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Historia de Lu: El amor y los amantes

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Lu empezaba a sentir cómo el licenciado Roman empujaba su miembro con un mayor ímpetu, la cual era clara de señal de que estaba por venirse.  Lu sabía perfectamente que a él le encantaba correrse dentro de ella, pues en varias ocasiones le había confesado que, a pesar de siempre usar condón, disfrutaba con la idea de poder dejar preñada a una hembra como ella. Obviamente eso nunca iba a pasar, pues además del preservativo se valía de las píldoras para evitar una sorpresa como esa. Sin embargo, una parte de su trabajo era mantener la fantasía de sus clientes, de ese modo que preparo uno de sus trucos que le ayudarían a dejar completamente seco al licenciado. Apretando los músculos de su pelvis para aprisionar ligeramente su miembro este empezó a soltar toda la leche que tenía en su interior, haciendo que el licenciado soltara un gemido intenso. Lu también experimento un orgasmo, que la dejó paralizada por unos instantes, los cuales fueron aprovechados para plantar un apasionado beso en suaves y los rojos labios de la cortesana.

Gema y era la sensual esposa del licenciado. Una chica coqueta, apenas cinco años más joven que ella y al menos unos diez que su esposo. Lu y Gema se conocieron casi a la semana que ella y el licenciado se comprometieron; y aunque al principio no le daba una buenas espina, pues en su experiencia los tríos esposas, novias o cualquier tipo pareja sentimental, rara vez terminaban bien para la pareja en cuestión, pocas veces se negaba a la petición de un buen cliente como el Licenciado. Para su suerte la química entre ellas fue tal que muy pronto se vio contando los días para volver a tener una sesión en su compañía. Y es que Lu tampoco pudo resistirse ante una bomba de erotismo como esa muchacha. Y no solo era por el cuerpo de infarto que poseía, sino que también por la pasión y la sensualidad digna de Venus o de Freya, las cuales no se molestaba en ocultar cuándo los tres se encontraban a solas en la habitación.

— ¿Aun no has terminado, verdad corazón? —pregunto Gema—, que todavía nos falta venirnos las dos juntas.

— Es que la verga de tu marido está bien rica —dijo Lu con una amplia sonrisa—, pero no te preocupes que aún tengo mucha pila.

— ¿Qué me dices tú, bebé? —le pregunto a su esposo quien en esos momentos estaba recostado al pie de la cama.

— Sigan ahora ustedes, corazón —respondió todavía jadeando de placer— y yo en un momento las alcanzo.

Sólo bastaron esas palabras para que Gema volviera a abalanzarse sobre Lu. Ella le correspondió abrazándola con brazos y piernas, acariciando su espalda mientras dejaba que sus lenguas danzaran como un par de serpientes entrelazadas. Ambas rodaron sobre la cama King Size y una vez encima, Lu se separó de sus labios para besar su cuello mientras su mano izquierda se aventuraba hacia su entrepierna. Habría querido meter sus dedos dentro, pero las uñas que llevaba en ese momento se impedían, así lo que solo se limitó a masajear la vulva de Gema, poniendo especial cuidado en su labios menores y en clítoris, el cual apretó despacio provocando un espasmo el acompañado de un largo y delicioso gemido. Lu continuó bajando hasta que sus labios se encontraron sus pechos, que sin ser exuberantes eran altamente sensibles. Mordió y chupo sus pezones, causando que la joven se retorcida de placer hasta llegar a un orgasmo que la hizo arquearse como una poseída.

— ¿Qué es lo que le haces, Lu? —Preguntó el licenciado—, por mas que se las chupo, conmigo nunca se retuerce de ese modo.

— Te juro que no eres tú, bebé —respondió Gema con dificultad— es que ella tiene un no sé qué, que me pone así.

— Yo le llamo conexión femenina —respondió Lu mientras acariciaba con el dedo las oscuras aureolas de Gema— ya que amabas somos bien fogosas, conectamos de un modo particular.

— Pues sea como sea, me encanta que las dos sean tan calientes, porque solo ustedes pueden ponerme de esta manera —contesto el licenciado, el cual volvía a estar tan firme y listo para continuar.

— Métemela por detrás, corazón —dijo Gema, poniéndose en cuatro y levantando el trasero —, necesito agradecerle a Lu la rica chupada que le dio a mis tetas.

Gema le guiño el ojo y mientras su esposo se colocaba tras de ella, Lu abrió sus piernas mostrándole su coño empapado de néctar y listo para ser complacido.

Como no estaba permitido en el lobby del hotel, Benjamín tuvo que salir al estacionamiento para poder fumar un poco. Su novia Esther le había regalado cigarrillo electrónico y aunque no se comparaba en sabor con unos Camel o unos Malboro, no se le ocurría ni en sueños desairarla, así que decidió comprarse varios cartuchos recargables, de distintos sabores para mantener su controlada su necesidad de nicotina.

