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Le hice el culo a mi suegra delante de mi mujer
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Tiempo de lectura: 9 minutos

-Si, cogeme así, sos una bestia cogiendo Rolo, amo tu pija, amo la forma en que me entra en la concha, la forma en que me da placer. Ella gemía sin parar, estaba loca de placer. Mi suegra, a sus casi cuarenta y cinco años, era una mujer super sexual, y después de varios escarceos por fin la tenía en la cama. Bombeaba su concha con todo. Ella no paraba de gemir y decir cuánto estaba gozando.

Fueron minutos y minutos de placer para los dos, aunque por distintas razones.

-Te voy a coger el culo suegra. Dije y la hice poner en cuatro.

-Si, por favor, quiero sentir ese palo en mi culo.

Y sin mucho preparativo se lo fui metiendo. Ella gritaba, yo gozaba haciendo ese culo hermoso.

-Que tremenda puta que sos. Le dije.

-Si, una puta para tu pija. Y para cuando quieras cogerme y romperme el culo. Dijo ella.

-Eso voy a hacer seguido te lo aseguro. Sos casi tan puta como tu hija.

-Es una boluda, si no cuida a su macho, que se joda. Dijo la madre de mi pareja, Dalia.

Me puse a bombear con todo, ella gritaba y gritaba. Cuando acabé en su culo dio un grito de placer y se dio vuelta para chuparme con todo la pija.

-Es hora que te vayas. Le dije.

Ella se vistió y luego de darme un tremendo beso, tomo su bolso y se fue. Yo me serví un whisky, tome un sobre de papel madera oficio de mí maletín y me senté en un sillón.

-Sos un hijo de puta. No te contentas con meterme los cuernos, sino que lo haces con mi propia madre y en nuestra casa. Hijo de puta. Dijo Marisa gritando mi pareja.

-Es mi casa. No nuestra. Y antes de seguir gritando histéricamente, sentate ahí. Dije mirándola serio.

-¿Cómo pudiste hacerme esto?

-Tan fácilmente como vos. Dije y le tire el sobre.

-¿Sorprendida? Te aseguro que no tanto como yo cuando hace 20 días vi que lo despedías con un beso y un abrazo en la puerta. Las fotos son de la semana pasada, no tengo que decirte en que hotel estaban.

-Rolo, yo…

-Vos sos una tremenda puta. Te traje a mi casa, tenes una vida de confort, no tenes que trabajar, solo disfrutar. Pero la puta se buscó una pija para entretenerse. Bueno. Fue tu decisión.

-Perdoname, por favor, es que yo…

-Puta, no quiero escucharte más. Como verás sabía perfectamente a que horario te ibas a ver con tu pija, e hice venir a tu puta madre para que nos encuentres en la cama. No fue casualidad puta.

-Perdoname, Rolo, te juro que nunca más te voy a ser infiel, no quiero perderte. Te amo.

-Como bastardeas las palabras, por favor. Junta tus cosas y andate.

-No por favor, te lo pido. No tengo donde ir, y sin trabajo…

-Nada, andate.

-Te lo ruego, te juro mi amor, nunca más lo haré. Pero no me dejes en la calle.

-Puta, sabes bien que no te tengo quedar nada… no estamos casados y solo dos años de convivencia. Y con los originales de esas fotos… en un juzgado se te van a cagar de risa, como yo ahora. Dije sonriendo y mirándola a los ojos.

-Rolo por favor… Dijo ella llorando y tirándose a mis pies.

-Voy a probar una semana, después veremos. Dije.

-Gracias, vas a ver que voy a cambiar, y voy a hacer todo lo que me digas.

-Eso espero.

Salí de casa y fui a mi oficina a terminar el día. Cuando volvía a casa llamé a mi suegra,

-Hola Dalia.

-Rolo, ¿pasa algo?

-Si, te paso a buscar ahora. Dije.

-Dale, te espero.

Pasé por su casa y estaba esperándome en la vereda.

-¿Qué pasa? Preguntó ella.

-Tuve una discusión fuerte con Marisa.

-¿Acaso se enteró de lo nuestro?

-Sí, pero ese no es el problema.

-¿Cómo que no es el problema?

-No, el problema es porque nosotros tuvimos sexo…

Ella me miró y no preguntó más. Llegamos a casa y Marisa todavía estaba con los ojos llorosos sentada en el living.

