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Familia cautiva de unos degenerados

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Los Ortega regresaban a casa tras sus vacaciones. Al aterrizar y recoger sus maletas, salieron al aparcamiento donde estaba su coche estacionado desde el día que subieron al avión en dirección a Atenas. Todos tenían ganas de llegar a casa porque estaban muy cansados y la emprendieron en dirección a casa. El señor Ortega estaba feliz de haber cumplido la promesa que había hecho a sus hijos de visitar las islas griegas en el Egeo. Lo único que lamentaba Ernesto Ortega era que su esposa no los hubiera acompañado, ya que ella se había separado de ellos por propia voluntad, cosa que ya se venía cocinando hacía meses. Durante los quince días fueron de isla en isla, de sur a norte, conociendo muchos lugares. Su hijo mayor, Gonzalo, de 19 años, conducía y le entró modorra. Pararon en el arcén y pasó al asiento trasero, su padre pasó a conducir y su hermano Jaime, de 18 años, se puso de copiloto. Continuaron el viaje hacia casa, pero todo este movimiento despejó el sueño de Gonzalo y se quedó mirando el paisaje rural por la ventana. Repentinamente se desató una tormenta que rodeó el automóvil de la familia, y los relámpagos tan fuertes y deslumbrantes asustaron a los muchachos.

— Papá, tenemos que encontrar un lugar para guarecernos. No podemos seguir con esta borrasca sobre nosotros.

— Tienes razón, Gonzalo, pero parece que no hay ciudades y pueblos cerca de aquí, y ningún lugar donde vivir. Vamos a estacionar en llegar a un ancho.

— ¡Mira! ¡Papá, allí! Una casa grande, tal vez nos dejen refugiarnos, —exclamó Jaime de repente al descubrir la casa gracias a un relámpago.

— ¡Sí! Papá, detengámonos en esa casa. Sus dueños nos dejarán entrar y nos darán refugio hasta que amaine la tormenta, —dijo Gonzalo.

Gonzalo y Jaime miraban a su padre y este respondió:

— ¡Está bien! Tenéis razón. Estaremos más seguros allí.

Jaime se alivió al escuchar a su padre porque ya estaba temblando de miedo. Salieron los tres del auto y corriendo se refugiaron debajo del porche de la casa. Ernesto presionó el timbre, pero nadie respondió. Intentó abrir la puerta, y ésta se abrió fácilmente.

— Nadie parece vivir aquí. Esperaremos adentro hasta que mejore el clima, —dijo Ernesto a sus hijos.

La sala estaba muy oscura y Jaime vio una lámpara de aceite en la mesa que había a un lado:

— Papá, hay una lámpara de aceite y podremos ver qué hay por aquí dentro, si la encendemos.

Ernesto Ortega sacó un encendedor y encendió la mecha. La habitación era grande, alfombrada, con un gran sofá y algunos muebles. En el sofá había varias revistas gay sin tapa. Se sintieron mal, estaban a punto de irse y se dispusieron a regresar al auto cuando escucharon algunos sonidos. Ernesto se volvió para mirar en dirección a la puerta, y tres hombres muy altos entraron; uno de ellos, el más grande, preguntó:

— ¡Hey! ¿Qué estabais haciendo en mi casa?

Otro sacó una pistola y señaló la cabeza de Ernesto.

—¡No te muevas!

El tío de la pistola dijo a Gonzalo y a Jaime:

— Si os movéis, volaré la cabeza de este que debe ser vuestro padre.

Los otros dos hombrotes empujaron a Ernesto al sofá.

— Veamos qué encontramos aquí, —dijo uno de ellos, mientras le quitaba la camisa a Ernesto y expuso su fuerte pecho, que era realmente sexy.

En presencia de sus hijos, los dos hombres comenzaron a frotar y pellizcar sus pezones. Ernesto jadeó con vergüenza.

—¡No! —gritó Jaime—, No toques a mi padre.

Uno de los hombres agarró el hombro de Ernesto, diciendo:

— No puedo esperar más.

Sus ojos se movieron entre Ernesto y su hijo.

— No, por favor, —rogó Ernesto— No lastimes a mi hijo.¡Hazme lo que quieras!

El hombre que apuntaba con el arma dijo:

— Mientras nos sirvas bien y hagas exactamente lo que decimos, es posible que no hagamos daño a tus dos hijos; te haré caso.

Ernesto estuvo de acuerdo sin dudarlo.

— Papá…

— No hay otro modo de arreglar esto —Ernesto se volvió de cara a sus hijos— muchachos… papá tiene que hacer algo... yoooo…

—Cállate, perra, —le gritó uno de los hombres—, no hables sin mandártelo y comienza tu trabajo ya, ¡ahora!

