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Fuego nocturno

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La Licenciada Alba se quedó mirándome sin decir nada, yo me acerqué más y solo podía ver a través de sus lentes que sus ojos se abrían con curiosidad, su boca entreabierta, en expresión de estupefacción, casi que en shock podría decir… me acerque más y ella no hizo amago alguno de detenerme, ni cuando me acerqué y toqué su mano, ella la retiró instintivamente, la llevó a su espalda, pero nada más, me seguí acercando y extendí el brazo, lo rocé con su cadera y deslicé mi mano en busca de la suya, hice una curva alrededor de su cadera hasta encontrar su mano posada sobre su espalda baja, la tomé con fuerza y la atraje hacia mí, ella opuso poca resistencia.

Hacia un tiempo que estaba trabajando como jefe de equipo técnico en un proyecto de una gran empresa de Mercadeo y publicidad, la empresa para quien yo trabajaba era de instalación de nuevas redes y sistemas informáticos, tocaba dirigir el trabajo y capacitar al personal, incluidos a los gerentes, y la que más me despertaba deseo era Alba, una morena de 1.73, cabello castaño, ojos claros, sonrisa fácil… decían que contaba ya con 40 años, pero lucia esplendida, siempre de tacón, de mucha clase, no plataformas de desnudista, siempre de falda entallada, chaleco y blusa de botones, aunque alguna que otra vez la vi en jeans y chaquetas, sencillamente era espectacular las líneas de sus piernas; unas secretarias con las que coqueteaba me contaban que estaba distanciada del esposo desde hacía un tiempo, pero ninguno daba paso al divorcio, no sabían que había pasado, pero especulaban que era por una amante.

Yo en algunas ocasiones alcance a charlar con ella. El trabajo que hacia me obligaba a esta a veces en horas de la noche en la oficina casi vacía, unas veces ella salía casi tan tarde como yo del edificio. Aproveché a conversar cosas triviales con ella, incluso algunas bromas, la vi receptiva y pues los temas se hicieron algo más íntimos.

Pasaron semanas en las que coincidimos dos o tres veces en la hora de salida, algunas insinuaciones sutiles sobre sexo, dije que lamentablemente me tocaría llegar a terminar una semana más, solo revisando informes y viendo Netflix… ella pregunto por mi novia y le dije que hacía tiempo no tenía y que no había estado saliendo con nadie, dije en tono jocoso que ya perdía practica con las chicas, ella se rio y en la conversación se le llegó a escapar que hacía mucho que no disfrutaba de buen sexo, el comentario me excito, le dije que formas había para recuperar el ritmo y ella no dijo nada y solo me vio, le sostuve la mirada y no dijo nada, eso fue el jueves, para el viernes ella se fue temprano, paso el fin de semana sin novedad, el lunes tampoco nos encontramos, el miércoles, ella se quedó hasta tarde, platicamos un rato, pero hizo evasivas al tema, aunque notaba algo de excitación en su voz, creo que me obsesiono, porque creía notar que sus faldas eran algo más cortas o incluso que su escote era más atrevido.

El día viernes, llegó la tarde y ella seguía en la oficina, despaché a mis técnicos más temprano y me quede yo, había aun a las 8 pm dos personas más trabajando aparte de Alba, uno era un contable y otra era una secretaria con la que coqueteaba a veces, llego a decirme si quería salir esa noche, me tentó, pero le dije que tal vez otro día, que debía terminar lo que estaba haciendo… una hora más tarde solo quedaba mi cubículo y la oficina de Alba… yo apagué mi equipo y me quede en silencio un rato, mire hacia la oficina con la luz aun encendida, pero con las persianas cerradas, me pareció que se asomó a ver, me agaché para que no me vieran, cuando ya no estaba viendo, me acerque muy despacio hacia la oficina, fui asomándome a ver qué pasaba, escuche unos gemidos suaves, entre… estaba ella recostada viendo hacia la pantalla de un tv, en la pared opuesta a la puerta, tenía la falda ligeramente arriba de los muslos y la blusa entreabierta, se estaba tocando y viendo una película porno con el audio bajo…

Terminé de entrar a la oficina, ella se sobresaltó, dejo caer un control remoto y algunos papeles, se giró hacia mí y se puso de pie, no dijo nada, estaba turbada, jadeaba aun, la blusa revuelta, se acomodó la falda, nos quedamos viendo un rato, yo me acerque, ella estaba inmóvil, solo cuando agarre su cintura ella reaccionó… primero quiso apartarse, pero pegue mi pelvis a su cuerpo, sus nalgas chocaron con la silla, perdió el equilibrio un momento y se agarró a mis brazos, con lo que rodee su cintura y me pegue más a su cuerpo.

