Totalmente desorientado en cuanto al tiempo transcurrido, seguía atado a la cama, solo regresó para cubrirme los ojos con un antifaz y proporcionarme un ligero, casi, rozando, beso en la punta del miembro, luego no escuche más movimiento, solo la música de fondo, interprete que estaba solo nuevamente.
En un lapso de tiempo no precisado volvió, lo sé por el aroma que destila, perfume que reconocería en cualquier sitio.
Experimento algo viscoso que cae de a gotas en mi cuerpo inmóvil, sus manos se posaron en los pies, firmes pero suave haciendo un masaje muy despacio, sentí como iba subiendo, sensación rara, mezcla de masajes y caricias, no hice ni dije nada, solo me dejaba hacer, cada tanto unas pequeñas palmaditas que hacían incrementar mi excitación. Continúa por mis muslos y aun no se avizoraba un acercamiento a mi miembro, tímidamente y como respetando un supuesto “sexo mandamiento” comenzó el acercamiento por mis glúteos, como le quedaba incómodo y no lo podía tener a su merced, me puso el cepo extensible en las piernas, a la altura de mis rodillas, como pudo y, con un poco de mi ayuda, me dio vuelta sujetándome nuevamente a la cama, ahora sí, todo mi culo a su disposición… nuevamente las gotas viscosas, ahora sobre mis glúteos, sin pedir permiso pero tímidamente se atrevió a ir por mas, yo diría… por mucho más.
De modo lento, suave, dócil y agradable pero atrevidamente como queriendo que en ese momento la autorizara, ancló sus manos en los glúteos masajeándolos con la pericia de una profesional.
Alternaba entre mi espalda y los glúteos, se sentía bien, pasaditas leves sobre las piernas y volvía a mis asentaderas, ya con un poco más de desparpajo, repitió lo que había hecho yo con ella, con sus dedos pulgares haciendo presión y con movimientos circulares fue adentrándose entre medio de las nalgas hasta llegar al orificio anal el que lo circundo bien embebido con su aceite, una corriente eléctrica recorrió mi cuerpo, sensación nunca antes experimentada, siento que quiere vulnerar la fortaleza con uno de sus pequeños dedos, me muevo como resistiendo.
-Tranquilo, estoy yo a cargo, relájate y disfruta del momento, te prometo la mejor experiencia que vayas a sentir en tu vida. Si confías en mi me voy a dar cuenta.
Vaya si confié, sus palabras hicieron que me relaje y me entregue más de lo que estaba, otra cosa no podía hacer, me encontraba muy hábilmente inmovilizado por mi… Afrodita.
(Quien fuera una de las diosas griegas más importante y no menos reconocida del Olimpo, sexualidad, deseo, belleza y sensualidad).
Debo confesar, al pensar eso, me sentía… Eros.
(Dios también de la mitología griega quien era el principal responsable de la atracción sexual, amor y deseo).
Lejos de poder desatarme y ya entregado a sus manos, sus dedos dieron inicio a una tarea, como había dicho Mica, yo desconocía, por unos instantes más circunvalo el esfínter anal hasta posicionar uno en la salida del esfínter, con la suavidad que la caracteriza comenzó a ingresarlo, (reconozco que en un principio me disgusto), luego cambio por otro y por otro, hasta que se detuvo por largo tiempo con uno.
-¿Estás preparado para la mejor experiencia de tu vida? Este es el momento, entrégate de cuerpo y alma al placer, libérate de viejos prejuicios, fuera los tabúes, aquí estoy yo para acompañarte en este viaje.
Volvió con su juego externo haciendo un masaje en la zona comprendida entre los testículos y el ano, lo que me producía un placer enorme con esas descargas de corriente que pasaba por todo mi cuerpo produciendo una excitación extrema, quería soltarme, agarrarla y penetrarla con toda la furia, pero no, estaba inmóvil, quieto, fijo, inerte, totalmente a su merced mientras insertaba su dedo nuevamente, esta vez como explorando y buscando, hacia presión de distinta intensidad sobre las paredes internas, di un respingo cuando toco un punto en especial, diciéndome con su voz más dulce…
– Aquí es, tu experiencia comienza ahora.
Aunque la experiencia ya había comenzado, esperaba más.