Al llegar al estacionamiento, Benjamin vio cómo una mujer enfundada en una gabardina color marrón se bajaba de su coche, llevando consigo una enorme maleta de gimnasio. Se hizo a un lado para dejarla pasar regalándole a su vez una sonrisa coqueta, muy parecida a las que solía usar con cuando él y Ester se reconciliaban luego de una pelea.

Mientras inhalaba el suave vapor del dispositivo, vio desfilar al menos una decena de damas, algunas igual de bellas y exuberantes que su jefa, algunas con un aspecto mas sobrio aunque igualmente provocador, como su novia o la señora Gema. Un par de ellas incluso se le acercaron preguntándole si esperaba a alguien, pero el de inmediato les respondía que se encontraba trabajando.

— Que lastima —le dijo una de ellas— Igual si te desocupas, estaré en el cuarto 307.

Benjamin agradeció la invitación y con un disimulado “quizás” dejo que la mujer siguiera su camino. Saco entonces su teléfono y rápidamente empezó a escribir un mensaje que tenía pendiente.

Ya casi estoy por terminar, chivita.

La Lic. está atendiendo a unos clientes pero en cuanto termine la llevo a su casa y me regreso.

¿Quieres que lleve algo para cenar?

Luego de pulsar enviar se fijó en la hora. Las tres horas que habían apartado los señores. Así que era el momento de marcarle a su jefa.

Ella le contesto de inmediato aunque su respiración continuaba entrecortada.

— ¿Qué pasa, Benny? —pregunto jadeante.

— Esta por acabarse el tiempo jefa, ¿le falta todavía mucho?

Su jefa tapo el micrófono pero incluso así logro escuchar todavía sus inconfundibles gemidos. Tardo todavía un par de minutos mas antes responder nuevamente.

— Espérame en el coche, en seguida bajo.

— La espero, entonces.

— Eres un amor…—dijo ella y en seguida colgó. El muchacho sonrió sin saber para quién habían sido esas palabras.

De nuevo junto al coche saco una vez mas el teléfono y vio en la parte superior que tenía una nueva notificación de mensaje:

No hace falta, corazón.

Salí temprano del trabajo y pase con mi tía Jimena a para almorzar, si quieres puedes acompañarnos.

Benjamin, al imaginar el suplicio que sería pasar el rato con su híper conservadora tía de su novia, escribió inmediatamente:

Yo creo que mejor no.

Iré mejor a comprar comida para los gatos.

¿Quieres que pase a recogerte?

Esther le respondió:

Por favor, pero no tardes mucho…

Tu chivita tiene muchas ganas ser ordeñada.

Luego de eso apareció una fotografía en la que se podían ver un hermoso par de tetas de color chocolate, atrapadas en brasier semi transparente de color morado, el cual apenas lograba cubrir sus pezones erectos y las oscuras aureolas. Benjamin puso la mirada en blanco y su corazón comenzó palpitar llevando la sangre directamente desde su cabeza hasta su miembro. Al final aparecieron tres caritas sonrientes guiñándole el ojo y una última de un mono cubriéndose el rostro. Ester podía ser una mujer fogosa, pero aún mantenía cierta vergüenza al hacer cosas como esas y eso hacía que él se pusiera aún más caliente. Aunque no era el único a quien parecía poner de esa manera.

— Vaya, vaya. No creí que fueras tan suertudo—dijo voz detrás de su hombro.

Benny se puso tan nervioso que casi se le resbalo el teléfono de las manos, afortunadamente logro atraparlo antes de que llegara al suelo.

— Jefa, no me espante.

— Ni siquiera escuchaste mis tacones cuando llegaba —dijo Lu mientras dejaba que su chofer abriera la puerta del carro— ¿Por qué no me dijiste que tenías novia? ¿Qué ya no me tienes confianza?

— Por supuesto sí —le dijo Benny, acomodándose en su asiento—. Es que pasa es que apenas llevamos poco tiempo y nos falta de conocernos.

— Pues a mí me parece que ya se conocen bastante bien.

Benny no dijo nada, pero Lu entendió el porqué de su silencio.

— No te preocupes, cariño —dijo ella— Sabes que jamás he sido celosa. Al contrario, desde que te conozco siempre he tenido el deseo de verte sentar cabeza y con una buena mujer, aunque siempre y cuando esta tenga mente abierta.

— Le aseguro que ella lo es —contestó Benny pasándole el celular.