Ernesto respiró hondo. Sabía lo que querían estos hombres. Acercó sus manos a los muslos de los dos hombres, bajó con temor las cremalleras de sus jeans y ellos mismos sacaron sus pollas. Ernesto abrió los ojos y se sorprendió. ¡Sus pollas eran realmente enormes! Ernesto no pudo evitar mirarlos con estupor. Los penes de los dos hombres no solo estaban ya duros, sino que tenían como unos 30 cm de largo, eran tan gruesos casi como la muñeca de Ernesto.

— ¡Oh, Dios mío, ufff...!,—Ernesto respiró profundo, y los tres hombres se rieron:

— Esta es como una herencia familiar, una ganga, —dijo uno de ellos.

El hombre de la pistola sonrió y dijo:

—El más grande del mundo, apuesto a que sí; ahora, comienza a cuidar a estos dos hermanos míos, de lo contrario, dejaré que ellos se cuiden a estas dos personitas lindas que están a mi lado.

—Mi trasero es tan pequeño..., y..., apretado… Está bien..., lo hago..., lo hago… —Ernesto asintió con miedo.

Comenzó a acercarse a los dos penes. Podía sentir el asombroso peso de las dos pollas. El pene con venas llenas de sangre latía en su mano. Ernesto se volvió hacia el hombre de la izquierda y se tragó su polla gigante en la boca.

— ¡Oh!, Dios —escuchó Ernesto que su hijo exclamó con voz desagradable cuando comenzó a hacerle al hombre el sexo oral.

El pobre Ernesto se sintió terrible de hacer esas cosas frente a sus dos hijos, eso lo hizo sentir extremadamente humillado. Pero Ernesto sabía que la única esperanza para la familia era hacer todo lo posible para complacerlos. Sabía que tenía que hacer todo lo posible para proteger a sus hijos. Así que chupó la polla del hombre, realmente la chupó, y la metió con lo grande que era profundamente en su garganta, tal como lo había aprendido de su esposa cuando lo hacía con él. Lanzó la garganta hacia arriba y hacia abajo y, cuando el pene estaba profundo, presionó el glande con la base de la garganta; cuando el pene se retiró, lamió la rajita urinaria con la lengua.

— ¡Ah... ah... ah!

El hombre miró a Ernesto y dijo:

— ¡Realmente vales para chupar la polla de un hombre!

La boca de Ernesto sacó el pene del hombre, a la vez sacaba una baba del glande. Se volvió hacia el otro hombre sin decir una palabra y se tragó el pene. Continuó su trabajo.

— Muchachos, mirad a vuestro padre.

El tío con la pistola les dijo:

— Vuestro puto padre sí puede manejarse con cualquier polla, ni siquiera una puta puede mamar una polla como estas.

Los tres hombres se rieron juntos. Ernesto no se daba cuenta en absoluto, se dedicaba a lo que estaba haciendo. Chupaba de un lado a otro entre las dos enormes pollas, esperando que se cansaran y los dejaran marchar.

— ¿Lo sabías?, —dijo el de la pistola acercándose a Gonzalo sin parar de hablar—. Creo que a tu padre realmente le gusta eso de mamar dos pollas al mismo tiempo. Seguro estoy que a tu padre le gusta de verdad hacerlo.

Sosteniendo a su propio padre, dio un empujan a uno y sacó la polla de ese de la boca de su padre.

— ¡Oh! Papá... —La voz de Gonzalo estaba llena de miedo y dolor.

Jaime lo miró y estaba aterrorizado de lo duro que papá usó su boca para complacer a los dos hombres. Sintió que no podía tragar ninguno de estas pollas. Era demasiado joven para entender por qué papá había prometido hacer algo tan terrible. Todo lo que sabía era que papá dejó que esos hombres pusieran sus pollas en su boca... No... no solo eso, su papá no solo los "dejó" entrar, estaba chupando activamente, y parecía muy delicioso. Su hermano Gonzalo también se sintió muy asustado, pero descubrió que no podía evitar mirar el cuerpo de su padre. Sintió culpa en su corazón. Al ver a su padre tratando de complacer las pollas de los dos hombres con la boca, no pudo contener su deseo y la parte inferior de su cuerpo comenzó a erguirse.

— ¡Oye! ¡Mira! El chico miró a su papá mamar nuestra polla para que lo pusiéramos también duro, —terció uno de ellos al darse cuenta del paquete que se le puso a Gonzalo.

— ¿Por qué no dejas que tu hijo vea tu trasero? ¿No ves que me ha quitado a mí para ponerse él?, está celoso, —sugirió el otro tío con el ceño adusto.

Sus palabras captaron la atención de Ernesto, y se detuvo y miró al hombre sorprendido.

— Hazlo, —le dijo el hombre a Ernesto.

El hombre miró al hijo menor Jaime con profundo significado. Y Ernesto cedió, asintió y se sonrojó de vergüenza. Ernesto se quitó los pantalones, se bajó la ropa interior y la tiró al suelo. Abrió las piernas, exponiendo sus caderas a todos y a los dos muchachos.

—¡Wow! Eso es genial, — exclamó uno de los hombres.

