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Karen una puta madura (XI): Karen y relación lésbica

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Lo dejamos en el anterior capítulo en que Carmen iba a venir a cenar al día siguiente como así fue.

Mandé a los chicos a comprar por la tarde y me quedé en casa limpiando y de paso acicalé bien mi coño en la ducha para que estuviese en perfectas condiciones.

Yo, para eso soy una mujer muy mirada. El problema fue que al hacerlo en mi ducha, de solo imaginarme los postres de esa tarde acabé masturbándome con el chorro de la ducha.

La verdad, es que en eso soy una mujer muy fácil y me pongo caliente enseguida. Me puede venir en los baños del trabajo como ya conté en una ocasión, en los vestuarios de unos grandes almacenes o en el coche llegado el caso. Si estoy sola en alguna fila de butacas en el cine cuando sale alguna escena erótica o incluso en el agua de la piscina, imaginando varios socorristas me sacan del vaso con sus fuertes brazos y me cogen en la hierba.

Como he dicho muchas veces soy una mujer respetable en este pueblo y a excepción de aquel día me follaron mi novio Enrique y sus 4 amigos cazadores en el campo, como bien narré en el primer episodio de esta serie me gusta ser discreta.

Me fascinan los lugares públicos llegado el caso y en ese sentido siempre estoy lista enseguida.

Recuerdo como un día viendo una película en el cine sola me puse toda calentorra en la última fila. Tuve suerte de llevar falda. Me saqué las bragas y trabajé mi coño a escasos metros de un acomodador que para nada sospechó lo que estaba haciendo. Tuve un orgasmo inmenso metiendo mis dedos por el coño y el culo a la vez pensando ese hombre sabía lo que me estaba haciendo. Si me hubiese sacado el rabo en esos momentos no tengo ni idea si me habría amorrado pero no. He dicho soy una mujer muy reservada y respetable en ese sentido si bien entonces no tenía las pollas de mi negrito Ramón ni la de mi novio Enrique a mi disposición y andaba más necesitada.

También he de decir que la edad me ha liberado de muchas ataduras y a mis 46 años estoy mejor preparada porque conozco mejor mi cuerpo y si me entran ganas llego enseguida en cualquier sitio.

Como iba diciendo, después de ducharme y correrme acicalé mi coño.

Con unas tijeras repasé los pelitos de mi pubis y los de mi vulva. Unas canitas de madurita que rodean mis labios cayeron al suelo y las escobé. Me gusta llevar el coño con sus pelos justos y no como esas zorras salen en las películas porno todos rapados. Me eché un poco de perfume y me puse una bata y unos ligueros sin bragas.

Cuando acabé fui al espejo de mi habitación y abrí mi coño.

Si. Había quedado perfectamente pero le hice una foto que colgué en el grupo de WhatsApp de Ramón, Carmen y Enrique.

En el pie de foto puse...

-"Os gusta?".

-Enseguida recibimos la aprobación de los tres y a los 5 minutos una foto del coño de Carmen rasurado sin un solo pelo.

Con sus largas manos y rojas uñas Carmen enseñaba su concha bien abierta metiendo su dedo índice en ella sin estorbar la visión de su clítoris.

Señalar, que si el lector quiere una foto de mi coño no tiene mas que escribirme a la dirección de correo electrónico adjunto en este espacio. Le mandaré una gustosa pero no de la cara porque ya he dicho soy una mujer respetable.

Ding-Dong!!!

-Ohhhh!!! Ya estáis aquí, chicos. Y también Carmen...!!!

Efectivamente, el negro Ramón y mi novio Enrique habían pasado a buscar a mi amiga quien exhibía esa sublime belleza de curvas generosas y tez aceitunada como de gitana.

He de decir que tengo unos buenos pechos pero los de Carmen aún son más grandes. También es mamá, no como yo que no he criado.

Suerte soy una mujer prevenida y si bien la comida estaba casi a punto la mesa estaba puesta a la perfección.

Tomamos unas cervezas hablando de la pandemia y nos dispusimos a comer con una buena botella de vino había traído Carmen. Esa botella era un buen Rioja calculé de 70 euros. Carmen no tenía problemas económicos, desde luego. Porque su pensión de viudedad y orfandad junto con su trabajo de profesora de Filosofía y clases de flamenco le granjeaban buenos emolumentos.

Observé tanto Ramón como Enrique no quitaban ojo de las tetas de mi amiga. Los hombres, son muy simples la verdad.

Basta una exhiba un poco sus atributos para ponerlos cachondos y primitivos. Dada su actitud los mandé recoger la mesa y los oí trajinar en la cocina limpiando los platos. Carmen y yo nos quedamos solas en el salón.

-Que hagan algo, Carmen. Que aquí... solo somos nosotras siempre. Has visto cómo te miraban las tetas?

