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La fantasía de Carmen: Doble penetración
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Lo mío no son los tríos, pero si lo debo experimentar me siento más cómodo con dos chicas, pues eso de dos hombres o más compartiendo una chica, como que no va conmigo y mi amigo José tuvo que realmente convencerme para hacerle realidad esa fantasía a una de sus amantes.

José es un amigo desde los tiempos del bachillerato y coincidentemente trabajábamos para la misma compañía. Un día se apareció a mi oficina y me dijo que quería hablar confidencialmente conmigo. Escuché su propuesta, la cual al principio pensé era relacionado al trabajo, pero la verdad, era algo totalmente privado: me estaba invitando a cogernos juntos a una de sus amantes. José es casado y su mujer como a otras chicas que me ha presentado como las chicas de turno, han sido chicas espectaculares. En este caso me hablaba de una chica llamada Carmen, quien también era casada, e incluso José se decía llamar amigo de esta persona. Carmen quería experimentar una doble penetración verdadera, pues lo habían hecho con juguetes, pero no se conformaba con ello, pues ella quería sentir a dos hombres penetrándola a la vez. Tenía que decidirme esa semana, pues el marido de Carmen había salido con sus dos hijas a la ciudad de México.

Supuestamente Carmen estaba de acuerdo que yo fuera el invitado, pues ella ya me conoció en uno de esos eventos que hacía la compañía y José me la había presentado sin yo realmente recordarla. Le tomó algo de tiempo convencerme, pero luego accedí sí todo se llevaba a cabo con protección… él y yo deberíamos usar condón. Lo dejamos para un viernes después de salir del trabajo. A las 7:00 p.m. deberíamos llegar al apartamento de Carmen.

Yo siempre me pongo ansioso, sino es que nervioso. Llegamos juntos con José y él me iba dando detalles de cuando tendría que entrar a la habitación, pues el comenzaría con el calentamiento en privado con Carmen y que luego yo entrara a perforarle el culo a Carmen cuando ella estuviera montando a José. Después de unos cuantos tragos creo que Carmen tuvo el valor para ir mas directa al grano y no sé si lo había hablado con José, pero me pidió pasar al baño, pues quería ver mi verga. La miró cuando esta tomó grosor y se elevó y ella la tomó con la mano y me dijo: -Usted tiene una verga descomunal, creo que debería ir por delante.

No le tomé mucha importancia en el momento, pero ya se me había antojado el culo de Carmen. Esta chica quizá habrá tenido unos 35 años cuando esto sucedió, tenía un cuerpo esbelto, de tetas medianas y un bonito y redondo trasero. Ese día ella vestía un pantalón corto y una pequeña blusa que nos mostraba un sensual ombligo. Es de carita bonita y angelical, de cabello oscuro el cual le llega al nivel de sus nalgas y realmente despierta apetito sexual y yo ya estaba concentrado en abrir ese ojete.

Todo parecía como mecánico, siguiendo instrucciones y luego ellos pasaron a la habitación donde José trabajaría en dilatarle el ojete y yo aparecería cuando el me llamara y Carmen debería estar por encima de José y dejándome expuesto su culo para la doble penetración. Después de todo, Carmen había acordado que fuese yo quien le penetrara por el culo. Cuando me llamaron 20 minutos después, aquel cuarto olía a sexo mezclado con el aroma de unas velas aromáticas. La verdad que tuve que masajear mi verga para que esta reaccionara y poderme poner el condón. Esta solo reacciono cuando vio el culo bien formado de Carmen.

Tenía un tatuaje de jeroglíficos al nivel de su espalda baja o en esa línea donde comienzan sus nalgas. Unas nalgas que se miraban firmes y deliciosas. Nunca había estado en esta condición, pero me concentré en ese orto y le eché lubricante a mi verga cubierta por el profiláctico y me subí a la cama en posición para penetrarla. Ella me tomó de la cintura con una de sus manos como señal de freno. Sintió mi verga en su entrada y solo me dijo suavemente: -Vaya despacito.

Su esfínter estaba ya dilatado y se notaba que esta chica practicaba el sexo anal y aunque gimió de dolor cuando mi glande entró, fue cuestión de segundos en deslizarle casi mis 21 centímetros en el culo apretado de Carmen. A pesar del profiláctico, podía sentir el movimiento de la verga de José con su lento vaivén. En este caso era Carmen quien impondría el ritmo, pues la verdad era la única que podría dirigirlo. Yo me movía al ritmo de ella y creo que José hacía lo mismo. Yo hacía todo el esfuerzo para no dejar caer todo mi peso y por mi altura podía apoyarme en el espaldar de la cama, el cual era de madera sólida.

Era tanta su excitación que de repente Carmen encontró el placer que buscaba y me pedía que la perforara con embestidas más fuertes y a medida que lo hacía esta chica comenzó a sudar de su espalda y su piel se puso eriza y pude sentir sus contracciones. No hacía mucho ruido, pero se le oía un chillido al morderse ella misma los labios. José se había corrido y parecía que se desarmaba la conexión, pero Carmen sabía que mi verga estaba sólida y permitió a José salir de bajo de ella y solo se quedó en cuatro cuando la embestía. Carmen solo me decía: ¡Usted si tiene verga! ¿Cómo me dejara de abierta ese hoyo? – Después de tanto darle por unos diez minutos más, me corrí y me fui a lavar la baño a solas.

Hubo una segunda penetración, pero esta vez yo le penetraba la concha, pero esta mujer montando, es un remolino de orgasmos. Para cuando José llegó a penetrarla por el culo, esta se había corrido tres o cuatro veces. Estábamos a solas y ella me preguntó: – Esto lo debemos de repetir usted y yo solos… ¿Le gustaría regresar a solas algún día? – Le respondí en afirmativo y seguimos cogiendo hasta que José llegó a darle por detrás mientras Carmen me montaba. Ya no escuché que se corriera y solo José hizo el ruido cuando eyaculaba y me quedé con Carmen para dejarle ir mi segunda corrida por el culo y solo me tomó cinco minutos desde que se puso en posición de perrito.

Me retiré después de dos palos y dejé a José y a Carmen para que follaran toda la noche, que asumo que es lo que hicieron. Esta ha sido mi única experiencia de esta índole y que, si no fue tan mala, nunca me he sentido confortable mirando desnudo a otro hombre frente a mi o estar desnudo frente a alguien más de mi propio sexo. A los días me llamó Carmen, pues le había dejado mi tarjeta y mi invitaba a otra aventura, pero en esta ocasión solo entre los dos. Llegué pues era además de bella, era una mujer fogosa en la cama.

En una de esas ocasiones que llegué a follar con ella me decía, que siempre le había sido infiel a su marido, pues ella buscaba cosas nuevas y que el sexo oral o anal, eran cosas que su marido miraba como aberrante y mucho menos imaginar que a su mujer se la clavaban dos hombres a la vez. Era algo que Carmen fantaseaba y que solo con un tipo como José sabía que podría lograr. Me decía que José no le gustaba, pero que era insistente y que era por eso por lo que había terminado cogiendo con él. Solo le di en tres ocasiones más en hoteles, pues eso de llegar a la cama donde coge con su marido como que no va conmigo. Hasta el momento Carmen y su marido siguen juntos, mientras José ya se divorció una segunda vez.

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