La cara de Ernesto se puso más roja. Uno de los hombres insertaba dos dedos en su culo.

— Echa un vistazo y mira el culo de tu padre, chico. Le gusta mostrar su agujero a los demás. ¿Verdad, cochinillo?

Todo lo que Ernesto puede hacer es mantener sus muslos abiertos y chupar su pene. Cuando Ernesto escupió el gran glande púrpura, la polla se movió como haciendo un fuerte "saludo". Se volvió hacia sus dos hijos, sabía lo que los hombres querían que dijera y decidió proteger a su familia por lo que querían decir.

— Sí…

Estaba avergonzado de que su hijo pudiera pensar que hablaba en serio.

— Me gusta que la gente vea mi trasero.

— ¿Dónde, pues? Dinos dónde te gusta que te vean, —dijo uno de aquellos tipos.

— Mi amigo Norberto necesita escribir una historia, una historia de las que a vosotros os gusta leer. Yo soy profesor... Enseño inglés en una escuela secundaria. Nunca uso ropa interior cuando estoy en clase…

Los dos tíos comenzaron a pellizcar sus pezones. Ernesto no parecía en absoluto asustado y, por supuesto, no se negó. Los hombres comenzaron a sentir que era más coqueto que cualquier otro hombre que se habían tirado. Lo imaginaban en clase y deseaban que él también fuera un estudiante en su clase.

— Sabía que estabas trampeándonos, —dijo uno de ellos —¿Solo los estás enseñando?

Ernesto lo miró. Quería hacer sus fantasías un poco más calientes.

— No solo eso… —Se puso el pene del hombre en la cara y se lo frotaba— A veces les pido a algunos estudiantes, los hicos más guapos, que se queden en el salón de clases después de la salida del colegio. Me pongo en cuclillas y me consuelo chupando sus pollas uno por uno; luego les dejo lamer mi ano.

Uno le metió su dedo en el ano de Ernesto y sugirió:

— Si los jóvenes te lamen el ano, ¿por qué no dejamos que tu hijo lo haga?, —sugirió uno de ellos.

— ¡Sí! Esa es una muy buena idea. Oye... muchacho, ven aquí, —sugirió el hombre que había metido el dedo en el ano de Ernesto.

— Chúpate el culo de tu padre.

Gonzalo no se movió. El hombre fue directamente y lo arrastró frente al culo de su padre, obligándolo a arrodillarse entre los muslos separados de Ernesto.

— Date prisa, chupa el culo de tu padre.

—¡Nooo...!, —dijo Gonzalo con voz temerosa.

El otro tío lo agarró de los cabellos a Ernesto y echó la cabeza hacia atrás.

—Dile que te chupe el culo, papá, —decía— dile que te lo chupe, de lo contrario, haré que la bala atraviese la cabeza de tu hijo.

Ernesto sabía que el hombre hablaba en serio. Si su hijo no hacía lo que le ordenaban, toda la familia sería asesinada. Ernesto sabía que eso era lo que esos hombres querían. Estaban empeñados en ello. Él hubiera querido ser un inocente frente a su hijo. Pero sabía que era la única manera de que su hijo sobreviviera y tenía que hacerlo. Ahora debía convertirse en uno de los chicos más lascivos, ¿qué consecuencias vendrían de hacerlo? Es un tema cuya consideración podía esperar, ahora era necesario asegurar la vida.

— Hijo, sé buen chico... chupa el culo de papá.

Ernesto extendió sus manos alrededor de la cabeza de su hijo, forzó la cabeza del muchacho entre sus piernas y dijo:

— Rápido... ¡Gonzalo, chúpamelo!

Gonzalo sabía que estaba en una situación en la que no podía tolerarlo. Sacó la lengua y comenzó a lamer el agujero de su padre.

— Hmm... Ah…

Ernesto gimió de inmediato y fingió. La lengua del hijo lamió de un lado a otro en el agujero anal. El hombre que sostenía el arma no pudo evitarlo. Sacó su pene y se movió al lado de Ernesto, intercambiando la posición con uno de los hermanos. Ernesto automáticamente comenzó el sexo oral con ese hombre. Comenzó su primer trabajo nuevamente, lamiendo y sosteniéndose de un lado a otro entre los dos grandes penes. Solo que esta vez, su hijo de 19 años le estaba lamiendo el ano. Con un grueso pene en la boca, comenzó a gemir y la sensación de la parte inferior de su cuerpo gradualmente le impidió contenerse. Los hombres se echaron a reír. Gonzalo metió la lengua en el ano de papá y, al mismo tiempo, extendió activamente la mano al pene de papá y comenzó a frotar. Una parte del corazón de Gonzalo sabía que esto estaba mal, pero por otra parte estaba muy excitado. Ernesto trató de luchar contra la excitación de la parte inferior de su cuerpo, pero la creciente excitación lo hizo incapaz de contenerse. Se llevó las piernas a los hombros con ambas manos, dejando el ano completamente expuesto frente a su hijo.

