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La sobrina tuvo sexo con el Lobo

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Soy de los que hacen culto de la alternancia de pareja, la variedad y renovación hacen que el deseo esté siempre a tope. Fiel a mis principios solidarios suelo darle cobijo a tanta mujer malco… o disconforme con las atenciones de su marido, es ahí donde mi afecto solidario se hace carne en satisfacer sus necesidades eróticas y sexuales.

En este tiempo esto atendiendo a una entrañable amiga, conseguida precisamente por la lectura de uno de mis relatos donde daba testimonio de los placeres obtenidos con la mujer madura. Ella había respondido con un comentario al autor del relato, la consecuencia directa fue la invitación a compartir un café con la excusa de conocernos, el segundo encuentro ya calificó como cita y en la tercera ameritó para una sesión de cama en un discreto hotel de la zona.

Posteriormente seguimos viéndonos con asidua regularidad, estableciendo los méritos suficientes para calificar esta relación como de amigos con derecho a roce, lo de roce es para decir de forma sugerente que satisfacemos nuestras necesidades cuando el deseo necesita ser consumado. Las visitas a su casa son algo frecuente, conocido y reconocido por algunos parientes, tal es el caso de Marité, sobrina predilecta y sobre todo más apegada a su compañía desde que ha roto relaciones con su novio.

De contarse cosas de intimidad debe haber sido que se anotició de cómo nos hemos conocido con su tía, de ahí a buscar en este mismo sitio al autor de los relatos que habían seducido a su tía hubo un corto trecho, el tiempo ocioso y la carencia de atenciones motiva la acumulación de la carga erótica sin tener con quien poder satisfacer sus necesidades sexuales.

Esa fue la génesis del comienzo de un ida y vuelta de correos, chats y hasta el envío de alguna foto lo bastante atrevida como para despertar la curiosidad masculina, activar la fábrica de testosterona y poner la carga erótica a tope. Siempre conservó la prudencia, cuidar de no ser identificada, subiendo la apuesta en el ida y vuelta de comentarios eróticos, gustos sexuales y todo eso que se dice cuando pretendemos cruzar el límite virtual para consumar ese deseo que se va gestando para llevarlo al punto de consumarlo en carne viva.

En una oportunidad luego de enviarme una foto, solo ocultando el rostro, el resto era para apreciar a una joven mujer, ofreciéndome la gloria de poder extasiarme viéndola desnuda. Solo había dejado una escueta línea de texto que decía: “que te inspiro”

Llenarme los ojos de su desnudo motivo que pusiera manos… al teclado y escribiera el presente relato, donde el Lobo detallaba cuanto le había inspirado la foto y las pláticas previas.

Me preguntaste que te inspiro...

Tantas sensaciones, la primera tratar de verte, solo tengo esta foto y mis ganas, solo puedo esperar que me hagas un retrato hablado, pero no de lo obvio, sino de lo que los demás no ven, solo puedo intuir, necesito ordenar el puzzle de sensaciones que me inspiras, encastrar las piezas que me llegan desordenadas alterando el ritmo de los latidos, sumando calor a la calentura.

En una charla anterior te había sugerido que te colocaras frente al espejo, te miraras en él ofreciéndote al Lobo, dando por sabido que los espejos son una puerta a otra dimensión, poniendo todo el énfasis y la concentración en ofrecerte sin reparos ni pudores, dejarte llevar por esta calentura que se va gestando en cada contacto, que lo hicieras a 10 pm, que en la misma hora estaría viendo el mío para sentir tus vibraciones, y poner nuestros latidos en sintonía con el deseo de consumar la comunión de tu carne trémula con el frenético deseo de un lobo aullando la necesidad de consumar la unión con tu sexo.

Es la hora señalada, estoy mirando un espejo, tal vez el mismo que tu mires para viajar hasta lo más recóndito de mi pensamiento, agitando las aguas turbulentas de mi excitación, surfeando en las olas de mi deseo y atrapar el sentido lúdico de la posesión de tus carnes, trémulas, ardientes y pletóricas de emoción.

El lobo se desnudó, subido a tu ventana, sentado en el hombro de la luna esperando tu llegada, sigiloso aguarda que te desnudes frente al espejo, tal como te indico, cumples lo solicitado, despacio, haciéndote desear, regulando la cadencia artística del desnudo, insinuando todo, provocando al destino para la ofrenda.

El Lobo acercó sigiloso, no te asustas sabes que te recorre con la mirada, sientes el deseo ardiendo, se te riza la piel por el influjo de su pasión latiendo en sus venas, te gusta y te asusta, se coloca a tu espalda, sin tocarte, sientes el calor de la cercanía de su cuerpo, el aliento húmedo recorre tu cuello, eriza la piel, su respiración agitada produce el hormigueo de tus entrañas, el temblor recorre la superficie de tu piel, comienzas a sudar en seco, su presencia incrementa tu estado febril, las vibraciones de la cercanía estimulan tu estado erótico, todo tu cuerpo se pone tenso, los pechos agitados, doloridos los pezones por la excesiva turgencia...

