Hola queridos lectores, les cuento que estoy más que feliz, hubo gente a la cual le gustaron mis relatos y me han pedido que les organice y le escriba el suyo; sigo innovando en esta materia que me era desconocida, desde ya gracias a todos por dedicar ese tiempo (tan importante para cada uno de ustedes) a la lectura de los mismos. Recibí un mail que a continuación transcribo.
«Hola Luisfa, que tengas un buen día, he leído tus relatos en CuentoRelatos, los que me gustaron mucho, vos podrás hacerme uno a mí con algunas cosas que me pasaron, es un tema muy delicado y no me doy maña para escribirlo. Lo único que te pido es la reserva de los nombres y el lugar donde vivo, si podes cambiar datos, o sea, anonimato.»
«Hola sí, no habría problema en hacerlo, siempre y cuando no tenga un contenido de pedofilia ni maltrato de ningún tipo, si es así pásame como te salga, un resumen de lo que deseas contar, lo escribo y te lo envío, si te gusta lo subimos a la página.»
Me envió los datos necesarios para poder comenzar, a continuación paso a relatar.
Somos dos estudiantes universitarios venidos de un pueblo del interior, por razones económicas, mi hermana, Nadia de 19 años, y yo Juan José, de 22, comenzamos la facultad al mismo tiempo, ambos en diferentes carreras, ella administración de empresas y yo diseño gráfico.
Para comenzar a relatar nuestra historia, debo aclarar que ambas universidades quedan en el mismo polo, cosa que nos permite estar compartiendo muchas cosas la gran parte del día, en casa, en las horas de descanso entre clases, la ida a la facultad, la vuelta, compras, limpieza, comida, así también como salidas y amigos en común que habíamos hecho.
Después de casi dos años de convivencia, cierto día regresábamos a casa caminando de clases (el departamento quedaba cerca) al intentar cruzar una calle una moto baja de la vereda a la acera y pasa muy cerca de nosotros, casi atropella a Nadia y en mi afán de protegerla caigo al piso doblándome el tobillo; la gente que vio lo sucedido llamo a una ambulancia dado que no me podía parar del dolor.
A la llegada del servicio de emergencias me trasladaron a un sanatorio, mi pie y tobillo estaba muy hinchado y se estaba poniendo de color violáceo y más dolor, me dice el médico de la ambulancia que puede ser una fractura, cosa que descartaron en la clínica, diagnostico: fisura de tobillo.
Tratamiento: antiinflamatorios.
Tiempo de curación: 6 a 10 semanas, con inmovilización, me pusieron una bota de plástico que se podía sacar y poner.
Reposo mínimo: 7 días con los medicamentos y pierna en alto.
Solicitamos en la facultad unos días, hasta que me pudiera mover, un pedido para que le consideren a mi hermana unos días.
Y aquí es donde todo comenzó.
Al segundo día de estar en cama y con mucho dolor, Nadia vio mi cara de tristeza, se acercó a la cama a preguntarme, si a parte de lo sucedido me pasaba algo más, sentándose al borde de la cama, tomo mi mano, acariciando con la que tenía libre, mi rostro, esa acción hizo que un rayo de electricidad recorriera mi cuerpo, sensación que nunca había sentido, un hormigueo entre mis testículos y el ano que me sobresalto, pero a la vez me gusto, le contesto a su pregunta con un no pasada nada, pidiéndole que prepare unos mates, le dije entre broma y nervios por lo que había sentido.
Cuando fue a preparar la infusión, mi cabeza loca comenzó a pensar, lo que yo creía eran tonterías.
Nunca había prestado atención a mi hermanita como mujer, la observaba mientras se movía por la cocina.
Tomando nota mental de lo que veía…
Altura: 165.
Peso: 51 kilos.
Pelo: largo, hasta el comienzo de la cintura, con una bandita que le sujetaba su sedoso y brillante cabello castaño claro, formando una cola de caballo.
Ojos: verdosos (no tan verdes) de dulce mirada
Tetas: turgentes (estaba sin corpiño) y se notaban sus pezones.
Culo: redondo y paradito, se deja ver entre el pantalón corto deportivo su firmeza, redondez y dureza. Respingón que le dicen.
Labios: pequeños pero carnosos, los que al sonreír dejaban ver una dentadura blanca, perfecta.
No solo su rostro era bonito… su cuerpo, aunque no alcanzaba la perfección, mostraba que la naturaleza había sido generosa con ella, sin mencionar sus piernas, que sobresalían por la firmeza adquirida por el deporte, de sus muslos.
