Nuevos relatos publicados: 9

La falsa inocencia de mi amante

  • 10
  • 17.462
  • 9,57 (21 Val.)
  • 0

Delicada, muy femenina, tierna, hermosa, cuerpo firme y torneado, nalgas perfectas, senos generosos, blanca y alta, miraba sus caderas cuando se sentaba e imaginaba como sería su cuerpo desnudo, cierta vez que traía pantalón noté que tenía el cierre abierto y le miré las pantaletas cubriendo parte de su pubis, sus amplias y redondas caderas las imaginaba desnudas, con sus piernas abiertas mostrándome su vulva, sus senos blancos y jugosos, me imaginaba chupando sus pezones, cuando la vi agachada recogiendo una moneda, miré sus enormes nalgas con ropa, claro, pero imaginé como serían sus hermosas nalgas desnudas, y poniéndole mi verga entre ellas.

A “Irina” la conocí en mi trabajo, fue subcontratada para la compañía, ella era mi sueño ideal de mujer, es sus 26 años frescos, 1.69 metros de estatura, voz de niña, cuerpo de diosa, torneado, ejercitado y duro, cara de inocencia, nos gustamos desde la primera vez que nos vimos y el coqueteo fue mutuo, le pedí su número de celular y sin ninguna resistencia me lo dio, empezamos a enviarnos mensajes al celular cada vez más atrevidos, le dije que quería invitarla a tomar un café lo que le pareció muy común, seguimos en contacto y una noche mientras nos enviábamos mensajes me confesó que era casada y me sorprendí de que ella me hablara como adolescente si ella estaba con su esposo, me respondió que hacía más de un año que no dormía ni tenia sexo con él.

Nuestra tensión sexual e interés mutuo subió tanto que nos pusimos de acuerdo para vernos en mi casa y darnos solo un beso esa primera noche, según ella, solo no besaríamos, llegó vestida con una blusa ajustada que dejaba ver sus preciosos senos redondos y un pantalón de mezclilla ajustado, la tome de las manos y la besé lentamente sin embargo después de besarla tiernamente durante unos segundos la recosté en la cama y comencé a besarle el cuello, la piel entre cuello y sus senos, respiraba cada vez más rápido y olvidó de su intención de solo besarnos, poco a poco y mientras ella no oponía resistencia, le descubrí los senos y elegí un pecho y me prendí del pezón como un bebe, mientras juntaba mi cadera a la de ella, nuestros genitales, aun vestidos en su vulva también vestida, me coloque encima de ella para excitarla, hasta que tomamos la posición como si estuviéramos teniendo sexo, con ritmo sexual, más adelante mientras chupaba sus pezones, intente bajarle los pantalones pero ella se opuso, al mismo tiempo se descubrió parte de su cadera que le llene de besos, quería desnudarla más pero ella me detenía, sus senos eran grandes pero no descomunales, blancos tersos de pezón obscuro, fue todo lo que pude desnudarla, pero fue suficiente para hacerla desear más encuentros, acaricie su vulva por encima de su pantalón, toda su cadera, el área genital, anal logrando que gimiera de placer, antes de que se fuera y mientras se peinaba, me coloqué detrás de ella frotando mi verga en las nalgas, por cierto muy lindas, redondas y duras, le acaricié toda su zona sexual, nalgas, ano, vulva, monte de venus y ella no se opuso ni se resistió, solo lo disfrutó. La llevé hasta una cuadra antes de llegar a su casa con su esposo, cuando se bajó del coche pude observar su gran trasero sus grandes nalgas, redondas y firmes me dejó con un dolor inmenso de testículos y con la firme intención de cogérmela.

La segunda visita fue tres días después, la lleve de nuevo a mi casa, esa ocasión traía pants deportivos, ya desbocados de deseo y sin preámbulos nos besamos apasionadamente, acariciando su cuerpo, sus pechos y cintura, excitado le frote mi verga por atrás mientras la agachaba un poco para que me sintiera en su entrada vaginal, y ella se excitaba más y más hasta que se acostó conmigo en la cama, la desnudé y me prendí de sus senos mientras le acariciaba la entrepierna,

—Estoy mojada —me dijo al oído.