—Ah... ah…

El fuerte estímulo rápidamente hizo a Ernesto más y más caliente. Escuchó la risa de los hombres y Ernesto se sorprendió al descubrir que estaba más excitado: «¡Ay, están viendo a mi hijo lamerme!», pensaba en esto. Ernesto sintió como si una fuerte corriente atravesara su cuerpo; entonces bajó las piernas y levantó su trasero en respuesta a la lengua de Gonzalo. Miró a Gonzalo y vio la cara de su hijo cubierta de saliva y moco. Aunque dejó de tener sexo oral para los dos hombres, a ellos no les importó. Miraron la imagen del incesto entre el padre y el hijo frente a ellos y dispararon con entusiasmo sus pollas descargando su semen sobre padre e hijo.

— Toma tu polla, muchacho, —ordenó uno de los hombres.

El otro tío tiró del cabello de Ernesto para levantarlo, obligándolo a arrodillarse frente a Gonzalo, de modo que el padre y el hijo cambiaron de lugar.

— No te preocupes por tu padre, definitivamente lo dejaremos hacer cualquier cosa, —dijo el hombre que estaba en cuclillas junto a Ernesto— ¿Lo ves mamar nuestra polla? ¿Le escuchaste decir que le gusta chupar la polla de los estudiantes? ¿No es muy sensual? ¿Por qué no dejas que te chupe tu polla también?

Pasó las manos por debajo de las axilas de Ernesto por detrás y apoyó firmemente las costillas de Ernesto. Ernesto gimió impotente. Exigen que su hijo juegue con el cuerpo de su padre a voluntad. Gonzalo desabrochó sus pantalones a las órdenes del hombre aquel.

—Sí, eso es, deja que tu padre te chupe la polla, mariquita.

Gonzalo sacó su polla, que no es nada pequeña y la llevó a la boca de su padre.

— No hagas esto, hermano... —Gonzalo escuchó a su hermano llorar detrás de él.

— Deja que chupe tu polla, hijo. —Ernesto, desconcertado por el deseo, le dijo a su hijo suavemente.

— Mmm... Mmm... —Ernesto siguió el movimiento de Gonzalo y abrió la boca para tragarse el pene de su hijo

El trasero de Gonzalo comenzó a temblar de un lado a otro.

— Este chico está disfrutando con su padre, —dijo el hombre con entusiasmo.

Cuando el hombre obligó a Ernesto a acostarse y abrió las piernas, Jaime se sentó a un lado y abrió los ojos para ver todo esto. Estaba a punto de ingresar a la Universidad, no ignoraba por completo el tema del sexo, pero era la primera vez que lo veía. Y resultó que su padre y su hermano iban a tener sexo delante de él. Aunque se sentía muy asustado en su corazón, su cuerpo comenzó a calentarse involuntariamente. Todo esto fue demasiado intenso para él.

—¡Sube, muchacho! —escuchó Jaime que uno de aquellos hombres instaba a su hermano para hacer de sensual prostituta.

Jaime no podía creer lo que veía. Gonzalo realmente se arrastró sobre el cuerpo de papá, sostuvo su pene con una mano y lo guió entre las caderas de papá. Presionó su cuerpo hacia abajo y dejó que su polla se conectara al ano caliente y húmedo de papá.

—Ah… —Gonzalo no pudo dejar de gemir.

Aunque precoz, Gonzalo tuvo experiencia de sexo oral con el chico que estaba en su mismo dormitorio del internado. Pero esta fue su primera relación sexual real, y lo estaba haciendo con su propio padre. Sintió un placer más fuerte de lo esperado. Los tres hombres intercambiaron posiciones nuevamente. El hombre que llevaba el arma llegó a la cabeza de Ernesto, vio a su hijo follarlo e insertó su polla en la boca de Ernesto. Jaime a un lado solo podía ver a su padre ser humillado por estos hombres, y no podía hacer nada. Ahora tenía que mirar a su hermano y a su padre. Ver a su hermano chupando la polla de su padre y metérsela por..., aaaagg...

— Ah... hijo... —Ernesto escupió la polla en su boca y le gritó a su hijo.

Ernesto observó con entusiasmo la polla de su hijo dentro y fuera de su ano. El placer tabú hizo que Ernesto fuera incapaz de liberarse.

— Eyacula ya... hijo… —exclamó Ernesto con lujuria—. Echa tu semen en el cuerpo de papá.

Pero esos hombres tienen otros planes. Uno de ellos agarró a Gonzalo y lo obligó a abandonar el cuerpo de papá.

— Deja que esta perra trague tu semen, —empujó a Gonzalo hacia adelante—. Date prisa, chico... ¿Quieres ver a tu papá comer tu semen también? ¿No es emocionante hacer que la boca de tu padre esté llena de semen tuyo?

Gonzalo asintió. Movió la polla a la boca de su padre.