-Ohhh, si. Si hubieses visto en el coche... Estoy segura que si los llevo al campo se me hubiesen follado como si fuese una puta.

-Qué primitivos son los hombres, Carmen. No me extraña hayas estado 10 años sin acostarte con nadie. Con lo simples somos nosotras que con todo nos conformamos. Hoy simplemente me he hecho una duchaja y ya estaba lista.

-Yo también. Me he encerrado en mi habitación mientras mi Carlitos hacía los deberes y me lo he hecho con mi vibrador. Bueno... como hago todos los días... Para qué te voy a engañar. Llevo así años desde que me presentaste a estos dos. Pero creo que después de 10 años ya era hora de que alguien se me follara como hicieron el otro día Enrique y Ramón. Oye... que a mi me gusta tu negro, eh? Hoy tengo ganas de que me de negritos.

-Ya lo sé. Ojo... son buenos hombres los dos. Si no por los cojones los iba a tener a mi disposición. Ayer cuando vinieron de tu casa hechos unos brutos Ramón me dejó la cara llena de sus negritos.

-Ya vi la foto. Parecías a Cleopatra en vez de bañada en leche de burra en leche de burro.

Me reí sin parar con ese comentario...

-La borré nada más recibirla... con lo cotillas son en este pueblo lo que me faltaba perder el móvil y que caiga en manos de algún cotilla.

-Ya me lo dijiste. Espera... ya verás...

-A ver!! Exclamó Carmen.

Me toqué las tetas delante de Carmen para que se me pusieran tiesas y fui a la cocina y me las rocé con los dos.

-Qué limpios son mis chicos. Me miraron sonriendo dando su aprobación.

-Y... aquí abajo están limpios? Les dije acariciando sus paquetes.

-A ver...

Primero saqué la negra polla de Ramón que enseguida se puso a medio erección. A Enrique no hubo falta porque el muy burro se la sacó ya directamente poniéndomela en la cara todo ansioso casi tiesa

-Os voy a poner esas pollas bien tiesas y luego vamos a ver a Carmen, vale?

Se quitaron los pantalones y los bóxer y comencé a chupar esas dos grandes vergas una de cada color. Estaban realmente deliciosas, limpias y perfumadas. Chupar pollas así es un lujo y no como algún cerdo que se ducha de pascuas a ramos.

-Si. Mis chicos están realmente limpios. Han pasado como siempre el control de calidad. Qué rabos...!! les dije subiendo su autoestima.

Efectivamente. Ya le he dicho al lector ambos calzan dos rabos de cerca de 20 centímetros. Eso es lo ideal porque los hombres son tan tontos que si uno la tiene más pequeña que otro parece sea un agravio comparativo cuando en realidad, no es determinante. Me gustan las pollas grandes. He de confesarlo. Pero con una ordinaria de 13 centímetros siempre me he apañado y eso es el tamaño medio. En eso siempre he sido una mujer respetuosa. Total... si una vagina mide 14 centímetros para qué sirve una verga de 19?

Para nada.

-Oye... chicos no os da pena ver a Carmen fumando y bebiendo sola en el salón? Vamos a verla. Les dije guiñándoles un ojo con sus pollas en mi cara.

-Si, vamos dijo Ramón a quien se le veía ansioso por coger a Carmen.

Era evidente mi negrito estaba por ella.

Entré con ellos en el salón erectos. Mi bata desabrochada dejaba al aire mis buenas tetas y mi liguero sin bragas con un perfecto coño en estado de revista. Cómo llevaría Carmen el suyo? Seguro que muy bien.

-Mira, Carmen como están nuestros hombrecitos...

-Uhhh!!! Qué chicos más obedientes.

-Venid aquí. Dijo sacando sus gigantescas tetas embutidas en su camiseta.

La verdad, era que toda vez había visto las tetas de Carmen bien en la playa o en las duchas del gimnasio me había sentido abrumada por su tamaño. Eran unas enormes y caídas. Fácilmente se las podía chupar con su boca lo cual era una ventaja para una mujer a la hora de masturbarse. Sus alumnos en clase quedaban tanto hipnotizados por ellas como por su calidad como profesora de Filosofía nunca exenta a la vez de su personalidad como mujer.

Ramón y Enrique estaban ansiosos por tocarlas otra vez como el día anterior y ella porque se las besaran.

Carmen se puso muy cariñosa con mis chicos y le dejé se desahogara. Pero yo también quería mi ración de amor.

-Cómo os gustan mis tetas, eh tíos? Exclamó Carmen poniéndose bastorra mientras las besaban y chupaban con cuidado. Unos enormes pezones se pusieron erectos sin remedio y sus aureolas parecían galletas.

No respondieron. Siguieron chupando y besando como dos tiernos infantes.