Y le pedí, le rogué que me dejara tocar sus genitales húmedos, al principio se negó hasta que accedió y pude sentir sus labios vaginales, calientitos y mojados, le acaricié el clítoris y ella gimió de placer, saqué mis dedos húmedos de sus jugos vaginales, y ella de inmediato llevo mi mano a su nariz para olerla,

—Tus dedos huelen feo —me dijo haciendo cara de disgusto.

—Nada de eso, es el mejor olor del mundo —le respondí.

También me saqué mi miembro para que ella lo conociera, lo sintiera en su manita blanca y yo sentir sus caricias, me la jalaba, me lo apretaba y no dejaba de admirarlo. Finalmente ya cuando estaba de pie le froté de nuevo mi verga en sus nalgas hasta que se excitó tanto que me dejo meter mi mano en sus genitales, le metí dos dedos en el interior de su vagina y cuando más se sintió caliente, gemía de placer, me saco a empujones de la habitación mientras yo le mostraba mis dedos húmedos de su intimidad y me los llevé a la boca para probarlos, casi estallo de placer al probar su elixir femenino. Fue todo ese día.

La siguiente semana volvió a mi casa, en la tercera visita traía de nuevo pants deportivos, era su coartada para vernos, decía que salía a correr al parque y yo pasaba por ella. Era ya imposible mantenernos serenos, nuestro deseo mutuo aumentaba y la tensión sexual era insostenible, pero ella por algún motivo, tal vez insegura se resistía a la penetración para no faltarle más a su esposo, esta vez solo fueron 15 minutos los que estuvo en mi casa pero suficientes para desnudarme e intentar desnudarla pero solo logre ponerle mi verga desnuda en sus nalgas vestidas, para excitarla y que me acariciara mi verga con su manita mientras le chupaba los senos y le metía los dedos en su vagina, pero no me permitió ver los vellos de su vulva, se tapaba con sus manitas la zona genital, pero la incliné para que sintiera mi verga en la entrada de su vulva. Esta vez más caliente, por primera vez toco y sintió mi verga a la luz del día y la miró me masturbó, mientras estábamos semidesnudos en mi cama y vio como brotaba mi semen a borbotones.

—Parece una regaderita —dijo riéndose excitada del espectáculo de virilidad, mientras ella estaba mostrándome sus senos bamboleándose por sus movimientos.

Tardo un mes en regresar, para la cuarta visita seguramente se atravesó su periodo menstrual y una vez que terminó y sus genitales estuvieron limpios y ella lista para otro encuentro sexual. Ya en mi casa y en la cama esta vez le pedí que me mostrara sus genitales o al menos su pubis, sus vellos, su monte de venus, ya no se negó más, me mostró su pubis levemente rasurado, blanco y limpiecito, bajo un poco más su pants y pude ver los vellitos de su vulva, castaños, hermosos y apenas vi una pequeña parte de su rajita, enseguida se montó en mí, acarició mi verga y dejó que mis dedos entraran en su vagina, mientas ella subía y bajaba con ritmo lento sobre mi mano y mis dedos, con mi verga erecta frente a su vulva, ella deseaba, imaginaba que lo que le entraba a su vagina era mi verga, lo sé, me lo dijo después, continuó frotándome con sus manitas blancas y delicadas hasta que mi semen brotó y la impresionó.

—¿Siempre sale así de fuerte y blanco? —me preguntó.

—Solo cuando tú me tocas —le respondí.

—Es enorme, me gusta tu verga —me dijo más atrevida.