— Papá…

Ernesto también tragó con entusiasmo la polla de su hijo. Ernesto olvidó por completo que lo hizo por su hijo. El placer del incesto se tragó por completo su razón. Todo lo que tenía en mente ahora era sexo y anhelo por el semen de su hijo. Sabía que era incesto y que estaba mal. Pero le gustó la excitación de verse obligado a tener relaciones sexuales con su hijo. Además, Ernesto miró a los ojos ardientes de su hijo y supo que a su hijo Gonzalo también le gustaba hacerlo.

—Ah... oh… —gimió Gonzalo— Me corro, voy a soltar... voy a correrme en tu boca, papá.

Jaime miró a Ernesto sosteniendo el culo de su hijo en estado de shock, ayudándolo a regar la boca de semen.

—Ah ... ah ... ¡Dios mío!

Gonzalo finalmente inyectó semen espeso y caliente en la boca de Ernesto. Ernesto se lo tragó todo, tanto que se le salía por la comisura de sus labios. Ernesto todavía chupaba fuerte, como si quisiera secar la fuente de semen de su hijo. Gonzalo se levantó y todavía disparó algunos chorros más, y depositó el resto del semen en la boca de su padre. Ernesto escupió la polla encogida de su hijo.

— ¿Van a venir ustedes tres?, —tentó Ernesto lujurioso.

El semen del hijo fluyó por la esquina de su boca y Ernesto preguntó una vez más.

—No, no lo creo… —dijo el tío de la pistola—. Pienso que ahora preferimos los dientes secos.

Cuando dijo esto, los otros dos agarraron a Jaime.

—¡No me toques!, —gritó Jaime con miedo.

Con sus manos trataba de evitar que los hombres invadieran su parte inferior del cuerpo. Pero no tuvo ningún efecto en absoluto.

— Deja que se endurezca nuevamente, ¿o tal vez prefieres que tu pene se enfríe definitivamente?

El tipo de la pistola ordenó a Ernesto y a su hijo mayor que hicieran un 69. Ernesto obedeció, se arrastró hasta el cuerpo de Gonzalo y volvió a tragarse la polla de su hijo. Mientras observa a esos hombres forzando a su hijo menor, está teniendo sexo oral con el hijo mayor.

— Guau! Mira que este chico es un rapaz jovenzuelo, pero la polla es bastante grande, —dijo uno de aquellos pervertidos refiriéndose a los genitales de Jaime.

— ¿Cuántos años tienes, muchacho? ¿14... 16...?

— Dieciocho, —respondió Jaime jadeando.

Un hombre le quitó la camiseta a Jaime y dijo:

— Tenemos un Adonis, un niño hermoso.

Cuando los hombres dieron la vuelta a Jaime y lo obligaron a acostarse en el sofá, Se puso a llorar sin poder evitarlo. Lo hicieron arrodillarse en el suelo, le quitaron hasta la ropa interior y expuso su lindo trasero desnudo frente a todos. Otro hombre fue directamente a la espalda de Jaime a pasear por ella su polla, que si parecía demasiado grande para Ernesto, cómo sería en el pequeño trasero de Jaime.

— Aguántalo, quiero follarle el trasero, —le dijo a su hermano.

— ¡Nooooo!... ¡Dios mío!, —gritaba sin parar Jaime.

Ernesto se puso a llorar y dejó de mamar a Gonzalo, pensando en su desgracia, porque lo están sodomizando a él, y también a su hijo menor.

— No... por favor, por favor, no lo lastimes, —rogó Ernesto.

— Papá... —Jaime levantó la cabeza y las lágrimas fluyeron por su joven rostro.

— Ah... ah..., —gemía Jaime cuando el monstruoso glande comenzó a insertarse en su discreto ano. Jaime gritó de dolor. Su rostro también estaba retorcido de dolor. El hombre solo insertó la punta del glande, parecía que un bate de béisbol estaba insertado en el trasero de Jaime; el esfínter de alrededor del ano era claramente visible.

— Ah... ah... —Jaime pedía ayuda a su padre para el dolor— Sálvame, papá... me duele...

El hombre no se detuvo por los gritos de Jaime. Él sostuvo su trasero con ambas manos, lo separó a los lados y continuó insertando su gran polla. Empezó a entrar. Pobre muchacho, su trasero parecía estar partido por la mitad.

—Wow... Nunca he follado un agujero tan apretado en mi vida, —dijo el hombre que follaba a Jaime al otro que lo sujetaba.

Él se retorció suavemente en el ano del chico, insertando lentamente la gran polla hacia adentro. El hombre de enfrente sostenía su polla y se la frotaba en la cara de Jaime, tratando de insertarla en su boca.

—¡Chúpame la polla, niño descarado; haz como tu papá.