-¿Qué haces acá? Le preguntó Marisa enojada a la madre.

-Tranquila y baja los humos. Yo la fui a buscar puta. Dije y Dalia me miró sorprendida por como la trataba a la hija.

-Bueno. Dijo Marisa agachando la cabeza.

-Dalia, sentate. En este sobre tenes parte de las razones por las que decidí meterle los cuernos con vos a Marisa.

La madre tomó el sobre y miraba las fotos sin poder creerlo.

-Hace 20 días la vi besándose en la puerta de casa con esa pija. Le puse un detective, como verás, las fotos dicen todo. Son tan tarados que ni corrieron las cortinas de la habitación. Así me metió los cuernos la puta de tu hija.

-No podes ser tan tarada. Rolo te da todo, te tiene como a una reina. Y vos le metes los cuernos. ¿Te olvidaste que eras empleada en un supermercado cuando lo conociste, que te saco de ese mundo para hacerte su mujer, que te presento a otro tipo de gente? ¿Qué mierda tenes en la cabeza? Dijo Dalia.

Marisa no contestaba, solo lloraba.

-Que hoy viniéramos a casa no fue casualidad, sabía que después del gimnasio se iba a ver con su pija en casa, lo vi en sus mensajes y por eso vinimos antes, para que nos encuentre. Y se entere que no solo ahora tengo una amante, sino que es su propia madre.

-Me estas humillando. Dijo Marisa.

-Jajajaja, Me haces reír. ¿Y cómo te pensas que me sentí cuando te vi besándote? ¿Feliz? Si quisiera humillarte, mandaría las fotos y todo el informe a tus amigas y a mis amigos y conocidos. Mirá, tengo todo en el celular, aprieto una tecla y… boomm.

-No por favor, no me podes hacer eso… Dijo llorando nuevamente Marisa.

-¿Qué vas a hacer Rolo con ella? Me preguntó Dalia.

-No sé. En la cama, te prefiero a vos. Coges mucho mejor, sos muy puta en la cama. Y no me traes problemas… y si te acostas con otro, es tu problema. Dije.

-Hoy te lo dije, es una boluda, no cuida a su macho. Pero no pensé que llegara a esto. Yo no tengo problemas en seguir cogiendo con vos. Al contrario. Me encanta como me coges. Dijo la madre.

-Mamá… vos…

-Yo soy sola, y muy puta con los hombres que me cogen bien, como Rolo. Vos sos una puta que corre detrás de cualquier pija y pierde a su macho por hacer eso. Dijo Dalia.

-Vamos a mi cuarto. Dije.

Las dos me siguieron. Una, Dalia, sonriendo y caminando orgullosa, la otra, Marisa, con la cabeza baja y llorisqueando.

-Sáquense la ropa. Dije

Las dos se sacaron la ropa y con Dalia nos acostamos. Marisa se sentó en el borde de la cama llorisqueando. Dalia sin que le diga nada, se puso a chuparme la pija.

-Mira y aprende puta, es una de las cosas que hace mejor que vos. Le dije a Marisa.

Dalia la miró y se sonrió, para seguir chupándome. Estuvo un rato, hasta que dije.

-Puta, tu turno, y mejor que hayas aprendido algo. Dalia, acostate conmigo.

Con la madre nos besábamos y yo le chupaba las tetas mientras Marisa me chupaba imitando lo que había hecho la madre. Chupaba mejor. Hice que acerque su culo a mí, y le toque la concha. Estaba apenas mojada. Ella se detuvo y le di un fuerte chirlo en el culo, dejándoselo rojo.

-Chupa puta, o te vas a arrepentir. Dije.

Ella se puso a chupar con desesperación, y llevó una de sus manos al clítoris. La volví a tocar y ahora estaba empapada. El chirlo la había excitado.

-Mirá Dalia, parece que a la puta le gustan los chirlos.

La madre toco la concha de Marisa y sonrió.

-Entonces vamos a ponerla bien puta a la puta. Dijo y le empezó a dar chirlos sin parar, dejándole el culo totalmente rojo.

Marisa empezó a gemir con todo mientras chupaba y se enterraba los dedos en la concha hasta más no poder.

Verla tan caliente desataron todo tipo de ideas para humillarla. Y empecé con una.

-Dalia, separa bien las piernas, la puta te va a chupar bien la concha.