Traje su mano hacia mi cintura, la deje sobre la hebilla de mi pantalón, luego volví a rodear su cintura y deslizar las manos por sus caderas, comenzó a respirar agitadamente y a ver hacia abajo a juguetear con los dedos sobe la hebilla, que, tras algo de jugar la soltó, para después empezar a tantear el cierre de mi pantalón, su otra mano seguía apoyada contra el escritorio, yo seguí jugando con sus caderas, apretándoselas un poco, en cada movimiento subía un poco su falda y cuando agarre sus muslos se sobresaltó, sentí lo suave de su piel, podía escuchar también como su respiración se agitaba más, sus labios se miraban más rojos, más carnosos y sus ojos mezclaban la expresión de curiosidad y miedo.

Cuando me bajó el cierre del pantalón tiró de él y cayó, así que quede en bóxer frente a ella y ya tenía una buena erección para mostrar, en ese momento subí su falda por su cintura y deje expuesto su cuerpo de caderas hacia abajo, su lencería de color azul, tenía un lunar apenas arriba del pubis, me pegue a su cuerpo frotando mi erección en su bajo vientre, agarre sus caderas y apreté hasta deslizar mis manos bajo sus nalgas, sintiendo el calor que había entre ellas, la subí al escritorio y se apoyó con los hombros hacia atrás, miraba su pecho subir y bajar, la blusa desordenada, los lentes desajustados y una mirada de deseo que no se podía ocultar.

Se reclino aún más, apoyándose en los codos, alce sus piernas sobre mi cintura y fui presionando mi cuerpo con el de ella, me pegue a su entrepierna y empecé a rozarle mi erección contra su pantaleta, ella se mordía el labio y soltaba un leve gemido de placer, echaba la cabeza hacia atrás, arqueando la espalda, cada vez que me rozaba con ella, su cuerpo lo gozaba, comencé a ver como se humedecía la prenda, me separe un poco, para agarrar sus piernas y alzarlas sobre la mesa, me las puse por sobre los hombros y fui lamiendo sus rodillas, sus muslos y pegué la cara a su pantaleta húmeda, sentía el calor de su sexo, el olor salvaje de la excitación, su piel morena tenía un bronceado delicioso, hurgué con mi nariz y luego con la boca, di unas mordidas por sobre la prenda y ella dio un respingo y un gemido largo se aferró con las manos al borde de la mesa, mientras trataba de alzar el rostro hacia mí, tenía el ceño fruncido y los ojos cerrados, se mordía el labio cada vez que arremetía contra la prenda con mi boca.

Trato de cerrar las piernas sobre mi cabeza, pero yo estaba bien colocado entre ellas, trataba de quitarle la prenda, pero ella se resistía con las manos, en un descuido de ella, cuando sonó el teléfono, tome la prenda y la saque de entre sus piernas, tuve la visión de su sexo húmedo y palpitante, antes de que ella cerrara las piernas apartándome y reacomodándose la falda… contestó el teléfono y le respondió a quien supongo era el guardia, que ya en unos minutos iba yo de salida.

Ella quiso recuperar la prenda, pero no era suya ahora, se acomodó la blusa, mientras recuperaba el aliento.

-¡Dámela! –extendió la mano aun acomodándose la blusa y la falda; le dije: ¡me la quedo, ahora es mía! La guardé en mi pantalón, mientras me subía el cierre y abrochaba el cinturón.

-¡Aquí no podemos hacer nada, dámela y después nos vemos! -arreglaba el escritorio y sus cosas, quede viendo su cuerpo, yo la deseaba y estaba seguro que ella no quería quedarse con las ganas, pero si le daba la prenda, sería difícil encontrar otro momento en que ella estuviera dispuesta.

Me dirigí a la puerta de la oficina, cuando ella no me vio, abrí la puerta y ella se volteó a ver, le dije que estaría esperándola en el estacionamiento del segundo nivel, que bajara en unos 15 minutos; me fui sin darle chance a replica, baje al lobby y entregue el pase de acceso, ante la mirada vigilante del recepcionista.

Me quedé en mi auto esperando, cuando paso el tiempo, y unos minutos más, estaba ya por irme y darme por vencido, sentía dura la verga ansioso de terminar lo empezado, peo no aparecía por la puerta, cuando me movía del parqueo la vi salir, venía con su maletín y abrigo, se había retocado antes de salir seguramente, estaba viendo para ambos lados cuando aparecí y ella se dirigió hacia el lado del pasajero, abrió la puerta y subió, me dijo que saliéramos ya del edificio, se había encontrado con otros colegas y le hablaban de ir a tomar algo, se escapó diciendo que venían por ella.