En este momento, Gonzalo comenzó a responder a su papá, y también sacó la lengua para comenzar su actividad en la parte inferior del cuerpo. Ernesto lloró por el encuentro entre los dos hijos. Sabía que no podía cambiar todo esto, pero solo invirtió en sexo oral con su hijo para escapar de él. Jaime lloró como un bebé, mostrando lo doloroso que era su ano. Le rogó al hombre que dejara de insertar. Pero en este momento solo podía obedecer las órdenes de los hombres. Abrió la boca e intentó tragarse la gran polla del hombre en la boca, pero todo lo que pudo hacer fue chupar la punta del glande, y lamió la gran polla del hombre con la lengua. Lamió y chupó desesperadamente, oliendo el olor de un hombre. Intentó usar esto para desviar la atención y reducir el dolor en las nalgas.

— ¡Joder! Su boca es demasiado pequeña para tragarla, —dijo el hombre decepcionado—. Tengo ganas de ver cómo se chupa la polla. Tengo una buena idea. Dejarlo chupar la polla de su padre.

Los otros dos hermanos estaban entusiásticamente de acuerdo y le ordenaron a Ernesto que dejara de tener sexo oral con su hijo mayor y que se acercara.

—Ven aquí, perra. El hombre que obligó a Jaime también ordenó a Ernesto. Este abrazó a Jaime al mismo tiempo y mantuvo su polla en su ano. Giró a Jaime hacia Ernesto y lo hizo arrodillarse frente a su padre.

— Chupa la polla de tu padre, puta, pequeña descarada, ordenó el hombre con la pistola—. Solo relájate y disfruta de los servicios de tu hijo.

Se volvió hacia Ernesto y le dijo:

— No te preocupes demasiado, nuestro hermano pasará unas horas en el trasero de tu hijo.

Ernesto volvió a llorar, pero no se movió. El no puede hacer nada. Observó impotente mientras penetraba el pequeño agujero de su hijo cerca de sus ojos con una polla monstruosa. El hombre le ordenó al muchacho que comenzara a chupar la polla de su padre.

—Papá ... —Jaime miró a Ernesto y lo llamó sollozando.

Jaime acarició la polla de su padre con ambas manos, abrió la boca y se la tragó.

— Sí ... eso es todo, —gritó el hombre con entusiasmo—, chupa la polla de tu papá, mariconcito.

Gonzalo vio a su hermano chupar la polla de su papá y sintió que su polla comenzaba a levantarse de nuevo. El cambio que se producía en Gonzalo llamó la atención del hombre que tenía el arma.

—¡Mirad! Este chico también quiere follar el culo de su padre y voy a complacerle.

El hombre ordenó a Gonzalo que se pusiera al lado de Ernesto, agarrara del cabello de Ernesto, lo obligara a inclinarse e hiciera que su trasero se levantara. Gonzalo no esperó que le repitieran la orden, inmediatamente se puso detrás de su padre y apuntó con su polla al agujero del culo de su padre. El trasero de Ernesto es perfectamente redondo y flexible. Gonzalo, sin demorarse más, penetró con su polla en el culo de su padre. Observó excitado a su lindo hermano con la polla en la boca mientras tenía a la vez en el trasero metida la polla del otro hombre, y como Jaime movía su cuerpo cuando el hombre se detenía. Se afanaba follando fuerte él culo de su padre para correrse allí, en el culo de papá. El hombre que había dado la orden a Gonzalo y a su padre a tener sexo anal fue hacia Jaime y le ordenó un cambio, que le mamara la polla. Jaime sacó la polla de su boca la polla de su padre y se volvió para ver a los tres hermanos y chuparles sus pollas por turnos. Mientras chupaba la polla de dos él otro le fue a penetras su culo y el chico gritó:

— No... ¡Otra vez no!

Recién terminó uno, otro se la metía en su culo y follaba duro y de nuevo el chico gritó:

—Ah... papá... sálvame... —pedía Jaime dolorido.

Ernesto estaba a punto de colapsar. Jaime se volvió y por propia iniciativa se metió la polla de su padre en su boca buscando consuelo. Se concentró en la polla de su padre, con la esperanza de aliviar su dolor. Por otro lado, Ernesto dejó de sollozar y su trasero comenzó a balancearse en respuesta a la acción de su hijo.

—¡Qué piensas, muchacho!, —preguntó el hombre que estaba junto a él.

— Lo tienes tan apretado... —dijo Gonzalo jadeando— Papi... tu trasero está tan apretado...

Al escuchar lo que dijo su hijo, Ernesto comenzó a reaccionar frenéticamente.

—El culo de papá..., hijo..., buen chico..., folla el trasero de tú padre con fuerza.

Ernesto se ha vuelto completamente loco:

—De ahora en adelante... después de montarte a papá..., ahí detrás..., puedes hacer lo que quieras..., —gemía Ernesto—. Mientras quieras consuélate con papá... papá lo soportará por ti en cualquier momento..., hijo..., mete tu gran polla, hijo...

