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Jimena, la abuela sexy de mi novia

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Desde que conocí a Jimena, la abuela sexy de mi novia, pero admirar a esta mujer madura en tanga fue lo que me llevo al deseo de querer follarla. No he dejado de pensar en ella, cómo sería cogerla, follármela completamente por todos sus agujeros. Llenarla con mi abundante leche, vivir una experiencia diferente, ella es una bella mujer madura, una madre hermosa, abuela vibrante, una sexy mujer madura. Lo que sería para algunos una persona mayor, pero que, para mí, se ha vuelto un deseo.

Jimena, que es como se llama la abuela sexy de mi novia, es una mujer de 62 años. Una mujer divorciada, pero a diferencia de muchas mujeres de su edad, que podrían estar llevando una vida tranquila, viviendo una vida casi de jubilación, abnegadas amas de casa. Esta mujer es todo lo contrario. Trabaja en una tienda de preparación de jugos, ella debe ser una de las más hermosas de todo el mercado, ya que siempre va muy apretada en sus prendas de vestir. Me gusta mucho la alegría que te hace sentir, esa fuerza de mujer luchadora.

Yo conozco a Jimena, desde mucho tiempo atrás, suelo pasar por el mercado donde ella tiene su negocio, una juguería, el sitio es pequeño pero muy acogedor. Cada vez que yo visitaba esa tienda, me preparaban un batido y me lo bebía en el camino. Pero desde que ella fue la nueva dueña, me pasaba por el local dejando dos días. Empecé a frecuentar aquel lugar, y en mayor parte, por una razón en especial. Me agradaba mirarle el culo, ver una mujer madura en tanga, mirar la forma de sus prendas íntimas, el modelo que se marcaba en sus nalgas. Vestía muy bien los pantalones blancos, apretados, las mayas de hacer deporte, eran muy tentadoras a la vista de cualquier persona. Sobre todo de un varón morboso, con las mujeres de sexys y singulares proporciones. Su cuerpo, su mejor carta de presentación en su local, ya que ella siempre te atiende, atenta a si necesitas algo.

Dentro de todo este tiempo, y creo que en paralelo, conocí a mi novia, luego de unos 3 largos meses de relación, me llevo a su casa, para conocer a su familia. Mi sorpresa fue grande al saber que la hermosa mujer madura, aquella que por las mañanas me ponía súper cachondo con sus prendas apretadas, es la abuela sexy de mi novia. Fue una sensación rara, al conocerla de esa manera. Ninguno de los dos, dio algún detalle de que ya nos conocíamos, creo que fue una complicidad mutua, que no dijéramos nada sobre nuestra amistad. Mis palabras hacia ella, durante mis visitas a su local, en más de una vez, siempre fueron de alago, de lo bien que se veía, lo bien que lucía por las mañanas, lo mucho que me gustaba su atención.

Yo miraba a Jimena como una posible fantasía a realizar, pero en el sentido de tener intimidad con ella, para ese momento no tenía nada serio, en cuanto a una relación. Estaba en coqueteos con mi novia, y pues la cosa estaba en el aire. Jimena me inclinaba hacia sus encantos, cada mañana al pasar por su local, era una oportunidad para dejar caer la opción de seducirla, conquistarla con palabras de doble sentido. Pero que también sintiera las ganas que yo tenía sobre ella. No intentaba ser mal educado, tampoco quería que cayeran en saco roto mis ganas. Mi plan era simple, seducirla y llevarla a un punto donde ella también sintiera lo mismo.

Nuestra amistad fue tomando algo de confianza, yo siempre intentaba ser algo más atrevido. Me gustaba hablarle sobre lo bien que se veía por las mañanas, lo radiante que solía estar a primeras horas en su local, como hacía para ella sola lidiar con todo el negocio. Sé que está divorciada, ella me contaba que nunca imagino tener un local propio, que su ex esposo la limitaba profesionalmente. La cuidaba según él, no dejándola trabajar, estar fuera de casa más de 8 horas diarias. Incluso me decía que antes no tenía el cuerpo que tiene ahora, pero que después de su separación, las cosas cambiaron para ella. Al no tener el apoyo de nadie, se vio obligada a buscarse la vida y conseguir cosas que antes, ni siquiera las soñaba.