No sabría cómo describir el movimiento que hacía con ese hábil dedo, pero puedo decir que es como si uno llamara a alguien, digamos como rascando, puedo garantizar que tenía toda la razón, la experiencia es fascinante, al punto que pude disfrutarla, aunque pareció una eternidad, en tan poco tiempo, produjo un orgasmo impresionante, como nunca lo hubiera tenido, depositando todo el esperma entre la sabana y mi cuerpo, no terminaba nunca de salir ese caliente semen que tan hábilmente y sin tocar mi pene, había logrado que escapara de su confinamiento.
Estaba aprendiendo muy rápido que no siempre tienes que llevar la iniciativa, sobre todo estando con una persona con ansias de ser quien tenga el control de la situación, en esta circunstancia, ella lideraba.
Totalmente ignorante del tiempo transcurrido y que hora era, siento que se baja de la cama y con la delicadeza que la caracterizo hasta el momento me posiciona nuevamente de espaldas, tuve también que ayudarla, el cepo extensible en mis piernas dificultaba esos movimientos, esta demás decir que fui atado otra vez. Por segunda vez no percibo la presencia en la habitación, intente correr el antifaz para observar, sin poder hacerlo.
¿Cuánto tiempo transcurrió? ¿Dónde estaba? ¿Vendría rápido? Eran todas preguntas que daban vuelta en mi cabeza.
Siento sus agiles pasos acercarse a la cama. Me quitó el antifaz, creo, para comenzar a disfrutar visualmente también. Los ojos me molestaban por la claridad que entraba por la abierta ventana, se fueron aclimatado paulatinamente, donde pude comenzar a ver que las cortinas se contornean al compás de la parsimoniosa brisa que suavemente acariciaba la tela. Caricia que proporciona frescor a la piel, que quiere protagonizar tú momento, nuestro momento, pretendiendo arrebatarle a mica su protagonismo, proporcionándole un montón de sensaciones en su atrigueñada dermis, al que, con autoridad no le permitiste que robara tu rol en ese momento.
Toma una almohada ubicándola debajo de mis rodillas quedando éstas, aproximadamente a 45 grados, ya estaba con una gran incógnita sobre lo que estaba por realizar, duda revelada casi instantáneamente. Se ubicó a horcajadas sobre mis piernas, haciendo mío su aroma, la miro fijo a los ojos, tomó mi miembro con su mano lo puso en la entrada de su vagina, viéndolo desaparecer de a poco en la totalidad de su chorreante cueva, cuando estuvo toda adentro apoyo sus manos en mi pecho acomodándose, bien sentada en esta silla de piel humana, ¿silla o montura? De piel humana… encargándose muy bien de controlar sus movimientos pélvicos, hacía movimientos con desplazamientos circulares, de lado a lado y en forma horizontal.
-Gino querido, como abras visto, no es necesario el hecho de solo meter y sacar para gozar, ahora es cuando viene el sexo distinto; silencio y a disfrutar de las vistas. “eres mío”.
Me lo iba diciendo mientras hacia los movimientos descriptos, agregando unos meneos laterales, como así también arriba y abajo, controlando y manteniendo en forma uniforme la velocidad de sus tan hábil actividad, por momentos se inclinaba hacia atrás, aprovechando la posición de mis piernas como si fuera un espaldar de silla, al tiempo que frotaba su clítoris, con movimientos en U, a veces lentos, a veces rápidos, frotaba la zona en círculos y a veces tomaba su preciado tesoro con dos dedos estirándolo un poco (se le atribuye el descubrimiento del clítoris al médico italiano Mateo Colon en el cuerpo de Inés Torremolinos, al cual llamo en un principio “amor veneris”) dejándome ver ese espectáculo en primera fila cual espectador de lujo.
Por primera vez desde que empezamos le dije:
-Bella vista tengo desde aquí, estoy gozando de este magnífico espectáculo y en tan privada función.
Ya entre jadeos, no quiso que terminara la sesión, saco de su vagina mi miembro, muy lentamente, se paró sobre el colchón con ambas piernas a mis lados, giro dándome la espalda, para ponerse en cuclillas e ir sentándose de la misma forma para continuar lo empezado momentos antes, la diferencia es que ahora disfrutaba la visión de ese culo hermoso, mientras ella exploraba, con sus movimientos como si fuera una amazona cabalgando su caballo, toda la longitud de mi pene, buscando también su placer.
