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La pasión de Silvia (Final)

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Silvia se calentaba rápido, y todo lo hacía muy rico. Desde sus besos a mi oído hasta la chupada de mi dedo medio. Una noche de pasión y después de una de nuestras peleas, me dio una paja sobando su rico culo bajo su pantalón yoga sobre mi verga. Esa noche su culo subía y bajaba mientras hablaba como perra en calentura en la cocina de su apartamento. Silvia siempre hacia comidas antes de nuestros encuentros, cocinaba bien y era muy sexy verla chuparse los dedos cuando los tenía sucios.

Nuestros cuerpos se movían sincronizadamente para que mi verga impacte con su ano, rebote y siga por toda su raja hasta que mis huevos soben y empujen su anito mientras frotaba su clítoris. Estuvimos en esa danza por 15 minutos, ella excitadísima que empujara mi miembro y todo mi cuerpo contra el suyo. Yo cachondo por verla descontrolada siendo mi puta, y escuchando sus gemidos y expresiones sucias que me decía.

Silvia se vino rico mojando sus bragas, sintiendo si concha súper caliente. Me pregunto si yo me vine también, pero no fue así. Yo disfrutaba verla a ella entregarse al sexo de una forma que solo había visto en mis sueños.

-Oohhh, bebé… No te viniste? –Me pregunto triste con mirada cabizbaja.

-Quieres mi mano o mi boca? –Levanto la mirada de forma morbosa, como cuando una profesora consola a un alumno.

Este mujerón de 42 años daba unas mamadas magistrales, nunca le pedí que se tomara mi semen, pero una vez me agarró desprevenido que me vine dentro de su boca. No me dio tiempo de avisarle por lo rico que lo hacía. Ella me miró sonriendo después de escupirlo dulcemente encima de mi polla. Pero esta noche, quería su boca entera y que se comiera toda mi verga.

Seguí a Silvia de la mano desde la cocina al sofá de la sala observando su movimiento sensual de caderas. Ella sentada al borde comenzó abrir mis pantalones como abriendo un regalo sorpresa, lento y con ansias. Me desabrochó la correa y me bajo la trusa y los pantalones, agarro mi polla húmeda del juego anterior y comenzó a darle lenguazos a la cabeza secando mis jugos y empapándolo ahora con su saliva. Me estaba dando una mamada excelente, llevando un ritmo suave pero que poco a poco yo empujaba más y más mi miembro al fondo de su garganta. Silvia estaba cachondísima, respirando rápidamente en cada embestida, le estaba gustando verme como me excitaba usarla como un objeto. Saque mi polla de golpe para arrimar al mujerón más adentro del sofá, para que pueda reposar su cabeza en el tope del respaldar pero no sin antes, quitarle la playera que llevaba puesta y descubrir sus tetitas ricas.

Silvia era de senos pequeños pero duros y de rico sabor, comencé a follar sus pechos. Ella tratándolo de juntarlas lo máximo posible para poder darme una paja. Metía y sacaba mi polla entre sus tetas y de vez en cuando poniéndole en su boca para una lamida y golpeando sus perdones con mi miembro. Seguía yo a mil y viéndole que Silvia estaba loca del placer, era hora de fallarle la cara. Siempre fui dulce con ella al penetrarla pero esa noche, deje que mi bajo instinto tome la batuta, hoy quería tratarla como en mi fantasía, quería que sea mi puta.

Con un pie encima del sofá y el otro en el piso, le introduje mi polla en una a su boca. Ella lo tomó por sorpresa pero sacando la lengua trataba de comérsela toda.

-Abre más linda -Le decía mientras subía mi otra pierna en el sofá.

Ya subido en el sofá, su cabeza quedaba justo a la altura de mi entrepierna haciendo la pose más cómoda. Ella me agarraba los glúteos mientras yo comencé a follarle la cara. Ella me miraba hacia arriba para verme el rostro mientras dejaba que la libido me llevara. Silvia no tenía escapatoria, lo sabía y le gustaba que yo tenga el poder.

Su boca comenzó a hacer ruidos de “Gulp, Gulp”, poniéndome más cachondo y empujándole mi polla más y más dentro de su garganta. Ella con ojos llorosos veía como me excitaba usar su boca para mi placer. Sacando más y más la lengua, Silvia quería comérsela toda, sus manos nunca empujaron mi cuerpo hacia afuera, más aún iba con el vaivén de mis caderas. La estaba poseyendo, la estaba dominando, estaba siendo mi putita.

Seguí usando a mi puta hasta alcanzar el orgasmo, pero el sonido de su garganta en cada embestida era un sueño. Aquí tenía a esta mujer muy purita y recatada, abierta de boca y con lengua afuera satisfaciendo mis bajos instintos. Saque mi polla llena de saliva y derrame mi semen sobre sus tetas. Le di el placer a Silvia de que me vea mi rostro satisfecho del buen trabajo que había hecho.

Terminado el acto, le di un beso en los labios y fue a bañarse. Esa fue una de las últimas noches juntos. Nuestras discusiones y sus dudas de muchas cosas terminaron por apartarnos, espero que no sea por mucho tiempo.

FIN... por ahora.

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