Al subir ella se puso lentes y se tapaba con el abrigo al salir del parqueo y pasar por el acceso frontal de las oficinas, tome el bulevar en dirección al Aeropuerto, por ahí quedaba un buen lugar idóneo para un encuentro, ella ya al salir estaba más relajada, el susto de que la descubrieran la excitó, pero obvio cuando sonó el teléfono, volvió a sus miedos naturales de que la fueran a descubrir.

Desde el celular hice todos los arreglos para entrar, maravilla de la tecnología, reserva de habitación, selección de alcohol, vino, bocadillos, películas, bañera de hidromasaje, condones y demás parafernalia… todo al alcance del Whatsapp. Recuerden no conducir si usan el celular.

Tomé la calle que conducía al motel, apenas en la entrada mostré mi reserva y pasamos del acceso, me dieron la tarjeta de acceso, ella agachaba la cara para cubrirse, pasamos, me estacione, le abrí la puerta y ella salió algo asustada, la tome de la mano y rápidamente me puse detrás de ella, empujándola con mi erección, ella se alzó un poco sobre sus tacones y avanzó.

Entramos a la habitación y la cama era amplia, al lado una mesa con una botella de vino, dos copas, unas chucherías y en la parte de abajo… unos condones… ella se acercó a la cama y curioseo con la habitación, dijo que nunca había conocido uno (no sé si creerle), me acerque al vino, era uno que conocía, era uno corriente, pero lo importante es que fuera alcohol, llene las copas y se la ofrecí, ella primero reticente, pero nos sentamos en la cama, ella lo tomó, le acerqué unas galletas, no quería, pero le dije que le sentirían bien, eran dulces, le gustaron y comió más, la hice que tomara otra copa.

Mientras hablábamos, al principio ella asustada de lo que estaba haciendo, decía que en sus años de matrimonio nunca había venido a un lugar así, le dije que eran ideales para compartir en privado, se reía más, no se opuso cuando pose una mano sobre su pierna, me gustaba el contraste de la falda negra, con su piel morena y sus zapatos de tacón, piernas bien formadas, eran largas y generosas, sentí que no abarcaba con la mano su muslo, ella se rio, dijo que le gustaba hacer pilates ejercitar las piernas, a esto ya se tomó la tercera copa de vino y la tercera galleta.

Ahí fue cuando me incliné sobre ella y no se opuso, comencé a besarla y ella se entregó gustosa, agarré sus caderas y a subir nuevamente su falda, agarré sus muslos con fuerza y bese su cuello, llegué con mis manos bajo la falda a su cadera, obviamente no portaba ropa interior, fui deslizándome a su entrepierna y sentí la piel caliente y cada vez más húmeda, conforme las fui acercando hacia abajo, me llegó la sensación de un calor húmedo desde las manos, su sexo parecía palpitar esperando el encuentro.

Dejé una mano entre sus piernas, con la otra subí hacia su vientre, me acomodé a su lado, llevándole la falda sobre su cintura, comencé a desabrochar su blusa y metiendo la mano, recorrí la piel y sobre su sostén, su pecho bajaba y subía agitada, metí dos dedos entre sus piernas y sentí que me quemaba con su calor, fui también apretando sus pechos y ella se contorneaba acostada, con los brazos descansando sobre su cabeza, los ojos cerrados y la boca abierta girada hacia mi dirección, me acerque a su cuello y comencé a besarlo, a lamerlo, ella me lo ofreció totalmente.

Abrí su blusa y fui besando entre sus pechos, siguiendo el borde de su sostén, me fui acercando a la curva de un seno, con la lengua fui tanteando el borde, levante la prenda, ella deslizo los brazos y salió por sobre sus hombros, sus pezones estaban bien parados, eran como dos cerezas oscuras sobresaliendo de su piel morena, la areola cubría de forma redonda coronando los pechos, fui por ellos, los mordí y ella se retorció, los chupe, al tiempo que mis dedos en su sexo se revolvían retorciéndose dentro, luego sentí su mano en mi entrepierna, explorando, la metió por la cremallera abierta buscando mi verga, sentí sus dedos queriendo agarrar, apretando.

