Nuevos relatos publicados: 13

Faltaría más

  • 16
  • 34.536
  • 9,29 (31 Val.)
  • 1

Un joven de 18 años empieza durmiendo con su madre viuda para consolarla y termina embarazándola.

Recién cumplidos los 18 años mi vida sufrió un cambio radical...

Hijo único de un matrimonio de freelances informáticos, (Dos ingenieros telecos), que tenían montado su negocio en su propia casa.

Como podéis imaginar, en ese ambiente, yo era un friky de la informática y colaboraba con mis padres en sus proyectos, de igual a igual, vamos que éramos tres expertos en telecomunicaciones, hacker que trabajábamos para varias multinacionales del sector.

Precisamente ese año había yo empezado a estudiar en la universidad... A ver si lo adivináis. Jajaja

Bueno, el caso es que éramos una familia muy unida, puesto que pasábamos prácticamente juntos todo el tiempo, con una situación económica desahogada... Felices.

Pero todo cambio de golpe.

Mi padre a sus 45 años sufrió un infarto agudo de miocardio y murió repentinamente.

El mundo se nos vino encima a mi madre y a mí...

Tanto mi padre como mi madre eran también hijos únicos y sus respectivos padres habían muerto, con lo que no teníamos familiares directos.

Estábamos solos en el mundo.

Pero nos teníamos el uno al otro, nos queríamos con locura, éramos fuertes y saldríamos adelante.

Mi madre, lógicamente, acuso el golpe aún más que yo, además era muy sensible y se pasó los dos días hasta que enterramos a mi padre como un alma en pena, teniéndome a mi como su único paño de lágrimas.

Yo no me separé de ella ni un momento, consolándola y dándole ánimos.

Cuando llegamos a casa después del entierro los dos estábamos destrozados, llevábamos más de 24 horas sin dormir y prácticamente sin comer.

Mi madre se derrumbó en el sofá y yo me fui a la cocina. Preparé unos sándwich y unas piezas de fruta y nos los comimos. Mi madre no quería comer, pero la obligué y termino comiéndoselo todo.

Descansamos un rato y mi madre dijo que se iba a la cama. Se levantó y casi se cae, estaba mareada.

La sujete y la acompañé a su dormitorio.

Allí, la ausencia de mi padre, se le hizo más patente.

¡Dios mío, que soledad! Exclamó entre sollozos, sentada en la cama.

Yo me senté a su lado, la abracé y llenándole su en lagrimada cara de besos la dije.

Mamá, no estás sola, me tienes a mí y no te voy a dejar sola nunca.

Entre llantos me abrazó. Gracias mi vida. Ya sé que te tengo a ti gracias a dios.

La ayude a quitarse la ropa, ella estaba como ausente.

Cuando se quedó en bragas y sujetador la pregunté qué quería para ponerse.

Me dijo que sacara del armario una camiseta blanca (de esas XXL).

Me acerqué al armario a por ella y cuando volví, se había quitado el sujetador y estaba con las tetas al aire y con la mirada perdida.

Evidentemente el momento no era para nada erótico, pero yo era la primera vez que veía a mi madre con tan solo las bragas puestas y esa imagen se grabó inconscientemente en mi cerebro. Su cuerpo desnudo y sobretodo sus perfectas tetas.

La entregue la camiseta y ella como una autómata se la metió por la cabeza y se quedó así con ella.

Viendo la situación, la ayude a meter un brazo, luego ella metió el otro y de nuevo se quedó así con los brazos caídos, la mirada perdida y la camiseta enrollada por encima de sus tetas que era lo que la impedía caer hacia abajo.

Esa imagen también la captó mi cerebro, porque era realmente impactante.

Agarre el borde de la camiseta y tiré de ella hacia abajo, cubriendo finalmente su torso.

La ayude a meterse en la cama, la arrope, me senté en el borde, la di un beso en la cara y la dije.

Descansa mamá.

