Tip… tip… me había llegado un nuevo mensaje.
—Estoy ya aparcando.
Que vuelco me dio el corazón… ya está llegando.
Me había estado preparado a conciencia, quería impresionarle con el liguero que tenía puesto y los súper tacones, menos mal que andaré poco.
Sonó el timbre.
—te abro.
El tiempo que tarda el ascensor es interminable, lo veo acercarse a la puerta por la mirilla.
Al abrir la puerta nuestros cuerpos se entrelazan en un maravilloso beso tras otro, nuestros latidos se oyen fuera de nuestros cuerpos… A volandas entre besos y besos… llegamos al cuarto, su ropa va cayendo, mientras cada vez puedo disfrutar más de su carne desnuda.
Que locura estar entre sus manos y él entre las mías, nos estamos derritiendo… llegó a su miembro viril, que ya está dispuesto para mí… necesito acariciarlo y saborearlo antes de que entre en mí… que bonito es jugar con el en mi boca… mientras sus manos acarician mi pelo…
Subo besando su cuerpo para perderme en el maravilloso olor que desprende su esternón. Él empieza a disfrutar de mi en toda mi profundidad, mientras pasa su lengua por la hendidura de mi espalda y percibe ese olor tan dulce que desprenden mis cabellos, como saborea mi boca y recorre mi cuerpo con su lengua para llegar a dónde puede libar mi esencia… como sujeta mis caderas…
Nuestros cuerpos están sincronizados en un baile de dos que se han convertido en uno… rítmicamente jadeamos… nos besamos… nos saboreamos… nos comemos… es un festival de armonía dónde todo nuestro entorno ha desaparecido porque solo estamos nosotros en el universo… nuestro sudores recorren juntos nuestros cuerpos sin saber diferenciar cuál es de cuál… llegando al éxtasis más profundo de nuestros cuerpos.
Que maravilloso es besarle y acariciarle el rostro, cuando se ve así vencido… que suave piel, la de su pecho con ese pelo tan armónicamente esparcido… no me canso de besarlo… es maravilloso sentirlo así rendido.