Un 14 de febrero pase por su local, como siempre por la mañana. La salude con un beso en la mejilla, que bien olía aquel día, como siempre, que bien se veía, lo hermosa que estaba. Le pregunte para quien se había puesto tan sexy, ella solo sonrió, yo tenía ganas de invitarla a salir, pero quizá el temor a un rechazo, me freno. Me senté donde siempre, ella muy alegre y animada, me invitaría lo que yo pidiese, porque también era el día de la amistad. Me tomo la iniciativa, le agradecí el gesto, le pregunte si podría invitarle a tomar un café o algo, en manera de devolverle la invitación. Me dijo que con mucho gusto aceptaría tomar algo.

Desde aquel día, no la había vuelto a ver, empecé mi relación con mi novia, ya no quise pasar por aquel local, tomé la decisión de seguir con mi relación. Meses van, hasta que me la presentaron en casa de mi novia. Aquel encuentro fue raro, ¿por qué no dijo que me conocía? ¿por qué me saludo como si jamás me hubiera visto?, es que ni siquiera pestaño al mirarme. Aquel día me dirigió la palabra como un recién conocido, y en cierta forma, me preguntó sobre cosas que nunca hablamos cuando estábamos a solas. Se enteró de más cosas mías, de las que ya sabía. Yo sí que me incomode cuando la vi, temí dijera algo que me delatara.

¿Cómo fue que me la folle? Debo decir que fue una conquista algo lenta, pero que la llegue a conseguir. Volví a su local en más de una ocasión, regrese después de casi dos meses, lo primero que paso, es que nos miramos algo tímidos. Ninguno de los dos tocó el tema de aquella presentación, fije mi atención en sus miradas. Mire a Jimena, como la abuela sexy que es, como una dulce recompensa hacia mis esfuerzos, me centre en conseguir su atención. Le pedí disculpas por dejar de lado mi invitación, que me surgieron temas que no tenía previstos. Que había extrañado mucho sus batidos nutritivos, pero lo que más echaba de menos, era su amable atención.

Mis palabras tocaron un poquito en su sensible personalidad, ya que ella también me había extrañado, le sorprendía mucho que no volviese más por su local. Pero que como no sabía nada de mí, ella, había asumido que había encontrado otro lugar. Por las mañanas muy temprano es la hora precisa para yo hablar con ella, ya que a esa hora está sola. Sus ayudantes llegan más tarde y casi que podemos hablar de varias cosas sin ser interrumpidos, me agradaba llegar a esa hora, encontrarla más abierta a escuchar, hablar, dejarse seducir, ella dentro de todo, es una persona muy amable, es una mujer muy sensible.

Nuestra conversación tomaba matices eróticos, cada quien intentaba sacar sus mejores estrategias. Yo enviando preguntas directas, sobre sus relaciones anteriores, quizá las relaciones sexuales con sus ex parejas, ¿que disfrutaba más en el sexo? La verdad es que casi no se cortaba a la hora de hablar sobre estos temas. Posiciones, orgasmos, sitios, lugares, comidas, juguetes. Que le gustaba antes de la penetración, si era cierto que las mujeres casi siempre tienen ganas de follar. Si se veía de mal gusto que una mujer se quisiese llevar a un chico a la cama. Si era de esa parte de mujeres, o quizás lo contrario. Me sentía muy excitado en cada respuesta de ella, en cada expresión en su rostro, en cada movimiento.

Jimena, la abuela sexy, como cariñosamente le digo, en ningún momento evadió las respuestas, pero tampoco se dejó pillar en si lo haría con otra persona. Nuestra amistad ya tomaba más confianza, preguntas más picantes, cada mañana de casi un mes, dieron sus resultados. Sirvió de mucho, ser un poco lanzado, salir de la zona del amigo tranquilo. La invite a salir, aun sabiendo que era muy probable que me rechazase, o que quizá le contara a su nieta mi osadía. De momento no habíamos hecho nada, pero eso no me inquietaba, lo que me ponía en alerta, era a donde la podría llevar, que lugar podría visitar con Jimena, a donde podríamos entrar. No sabía cómo comportarme con ella, yo me sentía muy a gusto en su local, pero ya de salir a la calle con ella, esto se ponía más serio.

