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Las chicas del burdel

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Era una habitación de buen tamaño con baño completo incluido. Las cortinas de la ventana completamente cerradas y le daba ese sentido misterioso de la oscuridad y donde irradiaban unas pálidas velas que a la vez llenaban el ambiente a un olor dulce de canela. Había música de fondo de un ritmo bachatero y esta mujer me hizo entrar pidiéndome que me acomodara y me quedé esperando ansiosamente.

¿Cómo llegué hasta aquí?… Ahora les cuento.

Soy una persona que me gusta el sexo y me atrae la idea de follarme a una chica diferente todo el tiempo. Siempre estoy en el acecho de a quien me ligo y aunque admito tengo mucha suerte, hay veces que debido a ciertas circunstancias los planetas no se alinean y especialmente hoy en día que, debido a esta pandemia, no podemos salir a esas conquistas y las chicas que regularmente están en mi lista y cuya mayoría son mujeres casadas, pues no se pueden desprender de sus hogares fácilmente como antes. A sí que, un día busqué en línea un lugar donde se proveyera un buen servicio y donde tendría la oportunidad de encontrarme con varias chicas de paga en un mismo lugar. La tarifa era accesible… $200.00 por hora o $120.00 por media hora. Me podía follar hasta tres chicas diferentes por la módica suma de $360.00 por media hora cada una.

A mi edad la cual me acerco al ombligo de mi quinta década admito que me toma algún tiempo lograr una segunda erección después de la primera e, igual… cuesta un poco más lograr una tercera erección. Antes tres folladas las podía consumar en una hora, ahora esto me puede conllevar dos o tres. Pero un día después de haber estado follando a Lorena, una amiga de mi lista y quien es casada, después de tres palos en tres horas; salí del motel y vi a esta linda chica con un vestido muy provocativo y me causó una cuarta erección que, si me la hubiese dado, capaz me la follo. Bueno y es por eso por lo que se me cruzó esto por la mente: Ver cuantos palos puedo echar y ver si una mujer diferente y sin conocer es capaz de provocarme una erección, aunque me encuentre ya satisfecho y sin presión alguna. Debo decir que no follé con nadie por unos diez días para llegar preparado.

El sitio en línea tenía en lista a por lo menos diez chicas. Todas ellas hispanas y alguna que otra brasileira y, aunque mostraba sus cuerpos semi desnudos, no mostraba rostro alguno. Aun así, me tomé el riesgo, pues para mí el rostro tiene que ver mucho para mi excitación sexual. Llegué a la hora que me dijo esta persona abrían y a las diez de la mañana llego a este edificio de apartamentos y me recibe esta mujer de algunos cuarenta años y aunque viste sensual, no es mi tipo de mujer. De todas maneras, paso y me hace ingresar a esta habitación donde me va diciendo que por el momento solo hay cinco y que las hará pasar para que yo me decida por una.

Se abre la puerta y comienza a entrar la primera, la segunda hasta llegar a la última. Todas con cuerpos esculturales y de rostros bonitos y muy jóvenes. Realmente era difícil decidirse por una y en mi caso por la primera. Todas con prendas de vestir diminutas, con pequeñas tangas o pantalones cortos donde te dejan ver esos hermosos y suculentos cachetes. Al llamar no te dan muchos detalles más que se trata de un servicio completo, pero la mujer me dijo que podía hacer preguntas una vez estuviera con las chicas. Les pregunté si el sexo anal estaba incluido en el precio y todas respondieron que no y también la mayoría no lo practicaba y la única que me dio esperanza era una chica petit de nombre Teresa, quien me dijo que todo dependía de mi tamaño, pero juzgando mi altura, ella creía que no sería posible, pero estaba abierta a considerarlo.

