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La esposa de mi amigo (8): Nublado por la calentura

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Hace dos años que David abandonó a su esposa e hija, yo era el amigo que por cuestiones de trabajo pasaba un fin de semana al mes en su casa, hoy soy el amante de Susana que cuando su hija no está, cogemos con furia y sin miramientos. La noche anterior cogí con furia a la madre mientras que sin saberlo la hija estaba en la casa. Lo cual en vez de avergonzarme me dio mucho morbo.

La noche del sábado estaba enviando fotos de mi pija a mi señora Verónica que estaba en ciudad y a Susana a dos habitaciones de distancia, ambas me enviaban fotos sugerentes, diciéndome lo que me iban a hacer cuando me tuvieran enfrente, una cuando volviera, la otra cuando su hija se fuera con las amigas. Yo sabía que el macho de mi señora se la iba a coger esa noche, así que estaba listo para conectarme a mi cámara espía para verlos, me calentaba sobremanera ver que otro se cogiera a mi señora.

Por otro lado estaba calentando a Susana diciendo “Que clase de pedazo de puta sos, que grita fuerte para que la hija la escuche coger con el amiguito del padre”, totalmente desnudo, me acomode la pija con la mano y le saque una foto, enviar. De vuelta recibí un audio donde en un susurro y entre pequeños gemidos Susana me decía que yo era el perverso que no la dejo hablar, que fui yo el que la obligó a gritar y después narró cómo me iba a chupar la pija. Me tapé con la sábana, me preparé para enviarle un audio a mi amigo Eduardo para preguntarle si nos tomamos una cerveza el Lunes a la noche, necesitaba contarle a alguien lo que me estaba pasando, “Eduardo, cornudo, cómo estás? Che…”

En ese momento se abrió la puerta, pensé que Susana venía a comerme la pija como prometió pero allí parada en puntas de pie, nerviosa con la cara colorada estaba su hija, con los labios metidos dentro de la boca, la cabeza ligeramente gacha pero bien derechita cerrando la puerta detrás de ella. Mariana es pelirroja, en ese momento sus cabellos rojizos estaban desordenados, su respiración estaba acelerada, estaba apoyada contra la puerta indecisa si seguir, desde donde estaba pude ver sus pies envueltos en unos zoquetes blancos con un detalle en rosa en el elástico, sus pálidas piernas delgadas, perfectamente depiladas, contrastaban con una remera negra con las letras BTS en blanco que le alcanza a cubrir por muy poco su ropa interior, sus ojos verdes me miraban como esperando algo de mi, yo boquiabierto por la sorpresa quise hablar cuando ella algo asustada se llevó rápidamente el dedo índice a los labios.

Confundido, puse mi mano sobre la boca y le hice un gesto para que se acerque. En puntas de pie avanzó hacia mí con la gracia que solo ella como estudiante de ballet sabe tener. Se paró junto a mi cama donde la esperaba sentado con mis piernas estiradas, apoyado contra el respaldar de la cama, desnudo bajo las sábanas, mi pija seguía totalmente erecta, ella me observó como analizando mi cuerpo, me recorrió de la punta de los pies, deteniéndose en mi bulto y terminó mirándome a los ojos, estire mi mano para acercarla pero ella me mostró las palmas con un gesto que me dejó claro que no quería ser tocada.

Levante las manos sobre mi cabeza, le mostré cómo cruzaba los dedos para terminar en mi nuca, aprisionadas por mi cabeza, levanté las cejas haciendo una mueca que pretendía dar a entender “Así mi señora” de manera servicial. Ella pareció entenderlo porque sonrió e hizo una reverencia para luego respirar muy profundo dos veces por la nariz y exhalar por la boca, acto seguido se quitó la remera apretando los ojos dejándome ver su cuerpo. Tenía puesta una bombacha blanca con lunares rosas, su vientre blanco, manchado de algunas pecas, era totalmente plano, cuando respiraba podía notarse levemente esa cuadrícula que solo el ejercicio puede marcar, una cintura perfecta que terminaba en unos pechos pequeños con pezones rosados erectos, tenía un lunar justo bajo el pezón izquierdo, un cuerpo que podía llevar a un hombre a la locura.

Abrió sus ojos algo asustada, nerviosa, esperaba algo de mi, trago saliva, yo no quería asustarla más así que solo hice un gesto con la cabeza para que se acercara. Metió sus labios dentro de su boca, tomó la sábana lanzándola al suelo, con su dedo índice recorrió mi pija, me miró, cerró los ojos y tomó dos respiraciones largas, profundas. Entonces ella se subió sobre mí, me tomó del rostro y me dio un beso tímido, dulce, el olor a tutti fruti de su aliento combinaba perfectamente con su personalidad. Apoyo ligeramente su entrepierna sobre mi pija rozando suavemente mientras otro beso igual de tímido recorría mis labios, el roce aumentaba, un gemido contenido salió de sus labios, quise sacar mis manos de detrás de la nuca pero ella me tomó de las muñecas, escondió su cara en mi pecho y empezó a recorrer con su vagina el largo de mi pija cada vez más rítmicamente mientras daba gemidos pequeños, podía notar como se mordía los labios y cómo por momentos apretaba fuerte mis muñecas. En un momento se movió frenética y apretó mis muñecas con fuerza, ahogó un grito contra mi pecho, tensando su cuerpo. Me soltó la muñecas, me abrazó, dándome un beso tierno y húmedo, mis manos la trataron de tomarla por la espalda pero sus mano y su cuerpo se tensaron, estire mis codos para apoyarlos en el respaldar de la cama mientras que ella comenzó a moverse de nuevo pegando su frente a la mía con ambas manos sosteniendo mi cabeza.

Mis manos se aferraron al respaldar mientras ella elegía un ritmo a gusto, yo levantaba la pelvis para aumentar la fricción de nuestros sexos, nos besamos tiernamente, ella se tapó la boca en un rápido movimiento, cuando el roce la hizo acabar nuevamente mientras que esos llorosos ojos verdes se abrían de par en par, su rostro estaba totalmente colorado, nuevamente un beso largo, tierno y húmedo paso por nuestras bocas, me abrazo por un rato largo, sentí el olor a champú en su cabello, lentamente le acaricie una mejilla con el dorso de mi mano, haciéndola estremecerse, me sonrió feliz.

De pronto, se levantó rápidamente tomó su remera, mientras corría en puntas de pie hasta la puerta pude ver como su bombacha estaba empapada de nuestros fluidos. Se puso la remera dándome la espalda, abrió la puerta y antes de cerrar me sonrió nuevamente y me lanzó un beso. Me dejó totalmente perturbado, me fume un cigarro, para bajar mi frustración y me prepare para conectar la cámara espía de mi habitación en ciudad.

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