Sin mediar palabra y sorpresivamente, saco mi pene de su sexo y en un lubricado, con anterioridad, culo, se sentó en la punta de mi pene, permitiendo que este lo taladrara, moviéndose a un ritmo variable, se introducía solo el glande, para, de una sentadilla hacer que se pierda todo en su culo, y todo lo tenía a mi vista haciéndome un privilegiado de observar tan hermoso espectáculo.
No terminaba de salir de una sorpresa que comenzaba otra, sus nalgas comenzaron a abrirse producto de sus manos para poder observar mejor, mi pelvis inicio un camino de abajo hacia arriba empujando mi miembro más adentro, soltando sus glúteos se aferró a las ya empapadas, de sudor, suaves sabanas, mudos testigos de lo allí ocurría, tenía la sensación que sus manos se aferraban a ellas cada vez más fuerte, temblorosas, su frágil cuerpo fue poniéndose rígido tensando todos sus músculos explotando ambos en un orgasmo intenso, sintiendo los chorros de semen en lo recóndito de su ser. Ambos acabábamos de descubrir lo que era experimentar la verdadera sexualidad.
Tiene la gran capacidad de reiteración de orgasmos, repitiéndolos aun luego de haber alcanzado el clímax.
Cayo exhausta a mi lado, yo con la imposibilidad de moverme no podía acariciarla, solo atine a decirle:
-Gracias…
Silencio mi boca con un dedo que poso en mis labios, sin dejarme terminar de hablar. Se levantó sin pronunciar palabra, con su ya visto, grácil andar, desapareciendo de mi rango visual, solamente se escuchaba ruido de agua y otros que no alcanzaba a distinguir de donde provenían. Pasado un rango de tiempo que no puedo definir, la veo ingresar a la habitación con una bandeja en las manos, depositándola sobre la mesa de noche, el velador lo coloco sobre un banco contiguo, pudiendo observar mientras lo hacía, que había dejado. En dicha bandeja había un bol con agua, esponja, jabón, toallas y perfume. Desato una de mis manos, coloco la almohada doblada debajo de mis hombros, dejando mi cabeza colgando, inmovilizo nuevamente el brazo libre y empezó, con la esponja embebida en agua tibia a lavarme la cabeza, siguiendo con mi rostros y luego con el resto de mi parte delantera, cuando llego a mi pene se detuvo haciendo hincapié en él y mis testículos, sin obtener respuesta pues no se me paraba, ambos reímos y continuo con el aseo. Al terminar la parte delantera, sus manos fueron hacia los elementos que me tenían inmóvil, fui siendo libre de ataduras.
–Gira hacia el otro lado, que las sábanas no tienen semen, ubícate boca abajo.
Sin evitar darle un beso en sus labios, hice lo que me “ordeno” para que inmediatamente retomara ese reparador baño que me venía tan bien. Al término de esa demostración de cariño, le estaba por decir si quería que le haga lo mismo, pero me percate que tenía el pelo mojado, indicándome el ruido escuchado un rato antes, era porque se estaba bañando.
Calculo que el cansancio era mutuo, pues, al término de acomodar los elementos utilizados se recostó a mi lado, me tomo con sus pequeños brazos, haciendo que nuestros cuerpos, cual imanes se atrajeran, los besos, las caricias y la charla sobre lo ocurrido, fueron los detonantes para que Morfeo se acercara a nuestra cama y nos meciera para caer en un profundo sueño.
Cuantas cosas pueden suceder en una sola noche, o en un solo día, por ejemplo, el hecho de descubrir la variedad de sensaciones y cosas que nunca antes había experimentado, y tanto nos quedaba por descubrir.
¿Soñé? Que las suaves sabanas cubrían mi cuerpo, ellas me besaban y acariciaban, permitiendo que mi descanso sea más placentero.
El despertar del día siguiente fue maravilloso, nada de lo ocurrido fue producto de mi imaginación, ella reposaba a mi lado, era real. Me levante y preparando un reparador desayuno lo lleve a la cama donde su cuerpo medio tapado por la tela, observándola, me detuve a rebuscar en mi memoria, si en alguna oportunidad, su ternura y pasión, la había experimentado.
