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Esos encuentros sexuales inesperados

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Karla era mi mejor amiga, era la única chica con la que podía sentarme a hablar por horas y de quien nunca pensé que podía pasarnos algo más que la amistad. Ella es muy linda, una morena de gran carisma, piel suave, y unos senos grandotes.

Cuando estaba de novio ella era la que siempre me contaba que debía hacer o no hacer. Ella se casó, y el tipo con el que estaba era muy malo con ella, claro después de casarse fue que se dio cuenta.

En una de esas ocasiones donde ellos estaban peleados, estábamos conversando por chat, y entre toda la conversadera, terminamos hablando de los besos y yo le dije que a mí me dijeron que ella besaba bien. Fue entonces así que caímos en ese plano juguetón donde le dije que eso había que comprobarlo, me sorprendí porque ella estaba muy dispuesta a comprobarme que de verdad besaba bien.

Un día salimos, íbamos a comprar algunas cosas, y cuando llegamos a casa, en el estacionamiento le pregunté si era en serio eso de comprobar lo de los besos y ella me dice que sí, que cual era el miedo, entonces me acerqué y fue nuestro primer beso, allí dentro del carro y fue muy dulce, de verdad me gustó.

Subimos a mi habitación porque ella haría algo en la PC, me coloqué detrás de ella y masajeé sus hombros, que carrizo, ya lo que queríamos era besarnos, nos besamos como locos apasionados, su lengua se enredaba con la mía, besé su cuello, la levanté de la silla y la abracé sin dejar de besarla, mis manos recorrían su cintura y su espalda, bajé hasta sus nalgas y me dejé apretar, mi pene estaba bien parado dentro del pantalón, pero estaba seguro ella lo sentía.

Seguimos besándonos así, más y más, sin quitarnos la ropa, la llevé a la cama, abrí sus piernas y me metí entre ellas haciendo movimiento como si la estuviera penetrando, pero con la ropa puesta, ella me dijo, “vas a matar a tu novia” yo estaba full excitado, así que saqué mi pene y se lo dejé ver y me acerqué de nuevo a ella besándola y rozando mi miembro en su vagina sobre la ropa rozando con fuerzas y ella, estaba empapada que ya se marcaba en su ropa.

Me levanté, me entro como un golpe de conciencia, pero el pene parado no me dejaba pensar bien, le dije “mejor vámonos” y ella asintió. Cuando salimos de la habitación en el marco de la puerta volvimos a besarnos y saqué de nuevo mi pene rozándolo con más y más fuerza que hasta me causé un raspón como si quemara la cabeza de mi pene con el roce en las telas de tu pantalón.

No me importó ese pequeño dolor, guardé y bajamos, fuimos a la cocina, estando allá nos empezamos a besar de nuevo y esta vez me atreví a recorrer sus senos, que ricos, sus pezones me encantaron, eran grandes y oscuros, deliciosos, los lamí, los succioné mientras ella agarraba mi cabello, y me dijo, “no aguanto más”, se agachó, sacó mi pene y comenzó a mamarlos deliciosamente, una mamada difícil de olvidar, era la segunda vez en mi vida que me lo chupaban y se sentía delicioso, tanto así que casi saca mi leche, salió un poquito y le dije que se detuviera, se levantó y me dijo que sabía delicioso…

Fue muy excitante, mi amiga Karla, aun me gusta, aun me encanta. Pero que se le va a hacer, no es mía.

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