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Fuerte olor a polla

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Txemi es un chico de 28 años, bastante delgado, que vino de prácticas donde trabajo. Al principio era bastante tímido pero con los días fuimos conectando hasta terminar hablando de nuestras intimidades y gustos sexuales.

Me contó que tenía un problema que le acongojaba bastante y es que su polla olía bastante fuerte y eso, estaba convencido que ahuyentaba a las chicas. Yo, por mi parte le comenté que me gustaba estar atada en la cama o totalmente pasiva (inmóvil) y dejar mi cuerpo a disposición. Estas conversaciones fueron el catalizador para que hoy, Txemi y yo seamos pareja.

Sobre su fuerte olor a polla, me comentó que lo vieron varios especialistas y que no tenía ninguna enfermedad o cosa rara, simplemente era una persona muy nerviosa que además sudaba mucho (cosa que comprobé por cómo quedaban las sábanas) por lo que el sudor dentro del prepucio quedaba condensado y eso provocaba tan fuerte olor. Además la polla de Txemi expulsaba bastante líquido pre seminal, lo cual potenciaba más el olor. Hay que decir que Txemi expulsa bastante de ese líquido (por lo que más tarde pude comprobar). Al final la cosa quedó en que tenía que lavarse tantas veces como fueran posibles al día.

Referente a mi “quietud” sexual, Txemi me dijo que aunque había tenido muy pocas relaciones sexuales, si que le daba mucho morbo “usarme” a voluntad y quitarse así el estigma de haberse matado a pajas durante tantos años.

Antes de acostarnos por primera vez, recuerdo que estábamos en la cafetería de un amigo (que solía “usarme” de vez en cuando con otros colegas que, dicho sea de paso, al estar atada y vendada, nunca supe quiénes eran. Pero de eso se trata, de sentir el temperamento de cada uno a la hora de penetrarme y sobre todo cuando se corren.

En fin, ese día estábamos hablando de su fuerte olor a polla (se notaba que le atormentaba) y le dije que fuéramos al servicio y que ahí me dejase comprobar el olor. Entramos en el servicio de señoras y nos metimos a un reservado. Txemi se bajó los pantalones dejando ver un abultado paquete escondido en sus gayumbos con una tremenda mancha de líquido (pre seminal). Me puse de rodillas y efectivamente, al acercar la nariz, comenzó a entrar por mis fosas nasales un potente olor a polla. El olor era nuevo para mí y me excitó, tanto que de forma instintiva comencé a besarle y lamerle el bulto. Al mismo tiempo la mancha de líquido pre seminal comenzó a hacerse más y más grande. Literalmente era como si se estuviese meando dentro de sus gayumbos. Su verga comenzó a ponerse dura, entre beso y lametones, en los gayumbos comenzó a tomar forma una musculosa verga. No pude aguantar más y se los bajé. Ante mis ojos apareció una gruesa verga de cuya punta emanaba un constante y viscoso líquido.

Realmente la verga de Txemi apestaba a polla, unida a esa constante fuente de líquido viscoso que salía del nabo, me invitaba a saborearlo. No pude contenerme y me metí toda aquella tranca en la boca. Se la chupé como nunca antes le había chupado la verga a nadie. Era un verdadero manjar llevarme a la boca aquella mezcla de olor y líquido pre seminal. Ambos sabores eran fuertes, penetrantes y hasta dominantes. Si, dominantes. Traté de aferrarme a sus nalgas pero por desgracia, Txemi estaba desculado. Se nota que lo que le faltaba de culo lo sustituía (y con creces) con su carnosa tranca.

En ese preciso instante Txemi, sin saberlo se convirtió en mi Amo. Se la chupé con tal frenesí que Txemi me cogió de los pelos para dominar mi cabeza y hacer de mi boca una gruta donde poder meter y sacar su suculenta tranca. Literalmente me folló la boca y, sin miramiento alguno, comenzó a correrse. Los huevos de Txemi (que son gigantescos) comenzaron a echar una generosa cantidad de leche en cada pulsación. Eyaculó tal cantidad que lo único que pude hacer era tragar, respirar, tragar, respirar y tragar todo el semen que emanaba sin parar. En un momento pensé que se estaba meando dentro de mi boca pero no era así, sus eyaculaciones eran feroces. Cuando terminó me pidió disculpas, me dijo que perdió el control y se había dejado llevar por lo bien que se la había chupado.