En verdad se trataba de una chava preciosa, con una piel morena suave y brillante; cabello ondulado que le caía mas allá los hombros, unos boca pequeña pero de labios gruesos pintados de un rosa los cuales entonaban perfectamente con su piel. Tenía la caderas anchas, pero que apenas y se comparaban con sus pechos, los cuales sí debía darles una comparación con base en sus fotos, eran similares a dos mangos petacones completamente maduros. Lu se relamió los labios solo de verlos y empezó a sentir como su entrepierna empezaba a lubricarse nuevamente.

— Es todavía es un poco tímida, pero sabe muy bien lo que quiere y lo que le gusta.

— Entonces, confió que sepas darle lo que ella necesita —sentencio Lu—, porque de lo contrario, tendría que despedirte para luego ir a buscarla para consolarla inmediatamente.

— Créame que de eso no tengo la menor duda, jefa —le dijo el joven ya por fin mas relajado.

No tardaron mucho en llegar a casa de Lu, aunque antes tuvieron que pasar un al supermercado para poder reabastecer la alacena y el refrigerador.

— ¿Quiere que meta todo en el refri, jefa?

— No puedes dejarlo sobre la mesa, yo las acomodare mas al rato —le respondió— Pero todavía no te vayas, por favor.

Benny coloco las bolsas del súper sobre la mesa y fue en ese instante que Lu aprovecho para acercarse y abrazarlo. El joven giro un poco su cabeza; instante que aprovecho para besarle apasionadamente. En ese momento su boca tenía sabor a manzana con canela, lo cual era un cambio agradable, pues antes sabio a tabaco y a alquitrán, lo cual nunca fue de su agrado. Benny mordió sus labios suavemente, mientras que ella con sus manos se acercó al broche de su pantalón y con una habilidad inaudita lo desabrocho, dejando al descubierto la verga de su asistente. Él dio la vuelta, dándole a Lu la oportunidad de agacharse y estar justo en frente de aquel miembro en erección.

— Ay corazón, ¿hace mucho tiempo que no te veía? —pregunto mientras le besaba el glande y lo lamia como si de una paleta Tootsi Pop se tratara.

— Dos años —gimió Benny, acariciando el cabello de su jefa.

— Pues si se nota, porqué se ve un poco mas larga y gruesa de lo que me acordaba. Aunque el sabor para nada ha cambiado.

Fue entonces cuando se la llevo a la boca completamente, aprisionándole con sus labios mientras que con su legua le acariciaba el tronco y el frenillo. Lu había probado muchas vergas en los cinco años que llevaba el negocio pero la de Benjamin siempre había sido una de sus favoritas, porque tenía el tamaño para tragársela completa sin perder sin llegar a molestarle la garganta, además de que con los trucos adecuado podía mantenerla dura por bastante tiempo en su boca o de hacerlo venirse como una manguera para disfrutar de toda la leche que tenía en sus testículos. Pero en este caso a lo que ella apostaba era a lo primero, por lo que cuando sintió que la verga estaba suficientemente dura se separó de ella y con toda delicadeza con los bóxers del muchacho.

— Creo que con eso es suficiente —le dijo a su confundido asistente—. No me veas así, esto es un favor a tu novia, porque quiero que te la cojas con todo lo que tienes.

— Sabe, no hacía falta que hiciera eso.

— Sí, lo sé —dijo con una sonrisa de oreja a oreja— pero no me digas que eso no me gusto.

Benny trato de decir algo, pero en lugar de ello, solo se limitó a besar los rosados labios de su jefa.

— Ya apúrate, que te están esperando —dijo Lu.

El joven salió corriendo y en cuanto escucho el sonido de la puerta currándose, Lu se fue a su alcoba, llevando consigo un pepino que había sacado de las bolsas del supermercado. Se desnudó por completo y con un poco de música de jazz comenzó a masturbarse con aquel vegetal, recordando la última vez que ella y Benjamin compartieron juntos aquella cama, pero también comiéndose en su imaginación, ese par de hermosos y oscuros pechos que ten cachonda la habían puesto.

Se quedó dormida al noveno orgasmo y no se despertó hasta que el reloj de su teléfono marcaba las once y media. Había muchos mensajes entre el de ellos varios de un número desconocido. Se trataba de varias fotografías tomadas desde varios ángulos, pero claramente mostraban a dos personas teniendo relaciones en distintas posiciones.

La última de ellas estaba más clara y aunque no se vía el rostro de ninguno de los participante se notaba que la habían pasado muy bien pues uno de ellos se veía profundamente dormido mientras que la otra estaba junto a él mostrando unos par de enormes pechos bañados completamente con esperma. Y justo debajo de la imagen había un texto.

Mil gracias por el regalo Licenciada.

Ojalá pronto nos conozcamos para y pueda ensañarme como ponerlo así todas las noches.

El texto estaba acompaño de tres emoticones con forma de monos, cubriéndose, la boca los ojos y las orejas.

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