Pase a recogerla a su casa, para mi suerte ella vive muy cerca del centro, la zona donde vive es muy bulliciosa y concurrida de gente, se mueven muchos negocios cerca de ahí. Quedamos directamente en su casa, así nos evitaríamos exponernos, logre convencerla de eso, creo que a ella también le agrado la idea. El día fijado fue un lunes al medio día, ella descansaba, en su casa no habría nadie. Los lunes, para faltar al colegio, al trabajo, al colegio, o la universidad es perfecto. De la manera que yo lo veía, todo estaba siendo muy fácil, sencillo y sin complicaciones, eso me ponía algo más nervioso, algo me hacía suponer, que fácil o peligrosa era toda esta situación.

Después de casi, llegar a escondidas a su casa, ya estábamos sentados en el sofá, tomamos algo de licor, ambos necesitábamos soltarnos un poco. Ella, la abuela sexy, para este momento estaba muy tranquila, Jimena estaba muy relajada, yo necesite más de 3 copas de vino para eliminar los nervios. Casi que inspeccione la casa, en busca de que hubiera alguien escondido, y todo esto fuese una trampa, o algo así. Ya en confianza, tomamos más ritmo de la situación, yo estaba muy cerca de ella, muy excitado, las distintas maneras de mirarnos, rozar nuestras manos, compartir momentos de pareja en su casa. La acompañaba a la cocina por hielo, que los vasitos, que si las papitas para picar, a cada momento pegado en su espalda, mirar a esta madura en tanga, y ahora más de cerca y solo para mí, me encendía mucho.

Llegamos hasta su habitación, yo aún seguía con algo de nervios, por su insistencia en querer subir hasta arriba, por la manera de abalanzarse sobre mi cuello. No había querido que nos desnudáramos en el salón, ella siempre insistía con subir a su habitación. Ya dentro, discretamente me cerciore que no hubiese nadie, al menos por los sitios de donde alguien podría aparecer, ya si habría algún dispositivo, eso ya era otra cosa que no podía manejar. Sus manos entre mis piernas, sus labios arrancando los míos, sus gemidos intensos, todo estaba saliendo de una manera que no me la esperaba. Pensé que estar a solas con ella, me tomaría más tiempo, pero ya estaba a punto de desnudarla. Unos escalofríos secos, casi paralizantes recorrían mi vientre.

El algún momento nuestros cuerpos se pegaron más de lo que quizá no debieron de estarlo, mis manos no se apartaban de sus nalgas, yo apretaba aquellas pesadas tetas, mi boca en su boca. Mi mano derecha hurgando entre sus bragas, mi lengua buscaba su abultada vagina, los gemidos en cada lamida de sus labios húmedos, arrugados, algo colgantes, pero que dentro de su vagina, habían mucha humedad, mucho olor a sexo, sentía mucha excitación. La erección en mis calzoncillos se notaba, me dolían los huevos de tanta presión de sus manos, los botones de mi camisa, más de uno se rompieron, era muy rabiosa su manera de querer quitarme las ropas.

Fui directamente a su vagina, no le quite la tanga negra que llevaba puesta, solo se la corrí para un lado. Me sumergí directamente en el pozo, succioné y lamí aquella vagina, el olor a sexo que salía de aquella raja, me ponía muy caliente. Yo tenía toda mi boca embarrada de sus fluidos, más de un pelo suyo me los quitaba de mis labios. Mi cara en ese momento era una cosa babosa, pegajosa, una sensación que hasta ese momento no había experimentado, yo hurgaba en sus profundidades vaginales. Levante con mis manos sus pesadas nalgas, para correr su tanga chorreante de tanto líquido, me atreví a besar el orificio de su ano. No me importaba si el mal olor me inundase las fosas nasales, o en el peor de los casos, algún resto de algo, estuviese suelto en esa zona.

