El covid 19 me atacó con una mediana intensidad. Estuve 10 días internado en un hospital en el área de cuidados intermedios, nunca corrí riesgos importantes, pero fue una experiencia dura. Luego estuve 20 días en casa con oxígeno. Sólo acostado en cama con breves desplazamientos al baño, que felizmente estaba en la misma habitación, lo que me permitía moverme con tranquilidad. Incluso hoy, mes y medio luego de mi alta médica, sigo teniendo algunas limitaciones.
Empezando la tarde, el cuarto o quinto día desde que volví a casa. Algo después del almuerzo, mi esposa me dijo que “saldría a cenar con unas amigas”. Me pareció súper bien, pues realmente me había cuidado muy bien desde que llegué a casa. Además, me había dejado y recogido del hospital, donde por protocolos de seguridad nunca pudo ir a verme.
Hacia las 3.30 pm, como de costumbre cada vez que se duchaba, se desnudó en la habitación, frente a mí. Yo podía, en ese momento, hablar muy poco o nada, pues estaba con oxígeno y eso me complicaba hacerlo. Pude ver que tenía el vello púbico como lo usaba desde hace un par de años, recortado, pero en ese momento ligeramente desordenado. En los 17 años previos de matrimonio, le pedí infinitas veces se lo recortara, alguna vez me hizo caso, pero nunca le interesó mucho, pero los dos últimos años, se lo empezó a recortar y darle coquetas formas. Nunca llegó a una depilación total, pero la forma sexy en que se lo arreglaba era muy, demasiado, excitante.
Entró a ducharse. Se demoró como de costumbre, más de 30 minutos, yo lo hago en menos de 3 minutos usualmente. Luego escuché, desde el baño, los golpecitos clásicos de la rasuradora, me afeito casi a diario, se cómo se escucha. Un par de minutos después salió del baño, igualmente desnuda y con los vellos públicos con un nuevo corte realmente sexy. En ese momento supe que iría a ver a un amante, no a sus “amigas”.
Sacó de su ropero una tanga negra de lencería (nueva, nunca se la había visto) se la puso junto con un brasiere también negro, que yo le había regalado y que casi nunca usaba. Se veía realmente sexy con ambas prendas. Luego completo su atuendo con un coqueto jean (que tampoco usaba), una sexy blusa (oh sorpresa, de las que nunca usaba) y un lindo saco que usaba para las ocasiones especiales. Luego demoró unos 30 minutos más en peinarse, maquillarse, rizarse las pestañas, etc. La había visto salir muchas veces con sus amigas y algunas veces, ni siquiera se bañaba e iba con la ropa con la que estaba puesta en ese momento.
Esa tarde, desde la lencería, hasta la ropa y el arreglo personal, todo era distinto. Incluso, sacó de entre sus cosas personales un perfume CH que le había regalado un año atrás y pensé ya estaba acabado, se lo puso con coquetería en el cuello. No me hablaba mientras se alistaba pues sabía que yo no podía responder, pero sin palabras supe que se iba a acostar con otro hombre. Cuando concluyó sus arreglos, se sentó en el sofá, empezó a chatear y en unos minutos me dijo “me voy amor”. Me dio un beso en la mejilla y se fue.
Hacia las 10 pm, me escribió un mensaje al whatsapp, diciéndome que por el “toque de queda” (que empezaba a esa hora), se quedaría a dormir donde una amiga. Estuve casi tres horas en vela, sabiendo que en esos momentos ella cogía con otro hombre. Finalmente me dormí.
A la mañana siguiente, volvió a casa hacia las 8 am. Traía pan, huevos y tocino. Me preparó unas tostadas con huevos revueltos y tocino. Mi desayuno favorito. No lo indicado durante mi convalecencia, pero sí que lo quería, se lo había comentado más de una vez antes.
Luego que desayuné, ella se desnudó, puso toda su ropa en la cesta de ropa sucia, se bañó, se puso su ropa de gimnasio y se fue. Ni bien salió, me desconecté del oxígeno, con esfuerzo di los pasos hasta la cesta de ropa sucia. Encontré su tanga, la sentí muy húmeda, con manchas sobre toda ella, la olfateé (felizmente no había perdido ese sentido con la enfermedad) y sentí el inconfundible aroma a semen.
Mientras convalecía en cama, mi esposa se había ido a coger.