Me recosté a su lado, ella se recostó en la cama se apoyaba en sus codos, me miraba sonriendo, su cuerpo fresco y exuberante, sus caderas de mujer, sus pechos se apreciaban pequeños al ver en toda su gracia sus piernas y caderas curvilíneas, aun así los pezones bien duros y erectos me deleitaban, sus piernas se abrían incitándome, me acomode entre ellas, comencé a metérsela, ella rodeó mi espalda con sus brazos, comencé a presionar su sexo, estaba muy húmeda y me recibía con su calor y deseo, se volvió a colocar los lentes, no sé porque pero ese fetiche me excitaba siempre, ella ya lo aprendió, me sonreía ahora con descaro, agarre una pierna de ella y la apreté contra mi costado, deslizaba la mano con fuerza por su cadera, sus pechos subían y bajaban en cada arremetida, mi verga encontró el camino a su interior, el palmoteo húmedo de piel con piel…

En la pantalla frente a la cama, estaba directo el canal de porno, una pareja en la oficina tirando los papeles al piso y cogiendo. Alcancé el control y subí el volumen, se escuchaban los jadeos claramente, comencé un movimiento de caderas similar a lo que vi, la Ingeniera Alba bufó al sentir las embestidas, su cuerpo parecía brillar conforme una capa fina de sudor se formaba sobre su piel, también sentía como se escurría por mis bolas las secreciones que emanaban de su entrepierna, un chasquido constante del choque de cuerpos empapados, una corriente cálida me recorría el cuerpo, sentía la punta de mi verga al rojo vivo, me tense tratando de contenerme, pero ya no podía más…

-ya me corro

-¡Sácala! ¡Sácala!

En el último momento se la saqué, ese roce de salida terminó por hacer que me corriera con ganas, el primer chorro fue una descarga que salió disparada sobre su pecho, me agarré la verga y me la froté con fuerza, lo que hizo que un segundo chorro saliera igual de disparado hacia ella, este le cayó en el vientre, lo que aún me quedaba estaba entre mi verga y mano, escurriéndose sobre su pubis, ella seguía recuperando el aliento, dejando que el semen caliente se fuera esparciendo en su piel, comencé a frotárselo por el cuerpo, en los pezones, en el vientre, ella se deleitaba, pase mi mano por su cara y mis dedos por su boca, ella los recibió ávida de probarlos, su lengua húmeda recorrió mis dedos y luego fue deslizándola por la palma y bajo por mi antebrazo, se giró hacia mí, su mirada seguía mostrándome deseo de más, me acerque nuevamente a su cuerpo, el sudor, el semen en su piel, brillaba maravillosamente y su curvas igualmente excitantes, me recosté y ella se puso sobre mí, su cabello revuelto caía por su cara, sus pechos ya algo relajados colgaban aun como fruta madura, apetitos y redondos.

Comenzó a morderme el cuello, a besarme el pecho, bajo a mi cintura y con su lengua hizo camino hasta llegar a mi verga, que ya estaba esperando por sus atenciones. Su boca fue posándose sobre la punta y fue engulléndola poco a poco, sentir sus labios recorriendo el tallo fue haciendo que nuevamente me sintiera excitado y se me parara, ella se acomodó sobre mi pecho, sus caderas se alzaron sobre sus piernas y dejo una clara vista para mí, de sus nalgas y como se inclinaba su cuerpo hacia mi entrepierna para que siguiera en su labor.

Extendí las manos recorriendo el interior de sus piernas y comencé a meterle los dedos en sus aberturas, le di unas nalgadas y agarre las nalgas apartándolas y frotándolas, esto hizo que se mojara nuevamente y se aflojaron los jugos que ya se estaban secándose, su boca se movió a mayor velocidad sobre mi miembro, jale sus caderas hacia mi boca, me estire hasta alcanzar ese espacio entre sus nalgas y mi lengua se dedicó a lamerle y morderle los bordes de sus agujeros, esas nalgas me incitaban a morderlas, lamerlas, palmearlas y frotarlas…

El frenesí nos inundó y al momento que le descargue semen en su boca, ella soltó un flujo de jugos sobre mi cara, ella chupo hasta dejarme seco, me recosté aun con los dedos entre sus piernas, ella se giró y sentó sobre mí, estaba exhausta y su cara empapada y embadurnada, se inclinó sobre mi pecho y me lamio los pezones y el vientre, restregando su cara por mi piel, seguí agarrando sus caderas y cuando levanto la cara apreté sus pezones otra vez, se inclinó sobre mí y pude disfrute de chupar sus pezones y apretar sus caderas, se los mordí con placer y a ella le encanto… después de un rato no supe que más paso, nos dormimos.

Unas horas después nos despertamos, apresuradamente nos aseamos antes de salir del cuarto, salimos del motel poco antes del amanecer, me cobraron extra por excederme las horas, pero fue delicioso, ella no dijo nada en el camino.

Cuando llegamos a su casa se bajó rápidamente, solo alcanzó a decirme que fuera discreto, que nadie tenía que saberlo… sin más cerró la puerta y se alejó.

Me quedé viendo su cadera hasta que se perdió de vista y oí una puerta cerrándose, pero en el asiento dejo su pantaleta, me quedaría de dulce recuerdo.

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