Primero mis labios, besaron delicadamente aquel agujero, mis besos en aquella parte de su redondo culo, hacían eco en toda la habitación. Fue como besar las mejillas de alguna mujer en señal de saludo. Besos alrededor de su asterisco, ella sujetando sus piernas con ambas manos, el pedazo de tanga a un lado, mi boca subiendo y bajando entre ambos agujeros, uno algo maloliente y el otro, mojado y viscoso. Yo había perdido el sentido, esto olía tan bien, se sentía bien, yo estaba muy excitado. Jimena, la abuela sexy, por otra parte solo sujetaba sus piernas, no dejaba de gritar, repetía que no parase, que siguiese, que estaba a punto de correrse. Que me mojaría si no me apartaba de entre sus piernas, no le hice caso, su vagina era un gran charco de olores y pegajosos líquidos. Ahora yo disfrutaba de esta mujer madura en tanga mojada.

Jimena se había corrido en mi cara, me sentí invadido por la curiosidad de probar aquellos líquidos, toda una nueva experiencia para mí, sobre mi inexperta vida sexual. La curiosidad me empujo a oler. Pero más que eso, a saborear, sentí el morbo de mirar su expresión, eso a ella la estremeció, la excito más de lo que ya estaba. Luego de pasar del asombro por meter mi boca nuevamente entre sus labios vaginales, se dejó caer, acercaba mi cabeza con ambas manos a su vagina, ya se había ido la salvajada con la que había empezado. Ahora era una tierna mujercita, sus mimos en cada lamida de coño que yo le propinaba, la enternecían, la hacían una dócil mujer. La abuela sexy disfrutando, sus ojos cerrados, su rostro placentero, la expresión en sus labios.

Todo este panorama, me dejaba con muchas ganas de querer más de ella, en este momento yo no sabía si debía besarla, abrazarla o ya, fóllarmela. Solo sentí un fuerte tirón hacia la cama, y en seguida, vi sus hermosos ojos mirando hacia los míos, pero desde la parte baja de mi estómago. Jimena, la mujer madura en tanga, me estaba lamiendo la verga. La tenía dentro de su boca, me estaba succionando las ganas, las ansias de haber querido todo este tiempo estar con ella. Se estaba tragando tramo a tramo mi erecta verga. Yo solo veía mi estómago tiritar y estremecerse en cada succionada, que ella ejercía sobre mis huevos. Me gustaba más este lado de Jimena, la abuela sexy, que delicia para lamer con su lengua, lo que tenía entre sus labios, las sensaciones se disparaban en mi cabeza. Mis ganas siempre latentes, mis sentidos atentos a cualquier cosa.

Sus labios no dejaban de jugar con mi erecta verga, su lengua, la más inquieta, traviesa y húmeda compañera para este trabajo bucal. Dentro de su vagina sentí cobrar nuevas fuerzas, sentí que mi verga, tenía o que tiene un cerebro diferente. Pensaba de otra manera, completamente erecta y no le daba tregua para que siquiera respire. Se había convertido en un taladro, entraba, salía a una fuerza que yo no había sentido antes. La penetración era cada vez más intensa, ella pedía eso, yo sentía unas ganas enormes por darle placer. Ella se tragaba sus palabras, tenía la boca rebosante de saliva, las mejillas rojas y los ojos blancos, pedía más fuerza y que no salga de ella por nada, que ahora no debía de parar.

La fricción de mi verga dentro de su vagina húmeda, chorreante de placer, estaban llegando a un punto de sentir que me corría, tenía esa sensación de correrme. Tengo en ese momento, la intención de durar un poco más, pero ante tanta excitación me estaba costando tomar el control de mis ganas por aguantar un poco más. Me faltaba probar posiciones diferentes, es que mi intención era cogérmela por toda la casa. Follármela en cada rincón de su habitación, hacerlo en el baño, en la tina enorme que había visto, la imaginaba a ella montada encima de mí. Tener a esta mujer madura en tanga, sentada en mis piernas, sus grandes pechos rebotándome en la cara. Me sentí correr de tanto gusto, esa sensación de ya correrme me asechaba en cada penetrada que le daba.