Quinta ocasión que me visita y no me permite penetrarla, pero tampoco deja de venir conmigo, eso es una buena señal de que cada vez está más cerca que logre cogérmela, ella también llego dispuesta a coger, llegando a mi casa me pidió permiso para entrar a mi baño, venia preparada con toalla y ropa limpia, se metió a bañar, poco después me pidió que entrara para bañarme con ella, mientras estaba adentro desnuda me asomé, ella estaba tras la puerta y por primera vez vi su cuerpo entero, completamente desnudo, estaba hermosa, blanca de piel, con unos pechos jugosos, redondos y con pezón obscuro, tenía su cuerpo cubierto de jabón, de espuma yo estaba desnudo también y con una erección, me acerque al lavamanos dándole la espalda, entonces ella me abrazó por detrás, sentí sus senos resbalando es mi espalda, su cadera y pubis en mis nalgas, todo su cuerpo resbaloso se pegaba al mío, de pronto me di la vuelta y me coloqué frente a frente, ella se colocó en cuclillas frente a mi pene que comenzó a acariciar, mirando fijamente mi erección frente a su hermosa carita, me besaba al rededor del pito hasta que en un instante se lo metió en su boquita, me lo chupaba suavemente, ¡¡me la estaba mamando!!, no podía creerlo, esa carita que me enamoró a primera vista estaba ahí, con mi verga en su boquita, yo gemía de placer, así durante unos minutos mientras yo comencé a acariciar su espalda resbalosa y llena de jabón, hasta llegar a sus nalgas, al canal entre sus nalgas y finalmente a su ano que sentí húmedo y con vellos.

Me mamaba la verga mientras le acariciaba su culito, nos metimos bajo la ducha le quite el jabón de su escultural figura y desnudos, ella frente a mí, enseguida me arrodillé para besarle la vulva, me acerque a sus triángulo femenino, extasiado del paisaje y excitado de lo que se avecinaba, estaba a un instante de probar su sabor más íntimo, para mamarle el clítoris, le metí la lengua en su vulva sintiendo sus labios calientitos y llenos de babita sexual, con sabor saladito rodeando mi lengua, mientras ella se retorcía del placer que yo le proporcionaba, la tomé de las nalgas para acercar su sexo a mi boca, finalmente ya excitada al máximo, se puso de espaldas a mí y se agachó esperando que le metiera la verga por vez primera, estaba calientísima y quería que me la cogiera ahí mismo, le puse mi verga en sus esplendorosas nalgas, se las golpeo con mi pene pero no la penetro, le tenía reservado el placer de reyes antes de penetrarla, la llevé a la cama, ahí la acosté y por primera vez pude observar su sexo, abierto, entregado, me lo muestra para compensar todos esos días que previamente solo me dejaba tocarle y le abro muy grande las piernas, de forma obscena para mamarle su sexo joven, femenino, recién lavado, limpio, oloroso, caliente y lleno de jugos vaginales, me entrego al deleite máximo de poseer a esa mujer que me enamoré y sentí inalcanzable, le pongo mi lengua en sus labios mayores, con vellitos, pruebo sus líquidos saladitos, ella gime y gime por la caricia, arremeto más adentro de su sexo mi lengua para lamer sus labios interiores, más suaves y sin vellos, ella ahoga un pequeño grito mientras mi lengua endurecida se clava en la entrada de su vagina, luego de pistonear con mi lengua su sexo, me proyecto sobre su pequeño clítoris que ya está rosado y erecto, ella al sentir mi lengua me toma de mi cabeza para que no aleje mi boca de su sexo ni un segundo, enseguida la coloco para hacer un 69 ya en posición ella chupa mi verga y yo le mamo su vulva, en tanto, sus nalgas, su vulva, su ano están sobre mi cara y no pierdo la oportunidad para meterle mi lengua en su ano recién lavado y limpio, en su colita, en su culito, pero fue todo, porque justo en ese momento recibe una llamada de sus esposo a su móvil y como una pantera dio un salto bajo la cama, se vistió de prisa mientras se justificaba con su esposo e inventaba una historia para no delatarse, colgó y me pidió que la regresara de inmediato a su casa porque la estaban esperando.

En la siguiente entrega les contaré cuando al fin lo consumamos.

(9,57)