Los hombres seguían intercambiando el culo de Jaime. Sucedió que Jaime dejó de llorar y Ernesto quedó muy sorprendido. El trasero de Jaime también comenzó a satisfacerse con la lascivia de los hombres y su lengua estaba más ansiosa por su excitación. Jaime tragó el semen de su padre y sacó la polla de Ernesto de su boca para lamer el glande de su padre, lamió también con fruición a lo largo de la polla hasta el escroto, y luego regresó de nuevo al glande.

—Oh..., papá..., me siento ya mucho más a gusto, —gimió Jaime—, quiero hacerte sentir más a gusto a ti también.

Jaime comenzó a ayudar a su padre mamándole duro. Los tres hombres a su alrededor se reían de nuevo. El muchacho era una verdadera joya sexual como su padre. Mientras Gonzalo mamaba y chupaba los huevos de su padre, sus ojos no perdían de vista el cuerpo de su hermano. No podía soportar el sonido de los golpes de su hermano no el culo de su padre, e inmediatamente salió disparado hacia el culo de su padre. El hombre que follaba a Jaime sacó su polla a causa del empujón que le dio Jaime para irse al lado de Ernesto y Gonzalo.

— Deja que este pequeño descarado te lama, —le dijo el hombre a Gonzalo.

Gonzalo felizmente sacó la polla del ano de su padre, acostado en el piso de una manera fascinante, y Jaime inmediatamente abrió la boca para saludar la polla de su hermano.

— Oh... quería hacer esto justo en este momento, —dijo Gonzalo a Jaime—. Quería ver a mi hermano lamer la polla de su hermano con la lengua, —Jaime gemía lamiendo la polla de su hermano, al igual que su padre y su hermano. Los tres estaban ahora disfrutando, y dejando lejos sus ideas sobre los tabúes y el abuso. Los tres hombres a su lado miraban a los hermanos con gran interés, eyaculando sus propias pollas. Para ellos, era más divertido ver escenas de sexo de incesto con una familia que hacerlo ellos. La polla de Gonzalo se erigió nuevamente en la boca de su hermano, y en este momento tuvo su propia idea. Llevó a su hermano a la parte inferior del cuerpo de su padre, y el agujero trasero del padre todavía estaba vertiendo el líquido blanco que había inyectado.

—Date prisa, lame el agujero de papá, —Jaime siguió sus órdenes y lamía la parte inferior del cuerpo de su padre. Gonzalo se puso detrás de Jaime.

— ¡Hermano, quiero follar tu culo!

— Ah... mi buen hermano... date prisa e insértala… —exclamó Jaime muy excitado.

Gonzalo insertaba su polla con delicadeza en el ano de su hermano. Aunque Jaime sintió un poco de dolor, después de que tres pollas monstruosas violaran su ano, esto ya era cuesta abajo, y pronto olvidó el dolor.

—Ah... ah... hermano... hermano... —Jaime comenzó a gritar— Rápido... más duro... más difícil... ah...

Jaime está a punto de llegar al clímax. Inesperadamente y de repente uno de los hombres apartó a Gonzalo y se insertó. Antes del clímax, Jaime recibió otro fuerte ataque. Pronto Jaime alcanzó el clímax. El hombre también disparó mucho semen de inmediato. Otro hombre inmediatamente se hizo cargo y entró. El hombre que acaba de eyacular se mudó a Jaime y le pidió a Jaime que limpiara. El pobre Jaime llegó demasiado tarde para respirar, y las olas de placer lo dejaron casi inconsciente.

— ¡Tu hijo nació con sensualidad!, —le dijo el tercer hombre a Ernesto que estaba tirado en el suelo.

Ernesto miró la sensualidad de su hijo y tuvo que admitir que tenía razón. La mano de Ernesto no pudo evitar moverse hacia la polla que lentamente comenzó a erigirse.

—No te preocupes, te cambiaré cuando termine, le dijo el hombre a Ernesto con una sonrisa.

Al escuchar las palabras del hombre, Ernesto se sintió muy avergonzado de sí mismo, pero su culpa lo excitó aún más. Jaime se desbarató del todo y estaba con más ganas y contento de que lo follaran de nuevo, parecía una puta a sueldo, incluso Ernesto suspiraba al ver la sensualidad de su hijo con la lujuria tan a flor de piel que lo llevaba a estar ardiendo nuevamente en deseos. Gonzalo, empujado por uno de los hombres, se acercó hasta Ernesto, se abrazó con Ernesto, acariciando el cuerpo de su padre para consolarlo mientras observaban la actuación de Jaime. El segundo hombre también eyaculó rápidamente, y los tres hermanos cambiaron de posición nuevamente. Jaime ni siquiera tuvo la oportunidad de descansar. De esta manera, el ano de Jaime se llenó de semen de los tres hombres. Después de que el último hombre eyaculara, tiró de Jaime y lo puso al lado de su padre para que le acariciara la polla de su padre, empuja a Gonzalo y hace que Jaime y Ernesto se pongan cachondos. El semen blanco que fluía del ano de Jaime iba mezclado con sangre roja, goteó en la cara de Ernesto, y Ernesto lamió activamente el ano de su hijo antes de que los hombres lo ordenaran. Jaime lloró y gimió bajo la lengua de su padre. Luego lamió la parte inferior del cuerpo de papá para recompensarlo.