Ella, como si despertara de un sueño, me miró, me agarró por un brazo y me dijo.

No te vayas, no me dejes sola por favor.

De acuerdo mamá, no te preocupes, me quedaré contigo.

Estaba claro que no podía dejarla sola en ese estado, así es que, me empecé a quitar la ropa para pasar allí la noche con mi angustiada madre.

Lo hice en automático, como hago siempre cuando me voy a dormir. Me quité todo y me quedé en calzoncillos, que es como duermo siempre (nuestra casa está climatizada y todos dormimos ligeros de ropa).

Pero de pronto fui consciente de que no iba a dormir solo y que quedarme en calzoncillos no me parecía apropiado para dormir con mi madre.

Mi madre con los ojos somnolientos me observaba, esperando que terminara y me metiera en la cama.

Apoyando una mano en su hombro para que me prestara atención la dije.

Mamá, voy un momento a mi dormitorio a ponerme algo y ahora vuelvo.

Mi madre que sabía perfectamente que yo dormía en calzoncillos me dijo.

¿Por qué te vas a poner algo, si tú siempre duermes así?

Hombre mamá, pero es que me da corte dormir así contigo.

Anda, anda, no digas tonterías y metete en la cama, dijo mi madre con su voz normal de madre mandona.

Y eso hice, me metí en la cama y apague la luz.

Hasta mañana mamá, que descanses.

Mi madre giró su cuerpo, se abrazó a mí, me dio un beso y me dijo.

Hasta mañana mi vida y gracias por ser tan bueno conmigo.

Sabes que te quiero muchísimo y que estaré siempre a tu lado para lo que me necesites, la conteste.

Lo se mi vida.

Y así nos quedamos dormidos vencidos por el cansancio acumulado.

Al día siguiente cuando me desperté, eran las 12 de la mañana y mi madre ya no estaba en la cama. Había dormido 15 horas seguidas.

Poco a poco fui tomando conciencia de la situación.

La muerte de mi padre, el entierro, mi madre hundida. Yo en el dormitorio de mi madre.

Mi madre acababa de duchándose y salió del baño con el albornoz y una toalla liada a la cabeza.

Buenos días cariño, veo que ya estas despierto.

Buenos días mamá. ¿Qué tal te encuentras?

Estoy bien cariño, he dormido muy bien y la ducha me ha despejado.

Me alegro mucho mamá, porque anoche me tenías muy preocupado.

Gracias por todo mi amor. Ahora solo nos tenemos el uno al otro y sé que tú siempre vas a estar ahí para mí, como estuviste anoche, a mi lado, dándome tu apoyo.

Por supuesto mamá yo voy a estar siempre a tu lado, por eso no te preocupes.

Me levanté y me fui a la ducha a despejarme, que también lo necesitaba.

Ya desayunando mi madre empezó a tomar el control de la situación.

Seguiríamos con nuestras vidas con toda la normalidad posible. Yo seguiría en la universidad y ayudándola a ella como siempre. Hablaría con nuestros clientes y ajustaríamos las cargas de trabajo a la nueva situación.

En una palabra, mi madre había asumido que tenía que tomar el control y lo iba a hacer como hacía siempre ella las cosas. Con la mayor eficacia posible. (Mi padre cariñosamente la decía que era "deliciosamente" práctica).

El día transcurrió con toda la normalidad que las circunstancias permitían. Sin ningún problema grave.

Ya por la noche cenando me dice mi madre.

Cariño, me gustaría que durante algún tiempo siguieras durmiendo conmigo, si a ti te parece bien.

Yo había pensado que el dormir anoche con ella había sido una excepción necesaria dado su estado de ánimo y que esta noche dormiríamos ya cada uno en su cama, así es que la propuesta de mi madre me pilló totalmente descolocado.

Mi madre viendo mi cara de sorpresa siguió diciéndome.