Me decidí por comenzar con un chica de nombre Nina, quien me dijo era de Honduras. Chica pequeña de cabello lacio y negro hasta su cintura. Un rostro juvenil y hermoso y tenía unas caderas y cintura bien pronunciadas, con unas piernas de muslos gruesos bien tonificadas. Estaba en una especie de bata de dormir transparente y se le podía ver a través de esa luz incandescente, el hilo dental que vestía y unos pechos redondos y generosos que tenía. En sí, me gustó mucho esa sonrisa coqueta y me la imaginaba mamándome la verga para comenzar. La mujer mayor entró y me preguntó por cuál me decidí y por cuánto tiempo. Me pidió el pago de $120.00 y me dejó esperando a Nina.

Nina tiene un rostro de 18 años, pero me dijo que tenía 27. Me pide que me acomode o en otras palabras que me desnude y de esa manera lo hago. Me acuesto sobre mis espaldas en esta cama en medio de la habitación y Nina toma una de esas toallas higiénicas húmedas y con cierto aroma para un bebé y me la frota en toda mi zona pélvica, mi pene y testículos. Comienza besándome los pectorales con esa mirada coqueta y picara, mientras con su mano me sigue frotando el falo con esta toalla húmeda. Toma un profiláctico de su cartera, me lo pone en la verga semi erecta y comienza a mamar a no más poder. Solo me dijo algo antes de comenzar a mamar: ¡Tienes una hermosa verga! ¡Buen tamaño!

Nina sabe mamar, tiene buen ritmo que te lleva desde esa mamada delicada a una más porno de garganta profunda donde parecía que se ahogaba. Quizá me mamó por unos siete minutos y luego ella me pregunta:

-¿Cómo me quieres?

-¿Cómo te gusta? -le contesté.

-¡Estoy aquí para complacerte!

-¡Pues a mi me gustan todas las posiciones! ¿Me gustaría saber qué posición te gusta a ti?

-Le parecerá chistoso, pero a mi me gusta la posición de mamá y papá… la del misionero.

-Bueno, comencemos con esa misión. -Y Nina había sonreído.

Como dije, Nina tiene unos melones de copa D y me fui directos a mamarlos mientras me acomodaba a su altura, pues ella quizá medirá unos 160 centímetros máximo y yo mido 188. Me ayuda a encontrar su hueco y siento que está húmeda, bueno, más que húmeda y se la dejo ir hasta el fondo. Le mamo las tetas algo encorvado para poder a la vez taladrar su afeitada conchita. Huele a uno de esos perfumes populares de hoy en día y con su propio vaivén comienza a corresponder a mis embestidas semi lentas. Me hace saber que le gusta que le mame los pezones y yo continuo con el gusto de chuparlos y mordisquearlos. Aquello quizá me tomó unos diez minutos cuando Nina comienza a gemir a lo que yo imaginé era su primer intento de fingir un orgasmo, el que me hará calentar y provocar una certera eyaculación.

Lo que no sabe esta chica que yo controlo la eyaculación, especialmente cuando tengo puesto un profiláctico que me hace perder la natural sensación. La cojo a mi antojo y le doy embestidas a todas las velocidades sin dejar de mamar sus pezones. Veo que cierra los ojos y comienza a jadear diciéndome: ¡Así papito, así me gusta, dame duro que me vas a hacer acabar! -Aquello se repitió en varias ocasiones y le seguí dando tan fuerte como ella lo pedía. Yo ni tan siquiera tenía esa sensación de acabar y le taladraba su conchita que hacía hasta crujir la cama y se escuchaba el espaldar pegando contra la pared. Sentí que se movía bruscamente, que no solamente estaba fingiendo y que en realidad correspondía al placer que le provocaba mi invasión en su vagina. Me tomó de la cintura y con un gritito chillón me dijo:

-¡Me hiciste acabar carajo! -literalmente esas fueron sus palabras.

Gimió por varios minutos mientras ese vaivén se iba relajando conforme pasaban los segundos. Ella me preguntó:

-¿No te puedes venir?

-A mi edad me puedo venir cuando yo quiera. -le dije con cierto ego.

-¡Que acabada más rica me provocaste y a esta hora de la mañana! Sabes coger… sabes lo que haces. ¿Cómo me quieres mi amor? -me volvió a preguntar.

