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La amiga de Carla va a la pensión

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Estimados: Superados ciertos temas que no vienen al caso, retomo la publicación de los relatos de nuestras salidas con Carla, mi amante, y algunos amigos.

Lo primero, contarles que Marianne, la esposa del capo de multinacional, M , quienes mantienen un matrimonio totalmente liberal, vino junto con él a visitar la pensión de todos conocida, donde he llevado a Carla dos veces cuando ha estado con ganas de manos ásperas.

Marianne, franco belga de origen, le llama “experiencia canalla” y quiso ir sola, a efectos de un total disfrute. Su marido M quedó con Carla, y conmigo para aprovechar el tiempo ja ja.

Habíamos conversado con el dueño de la pensión del barrio Sur y con uno de los que allí viven, Richard, el albañil y amigo nuestro desde antes de ir a la pensión.

Arreglamos que todos, Richard, el dueño, y otros cuatro residentes, tuvieran los análisis al día al igual que Marianne.

El relato será breve, pues es lo que ella nos contó y los machos del caso nos confirmaron.

Se trasladó a la pensión en un coche de compañía de traslados, los llamados remisse, y ya de ida, muy seria, jean y camisa (aún era época de calor intenso) se fue tocando y acariciando las tetas, para desesperación del conductor.

Al llegar le pidió que fuera a hacerle el viaje de retorno tres horas después, que estacionara y llamara a la puerta, para no esperarlo afuera.

Llegó, varias vecinas, con quienes los huéspedes lo habían comentado, esperaban en sus ventanas y hasta dos de ellas sentadas en la vereda, para ver llegar “a la puta francesa que se viene a hacer dar en la pensión”. Y vaya si lo hizo.

Entró y besos a todos, que ya habían llegado de sus trabajos, limpios pero a pedido de ella, “en ropa de pensión de hombres”, en short y camiseta, o solamente short, chancletas, y cosas así.

A su pedido, habían llevado al patio cerrado central (vieja casona) una cama grande. Le pidió a Richard que colocara sábanas nuevas que ella llevaba, y fue al baño a cambiarse. La opinión general es que resultó ser una muy linda mujer, alrededor de 40 le estimaron, muy elegante, y que habla muy bien español, y lo digo yo, tres idiomas mas.

Se fue al baño con su bolso mientras y les dijo, “vengo a que me follen, los quiero desnudos”. Y así la esperaron, desnudos y medio desconcertados, todos juntos, desnudos, aunque ya se conocen de estar con Carla.

Y aparece Marianne… típicamente a la francesa, tacos, y lencería de marca (LP), tanga pequeñita al frente y tipo hilo por detrás, portaligas a la cintura, con cuatro tiras largas que oscilaban, sin medias a las cuales sujetarse y soutien transparente, todo en suave color rosado con toque de puntillas blancas.

Pelo en típica melenita corta, (según le dijo a Carla, “así no me molesta al chupar pijas”). Sabe caminar, sabe lucirse… se puso entre ellos, y dijo, ahora hagan lo que quieran conmigo antes de comenzar a follar, y no se preocupen por la lencería, si se rompe algo no importa, veces mezcla diferentes palabras en español ja ja, como eso de follar.

Según nos contaron al momento la manoseaban por todos lados, besos de lengua, le sobaban las tetas por encima del soutien. Alguno ya le corrió hacia el costado el hilo de la tanga para tocarle el culo a gusto.

En pocos minutos, estaba toda babeada, y la concha ya húmeda según dijo ella y confirmaron los participantes, ja ja…

Vamos a la cama contigo dijo, y señaló a uno, pero el resto puede ayudar...

Voló el soutien, le arrancaron la tanga, que se rompía fácilmente, y se quedó con el portaligas puesto.

El tipo desesperado bajó a chupar concha, una delicia, opinión unánime. Mientras tanto Richard le dio a chupar, ella se prendió y en un minuto lo previsible, zás… acabó desesperado en boca, ella siguió chupando y tragando, hasta mostrarle la lengua limpita, y le dijo: me debes otro mas tarde…

El que le chupaba la concha, no quiso meter oportunidad y la puso en cuatro, entrándole de inmediato (“me encanta cuando ni preguntan”), y así siguieron, algunos acabando adentro, el dueño de la pensión en la cara, y ella siguió tranquila, y otro le rellenó el ombligo de leche.

Al terminar la primera ronda, ya chorreaba semen por los muslos y caían gotas o hilos de semen de la, concha a la sábana, ella hasta en el pelo, el portaligas todo manchado.

Y mas de lo mismo en la segunda rueda, con alguno masturbándose para que se le parara cuanto antes. Richard y el dueño no perdieron la oportunidad de acabarle adentro y tres le hicieron la cola que le habían preparado con abundante gel.

A bañarse y esperar, desnuda, a que llegara el remisero preguntando por ella.

Fue a la puerta, lo metió a la pensión y le dijo… ”no te vas de aquí con ganas, vi que me deseabas”. Y prácticamente ella lo cogió, aunque él encantado.

Cuando volvió al apartamento donde la esperábamos con su marido y Carla, traía el jean mojado de lo que seguía escurriendo de la concha, y solamente dijo: cansada pero feliz! Me hicieron de todo! Seguro voy a volver!

Y hasta aquí, con poco detalle y quizás algunas imprecisiones, lo que pasó en la pensión.

El próximo reporte será de nuevo con protagonismo nuestro, organizando algo totalmente nuevo.

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