A ver cariño, yo estoy bien, pero cuando me acueste esta noche en esa enorme cama vacía (la cama de mis padres es de 2x2), la soledad va a ser más patente que nunca y se me va a hacer insoportable, por lo menos ahora al principio.

Yo comprendí perfectamente los argumentos de mi madre, así que la respondí inmediatamente.

Por supuesto mamá, faltaría más. No voy a permitir que sientas esa soledad nunca.

Mi madre agarró mis manos con las suyas y mirándome con cara de satisfacción me dijo.

Gracias hijo mío, sabía que lo comprenderías.

Yo acepté de buena gana la proposición y lo dejé en automático, pensando que mi madre decidiría el momento en el que se sintiera mentalmente preparada para dormir sola.

Y así fue como empezamos a dormir juntos con toda normalidad.

Fueron pasando los días y a mi madre no se la veía el más mínimo interés en dormir sola.

Hasta que un día sin venir a cuento y como en plan de broma me dijo.

Fíjate cariño, además de lo bien que me viene que duermas conmigo, encima nos ahorramos tener que hacer tu cama todos los días y lavar las sábanas. Jajaja. (Como decía mi padre "deliciosamente" practica).

Yo le reí la broma. Jajaja. Pues la verdad es que si mamá, todos son ventajas y ningún inconveniente.

Estaba claro, me había lanzado el mensaje de que el dormir juntos era indefinido, yo lo había captado y le había respondido que por mí no había problemas.

Tema zanjado. Seguiríamos durmiendo juntos sinedie.

Pero no era cierto que no hubiera ningún inconveniente, porque según iba pasando el tiempo, (varios meses ya), el dolor y la pena por la muerte del padre y marido iba disminuyendo y nuestras respectivas libidos empezaban a dar muestras inequívocas de que se estaban despertando.

Yo la verdad es que sentía un gran respeto por mi madre, pero tener ese pedazo de cuerpo a mi lado todas las noches, empezaba a excitarme aunque yo no quisiera. Cada vez que nos acostábamos no dejaba de pensar en que debajo de la amplia camiseta que se ponía para dormir estaban aquellas preciosas tetas que vi la primera noche que nos acostamos juntos. No se las había vuelto a ver, pero las sentía cada vez que ella se dormía abrazada a mí. Porque como parecía que ella no veía maldad alguna, pues se abrazaba a mí, achuchando sus tetas contra mí pecho.

Otras veces cuando se despertaba antes que yo, comenzaba a acariciar mi pecho, jugueteando con el vello que tengo en él y con mis tetillas, cosa que me ponía como una moto, pero para ella se ve que no eran más que unas caricias a su niño.

Yo trataba de contener mi excitación, pero no siempre lo conseguía, sobre todo cuando me abrazaba y me plantaba sus tetas encima y ella supongo que en algún momento tenía que haberlo notado, pero no decía nada.

Siguieron pasando los meses y evidentemente nuestra confianza iba en aumento, entre bromas nos lanzábamos indirectas y como sin querer íbamos tocándonos las partes más íntimas de nuestros cuerpos.

Llegó un momento en el que yo ya me había desinhibido totalmente y decidí hacer con el pecho de mi madre lo mismo que hacía ella con el mío. Acariciarle sus "tetillas”.

Con la más que evidente diferencia de "tetillas" que había. Jajaja

Así es que un día que me desperté yo antes que ella y la pille durmiendo de espalda, con sus "tetillas" a mi disposición, metí mi mano por debajo de la camiseta y comencé a acariciárselas, primero suavemente, después sus pezones.

Cuando pille un pezón y lo masajee con mis dedos se despertó. Yo seguí a lo mío, esperando a ver que me decía.

Me miró sonriendo y me dijo.

¿Te gustan mis tetas?

Yo, como si aquello fuera lo más normal del mundo la contesté.

Tienes unas tetas preciosas mamá, con unos pezones perfectos, sin dejar de sobárselas.

Ella con una sonrisa y cara de satisfacción me dijo.