-Te voy a hacer una propuesta… Me gustaría saber cuánto me costaría para poderte quebrar ese culito.

-No mi amor, eso no está disponible… lo siento.

La puse en posición de perrito y la taladré a morir hasta que viendo ese hermoso culo que tiene Nina y cómo lo movía cuando me la cogía, llegué al paraíso con una potente eyaculación. Nina me quitó el condón y con esas mismas toallas higiénicas me limpió el falo. Fue cuando le dije y ella se quedó admirada:

-Dile a tu jefa que me gustaría que pasara Teresa para otra media hora.

-¿Te quieres coger a Teresa? Bueno, déjame decirte que Teresa es una chica muy bonita pero algo tímida en la cama. Eso es lo que he escuchado de ella. Yo te recomiendo que mires a las otras que ya habrá llegado, pero te recomiendo a Escarlet, ella creo que tendría química contigo.

No recordaba el nombre de Escarlet, así que le pedí a la señora encargada que hiciera pasar de nuevo a todas. Estaban todas según me lo hacía saber la mujer y de nuevo hacen el mismo desfile. Todas sugestivamente vestidas, pero no veo a Teresa e intuyo que debe estar ocupada cogiendo con algún cliente. Le pregunto a la señora por ella, y me dice de una manera que radica en la simpleza, que ella ha salido a la tienda. Me dice que en cinco minutos regresará y le digo que la haga pasar cuando regrese. No espero cinco sino veinte minutos y entra la mujer mayor para anunciármelo. Me pide el dinero y le vuelvo a dar $120.00 por media hora.

Teresa entra y todo aquel tiempo me da lo suficiente que al solo verla mi verga se ponga a mil por ciento erecta. Llega ahora con solo un calzón cachetero y una blusa semi transparente donde puedo ver sus pechos de una copa de medida C. Se vuelve a presentar y me hace la misma rutina de limpiarme la verga con esas toallas higiénicas que lleva en su bolso, me pone el condón y comienza a darme una felación. Me gusta su rostro, me gusta su lindo y juvenil cuerpo, pero tenía razón Nina… Teresa parece ser tímida y no muy abierta al sexo. Pasa a lo que creo que es la pregunta de rutina:

-¿Cómo me quiere?

-Tengo una propuesta para ti. -le dije- ¿Cuánto más me costaría por cogerme ese culito?

-¡Lo siento… no está disponible!

-Te puedo dar $200.00 más. -le dije.

-No le voy a negar que nunca lo he hecho y verdaderamente me ha gustado, pero lo que usted tiene no es normal. Con esa herramienta que usted tiene no creo que lo viviría para contarlo.

-Te doy $400.00 si me dejas cogerme tu culo. -le volví a ofrecer.

-¡No!... no creo que pueda. Créame que me gustaría, pero no creo poder con ella… es demasiado grande y gruesa. No… definitivamente no puedo.

Terminada esa conversación le pedí que se pusiera de perrito y me dispuse a taladrar su pequeña y rasurada conchita por los últimos quince minutos. Tiene unos glúteos sólidos y bien sensualmente definidos y al igual que Nina, tiene un tatuaje en su baja espalda y que limita donde comienza ese canal de sus nalgas. Teresa me permitió perforar su ojete con mi pulgar mientras le daba tremendos embates a su conchita. Al igual que Nina comenzó a gemir y pensé lo mismo, que estaba fingiendo un orgasmo, pero me equivocaba, pues a través del profiláctico podía sentir cómo su vagina se contraía cuando le llegó ese orgasmo divino que gimió divinamente. Cuando terminó le pedí que me cabalgara a la inversa y poderme ir viendo cómo me cogía y ver ese divino culo que Teresa tiene. Me limpió como lo hizo Nina y mientras ella lo hacía le decía:

-Voy a pedirle a la señora que haga pasar a Escarlet y si lo piensas bien, estoy dispuesto a pagarte $500.00 para que me permitas cogerte ese rico culo.