-No, eso no. Dijo Marisa.

Mi sopapo fue más sonoro que fuerte. La tome de los cabellos y la acerque a la concha de su madre, que tomándola ella de los cabellos enterró la cara de su hija en su concha.

-Esto te pasa por boluda. Puta y boluda. Mejor que me saques un orgasmo puta, porque te juro que vas a llorar de como te voy a retorcer los pezones. Dijo Dalia y Marisa se puso a chupar torpemente, mostrando que era la primera vez que lo hacía.

-Parece que ya le tomó el gusto, Dalia. Se está pajeando de lo lindo. Dije.

-¿Te gusta chuparme la concha puta? Le preguntó a la hija levantándole la cabeza de su concha.

Marisa la miró sin responder y la madre le dio tremenda bofetada en la cara.

-Sí, me gusta. Dijo Marisa.

-Pues ahora me vas a chupar el orto, porque pienso meterme la pija de tu pareja en mi orto, y dejar que me coja como un animal, como le gusta a él.

Y se puso en cuatro patas y Marisa con su lengua empezó a chuparlo. Nunca se sacó los dedos de la concha. Me puse al lado del culo de Dalia, y acerque mi pija para que también la chupe. Iba del orto de la madre a mi pija y venía. Luego de un rato, la corrí y me puse detrás de la madre.

-Si Rolo, rompeme el culo. Dijo ella.

Y lo enterré totalmente en un solo movimiento, tomándola de la cintura. Ella dio un grito y se empezó a mover con todo metiéndola y sacándola de su culo. Gemía a más no poder.

-Ves puta como se atiende a un macho como este, dándole todo, porque de esa forma, te vuelve loca y te regala los mejores orgasmos. Pero vos sos una boluda, que busca pija afuera teniendo esta en su casa. Hay que ser muy puta.

No paraba, Marisa, la escuchaba y sollozaba, yo le daba chirlos es el culo y Dalia más loca se ponía. Yo también envestía contra ella y no tardé mucho en acabar en su culo. La saque y se la acerque a Marisa, que no quería abrir la boca. La tome de los pelos y cuando vio que iba a darle una bofetada, abrió la boca y se la metió por completo y se puso a chuparla hasta que la dejó bien limpia.

Con Dalia nos tiramos en la cama y ella fue al baño. Tenía sed y fui a buscar dos cervezas, para Dalia y para mí.

-¿Por qué lo hiciste? Le preguntó Dalia.

-No sé. Es la verdad. Ni sé porque lo hice. Calentura… Dijo Marisa

-¿No te alcanza con Rolo? ¿El otro es mejor que Rolo? ¿La tiene más grande?

-No, nada que ver.

-¿Dónde lo levantaste? Siguió preguntando la madre.

-En el gimnasio. Una tarde salíamos y me dijo de acercarme a casa. Antes de bajar, me beso por la fuerza, tirándome del pelo y apretándome una teta. Me excite con todo y…

-Ah… te gusta el sexo duro entonces. Y como el boludo de Rolo es un caballero… le metiste los cuernos antes de decirle lo que te gusta. Idiota. Ahora vas a aprender. Yo te voy a enseñar. ¿Te hizo el culo? ¿Se lo entregaste a Rolo?

-No, ni a Rolo ni a él.

Dalia se bajó de la cama y saco el cinturón de mi pantalón tirado en el suelo. Lo usó para amarrarle las manos en la espalda.

-¿Dónde hay otro Rolo?

-En la segunda puerta. Respondí.

Dalia fue a buscar uno y yo pensé que iba a atarle las piernas. Pero no, usó el cinto como látigo y le dio un golpe en la espalda. Marisa dio un grito de dolor.

-Ahora mamá te va a enseñar lo que es el sexo duro puta. Dijo y le dio un golpe en los pechos que los dejó rojos.

Marisa gritaba, lloraba y pedía que se detenga ante cada golpe del cinto. Dalia se detuvo y toco la concha de Marisa.

-Esta empapada la puta. Le gusta en serio el sexo duro.

A los empujones la hizo acostar y se sentó en la cara de Marisa para que le chupe la concha, sin soltar el cinto. Marisa chupaba sin parar, casi desesperadamente. Dalia retorcía sus pezones, Marisa gritaba y gemía. Dalia le dio un golpe en la vagina con el cinto y Marisa grito con todo. Le levantó las piernas y le metió tres dedos en la concha y la cogía con todo con sus dedos. Marisa no paraba de gemir y de chuparle la concha a la madre. Cuando metió cuatro dedos, Marisa grito de placer.

