Melisa White, una joven de 20 años se estaba arreglando para la cena anual que daban sus padres, donde invitaban a todos sus amigos. Este no le toma mucha importancia al principio, pero en la noche se dio cuenta de que había alguien nuevo había llegado a la cena, una pareja nueva, que al parecer eran socios de su padre en la cena el hombre llamado Harry Smith no dejaba de mirarla.
Así que decidió subir a su cuarto a alejarse un poco de la fiesta, estando acostada vio como su puerta se abría dándole paso a aquel hombre que no dejaba de verla en la cena. Resulta que este hombre había sido el mismo con el que una semana antes Melisa se había besuqueado en un bar, cuando salió con sus amigas, ese día lo dejo con las ganas, algo que estaba dispuesto a cobrárselas a la joven.
-Has sido una mala chica -Le dijo mientras sacaba sus bragas- Y todas las chicas malas merecen un castigo. Abre tus piernas y déjame ver tu precioso y mojado coño- Ordeno mientras la chica obedeció sin más.
“Comenzó a acercarse a mi feminidad hasta que siento su helado aliento en mi clítoris y me retuerzo del placer, en cuanto siento su lengua lamer todo mi coño comienzo a soltar gemidos y a retorcerme, jamás había sentido algo así en mi vida y ¡Dios! Esto es el cielo.”