-Lo pensaré. -me contestó.

La señora encargada volvió a entrar por el pago de Escarlet y le di el dinero y creo que no se pudo contener de preguntarme:

-Si gusta, tenemos especiales por dos chicas o tres chicas a la vez. Dos chicas a la vez le salen en $200.00 y le doy 40 minutos.

-¡Gracias! Pero me gusta más la intimidad con solo una a la vez. -le he dicho.

-Escarlet es una chica fogosa y muy extrovertida… de seguro le fascinará. Con un buen incentivo ella hará lo que usted quiera.

Escarlet es una chica esbelta de unos 165 centímetros. Tiene facciones bonitas y de piel clara. No sé si es rubia natural, pero me gusta como le luce ese cabello amarillento que tiene. Sus pechos han de ser de una copa C y tiene unas piernas alargadas con un culo pequeño pero redondo y bonito… se mira muy sólido. Llega con una tanga de color negro y una camiseta que apenas le cubre el ombligo. Ella es más clara y directa con uno y es ella la que me pregunta:

-¿Qué es lo que le gusta?

-¡Me gusta de todo! -le respondí.

-Bueno, el servicio por lo que usted ha pagado es por el servicio básico. Si usted quiere algo más, también hay un pago más.

-¿Cuánto más me costaría por follarme tu trasero?

-¿Le gusta el sexo griego? ¿Qué le parece $150?00?

-No hay problema… ¿Te los doy a ti o debo llamar a tu jefa?

-No… esto es entre usted y yo.

Le di el dinero poniéndolo en un buró donde ella me indicó y al igual que las demás, me limpió de nuevo el falo con las toallas higiénicas y al natural me comenzó a mamar la verga. No sé si se le olvidó ponerme el profiláctico, pero me dio una rica mamada de unos diez minutos. Creo que Escarlet fue la chica que menos goce en sí, pues ella después de la mamada se fue al grano y me dijo:

-¿Cómo me quiere?

-¿Cuál es tu posición preferida?

-Haciendo el anal, me gusta que me den de perrito.

-¿Te gusta el sexo anal o es algo que no te va o no te viene?

-Mira, estoy en esto porque me gusta el sexo… sino no estaría aquí. -me dijo.

-Espera… casi olvido ponerte el condón.

Escarlet se untó un lubricante es su rico culo que lo dejó brilloso y al igual, me llenó de lo mismo por sobre el profiláctico. Se puso en cuatro y le puse mi glande a la entrada de su ojete. Un ojete rosadito y sin ningún vello y miraba como lo contraía quizá advirtiendo mi invasión. Ella toma mi verga y me asiste a perforarle ese rico y apretado culo que tiene esta chica quien me dijo que era de Cali, Colombia. Debe tener enorme experiencia, pues sin haber intentado dilatárselo, lo recibió con algunos gemidos de dolor, pero lo sostuvo hasta que mis 22 centímetros estaban completamente hundidos y mis huevos chocaron en su panocha. Ella me dijo que llevaría el ritmo y comenzó con un vaivén lento.

Comencé a taladrarla a mi antojo, pues después de haberme corrido dos veces, esta tercera y con condón, sabía que podía embestirle ese culo como yo quisiera. Cuando supe que había asimilado el grosor y lo largo de ese mete y saca, mis embestidas se convirtieron en un sexo duro de la pornografía. La verdad que Escarlet no me dio lástima, ella sabía lo que hacía y no tenía ningún vínculo ni siquiera de amistad con ella. Le dejé ir mi verga con todo el impacto que pude y a la velocidad que se me pego la gana. Solo escuchaba ese chasquido de mi verga entrando y saliendo de ese rico culo. La madera de la cama crujía, el espaldar chocaba estremeciendo la pared. Escarlet gemía de placer pues ella también se chaqueteaba la panocha en ese acto y supe que tuvo su primer orgasmo pues se quedó estática disfrutándolo. Tomó un segundo aire y volvió a lo mismo… escuchaba nuevamente cómo se la masturbaba violentamente.