Ella se las cogía con las manos para que chuparan y besaran mejor en el sofá.

Carmen se quitó su vestido cuando tuvo un momento entre la voracidad de mis chicos y se quitó las bragas después.

Exhibió un coño mojado y dilatado por la excitación y perfectamente rapado entre sus dedos.

He dicho no me gustan los coños pelados pero si era el de mi amiga Carmen no tenía nada que objetar. Ramón comenzó a libar esa almeja pero lo aparté y me vi comiédole la concha. Mientras, Carmen chupaba la polla de Ramón y Enrique besaba todo su cuerpo.

Nunca había chupado un coño y me di cuenta de que ya era hora.

Estaba perfectamente limpio y ese su humor sabía de fenómeno. Estaba claro era una mujer limpia y cuidaba mucho su intimidad.

Carmen, dejó de chupar a Ramón y le dijo...

-Hoy si que no te vas a escapar de darme tus negritos, corazón...

Dos hombres y una mujer para mi amiga quien gemía sin parar de placer. Estaba loca de contenta y agradecida.

Mientras comía el coño de Carmen besé su cicatriz de mamá. Aquella cicatriz de cesárea su cirujano tuvo que practicarle para traer al amor de su vida que no era sino su hijo Carlitos a quien tanto quería y que le era imposible vivir sin él.

-Qué coño tienes, Carmen! Exclamé.

No respondió. Estaba muy ocupada intentando Ramón le diera negritos.

Eso si... se retorcía como una culebra en mi sofá intentando disfrutar de nosotros tres.

Enrique dejó de tocar a Carmen que estaba realmente excitada. Se puso de rodillas en el sofá y exhibió su verga delante de sus ojos subiendo y bajándola diciéndole...

-Chupa esto!!!

Soltó la polla de Ramón y comenzó a chupar la de Enrique. Por un momento asió las dos y se las metió ambas en la boca gimiendo sin parar.

-Mmmm. Me encantan estas dos pollas, tíos!!! Dijo poniendo los ojos en blanco.

Ambos presionaban sus miembros para ver cual se tragaba más a fondo. Primero la de Ramón, luego la de Enrique... estaba completamente convencida de que si hubiesen sido las dos del mismo color no habría sabido de quien era quien.

Carmen comenzó a mover su coño y lo abrió con las palmas de sus manos para que yo pudiese llegar mejor adentro con mi lengua. En esos momentos y chupando su clítoris comencé a maniobrar su ano con mis dedos. Esa mujer se iba a correr en mi cara y con las dos vergas de mis hombres en su boca.

Ambos sacaron aquellos dos rabos de su boca y se las pusieron en la cara. Ramón se la refrotaba por un lado y Enrique por otro pero volvió a chuparlas otra vez juntas.

Fue precisamente eso lo que hizo le hizo estallar en un largo orgasmo gimiendo sin parar agarrándose a su coño para acabar derrumbándose de lado en el sofá entre estertores y sollozando con sus enormes tetas colgando.

Ramón y Enrique se dirigieron a mi y el negro me apoyó en el sofá al lado de Carmen tomándome por el coño mientras Enrique lo hizo por la boca.

Ramón ajustó bien su polla en mi raja y movió su cuerpo de lado a lado para ensancharme y que luego Enrique pudiese follarme mejor.

Carmen, entre sollozos observaba como mis hombres disfrutaban de mi diciéndome palabras mal sonantes y cariñosas a la vez.

Gemían como salvajes y yo también. Me iba a correr de un momento a otro observando a Carmen tirada en el sofá con su coño chorreante. Si... me iba.

-Ahhh... chicos... me corrooo!

Ramón me metió aún más fuerte y Enrique sacó su polla de mi boca justo en esos momentos para que pudiese gemir a placer.

Caí rendida junto a Carmen en ese sofá. No obstante, animé a mis chicos quienes se las estaban pelando viéndonos a las dos reponernos.

-Vamos tíos. Haceros una paja mirándonos!!

Ramón dirigió la punta de su polla a la cara de Carmen quien comenzó a chupársela poco a poco. No le hizo mucha falta porque Ramón se iba a correr enseguida en su cara avisándole.

-Quieres mis negritos, Carmen???

-Ohhh, si... dámelos...

Ramón agitó su polla a un ritmo frenético y de su ranura salieron 4 chorros de blanco esperma regando la cara de Carmen por completo. Parecía mentira de un hombre tan negro surgiera un semen tan blanco como la leche.

Enrique no se quedó atrás y se corrió también en mi cara de la misma guisa inundándome la boca, el pelo, ojos y mejillas con su espesa lefa.

Ambas nos miramos impregnadas de las semillas de nuestros respectivos hombres que cayeron al lado de nosotras con sus temblorosas vergas aún erectas e impregnadas de leche.

Era obvio no podían más.