La silla hizo ruido al lado del sofá en el que me encontraba sacándome de mi pensamiento, había llegado con el mate en la mano y en la otra el termo con el agua caliente, su histriónica y nerviosa risa me hizo reír a mí también, tome el mate, se lo pase y continuaba riendo.
-Princesa, ¿puedo preguntar el motivo de su risa?
-Si mi príncipe, es que nunca había visto a tu lacayo de pie y tan duro. (Más risas)
Mientras me decía esto miraba mi pene el que hacia fuerza y quería escapar del pantalón de dormir que traía puesto, me sonroje, pero nos echamos a reír ambos.
Debo confesar que era la primera vez que había visto a mi hermana con otros ojos que no fueran los de hermano, sin darme cuenta que todo eso había provocado semejante erección en mí.
Pasados unos días, Nadia retomó el curso normal de la facultad, pedía los apuntes míos para no perder continuidad.
Aprovechando la soledad del departamento y que había empezado a desplazarme, con dificultad, podía hacer algunas cosas, intercalaba entre la computadora y preparar el almuerzo, como así también acomodar un poco para no cargar tanto a Nadia.
Escucho el ruido de la llave introduciéndose en la cerradura y la puerta abriéndose, entra mi princesa y acercándose me da un abrazo y un beso en la mejilla.
-Hola mi príncipe, hoy un día de total aburrimiento en la puta clase, por suerte estas, me puse a pensar en vos y todo a mi alrededor se aclaró y se puso más bello mi día.
-Vos pensando en mí, ¿se puede llegar a conocer ese pensamiento?
-Tal vez en la cena, y si te portas bien, solo si te portas bien te lo cuento. (Risas)
Nuestra tarde transcurrió con poca charla, mucho estudio y muy tranquila.
Al caer la tarde comenzó el proceso de preparación para la cena, la cual preparamos entre los dos, me acerco un banco alto y mientras ella hacia lo que llevaba cocina, yo preparaba el resto.
Con la mesa puesta, nos dispusimos a cenar unas ricas presas de pollo con verduras, para tomar, un vino tinto que nos habían mandado nuestros padres, servimos dos copas, brindamos por nosotros y cenamos.
Al terminar de comer, la cena transcurrió entre charlas casi insustanciales, me ofreció un café o un té para hacer sobremesa, cosa que me sorprendió, pues siempre al terminar se lava los trastos y luego vemos tv.
-Gracias princesa, prefiero hacer sobremesa disfrutando el vinito, hace mucho que no bebía algo tan rico.
-Bien, entonces puedo acompañarte y dejamos la botella limpia, mañana ya es sábado y no hay responsabilidades temprano.
-Claro amor, y de paso charlamos un rato.
Pusimos el canal de música, acercamos al sillón una mesita baja, dispusimos las copas y la botella sobre ella, apagamos la luz del techo y prendimos un velador que nos proveía una luz difusa.
Ya acomodados y relajados, le disparo.
-A ver señorita misteriosa, que es eso que le hizo pensar en mí.
-Me da pudor contarte, solo te digo que sos quien ilumina mi vida, como me cuidas, fíjate que estás pasando esta situación por haberme protegido de un inconsciente que paso rápido con una moto.
-Hasta ahí te creo, pero tu mirada me dice que hay algo más detrás de esa historia, fíjate que arrancaste diciendo, me da pudor, somos hermanos, entre nosotros nunca hubo secretos de ningún tipo.
-Prometeme que no te vas a enojar conmigo.
-Tan grave es, te lo prometo.
-Estando en clases, como te dije aburrida, recordé la situación del otro día (apuro un trago más de vino) y pensaba por que causa te habías puesto así, que estuviste a punto de romper el pantaloncillo de la erección que tuviste.
Me hizo poner colorado, si saber que contestar, cuando rebusque una excusa en mi cabeza, puso su dedo índice sobre mi boca haciéndome callar.
-Shhh no digas nada, déjame continuar, (acabo la copa de vino) te vi mirándome fijamente y luego te encuentro así, pero me quedo la duda, porque sin querer, juro que fue sin querer, estaba buscando información en la computadora y voy al historial para buscar un artículo que ya había abierto y no lo encontraba, vi una página que llamo mi atención, era una de relatos eróticos.
Se levantó en silencio, pensé que se iba a la pieza, y yo sin saber que decir, en un segundo regreso con otra botella de vino en su mano, la abrió, lleno as dos copas, se sentó nuevamente continuando su exposición.
-Lo que más me llamo la atención, es que estuviste leyendo relatos sobre incesto y por favor no te pongas mal, solo es una charla, y lo que quiero saber es si estabas así por lo que habías leído o por mí.