La abuela sexy, ya se había corrido más de una vez, pero aún seguía pidiéndome que la penetrase, pedía más fuerza a mis movimientos. Sus manos rasgándome el pecho, sus gemidos cada vez más fuertes y escandalosos, no era momento de terminar así. Me costaba seguir el ritmo, seria acaso por ser la primera vez con ella, que no sabía hasta donde llegarían sus ganas de sentirse satisfecha. Hasta ahora no había encontrado la manera de saber sus gestos para sentirse completa. De momento la había visto correrse en más de una oportunidad, desbordarse de fluidos vaginales, eso lo tenía casi memorizado, y es algo que surgió sin buscarlo mucho. Le acaricie con uno de mis dedos, la entrada a su orificio anal, moje con un poco de saliva mi dedo.

Eso la tomo de sorpresa, no esperaba que llegara a tanto, tampoco se sintió ofendida ni mucho menos violentada, es más, le gusto la intención, la iniciativa le había sorprendido sí, pero no le resulto rara. Mas por el contrario, dejo que siguiera jugando en ese pequeño orificio. Seguí jugando con su estrecho ano, busque la forma de meter un dedo, pero para que, si mi verga, también podría hacer esa labor, porque dejar de pasar esta oportunidad. Saque mi verga algo flácida, ya que el ritmo anterior, me había aburrido un poco. Al llevar mi erección, a su entrada anal, sentí la fuerza nuevamente en mi verga, el glande me palpitaba, me parecía que se me reventaría alguna vena.

Deje caer un chorro de saliva, no tenía tiempo para buscar nada, solo había tiempo para actuar, hacer lo que debíamos de hacer, yo entrar, follarla por ahí, ella disfrutar. Dejarse penetrar sin más oportunidad, la recompensa para ella, serían los orgasmos que podría tener. No tenía claro de hasta donde llegaríamos después de esto, pero en esta parte del encuentro sexual, ya no podíamos retroceder, había que penetrar, gozar como dos buenos amantes. Que por otra parte era en lo que nos habíamos convertido. La penetración demoro un poco en producirse, pero una vez dentro, ella lo disfruto mucho, le vi una cara de dolor, pero luego, todo cambio.

Estando yo dentro de ella, pero esta vez por su retaguardia, el escándalo fue más excitante, las palabras que decía, los gemidos muy delirantes, los torpes movimientos de sus manos. Sentí que disfrutaba más de esta manera que de la forma tradicional. Habíamos encontrado una forma nueva de sentir placer, porque a decir verdad, yo también me excite mucho. Su ajustado ano, me producía mucho placer, mi excitación fue diferente, a la vivida con anterioridad, alucinaba con este momento, que bien se sentía dentro de tan estrecho lugar. No quería salir de este agujero, el ajuste de su irritante, pero ajustado ano, me hacía sentir nuevas sensaciones, la estaba follando por el culo, sin pensarlo quizá que llegaríamos a tanto. Estaba follando con la abuela sexy de mi novia, no era cualquier mujer, debo de saber, quizá esto ya tenía que ocurrir.

Esto no me hizo durar tanto, aguanté lo más que pude resistir. Mis ganas de querer alargar un poco más este momento, mis fuerzas al igual que mis ganas, estaban por venirse abajo con esta forma de follar a Jimena. Estábamos súper excitados, creo que demasiados calientes para pensar en lo que pasase fuera, me corrí dentro de ella, me di cuenta porque dejamos de gritar. Lo supe hasta que Jimena se quedó quieta, ya le incomodaba tener sus piernas golpeando sus pechos. Repare en eso al sentir mi verga salir resbalándose de su ano, al descansar sus piernas sobre mis hombros y mirar como chorreaba mi esperma de dentro de ella. Ambas miradas se contemplaban, sabíamos que lo habíamos hecho, terminamos de follar, ambos nos corrimos, desde ese momento, éramos cómplices, secretos pero que importaba.

(9,20)