Con dulzura, entre besos, caricias, cosquillas y caras de felicidad, la desperté para disfrutar nuestro primer desayuno, un sol tímido entraba por la ventana como testigo de lo ocurrido, y lo que vendrá, dentro de esas cuatro paredes, con dos personas que se estaban descubriendo en todos los aspectos. De a poco fuimos hallando, que esta relación había empezado a trascender la sola atracción física. Luego del desayuno, fuimos juntos al baño, abrí las canillas intentando poner el agua a la temperatura lo más agradable posible, ingresamos bajo la reconfortante caída de agua en forma de lluvia, enjabonándonos mutuamente pero no cedimos a esa pasión que se estaba reavivando por la situación, nos secamos también uno al otro. Ya vestidos, nos sentamos en el sillón a tomar unos mates, cuando de la nada me dijo:
-Juro, la primera vez que hicimos el amor no se me había cruzado por mi cabeza, ni en sueños, que podía a llegar a tal nivel de éxtasis y con tanta excelencia de orgasmo, una experiencia sublime que a lo largo de mi vida haya sentido. Al momento de conocerte, sin mentir, no imagine la calidad de amante que podrías llegar a ser, algo que sí, alguna vez soñé; al verte me fue imposible evaluar como serias sexualmente actuando, nunca prometiste nada, ni hablaste de grandezas ni proezas sexuales, penes grandes ni menos ser el mejor en la cama, redondeando nunca fuiste el famoso “hablador”. Quien menos me hablo, termino siendo el mejor amante.
-Qué historia te podría haber inventado, si no había vivido el sexo como lo estoy experimentando con vos, también sincerándome, para que tanta charlatanería si no creí estar a tu altura, sobre todo por la diferencia de edad, pero aplique una frase escuchada hace mucho tiempo, “el corazón de un hombre, tiene la edad de la persona que ama”.
–La edad es solamente un número.
-Lo entendí y aprendí con vos, ahora veo cuanto dice esa frase y cuánta razón tiene. El amor no tiene edad, dicen, pero el sexo y las ¿personas? (cosas que no quiero pensar por ahora) sobre todo con los 28 años que nos llevamos, prefiero reflexionar mucho más en la etapa de pasar de ser encuentros sexuales a pareja estable.
– ¿Que me estas proponiendo?
-Somos dos personas solitarias, lo que me gustaría es llegar a ser una pareja en todos sus aspectos, dejando que el tiempo decida los pasos siguientes. Lo que tuve en cuenta, es que el tipo de relaciones basadas solo en el sexo, tienen pocas posibilidades de sobrevivir. Con sus manos bajó los pantalones deportivos que yo traía puestos y tomo mis huevos, con la otra comenzó el sube baja de mi miembro que estaba ya elevado a su máxima expresión, intente besarla, no me lo permitió, por el contrario, comenzó a besarme el pecho bajando hacia mi abdomen para luego, recorrer con su lengua toda la extensión del mi miembro llegando a su punta haciéndola desaparecer toda dentro de su cavidad bucal, a la vez que presionaba mis testículos apretaba sus labios al contorno, succionando, entrando y saliendo, cada vez más profundo. Acelero el ritmo, dándose cuenta que estaba por acabar, me dijo… -¿Continúo?
Asentí con la cabeza, se la introdujo hasta el fondo de la garganta, donde, creo, debe haber sentido la primera descarga caliente en ella, trago todo el abundante semen que salía a borbotones y fuerza por mi uretra.
–Delicioso, exquisito, con un toque de dulzura, por eso no deje derramar ni una sola gota.
Estaba preparado para mi turno de sexo oral, pero sorprendentemente, no me lo permitió. Según me dijo, tenía ganas… al fin y al cabo, mica, es quien mejor conoce su cuerpo y emociones, necesidades y expectativas… a sabiendas de lo que le hace sentir bien. En esta muy íntima experiencia que es el sexo, a veces también podemos ser muy vulnerables.
Ya en este punto, creo teníamos ambos un objetivo en común y con la gran esperanza de que esta relación se convierta en algo más, por ahora nuestras ideas no diferían en nada.
Unas dudas me asaltaban en este momento, como verla a los ojos delante de nuestros amigos o familiares, luego de lo vivido, que pasaría si nos vieran juntos, pues me imaginaba lo incomoda de la situación si uno de los dos quería mantenerlo en secreto y el otro contarlo, había que hablarlo, ponernos de acuerdo, sobre todo a quien o quienes deberíamos contarle de nuestra relación, insisto, como actuar normalmente o brindarnos muestras de afecto en público. ¿Buscaba un mayor compromiso? ¿No quería perderla?
En un promedio, creo estar buscando una respuesta que sea beneficiosa para ambos.
Continuará…