No te habla, solo respira en tu cuello, sus manos se posan en tus hombros, las robustas palmas de sus manos anulan tus sentidos, los fuertes y gruesos dedos aprietan, controlan someten, se mueven en una especie de masaje circular. Deliciosa sensación, cálida, relajante y seductora, tu respiración se hace intermitente, interrumpe por momentos, seca la garganta, querrías hablar pero no puedes, sientes sus manos dominando tu voluntad, impiden emitir palabra, solo respirar entrecortado.

Las manos del lobo recorren tu cuello, frotando los pulgares, deslizándose por la espina dorsal, las palmas recorriendo los flancos, hasta el borde mismo del nacimiento de las caderas. Te agitas, las manos vuelven a los hombros, descienden, se meten por debajo de los brazos, avanzan despacio, lentamente hasta los senos, viaje a ciegas, tanteando, buscando las referencias hasta situarse debajo, llenarse las palmas de pechos turgentes, elevarlos, para que el espejo devuelva la imagen corregida y aumentada de tu excitación.

Tiemblas, pero no te mueves, no te atreves a turbar la búsqueda, sigue hacia arriba, llenándose las manos de tus pechos, aprieta suave, tanteando la turgencia, comprobando la tersura, por momentos como si exprimiera una naranja, despacio, los pezones quedan aprisionados entre el pulgar y el índice, frotando suave, estirándolos, poniéndolos más erectos, firmes, enervados, desafiando la presión de sus dedos, resistiendo el acoso de las yemas que pretenden sacarle una gota de leche que no tienen. Insiste, frotándolos, jugando con las carnes latiendo calentura, el cuerpo del lobo, desnudo apoyado contra el tuyo, sientes el apretado contacto de su miembro erecto apuntando al cielo, frotándola entre tus nalgas.

La textura del aliento se hace más intenso, el abrazo más firme, su lengua recorre tu piel, recoge el sabor de tu excitación, embriaga en tu calentura de hembra, suspiras profundo, te aprieta con su cuerpo, te acercas contra él, respondes a su pasión moviendo levemente las caderas, necesitas sentir la verga justo en el centro, entre las nalgas, el calor de su carne, los latidos de su erección.

Te muerde suavemente el cuello, debajo del cabello, sabes que no te quiere dejar marcas, sus dientes se sienten en tu carne trémula, no te suelta, sientes los dientes de la bestia dominándote, no puedes hablar, solo gemir, respirar a bocanadas como pez fuera del agua, tu cuerpo ya no te pertenece, se lo has entregado, eres la carne viva del lobo hambriento, te sientes sujeto y objeto de su deseo, te urge sentirte poseída, tomada así mismo, desde atrás, sentir el fuego vivo del deseo consumado.

Te empuja contra el espejo, aprieta con su cuerpo, tus manos en el espejo soportan el asedio físico, te ves reflejada, tomada por asalto, disfrutas ser dominada, sometido, ser su cosa, su objeto, su hembra, su todo. Dejas de ser tu misma, quieres ser de él, dominada y sometida, que te haga suya, que te tome, así, salvaje, sin preguntar, imponiendo la fuerza del deseo, el espejo te devuelve una imagen, desconocida, transformada por la calentura, transfigurada y atravesada por el deseo feroz de tu dominador.

Te hace separar las piernas, inclinarte, sacando las caderas hacia atrás, ofreciéndote a su deseo, agitada y sudorosa, deseando ser suya, que su pasión se haga carne dentro de tu carne.

Se posiciona tras de ti, separas las piernas, las manos del lobo sobre las tuyas, fuertemente contra el espejo, te ofreces sin resistencia ni pudores, a su disposición, tus nalgas se abren ante la fuerza del ariete, desliza entre las carnes, los jugos vaginales lo conducen hasta posicionarlo entre los labios, aletean como mariposa, latiendo deseo, humedeciéndose más para darle la bienvenida. El Lobo apoya el glande en el centro de la vulva, lo mueve, recorriendo entre los labios de abajo arriba, haciéndose espacio. De pronto te toma de los hombros, con rudeza, con fuerza, atenazando para impedirte escapar de sus garras, sujetándote, de un golpe se mandó dentro de tu vagina, la cabezota atravesó la rebelde resistencia de los labios, se hace lugar dentro, moviéndose lento pero consistente, navegando en el mar de jugos.