Gracias cariño, pues los pezones los tengo así por tu culpa. Jajaja

¿Por mi culpa?

Claro, has sido el que me los puso así mamando de ellos durante 9 meses. Eras un glotón. Jajaja

Vaya. Jajaja.

¿Pues sabes una cosa?

¿Qué cosa?

Que me encantaría volver a mamar de ellos otra vez. Jajaja.

Ella rio mi "broma" jajaja. Y para mi asombro me dijo.

Pues. Tuyos son y de nadie más, así es que puedes disponer de ellos cuando y como quieras.

¡Joder con mi madre! No solo no me "riñe", sino que me anima a seguir adelante con mi fantasía.

No me lo pensé dos veces. Levante su camiseta y

Comencé a chupetear aquellos deliciosos pezones.

Ummm, ricos, ricos.

Cuando estaba en ello oigo a mi madre jadear y lanzar gemidos de placer.

¿Te gusta mamá?

Me encanta mi vida, sigue, sigue, mi amor.

Ahahahah. Siiii mi vida. Siiii.

Gritaba mi madre mientras apretaba mi cabeza contra sus tetas. Yo seguí comiéndome "glotonamente" aquella maravilla de carne suave.

Creo que nos corrimos los dos a la vez.

Joder, que pasada. No me lo podía creer.

Ni que decir tiene que a partir de ese día me comía sus tetas cada vez que me apetecía. Buffff. Menudas corridas nos pegábamos ambos, porque resultó que las tetas de mi madre era uno de sus puntos más sensibles.

La particular forma de ver las cosas que tenía mi madre me animo a seguir avanzando en un terreno que a mí, en principio, me parecía complicado y lleno de líneas rojas difíciles de superar.

Visto lo visto, perdí todos mis prejuicios y decidí seguir avanzando a ver hasta donde consideraba mi madre como "normal" que pudiéramos llegar.

Así una noche cuando nos acostamos, comencé a comerme una vez más las tetas de mi madre y mientras lo hacía, baje mi mano hasta el elástico de sus bragas y la introduje dentro de ellas.

Mi madre que estaba disfrutando de mis chupetones en sus tetas, me dijo.

¿Quieres tocarme el coñete?

Me encantaría mamá.

Ella sin más se incorporó, se quitó las bragas y me dijo.

Todo tuyo mi amor.

¡Joder con mi madre!, ni líneas rojas ni leches.

Metí mi mano entre sus piernas y comencé a acariciar su sexo. Bufffff. Estaba chorreando.

Mi madre comenzó a gemir de placer y a mí se me puso la polla como un palo.

En un estado de excitación máxima y ya sin líneas rojas de por medio, le dije a mi madre.

¿Puedo meterme dentro?

Su respuesta ya me dejó muerto.

Por supuesto mi vida, por ahí saliste tú, así es que conocerás bien el camino. Jajaja

Jajaja. Mamá, definitivamente eres única.

Me metí entre sus piernas, ella elevó sus rodillas y las abrió de par en par para facilitarme el acceso.

Apunte mi polla a la entrada de su sexo, apreté mis caderas y me deslice dentro de su suave y caliente agujero, el mismo agujero por el que, como me había recordado mi madre, salí yo hacía 18 años.

Mi madre lanzo un grito de placer al sentirme dentro de ella. Y comenzó a tener un orgasmo.

Las contracciones de su coño prácticamente succionaban mi polla y me daban un placer increíble.

No me corrí en ese mismo momento porque no sabía si mi madre tomaba precauciones y no quería correr el riesgo de quedarla embarazada.

Así es que haciendo un gran esfuerzo conseguí controlar mi inminente eyaculación.

Me acerque al oído de mi madre, que estaba gimiendo y disfrutando de su orgasmo y la pregunté.

Mamá ¿me puedo correr dentro?

Entre jadeos y con voz entrecortada me contestó.

Si mi vida.

Gracias mamá, me voy a correr dentro de ti, voy a inundar tus entrañas con mi leche calentita y quiero que lo sientas y lo disfrutes.