Entonces me puse de pie, y aun babeando semen por la boca le dije que precisamente ese era el tipo de hombre que yo buscaba, un macho que se dejase llevar por sus instintos más primarios y que ahora más que nunca estaba decidida a poner mi cuerpo a disposición. Posteriormente pude comprobar que el apetito sexual que en Txemi despertó era tanto o más que el mío.

Al día siguiente quedamos en mi casa para follar. He de reconocer que en toda la noche no pude pegar ojo. Pensaba en su fuerte olor a polla, en su constante manantial de líquido pre seminal, en sus voluminosos huevos, en su rolliza verga, en ese abultado paquete, en la tremenda cantidad de semen que tragué. Hasta llegué a pensar que tragar tres veces al día todo aquel espeso y cuantioso semen sería más que suficiente para reemplazar las comidas. Vamos que en vez de vegetariana me convertiría en una “semen-tariana”… ja… ja.

Al día siguiente, por la mañana en el trabajo Txemi metió algo en mi bolso. Al mirar dentro vi que eran sus gayumbos pero lo peor fue que de mi bolso comenzó a emanar un tremendo olor a polla. Joder, no pude resistirme y fui al servicio y sin pensarlo comencé a olisquear los gayumbos como si fuera una perra. Txemi sin saberlo estaba marcando territorio y yo con un instinto inusual comencé a lamer toda la mancha que estaba en la tela, una mezcla bastante suculenta de sudor de polla, sudor de testículos, abundante líquido pre seminal y restos de gotas de pis. ¡Osti!, sí que me di un buen atracón, vamos que dejé la tela de los gayumbos limpia y reluciente.

Eso sí, cuando salí del servicio, de mi boca emanaba un tufillo a verga que lo notaron todos en el trabajo. Me miraban como un bicho raro. Txemi se reía y me decía, te lo dije, mi verga huele que alimenta. Le di un juego de llaves para que entrase al piso ya que no abriría al estar en la cama preparada.

Llegada la noche, a la hora concertada, me tumbé en la cama. Me até las muñecas y los tobillos (ya tenía bastante práctica para hacerlo yo solita). El largo de las correas eran lo justo para que mi cuerpo quedase en forma de “X”. No me puse una venda, acostumbrada a no abrir “nunca” los ojos.

Txemi llegó justo a la hora acordada. Entró, cerró la puerta con llave y se desvistió en el pasillo. Entró suavemente a la habitación y se quedó un rato mirándome. Yo no decía un “mu”. Estaba acostumbrada también a guardar un silencio sepulcral. Txemi subió a la cama. Pensaba que (como todos los chicos) me poseería al instante pero no. Se puso de pie y comencé a sentir su liquido pre seminal caer sobre mi pubis. Comencé a sentir cómo el pubis se estaba literalmente encharcando de su líquido. Luego comenzó a subir y su líquido caía ahora sobre mi ombligo. Luego sobre mis pechos. Cada pecho comenzó a ser anegado del constante líquido que emanaba de su polla. Luego lo dejó caer sobre mi cara, me dijo que abriera la boca y sacase la lengua. Obedecí y al momento sentí en la lengua el persistente líquido caer sobre ella e invadir mi boca. Tragué sorbo a sorbo aquel líquido sagrado.

Sin previo aviso, Txemi se puso entre mis piernas para emplazarse encima de mí. Comenzó a rozar la punta de su nabo contra mi clítoris. Notaba poco rígido su nabo el cual comenzó a introducir en mi excitado y húmedo coño. Tal como imaginaba su nabo no estaba del todo duro. Más bien blandengue pero, cuando metió todo el trozo de carne dentro, comencé a sentir cómo su polla iba tomando volumen y dureza al punto de sentir que me estaba embutiendo. Dejó caer completamente su cuerpo encima del mío. En ese momento comencé a sentir sus embestidas. Al principio eran suaves y constantes. Txemi gemía en mi oreja de una manera que parecía más bien un gruñido. Su mano se aferró con fuerza a mi cuello, sometiendo finalmente todo mi cuerpo.