-Me dejas sin palabras, si a vos te dio pudor, a mí me da mucha vergüenza, pero ya que estamos abriendo el dialogo, voy a sincerarme, fue por vos, comencé a pensar que nunca te había visto como mujer, siempre como hermana, pero verte vestida así me hizo reparar en vos, desde el pelo hasta los pies, observándote me di cuenta del pedazo de mujer que sos, bella por donde te miren, pero bueno, solo me queda pensarlo nomas puesto que sos mi hermana y el incesto está mal visto.
A esta altura ya habíamos acabado todo el vino, se levantó por otra, regreso pero esta vez no estaba abierta.
-El incesto mi bello hermanito, si es real que está mal visto, pero existe y muchísimo más de lo que la gente cree, cuando en realidad, no tiene nada de malo, está asociado solamente con puros aspectos del tipo ético, prejuiciosamente moral, creencias religiosas y valores morales.
-Diablos señorita, como ha crecido usted, tanto del físico como de su cerebro.
-Hermano del alma, destape usted el último vinito, que ya vengo.
Muy dispuesto a continuar la conversación me dispongo a descorchar el vino en cuestión, cuando escucho el ruido de la ducha, mi morbo pudo más, sin pensarlo y disimuladamente fui a mi cuarto para intentar ver algo más, como escuchaba la ducha estime que la puerta estaba abierta, así fue, pude ver a mi venus platónica en toda su desnudez, esos pechos redondos y turgentes como los había imaginado así también su culo duro y hermoso y su delantera perfectamente depilada, la que pude apreciar cuando se dio vuelta, no me pudo ver pues tenía shampoo en su pelo y sobre sus ojos la espuma, se avizoraban unos labios vaginales hermosos. Sin enjuagarse el pelo y con la espuma que tomaba de él, bajo su mano a la entrepierna y empezó a higienizar la zona, cosa que tardo un poquito en retirar su mano, algún dedo que otro por momentos se perdía dentro de su cavidad vaginal.
Ya totalmente “al palo” regrese al sillón.
Tardo unos minutos más, regresando y tomando la ubicación que antes tenía a mi lado, con una particularidad, venia en ropa interior, tome un almohadón y cubrí mi erección, agarro la copa y la tomo de un sorbo, mientras lo hacía, con su mano libre agarro mi miembro, lo acaricio suave pero firme, mi excitación superaba todas las que había tenido con anterioridad.
Estaba en un punto de no retorno, no podía ni quería detener eso.
Nos abrazamos buscando nuestras bocas, fundiéndonos en un hermoso beso, nuestras lenguas se buscaban junto a nuestras manos que exploraban tímidamente, como pidiendo permiso, nuestros cuerpos.
Llego a posar mis manos en esas tetas firmes, duras, con unos pequeños pezones que se encontraban erectos efecto de nuestras caricias, rodeo su torso con mis manos para llegar a desabrochar el corpiño, la miro como buscando su aprobación, no dijo nada, afuera con él, un obstáculo menos, acerco mi boca a sus pezones para chuparlos y empezar a disfrutarlos, abre su boca, cierra sus ojos, tira la cabeza hacia atrás dejando escapar un suspiro, se entregó por completa a disfrutar, mientras lo hacía fui bajando mis manos para encontrarme con ese tesoro que ya deseaba con ansias, me encuentro con su tanga, que en su parte delantera ya se encontraba muy mojada de los jugos vaginales, mis manos se empezaron a entorpecer de la emoción no pudiendo sacarla con comodidad, ella me ayudo recogiendo las piernas.
En este punto no lo podía creer, tenía a mi hermana desnuda frente a mí, sin dudar comencé a jugar en el contorno de su vagina cuando de pronto tomo mi mano y no me dejo continuar, me asuste pensando que se había arrepentido.
Se paró frente a mí, y muy lentamente se fue arrodillando, me abrió las piernas e introdujo su pequeña mano por el agujero de la pierna del pantaloncito, vulnero el calzoncillo y comenzó a jugar con mi pene, luego de un rato, intento sacarlo por donde había ingresado su hábil mano, no pudiendo hacerlo.
-Por favor párate, quiero tener en mi boca tu sexo.
-¿Segura?
-Shhh por favor, deja de hablar y ponte de pie.
Después de haberme retado, me pare y ella saco mi pantalón y el bóxer como si fuera uno solo, mi pene salió disparado hacia adelante como un ciclope deseoso de sangre.
Lo tomo con ambas manos, no es que sea tan grande, sino que tiene manos pequeñas, comenzó a darle pequeños besos, intercalando con lamidas suaves, iba de la punta a los testículos hasta que llego lo que estaba esperando, lentamente lo rodeo con sus labios y se lo fue introduciendo de a poco en su boca con un lento mete y saca mientras sus manos lo llevaban de arriba hacia abajo, lo hacía con una delicadeza absoluta.
