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Exhibiéndome frente a unos albañiles

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En ocasiones en complicado viajar a más de una hora de distancia de casa para cuidar a una mascota que no es nuestra. Pues hoy, me tocó a mí. La mejor amiga de una de mis tías viajó a USA para vacunarse contra el COVID y me pidió de favor cuidar de su gato y de sus plantas. Ella vive en un condominio bastante elegante, en una zona de las zonas más bonitas de la Ciudad de México, pero que no me queda nada cerca de casa; sin embargo acepté. Lo que de inmediato vino a mi cabeza es que ella seguro tiene muchos zapatos lindos que podría probarme pero sobre todo, que podría vestirme y estar así por un largo rato sin preocupación ninguna de que me descubrieran.

Entonces, empaqué mi peluca nueva, maquillaje, ropa y un par de juguetes nuevos que conseguí para usar en mis encuentros íntimos con el padre de mi novia.

Llegué al apartamento y después de una rica ducha tibia, comencé con mi transformación. En esta ocasión me puse una tanga morada de leopardo, que hacía juego con mi bra con relleno, unos jeans ajustados, y una blusa de animal print. Tomé prestadas unas zapatillas negras con un tacón alto. El resultado ya lo pueden imaginar: toda una zorrita, lista y dispuesta a ser cogida. Anduve un rato así por toda la casa, incluso me serví una copa de vino y entrando en calor, decidí asomarme a la ventana principal, que da a la calle.

En la casa de enfrente se encontraban trabajando un par de albañiles. Uno de ellos joven y el otro maduro. Bien podrían ser padre e hijo. Yo los observaba detrás de una cortina mientras hacían sus cosas y me parecían tan varoniles que comencé a tocarme. Me gustan ese tipo de hombres, HOMBRES, machos y bien masculinos. El chico era alto y delgado, con esos músculos que sólo el trabajo duro bajo el rayo de sol, provoca. El señor, bajito de estatura, pero se podían apreciar unas nalgas y unas piernotas que yo hubiera deseado morder. Al poco tiempo de estar babeando por mirarlos, el joven volteó de repente, y me di cuenta que algo le dijo al otro, porque de inmediato volteó. Yo, muriendo de pena, me quité lo más pronto que pude, pero pensé: ¿Qué podría pasar?, no estaba en mi casa y ellos están hasta el otro lado de la calle. Me armé de valor y calentura y recorrí las cortinas, así que el cuarto se llenó de luz y ambos podían verme de frente a ellos. Decidí hacerles un tipo striptease; empecé acariciando mis piernas y mi trasero y comencé a moverme despacito.

Ellos no perdían detalle de mí, podía ver cómo ambos, por morbo o por lo que sea, deseaban que les enseñara más. Así seguí por unos minutos hasta que decidí volver a cerrar las cortinas. El corazón se me salía del pecho. Me daban ganas de plano de desnudarme frente a ellos y que vieran todo mi cuerpo, pero en ese punto no estaba seguro que ellos supieran que no era una chica. Como tenía relleno en el bra, se me notaban unos senos de buen tamaño, y no habían visto nada de mi "paquete" pese a que ya lo tenía parado y mojadito. Decidí no romper el encanto y sólo mostrarme de espaldas y de lado, y realmente creo que ellos no necesitaban más.

Después de unos minutos hice una segunda aparición, en esta ocasión con un short de mezclilla, tacones y una blusa de tirantes. Para cubrir un poco más mi rostro, me puse un cubrebocas color rosa, que combinaba súper bien con mi peluca rubia. Volví a salir de por detrás de las cortinas y ahí seguían ambos tipos esperando por mí. El mayor no tardó en hacerme señas para que me levantara la blusa y les mostrara las tetas, pero como era algo que no iba a pasar, solo me bajé un poco el short para mostrarles las nalgas.

l más joven sacó su teléfono y comenzó a grabar o a tomar fotos, por lo cual decidí quitarme el short y mostrarle por completo mi culo y mis piernas. Mientras me veían yo me imaginaba estando ahí, sentada en las piernas de uno mientras masturbaba al otro, para que después uno me metiera la verga por el culo mientras se la chupaba al otro y después cambiaran de lugar, para cogerlos y mamarlos a ambos. Me hubiera encantado que entre los dos me hicieran suya y que me trataran duro, que me jalaran el cabello, me manosearan y me mostraran lo machos que eran dándome una cogida inolvidable. Siempre he tenido la fantasía de chupársela a dos al mismo tiempo y que los dos terminen en mi cara y en mi boca, así que esa pudo ser una gran oportunidad. Después de un ratito, volví a meterme a la habitación...

No sabía si volver a asomarme o no, pero me di cuenta que solo quedaba el señor. Lo saludé con la mano y me respondió. Después le mandé un beso y lo recibió. Me hacía señas para que fuera, seguramente quería ponerme de rodillas a chuparle el pene y después cogerme y aunque la idea no me desagradaba en lo más mínimo, pero por alguna razón no quise arriesgarme y solo juguetonamente le dije que no. De repente se sacó la verga del pantalón y vaya que estaba enorme, parada y morena. Me excito mucho ver ese pedazo de carne saliendo de la bragueta de sus jeans.

Quería tenerla en mi boca, tanto que casi podía saborearla. Quería chupársela toda y hacerlo venir en mi cara. Decidí abrir mis nalgas para él. Me agaché un poco y recargué mi trasero en el borde del balcón mientras con los dedos empecé a separar mis nalgas, dejando ver poco a poco mi ano. Miré de reojo y se la estaba jalando como loco, incluso pude ver que escupió en su glande y continuó masturbándose mientras me miraba abriéndome. Me imaginé que me escupía en el culo antes de penetrarme y esa sensación hizo que casi me viniera de puro placer, así que también decidí masturbarme hasta terminar dentro de mis braguitas. Después de algunos minutos lo vi terminar en el piso, y casi de inmediato, se la guardó y se retiró de la habitación...

Últimamente he sentido muchas más ganas de experimentar con hombres maduros y sobre todo, con hombres reales, con cuerpos naturalmente fuertes y con la virilidad al mil. Espero poder quitarme el miedo y animarme a dar ese paso.

Espero que en estos días se concrete mi encuentro con el papá de mi novia para contarles cómo resultó todo, mientras tanto les dejo besitos y caricias...

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