Su segundo orgasmo llegó a los minutos y nuevamente quedó paralizada, pero luego continuó y en la misma posición he visto como esta chica colombiana disfruta un tercer orgasmo. Me parece fascinante y solo me recordé de su compatriota de nombre Diana, quien es adicta al sexo anal. En su último orgasmo sus piernas se paralizan y no sé si está llorando o riendo, pero aquello me excita y taladro su culo a morir y veo aparecer el cielo, el paraíso y llego a mi tercera eyaculación.

Escarlet me quita el condón, me limpia con las toallas y me da una rica mamada para volverme a limpiar otra vez. Han pasado más de 30 minutos y ella me dice que le parece increíble que no la hayan interrumpido pues cinco minutos antes del tiempo regularmente tocan la puerta. Esto estábamos hablando cuando tocan la puerta.

Nos limpiamos y llega la mujer encargada diciéndome que Teresa está de acuerdo con lo hablado. Yo le respondo con otra oferta a la mujer y me dice que se los hará saber: Le he dicho que si alguna de las chicas que no me he cogido están dispuestas a todo, les daré $400.00 por una sesión de una hora. Para esta hora, todas sabían a que me refería y sabían que yo hablaba en serio. Era dinero que tenían ahí, no era una llamada prometiendo algo que podría ser solo una broma. La mujer entró de nuevo e hizo desfilar a tres chicas y que no había visto antes. Me incliné por Verónica, una chica que dijo ser de Nicaragua, con un calzón cachetero de color fucsia y rostro infantil, pero que dijo tener 19 años.

Entró y Verónica me bailó a ritmo de bachata una melodía mientras se desprendía de su vestimenta que no era mucha. Una blusa de tonalidad pastel celeste y una minifalda de mezclilla y su calzón cachetero de color fucsia el cual me lanzó al rostro. Con lo acordado, antes que ella comenzara con la rutina de siempre, nos metimos al baño a darnos una ducha, donde Verónica me dio una rica mamada y yo le correspondí. Salimos del baño y a esta linda chica petit le comí cada milímetro de su anatomía. Le comí su depilada conchita con ese aroma de la juventud, le comí ese rico culo que me dijo nunca se lo había dado a nadie. Ella me comió los huevos lentamente y me metió su lengua en mi ano y comencé a chuparle su panocha hasta verla acabar de la excitación. No me puso profiláctico y de esa manera sorpresivamente mi verga estaba erecta con las ansias de perforar una nueva cavidad.

Pensé que me lo pondría, pero me acerqué a su ojete y he visto cómo centímetro a centímetro mi verga se hundió y mi pelvis chocó con sus nalgas en esa posición común del sexo anal, la de perrito. Si fui con cuidado, Verónica es una chica petit y me dijo que no tenía esta experiencia. Es por eso por lo que en esa posición y sin ese vaivén, le he masturbado su conchita hasta verla acabar. Es multiorgásmica pues se vino una segunda vez en minutos y su concha escurría abundantemente esos jugos que me embriagaban mi cerebro de placer. De repente sentí su contracción de su ojete e intestino, sentí cómo me lo apretó y sin mucho movimiento me hizo acabar divinamente. En el proceso de esta eyaculación le pompeé su culo hasta sentir que mi miembro se tornó pasivo.

Nos fuimos a bañar nuevamente y Verónica me dio una segunda mamada que me hizo acabar de nuevo. Ya no vi mucha esperma en su boca, pero fue la única chica que me hizo acabar una quinta vez en dos horas y media. Descubrí que me excitaba cogerme a alguien diferente. Sí, me gasté unos $1000.00 este día, pero me había cogido a 4 chicas diferentes y algunas veces había pagado más que eso. No sé cuándo lo repetiré, pero la verdad que esto es realmente adicto y oliendo ese calzón cachetero de Verónica, lo más seguro es que volveré pronto.

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