Carmen se levantó del sofá prácticamente repuesta y me tendió una mano a lo cual se la tomé amigablemente.

Fuimos al baño a limpiarnos de la leche de esos hombres. La verdad fue que cuando nos miramos al espejo íbamos llenas de esos hombres y para entonces ese espeso semen se había licuado cayendo sobre nuestras tetas.

-Qué manía tienen de correrse en nuestras caras...

-Si, Karen. La verdad es que no se el porqué de esa afición.

Saqué unas toallitas y nos secamos.

-Yo me voy a duchar, Carmen. Voy llena de leche. Parezco una cerda.

-Me dejas te acompañe?

-Si, claro.

Nos metimos en el plato de ducha las dos y nos mojamos.

El caso fue que con la voluptuosidad de Carmen era imposible sus erectas tetas no rozaran las mías por lo que nos empezamos otra vez a poner cachondas.

Carmen no pudo más y comenzó a tocar mi coño al mismo tiempo dirigía el chorro de agua a mis pechos.

Estaba realmente turbada y confundida. Nunca había hecho eso con una mujer pero me estaba gustando por lo que la besé. Cuando lo hice sus grandes pechos se juntaron con los míos y un escalofrío dominó mi cuerpo.

-Ca... Carmen... qué me está pasando? Qué me haces??

A punto estuve de salir de ahí y vestirme. Carmen advirtió mi nerviosismo.

-Relájate, Karen...

Nos miramos a la cara y Carmen cerró el grifo.

Me secó la espalda, cuello y pechos a la vez que lo húmedo de mi coño que iba a cien.

-No me dejes, Carmen... estoy un poco confundida.

-No te preocupes, Karen. Confía en mí.

La sequé a ella y nos fuimos a mi habitación. Para entonces Ramón y Enrique ya estarían casi dormidos.

Me tumbé en mi cama y Carmen comenzó a comer mi coño metiendo hasta adentro sus dedos. El hacer algo desconocido me puso muy excitada.

Me tumbó en la cama y puso su gran culo en mi cara y comenzó a rozar su vagina sobre mi cara musitando palabras que yo no alcanzaba a oír y comenzó a lamer mi coño desde arriba jugueteando muy despacio con mi clítoris y labios vaginales.

Los labios de su vagina colgaban sobre mi boca como si fueran una campana y mi lengua su badajo.

-Qué tal vas, amor? Musitó Carmen.

-Muy bien, sigue así.

Los enormes pechos de Carmen caían sobre mi estómago y los notaba realmente calientes.

-Tienes un coño precioso me dijo Carmen alejando su lengua de mi clítoris y acariciando toda mi vulva en su conjunto.

-Sigue, Carmen. Por favor...

Ella logró meterse toda mi concha en su boca absorbiéndola como si fuese un caramelo para volverla a soltar y trabajarla con sus dos manos. Me estaba volviendo loca esa mujer.

-Qué bien chupa mi chica. Dijo Carmen moviendo sus caderas pasando su almeja y ano por mi boca.

-Me voy a correr, corazón... Me muevo un poquito más y ya... Me dejas?

-Si, Carmen si...!

Efectivamente, se corrió en mi cara moviendo su culo como una loca.

Carmen cayó completamente exhausta en la cama y su culo temblaba como un flan. Se agarró a mis piernas y mis pies y comenzó a acunar su cuerpo de lado a lado suspirando por su orgasmo.

Cuando estuvo repuesta se abrazó a mi y me besó todo el cuerpo. Su aliento y boca olían al dulce aroma de mi coño limpio.

Abrió sus piernas delante de mi exhibiendo su vagina.

-Mira como lo has dejado...

Efectivamente estaba dilatado y totalmente encharcado. Su flujo había impregnado por completo un ano que brillaba a la luz.

-Gracias, Karen...!!

-No me dejes así, Carmen...

Saqué mi vibrador de su cajón y Carmen comenzó a masturbarme mientras me besaba en el cuello y boca.

Con mis manos abrí mi coño todo lo que pude y con mis dedos cerraba los labios de mi concha para que rozaran con el aparato que lentamente vibraba haciendo su trabajo.

-Te gusta, amor?

-Ohhh... si. Carmen. Sigue...

Me besó en los pechos y para entonces yo ya estaba acariciando mi clítoris con mis dedos y al poco me corrí como nunca entre los susurros de esa mujer y mis suspiros de placer.

-Ya? Amor?

-Si, Carmen...

-Te ha gustado lo que te ha hecho tu Carmencita?

-Mucho. Dije un poco avergonzada.

-Siempre hay una primera vez... y hoy ha sido para las dos. Yo tampoco había hecho esto nunca.

-Ohhh... Carmen. Pensaba eras una experta...!!

-La experta eres tu comiéndome el coño, cariño...

(Continuará).

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