Se agita dentro de ti, sujetándote con firmeza, tus caderas acompañan la danza ritual de un acto sexual, tan salvaje como impensado, la pija del Lobo llena tu carne de calentura, te meneas, acompañas el bombeo del macho dominante, por momentos empujando más allá de lo posible, sientes el rigor del grosor del miembro, agitándose, latiendo en estrepitoso bombeo. Golpes justos y precisos, a fondo y quedarse, deteniendo el tiempo en cada embate de verga. Tu cuerpo se adapta, acompaña, sometida a su antojo, sus movimiento te llevan en la espiral de la calentura atroz, te agitas, se seca tu garganta, respiras a borbotones de aire, el empujón de verga te estremece y sacude, el orgasmo se hace nervio y carne, se irradia latiendo en tus arterias, pulsando en tu carne, se te sube a la garganta, emites un gemido venido desde el más allá de la vida, el estallido interno te hace temblar, solo las manos fuertes del lobo te impiden caer. Te sostiene apretada entre sus brazos, contra el espejo, sacando cuanto puedes el culo para sentir la pija horadando tu sexo, los estertores y estremecimientos del orgasmo se replican, su bombeo alarga y asiste en los latidos de un orgasmo en continuado. Vuelve a presionar sobre tus hombros, muerde nuevamente tu cuello, el bufido espeso y caliente se derrite en tu cuello, el instinto animal vuelve a someterte, el fragor de su calentura se quema sobre tu piel, bombea con fuerza, consistencia, rudeza y velocidad.

La eyaculación llena tu conchita de fluido caliente, golpea a fondo y se queda, latiendo hasta vaciarse dentro de tu vagina, despacio, largando hasta vaciarse por completo la energía viva de su ser.

Descargó su deseo, colmando tu vagina de caliente semen, te permite disfrutar de los últimos latidos de la verga. Sale del estuche caliente de tu sexo, queda absorto viendo como sigues latiendo, separas las piernas, necesitas ofrecerle el maravilloso espectáculo de ver como su semen comienza a deslizarse por tus muslos, empinando más el culo ofreces ese maravilloso regalo, ver su esperma salir del cofre de sus deseos.

Te separas del espejo, deslizando despacio, arrodillada delante del Lobo, adorando ese falo que aún sigue erecto y latiendo, miras al Lobo a los ojos, sabes lo que desea, entiendes obediente, lo tomas de la cintura y vas a recoger con tu boca los valiosos restos de su energía, lamer esa deliciosa leche que ha creado para ti, te pertenece, no le vas a dejar un solo rastro de la brutal cogida, lamer, chupar y volver a lamer, también esa última gotita que asoma en el "ojito", recogerla en tu lengua, maravillosa perla, el trofeo del último latido de su sexo.

El abrazo con el Lobo es el lenguaje del deseo consumado, el lobo te ha hecho su mujer, su deseo colonizó tu carne, desde ahora nada será lo mismo, has sido poseída por una ilusión, por un deseo, dejaste de ser la misma, ahora tienes un amo, sabes que el Lobo es tu señor, tu dueño el que te ha robado por las noches el deseo.

Recobraste la capacidad de hablar, el éxtasis te ha transformado, dejaste de ser tu misma para ser del propiedad del señor Lobo, lo miras a los ojos y le dices, “señor soy tu puta, quiero ser tu putita, acéptame”, necesito tu carne latiendo dentro de mi carne, sentir tu deseo en carne viva.

Te miras en el espejo, y ves el efecto arrasador, atravesada por la pasión y el deseo, te reconoces como la putita del Lobo, sabes que él te necesita, querer ser suya es lo mejor del universo, el erotismo ha explorado y descubierto nuevas sensaciones, despertado emociones ocultas, develando ese sentimiento que solo se revela en los momentos supremos cuando dejamos ser nosotros mismos para ser parte del otro...

Vuelta a la realidad, te encuentras sudorosa, el rostro transfigurado, arrasado por el encuentro sexual sin precedentes, la imagen refleja una joven mujer, llorosa, desencajada, pero con la felicidad interior de haber disfrutado la sensación alucinante del pletórico éxtasis, arrodillada en la soledad de tu cuarto, mirando esa ventana abierta a la dimensión del placer.

Terminada la lectura, con los sentidos alterados por la calentura, la muchacha desnuda, sentada frente al espejo, escribió en la pantalla del teléfono: “Señor Lobo, estoy esperándote, desnuda para hacer realidad ese relato que lleno mi alma de palomas y mi sexo del irrefrenable deseo de sentir tu carne latiendo en mi sexo. Soy tu putita, por favor tómame”…

Los sueños, sueños son, pero el Lobo le cumplió el deseo, las sobrina pudo replicar la escena del relato, corregido y aumentado por la realidad de hacerlo en carne viva.

Todo esto fue absolutamente real, tanto como que ahora la historia continua en tiempo real con la emoción latiendo en continuado.

Amiga lectora estás invitada, te espera el Lobo Feroz, en: [email protected], estaré esperándote.

Lobo Feroz

 

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