La verdad no sé cuánto tiempo paso, fue un sexo oral magnifico, me hizo perder la noción del tiempo transcurrido, las sensaciones de eyaculación ya estaban viniendo, era inminente la expulsión de mi esperma, le aviso tanto con mis gemidos y movimientos como con palabras, diciendo.
-Ya llego mi princesa.
No me permitió sacarla agarrándome del culo y haciendo presión hacia su cara, eso hizo que explote en toda su magnitud y en toda su boca, el semen escapaba por la comisura de sus labios mientras tragaba todo mi líquido, la saco de boca para lamer lo que estaba en su rostro para volver a introducirlo en la cavidad y limpiarlo con su lengua.
-Exquisito, manjar de dioses, nunca imagine que mi príncipe era tan rico, y como en la infancia, me estaba alimentando nuevamente.
Ahora me tocaba a mí darle el placer que mi princesa está esperando.
Creo haber sido un poco rudo cuando la levanté de la posición en que se encontraba y la empuje, suavemente, al sillón, le pedí disculpas a lo que me respondió solamente con un suspiro y cara de placer.
Cayo de espaldas y me arrastro sobre ella con sus brazos pequeños pero fuertes, la comencé a besar en su rostro atrapando sus labios con los míos, recorrí cada centímetro de su piel suave con mis manos y labios, hasta llegar a ese lugar húmedo y cálido que tanto deseábamos ambos en este momento de éxtasis pleno al que nos estamos entregando.
Con mi lengua comencé a vencer su tesoro, moviéndola a su alrededor e introduciendo la punta de ella, la movía dentro de su vagina, frotando por momentos el clítoris con movimientos circulares lo que hacía que se humedeciera más dejando salir esos jugos de sabor entre agrio y dulce que me encanto degustar, trate de no dejar pasar ni desperdiciar una sola gota de ese icor de dioses.
Mientras, mis ojos se deleitaban con sus contorsiones de placer.
Sin lugar a equivocarme, me parece haberle arrancado por lo menos tres orgasmos los que agradeció con gemidos y gritos que particularmente no había percibido nunca.
Sin perder la continuidad, comencé a jugar en su vagina con mi mano y mis dedos, nuevas sensaciones le recorrieron el cuerpo cuando mis dedos, que se iban humedeciendo uno a uno, iban ingresando hasta llenarla de ellos.
La habitación se inundó de suspiros y gemidos que escapaban de su boca los que me indicaban el ritmo a seguir.
Ya me había recuperado del primer orgasmo y estaba preparado para el segundo round, me posicione sobre ella frotando la punta sobre su clítoris y labios vaginales, no hizo falta ejercer presión sobre su vagina, cuando paso por la entrada comenzó a deslizarse sola a su interior y al sentir esa calidez vaginal con un movimiento rápido y enérgico pero sin ser agresivo, todo el miembro se ocultó en su interior, ambos gemimos del placer.
Con movimientos de cadera inicie el consabido mete y saca, por momentos lentos y suaves, por momentos rápidos y contundentes que ella los recibía gustosa, marcando el ritmo con su propia pelvis, elevándola o simplemente con unos desplazamientos laterales o circulares, digamos, manejo los tiempos a su ritmo.
Nunca pensé que con mi princesa estaba teniendo el mejor sexo que nunca me habían dado.
Ya estaba sintiendo ese cosquilleo que precede a la descarga, cuando escucho que me dice.
-Mi príncipe, me voy, estoy por terminar para vos, me estas elevando y llevando al éxtasis total.
Su grito y sus gemidos de placer hicieron que yo también llegue al orgasmo, expulsando todo mi semen tibio en el interior de esa vagina que deseaba ser llenada.
Nos quedamos quietos, aun con mi pene dentro, sentía las contracciones que me indicaban su orgasmo casi interminable, cada contracción iba acompañada de un movimiento corporal y un suspiro o gemido, cuando finalizaron, se abrazó fuerte a mí.
Luego de un rato de acariciarnos y besarnos mucho, fuimos hasta la ducha para bañarnos, nos enjabonamos mutuamente, cosa que nos gustó mucho, como pude por la limitación del tobillo lesionado, lo hicimos otra vez bajo la cálida caída de agua.
A partir de ese día, sobro una habitación en el departamento, compramos una cama grande y comenzó una nueva vida para nosotros, ahora, éramos marido y mujer.
Mi princesa, paso a ser mi Reina.