su cuerpo al sentir mis suaves caricias.

Estoy como tratando de calcar su imagen en mi mente, para nunca olvidar este momento, al llegar a sus pies, con mi lengua empiezo a subir, para saborear su piel de gallina, la tomo de la cintura y le doy la vuelta, quedando su precioso culo en mis manos, le doy una nalgada, Dianita gira su cara y con una sonrisa me dice… no pudiste aguantar las ganas cierto.

– Con una sonrisa le digo… ese culo se merece unas buenas nalgadas, por ser tan provocador.

Acto seguido, le doy un beso en las nalgas, las aprieto, y las muerdo, Dianita solo gemía de placer…

– Estoy empezando a creer de verdad que es cierto lo que dices, que las mujeres se vuelven adicta a ti -me dice con los ojos entre cerrados.

A partir de hoy tu cuerpo, cada vez que no esté junto a mí, va a empezar a extrañarme de eso puedes estar segura -le dije

Con mi mano rozo sus muslos, y llego a su coñito, que ya estaba mojado nuevamente, meto dos dedos y los empapo de sus fluidos, y voy subiendo hasta tocar su ano, Dianita tiembla, y girando su cabeza hacia atrás -me dice

– ¡Ni lo pienses!, esa verga es muy grande me destrozarías el culo, además nunca lo he hecho por allí…

– Relájate, no te hare daño lo prometo, si dices que pare, me detendré, pero sé que lo vas a disfrutar -le digo.

– Está bien, solo hazlo con cariño por favor, es mi primera vez, ¡y si!, quiero que sea contigo -me dice

Me giro y busco en mi mesa de noche un gel, para aplicarlo en su ano, empiezo a darle suaves masajes en su rosado ano para que se relaje, fui haciendo círculos para que el esfínter cediera, a la vez que pasaba mi lengua, Dianita está perdida en la excitación, por lo que, levanto su cuerpo y se puso en cuatro, fui introduciendo primero un dedo para que se acostumbrara, cuando entro la mitad de mi dedo.

– Ufff, que grande -me dice.

– Es solo mi dedo, si quieres me detengo -le digo

– ¿Enserio?, no, tranquilo no te detengas todavía puedo aguantar.

Seguí con el masaje en su ano, le metí un segundo dedo, Dianita gemía de placer, cuando estuve seguro que ya su esfínter había cedido, puse gel en mi verga y fui profanando suavemente ese hueco.

Dianita agarraba la sabana muy fuerte y apretaba los dientes, mi glande ya estaba dentro, no quise seguir, me tomé mi tiempo, para darle descanso a su dolor…

– Siento que me estas desgarrando por dentro, no voy a poder aguantar esa verga -me decía

– Cuando quieras que me detenga lo dices -le dije

– No por favor sigue, ya está pasando el dolor -suspiraba

Seguí hundiendo mi verga en su ano, el cual fue cediendo, se estaba acostumbrando a mi tamaño, Dianita empezó a gemir, le estaba gustando la sensación, de dolor y placer, en un último esfuerzo hundí mi verga muy suavemente por lo que mi pelvis quedo pegada a su enorme culo…

Empecé a realizar suaves movimientos, Dianita hundía su cara en la almohada, para aplacar los gritos de dolor…

– Quieres que me salga -le dije

– Ni se te ocurra hacer eso cabrón -me dice girando su cara hacia mí y sus cabellos cubriendo parte de su rostro.

Dianita había perdido la razón por la extrema sensación de placer que sentía… con las sábanas empuñadas en sus manos y en sus ojos una mirada lasciva -me dice

– Hazme tuya Thiago, párteme el culo en dos… no seas gentil, quiero que esa verga me llene.

Esas palabras, desataron el animal que hay en mí, y empecé a bombear su ano, de una forma tan violenta, que mi pelvis rebotaba con sus nalgas, no aguantamos más y tuvimos un orgasmo brutal los dos, a Dianita le salieron chorros por su coño, empapando las sábanas y el colchón, mientras yo le llenaba el culo de leche caliente.

– No puedo más, las fuerzas se van -me decía

– Ah sido brutal, nunca había tenido un orgasmo así -le dije

– Ni yo, desde hoy mi culo es solo tuyo, es una promesa -me dijo

Nos bañamos, cada uno por separado. Dianita me dijo que mejor así, ya que terminaríamos cogiendo nuevamente y no dormiríamos nada, no íbamos parecer zombis presentando la exposición del trabajo.

Cuando estábamos en la cama, para dormirnos Dianita me dijo…

– Thiago, esto que hoy paso no puede saberlo nadie, por favor júramelo, si alguien se llega a enterar realmente estaremos en problemas, no quiero que nada malo te pase.

– Tu secreto está a salvo conmigo -le dije

– Es enserio, no tienes idea del problema en que nos acabamos de meter, jugamos con fuego y estamos a punto de quemarnos.

No te preocupes, por mi parte nadie se enterará, y creo que por tu parte tampoco, entonces ya no hay problema, además si lo dices por Tony, no le tengo miedo -le dije.

Enserio eres un imbécil, tierno pero tonto, al fin y al cabo, estoy segura que no le tienes miedo, pero no sabes en los problemas que nos podemos meter…. Thiago júramelo -me dice.

– Está bien te lo juro -le dije para que se calmara.

Nos acostamos abrazados, no quería que este momento se terminara, un día a la vez Thiago -me dije.

Continuará.

Espero les haya gustado este capítulo, dejen sus comentarios, para que me ayuden a mejorar y a motivarme para seguir con la historia. Saludos.

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Drako10
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1 COMENTARIO

  1. Parece una tontería, pero si promete guardar el secreto de cuánto le mide el miembro, hubiese estado bien dejarlo como una incógnita. Ahora el secreto no está a salvo, porque ya sabemos que son 22 cm. Son 22cm que me quitan el sueño… o me hacen soñar… Lo sabremos cuando me levante.

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