—Sí, papá, gracias.

Uno de los hombres arrastró a Ernesto y lo arrodilló detrás de Jaime. Ernesto obedeció, pero todavía dudó y no se atrevía a follar a su hijo.

—No importa, papá, —dijo Jaime, volviendo la cabeza para mirar a su padre—. Me empezó a gustar que me follaran.

Ernesto Ortega cerró los ojos, arrojó todos los tabúes a la espalda, la abrazó con fuerza y ambos gimieron.

— Mete duro... mételo sin más...

Gonzalo miró desde cerca un lado la relación incestuosa entre su padre y hermano, y gritó de emoción. Inmediatamente se metió frente a su hermano, insertó la polla en la pequeña boca de Jaime y se corrió con fuerza.

—Ah... ah... es tan rico...

La boca de Jaime estaba llena con la polla de su hermano, y estaba gritando cosas ininteligibles. El padre y el hijo olvidaron por completo la existencia de los tres hermanos, completamente hundidos en el mar del incesto, ya no importaban los tabúes. Los tres hombres se reían a carcajada limpia.

¿Qué estáis haciendo? —Una mujer de unos cincuenta años apareció de repente en las escaleras, regañando enojada.

— Mamá... lo siento, solo estamos jugando un rato... —explicaron los tres hermanos llenos de pánico.

Echaron a los tres, y padre y a los dos hijos sin devolverles la ropa. Había cesado la fuerte lluvia. Los tres se dieron prisa por marcharse antes de que se arrepintieran los tres hombres. Después de lo ocurrido, los tres, padre e hijos, guardaron sepulcral silencio. Ernesto lamentaba en su interior lo que acaba de hacer. Al poco tiempo y suficientemente alejados de aquel lugar, encontraron un camino y se adentraron buscando un claro en el bosque. Sacaron ropa del equipaje para vestirse. Tomaron sus ropas y caminaron al lateral hacia la hierba. Ernesto iba detrás de sus dos hijos y descubrió que sus ojos no se apartaban del cuerpo de su hijo mayor. Ahora, sin un arma que le apuntara, Ernesto no se paró siguió hacia adelante y abrazó a su hijo mayor, lo llevó a la hierba, extendió su mano y acarició la polla de su hijo con maliciosa sonrisa.

— ¡Vamos! Hijo, tu padre necesita tu gran polla para que le hagas una buena faena.

Gonzalo se rió, y se dio cuenta de que aquello que le estaba preocupando que podría ocurrir, pues no, ya no iba a suceder. Jaime se abrazó a su padre y hermano, haciéndose los tres uno solo.

Cambió la vida de los tres; al siguiente día de su llegada fueron a buscar una gran cama donde cupieran los tres. Su vida iba a llenarse de una nueva y diferente alegría.

Pero Gonzalo nunca olvidó lo ocurrido hasta...

**********

Tres meses más tarde. Gonzalo salió de excursión con sus mejores amigos. Se trataba de una acampada en el bosque. Se despidió de su padre y hermano que le recomendaron que tuvieran mucho cuidado. Cuando regresó a casa a los tres días, le contaron su padre y su hermano lo que había ocurrido en aquella casa donde pasaron casi todo el tiempo de la tormenta:

— ¿Que pasó?

— Han muerto los cuatro. En la televisión se dicen muchas cosas, pero dicen que los tres hijos estaban follando con su madre. Al parecer, según cuentan uno por el culo, otro por el coño y el tercero por la boca A la madre la han encontrado con un cuchillo de cocina en su mano.

— ¿Como fue eso?

— En cierto modo se lo tienen merecido..., alguna vez tenía que pasar algo así.

Pusieron la televisión y escucharon las noticias: «Al parecer la madre estaba harta de sus hijos solteros, y en la situación en que se encontraba los fue matando cortándoles la yugular y luego se suicidó, pero también se dice que podría ser obra de un grupo de personas que entraron en la casa, los obligaron a tener sexo a todos a la vez y los degollaron simultáneamente. No dejaron rastro».

— ¿Esto cambia algo entre nosotros?, —preguntó Gustavo.

— No necesariamente, —respondió Jaime.

— Algo sí cambia, el sueño que hubiera deseado realizar con los chicos del Instituto ya no tiene caso —decía Ernesto—, porque mis hijos son más bellos que todos ellos juntos.

Gonzalo llevaba un envoltorio en las manos, se lo dio a su padre diciendo:

— Toma, papá, quema esto sin necesidad de desenvolverlo, puede estar contaminado.

Jaime se acercó a su hermano y lo besó apasionadamente agradecido. Ni padre ni hijos preguntaron nunca nada, ni nada hubo que comentar jamás de estos sucesos. Acabó la policía por encarpetar el asunto archivado como suicidio colectivo.

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