-Tremenda puta sos, casi te estas comiendo la mano puta, y te la vas a comer.

-No por favor… Dijo Marisa.

Amenazándola con el cinto, la hizo pone en cuatro patas, y desde atrás, volvió a meterle cuatro dedos en la concha. Yo ya estaba totalmente excitado. Dalia movía la mano con fuerza, haciendo que entre casi en su totalidad en la concha de Marisa que gritaba de placer.

Me puse delante de Marisa y me la chupaba con locura mientras su madre le metía por completo la mano en la concha. Yo estaba para reventar pero Dalia me detuvo.

-Rolo, la puta quiere dolor. Vamos a dárselo. Acostate.

Me acosté y Dalia tirándole de los pelos hizo que me monte.

-Ahora puta, vas a meterte la pija de Rolo en el culo.

-No, no, por favor, me va a desgarrar toda. No….

El golpe del cinto en la espalda de Marisa fue brutal. Siguieron otros en el culo y los pechos.

-Podría estar toda la noche, y dejarte carne viva… Pero no, no vales la pena. Rolo, esta puta no te merece, ni merece tu perdón. Échala a la calle.

-Tenes razón Dalia, no vale la pena. Dije y la empuje para desmontarla.

-No por favor, Rolo, no me eches, sabes bien que no tengo donde ir, ni plata.

-¿Para que te quiero? Dalia me da todo sin pedir nada a cambio. Y no tengo que preocuparme que me meta los cuernos. No, no vales la pena puta.

Ella, con las manos trabadas en la espalda, se puso de rodillas al borde de la cama, apoyo la cabeza en el colchón y dijo:

-Metela.

Me puse detrás de ella y apoye mi pija en su orto. Lo escupí y fui metiéndola en medio de los gritos de dolor de Marisa, que poco a poco fueron transformándose en placer. Cuando la tuvo toda adentro, me empecé a mover con todo. Ella ya gemía como loca, yo le daba con todo y golpeaba su culo con fuerza. Su excitación aumentaba a casa segundo. Dalia se puso con las piernas abiertas en frente a ella y Marisa no dudó en ponerse a chupar su concha sin parar.

-Haceme mierda por boluda. Gritó Marisa.

Yo descargaba toda la furia por su infidelidad en el culo. No necesitaba que ella me diga nada. Cuando estaba cerca de acabar, salí de su culo y me pare frente a ella con mi pija frente a su cara. La miro y se mordió los labios, tenía sus jugos intestinales y muchos rastros de sangre.

-Toda tuya Dalia. Dije mientras le metía la pija en la boca.

Dalia se puso detrás y la hizo abrir bien de piernas. Yo bombeaba en su boca lenta y profundamente. Un grito de Marisa fue ahogado por mi pija en su garganta.

-Cuatro dedos y marchando. Dijo Dalia.

Marisa tenía los ojos en blanco. Cuando podía gemía y chupaba.

-Puta, te estas comiendo mi mano entera en el culo. Dijo Dalia.

Lo siguiente fue cogerle la boca con toda mi furia, ella casi no podía respirar y la saliva caía a raudales de su boca. No daba más.

Saque mi pija y me masturbaba cuando Marisa dijo:

-Soy puta, muy puta para Uds., hagan de mí lo que quieran pero no me dejen por favor, quiero ser su puta, solo para Uds.

Acabe en su boca, bien adentro y ella se tragó toda mi leche, algo que antes no hacía. Me siguió chupando para dejarla bien limpia. Me deje caer en la cama y Dalia al lado mío. Libero las manos de Marisa, que fue al baño caminando con mucha dificultad. Cuando volvió dije:

-Dalia, llévatela. Yo necesito una mujer a mi lado. Una compañera en quien confiar, con quien soñar, y que en la cama sea una puta, pero solo en la cama y para mí.

-Es lo que mereces.

Entre llantos y pedidos de perdón, Dalia se llevó a Marisa a su casa. Con Dalia nos seguimos encontrando casi por ocho meses, hasta que me puse de novio con una chica. Marisa, según me contó Dalia las últimas veces, estaba con un marginal, era su puta…

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