La experiencia era alucinante, mientras me follaba, los gemidos de Txemi comenzaron a tornarse diferentes, como si se estuviese transformando en otra persona, al mismo tiempo sus embestidas habían alcanzado un ritmo frenético. Sus gruñidos se hicieron roncos, fuertes como el de un hombre de las cavernas y con la mano fuertemente aferrada en mi cuello, su verga me estaba embistiendo tan fuerte que literalmente estaba destrozando todo lo que encontraba dentro. Sus gemidos se hicieron tan penetrantes, como alaridos. Txemi se había convirtiendo en un auténtico hombre de Neandertal. Su cuerpo y alma vibraron al unísono, ya no era él, era un ser que había surgido de su interior. Y mi cuerpo era el vehículo que le permitió volver a sus orígenes más ancestrales, a la prehistoria. Mi Neandertal me follaba como la fiera en la que se acababa de convertir. No era violento pero sí que era una indómita bestia follándose a una hembra sin piedad, sólo para satisfacer sus instintos y reventando mis entrañas con su devastadora verga.

Osti, eso sí que era sometimiento absoluto. Txemi se dejó llevar hasta los límites de su naturaleza animal y yo era ni más ni menos la hembra que le permitía sentirse él mismo, entre gruñido y alaridos, y una furiosa verga que arremetía sin parar dentro de mí. Fui poseída hasta el éxtasis. Entre tanto placer salvaje, mi Neandertal amante hundió la verga hasta el fondo y con unos desorbitados gemidos en mi oreja, comenzó a eyacular derramando ingentes cantidades de semen en mis entrañas. Descargaba tanto semen que parecía que se estaba meado dentro. Sus contracciones eran bestiales ya que las acompañaba con tremendos gemidos colmando a la vez mi útero con su torrencial semen mientras su cuerpo no paraba de convulsionarse.

Literalmente perdí el sentido de mí misma. Me sentí “empalada” por su durísima y bestial verga. Ya no era yo, era otra cosa, un ser diferente, Txemi me hizo volver a mis orígenes más primitivos. MI espíritu era tan troglodita como el de Txemi. Poco a poco acabaron sus contracciones corporales, sus gemidos, sus eyaculaciones. Soltó mi cuello y ese fue el indicativo de que Txemi estaba volviendo a ser él, un hombre del siglo XXI. Comenzó a besarme con pasión mientras su cuerpo se relajaba y su verga, totalmente inmóvil y muy dentro, comenzó a perder grosor.

Me besaba y besaba diciéndome lo mucho que agradecía la tremenda experiencia que acababa de experimentar. Se relajó tanto que se quedó dormido encima de mí. Menos mal que Txemi es escuálido y eso me ayudó a quedarme dormida con mi posición corporal en forma de “X”.

Al día siguiente despertamos a la vez. Su verga ya no la tenía dentro pero las sábanas y hasta el colchón estaban encharcados de tanto semen y sudor. Nos volvimos a besar (yo estaba con los ojos cerrados) y entonces volví a sentir su verga introducirse en mi vagina. Estaba más dura que la noche anterior y me la clavó hasta el fondo. Mi cuerpo quedó tieso y comenzó a vibrar alocadamente a la vez que Txemi comenzó a embestirme sin miramientos. Vamos a lo bestia. Esta vez sus gemidos no fueron tan desgarradores pero sus embestidas sí que volvían a ser salvajes. Su verga arremetía contra mi útero como si quisiera pulverizarlo, joder Txemi, no pares nunca, me decía a mí misma, no pares te lo pido, te lo imploro, joder... Finalmente dejó caer su cuerpo encima del mío y comenzó a eyacular. Las pulsaciones de su dura verga eran colosales, sentía cada una de ellas a la vez que derramaba ingentes cantidades de semen.

Terminó de convulsionarse y sus besos dejaban paso otra vez al Txemi cariñoso y tierno que es.

Nos duchamos, cambié las sábanas y puse algunas toallas debajo. Txemi preparó el desayuno y entre arrumaco y arrumaco, se le volvió a poner dura. Le hice una buena mamada hasta que se corrió, tragándome toda su generosa leche. Le dije entonces que ya había desayunado. Desde ese día, desayuno su semen, como con su semen y ceno su semen. No necesito más alimento que ese y Txemi, bueno, Txemi ha convertido mi cuerpo en el santuario donde invocar al Neandertal que vive latente en él.

Estoy convencida que su fuerte olor a polla es el olor de ese Neandertal en el que se convierte cada vez que me posee.

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