Mi pene que ya no podía resistir más, comenzó a descargarse dentro de su húmedo, suave y caliente habitáculo. Una, dos, tres, cuatro descargas.

Mi madre, comenzó a sentir como me derramaba dentro de ella y se volvió loca de placer.

Yo me había metido hasta el fondo y me había quedado quieto, para que mi madre pudiera sentir mejor mis descargas.

Con sus ojos abiertos como platos balbuceaban frases de aprobación, sorpresa, satisfacción y ternura.

Su hijo estaba inundando con su leche el lugar por donde ella lo había traído al mundo, eso debe ser una de las sensaciones más profundamente intensas que una madre pueda sentir.

Pero una cosa son los sentimientos y el corazón y otra son las reacciones del cuerpo.

Mi madre se estaba corriendo a la vez que su hijo, su cuerpo convulsionaba, sus manos habían rodeado mi cuerpo y me apretaba contra ella, clavando sus uñas en mi espalda.

Siii mi vida. Siiii. Oh dios mío. Oh dios mío. Siento tu leche caliente dentro de mi. Siiii. Siiii. Dármela toda mi vida. Inunda las entrañas de tu madre.

Repetía una y otra vez mi madre, mientras los dos teníamos el que sin duda sería el orgasmo más intenso de nuestras vidas.

Cuando terminamos de corrernos nos separamos y nos despachurramos en la cama totalmente agotados.

Una vez recuperado el resuello le pregunte a mi madre que método anticonceptivo usaba.

Me contestó que la píldora mensual.

Me lo imaginaba, pero te lo pregunté antes de correrme porque pensé que después de más de un año de la muerte de papá podías haber dejado de tomarla.

Y las había dejado de tomar.

¿Entonces? La pregunte con visible preocupación.

Jajaja. Se rio mi madre viendo mi cara.

Pues que me la volví a tomar el mes pasado, porque cuando me chupaste las tetas comprendí que habíamos iniciado un camino sin retorno y era cuestión de tiempo que dieras el siguiente paso. Y si lo dabas tenía que estar preparada, porque yo también lo estaba deseando mi amor. Y continuó.

Con mi edad sabía que iba a necesitar un hombre antes o después, así es que cuando empecé a ver tu interés por mí como mujer, lo tuve muy claro, ese hombre serias tú.

Si tú no tenías reparos porque fuera tu madre, yo no lo iba a tener porque fueras mi hijo.

Eres mayor de edad, eres el hombre más parecido a mi marido al que siempre he amado, así es que para que buscar un hombre fuera si tenía el hombre perfecto en casa, y además el hombre que más quiero del mundo.

Yo no te iba a forzar a nada, pero estaba dispuesta a darte todas las facilidades.

Mi madre, la "deliciosamente" práctica en estado puro.

Habían pasado apenas 6 meses desde que mi madre y yo empezamos nuestra relación "matrimonial" cuando mi madre, la "deliciosamente" práctica, empezó a darle vueltas a su cabecita sopesando los pros y los contras de quedarse embarazada.

Iba a cumplir los 40 y aunque, según ella, hoy en día muchas mujeres son fértiles hasta los 50 años, si decidíamos tener un hijo, cuanto antes mejor.

Yo la dije que si ella lo tenía claro que por mí no había ningún inconveniente.

Y. Nos pusimos a ello. Mi madre tomó el mando.

Fuera píldora y nada de un polvo cuando nos apetecía, había que follar al menos un par de veces todos los días hasta que quedara embarazada. Jajaja

Dicho y hecho. No hubo que esperar mucho, quedo embarazada el mes siguiente de dejar de tomar la píldora.

Gracias a Dios, porque si no me mata a polvos. Jajaja

Nueve meses después tuvimos una preciosa niña.

Era lo que mi madre quería, una niña y lo había conseguido. FALTARÍA MÁS. Jajaja.

 

(9,29)